Toma el dinero y corre (a África)

No ganamos para disgustos. Con la tasa de paro más alta de España a un sector del empresariado canario no se le ocurrió hace unos meses otra cosa que proponerle al comisario europeo Joaquín Almunia que permitiera que una parte de los beneficios de la Reserva de Inversiones pueda materializarse en África. Almunia, seguramente cogido con el pie cambiado, no dijo ni sí, ni no, ni todo lo contrario, salvo que lo estudiaría. Fue suficiente para que el presidente de la patronal de Las Palmas proclamara a los cuatro vientos que el número dos de la Comisión Europea “ve con buenos ojos” que parte del dinero que se ahorran en impuestos los empresarios de las Islas a cambio de reinvertirlo en ellas se vaya al continente vecino. 

Y estalló la polémica y el debate: el Gobierno de Canarias rechazó de plano la posibilidad, la casi totalidad de los partidos políticos y otros sectores empresariales canarios también y la reacción de los sindicatos ya se la pueden imaginar. Todos recordaron algo que se caía por su propio peso: que la Reserva para Inversiones, uno de los instrumentos más potentes del Régimen Económico y Fiscal de las Islas, fue diseñada pensando en que lo que deja de percibir la Hacienda Pública vía impuestos se destine a la generación de riqueza y empleo en Canarias. Destinarla a inversiones en África, en el hipotético y dudoso caso de que Hacienda y Bruselas lo admitieran, sería simple y llanamente desnaturalizarla y tal vez abocarla a su desaparición. La polémica pasó y cuando suponíamos que a nadie se le iba a ocurrir ponerla de nuevo sobre la mesa, va el PP de Canarias y lo hace. 


Lo hizo hace unos días su secretario en Canarias, Asier Antona. Asegura que permitirles a los empresarios canarios que inviertan entre el 30 y el 40% de la dotación de la RIC en África “haría más atractivo este instrumento”. Cabe pensar que el señor Antona ve poco atractivo que un empresario canario pueda evitarse pagar a Hacienda por sus beneficios a cambio de reinvertir lo no pagado en su tierra generando riqueza y empleo en ella. Habría que preguntarle a un empresario madrileño, vasco o catalán si verían poco atractiva la posibilidad que tienen sus colegas de Canarias.

En realidad, la propuesta del PP no hace sino respaldar y poner de relieve el escaso patriotismo – llámenlo amor por su tierra, si quieren - de un cierto sector del empresariado canario que llora permanentemente por las esquinas clamando por subvenciones y privilegios de todo tipo pero que no muestra el más mínimo reparo en llevarse sus beneficios a otro lado aunque en su tierra se sufra la mayor tasa de paro de España. Para que las empresas canarias se internacionalicen y exporten sus productos al exterior ya existe la Deducción por Inversiones con beneficios fiscales mucho más potentes en las islas que los del resto del territorio nacional y que evitan la deslocalización de las empresas, de manera que los descuentos fiscales reviertan en Canarias.

Al PP ese instrumento no le parece suficientemente atractivo y apuesta por una fórmula que abre incluso la puerta a que grandes empresas de la Península usen Canarias como mero puente para aprovechar las ventajas de la RIC en África pero sin apenas crear riqueza en las islas. Sin contar con las dificultades que tendría España para controlar la legalidad de esas inversiones en países en donde la hacienda pública deja mucho que desear.

Es cierto que la RIC es un opaco instrumento generador de reiterados conflictos entre Hacienda y los empresarios y que los millones que se han acumulado en ella no parecen haber contribuido demasiado a rebajar las cifras de paro en Canarias a pesar de la machacona insistencia con la que se ha pedido que se amplíen las posibilidades de reinvertirlos en diferentes sectores de la actividad económica de las Islas. Sin embargo, de cómo resolver esas deficiencias no habla la propuesta del PP ni de cómo hacer que realmente la RIC genere riqueza y empleo en Canarias que es en donde se obtienen los beneficios no tributados a Hacienda, no en África.

Aunque es sabido que que el dinero no conoce de fronteras ni de patrias ni de sensibilidad alguna con los problemas sociales, esta iniciativa va demasiado lejos y constituye incluso una falta de respeto a los más de 300.000 parados que hay en Canarias y a los ciudadanos que pagan sus impuestos en este país.

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