Hoy tampoco será un gran día

Lo siento por Serrat y por los optimistas antropológicos, pero hoy tampoco será un gran día. El ambiente viene cargado de malos augurios que harán que este 27 de septiembre se gane por méritos propios el derecho a figurar en la relación de los numerosos días infaustos de la crisis. Que el Consejo de Ministros se reúna los viernes para aprobar nuevos recortes – recuerden aquello de habrá medidas todos los viernes – ya es motivo semanal de zozobra; que lo haga en jueves para aprobar los próximos Presupuestos Generales del Estado sólo puede causar pánico.

Sabremos hoy cuán profundo es el nuevo tijeretazo que prepara el Gobierno para agradar a los mercados y, por supuesto, para crecer y crear empleo. Con el fin de irnos preparando para la que nos va a caer encima hoy mismo, ayer ya se filtró que el sueldo de los funcionarios – yunque de la gran parte de los martillazos - seguirá un año más en el frigorífico, aunque el Gobierno tendrá el detalle de devolver la paga de Navidad que se ha quedado este año.

Ha sido sólo el aperitivo: con toda seguridad habrá recortes en la inversión pública – insisto, para crecer y crear empleo -, a los canarios es muy probable que nos recorten de un modo u otro las bonificaciones de los billetes aéreos, que nos hemos acostumbrado a viajar demasiado y demasiado barato entre islas o a la Península y eso no se puede tolerar. Lo mejor es permanecer en casa y en silencio, que es como le gustan a Rajoy que estén los españoles sensatos, aunque antes de llegar al poder él era un ferviente partidario de la algarabía y el lío si al que había que poner de vuelta y media era a Zapatero.


No se vayan que hay más: además de ultracongelar el sueldo de los funcionarios, continuar adelgazando la administración pública hasta dejarla en los huesos sin importar demasiado si los afectados son médicos, enfermeros o profesores, y de recortar la inversión pública, se anuncian también nuevos impuestos como el céntimo verde o la modificación de la tributación de las plusvalías del primer año para los viciosos que hayan tenido la mala idea de colocar parte de sus ahorros en bolsa. De una nueva subida del IVA o del IRPF no se sabe nada de momento, aunque de aprobarla tal vez figure en el quinto punto de una nota de prensa emitida a las diez de la noche por el Ministerio de Hacienda.

Queda la duda de lo que hará el Gobierno el próximo año con las pensiones, que Bruselas pide que se ultracongelen al igual que el salario de los empleados públicos. Sin embargo, Rajoy ha dicho que no las tocará - ¿le creemos? -, pero hace falta saber si las actualizará acorde con la subida del IPC o simplemente las subirá por debajo del incremento de la inflación, lo que en la práctica supone rebajarlas.

Y todo esto con el único objetivo de congraciarse con los mercados y conseguir que el déficit no rebase la última barrera impuesta por Bruselas. No son por tanto unos Presupuestos Generales del Estado pensados para reactivar la economía, crecer y crear empleo, sino para pagar la deuda, cuyo coste ya superará el año que viene el de personal; deuda que nos han infligido los propios mercados que, al mismo tiempo, atosigan a España para que pida cuanto antes el rescate y siga creciendo así la bola de nieve de la crisis: recesión – desempleo – déficit – deuda y vuelta a empezar.

Grecia y Portugal están recorriendo ese camino y España ya ha empezado a hacerlo también y se adentrará más en él con estos presupuestos con los que hoy nos castigará el Gobierno a pesar de haber sido buenos y no haber salido a la calle a protestar. ¿Comprenden ahora porque creo que hoy no será un buen día?

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