Recórtame más y más pero mucho más

Saltó la liebre: ya sabemos quién va a pagar el ajuste del déficit público español en los dos próximos años. Para no variar, volverán a ser las comunidades autónomas y los ayuntamientos mientras la Administración General del Estado sigue haciendo las cuentas de la abuela y reservándose la parte del león del déficit: lo ancho para mí y lo estrecho para ti. He visto raspas de sardina con más chicha que la que les va a quedar a la sanidad, la educación o los servicios sociales que prestan las autonomías cuando se ejecuten – y nunca mejor dicho – los nuevos recortes.

De las costillas de las comunidades autónomas quiere el Gobierno sacar otros 8.000 millones de euros, a razón de 4.000 el año que viene y otros tantos el siguiente, más unos 9.000 de los ayuntamientos entre los dos años. Eso es lo que dice la actualización del Plan de Estabilidad Fiscal y Financiera que acaba de remitir por correo urgente a Bruselas para que allí vuelvan a certificar lo aventajado que es Mariano Rajoy cumpliendo el déficit que se le impone y sin rechistar. 

Estas cuentas del Gran Capitán seguramente son obra de Montoro, el hombre que mejor resta en el Gobierno y el único que ve subir los salarios cuando todos los vemos bajar. Visionario que nos ha salido este ministro que las aulas universitarias se están perdiendo mientras él nos lleva a todos por el camino de la amargura.

Prevé el Gobierno para el año que viene un recorte en los gastos de unos 2.000 millones de euros a costa de gastos corrientes en “bienes y servicios” de las autonomías, dice. Para no ser menos, también el Gobierno central pone su pequeño granito de arena y estima que aliviará a los pensionistas del peso en sus bolsillos de unos 1.500 millones de euros con la aplicación de esa exótica fórmula de revalorización que se ha sacado de la manga y que en realidad es de depreciación de las pensiones.

Por la vía de los ingresos confía en obtener otros 2.000 millones mediante la modulación – hermosa palabra – del tramo autonómico de los impuestos. En cristiano y para entendernos: subiendo los impuestos en los respectivos territorios autónomos hasta donde les permita la ley. Si no fuera patético resultaría chusco que el Gobierno del PP le pida a las autonomías que suban los impuestos cuando algunas en las que también gobierna como Galicia o Extremadura acaban de bajarlos, aunque no sea más que simbólicamente.

Esto en 2014 ya que para 2015 nadie sabe todavía de dónde saldrán los otros 4.000 millones de euros que el Gobierno espera rebañar vía gastos o vía ingresos – más de los primeros que de los segundos, eso seguro – para cumplir la sagrada promesa de cumplir el déficit. De lo que ocurrirá con el IRPF en 2015 nada dice la misiva enviada a Bruselas a pesar de que Rajoy anunció urbi et orbe en septiembre que habría rebaja después de prorrogar la subida. O veremos la surrealista situación de que Rajoy baja el IRPF mientras las autonomías lo tienen que subir – o, lo que es más probable – todo el mundo lo subirá por mucho que el presidente pierda esa baza electoral en la que seguramente tendrá puestas muchas esperanzas. De locos.

Esto es lo que hay: un nuevo tijeretazo a las comunidades autónomas y a los empobrecidos ayuntamientos al mismo tiempo que se retrasa a mediados del año que viene la negociación de la financiación autonómica que piden todos con impaciencia, hasta los barones del PP, y a los municipios se les receta aceite de ricino a través de la reforma de la administración local.

Ahora bien, que no cunda el pánico: tenemos sobre la mesa los “Presupuestos de la recuperación”, Rajoy “certificó” el otro día que “España ha dejado atrás la recesión” y para colmo de bienes, Botín dice en Nueva York que el país “vive un momento fantástico porque llega dinero de todas partes”. Albricias y cantemos todos a coro aquello de “recórtame más y más pero mucho más”.

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