Sánchez contra los malos

No creo que haya nada legal que objetar a que Pedro Sánchez quiera volver a por sus pistolas a Ferraz y expulsar a los mercaderes de votos del templo del socialismo patrio. Si está al día con las cuotas y consigue los avales que se requieren – lo que como el valor en la mili se le supone – es muy legítimo que intente recuperar lo que con pérfidas artes le arrebataron los malos en el borrascoso comité federal del aciago 1 de octubre. Las únicas objeciones que veo a que Sánchez viva unos días en una guagua – vulgo autobús - como Miguel Ríos son de carácter político.

La primera tiene que ver con un dilema que me reconcome: ¿es el PSOE el que necesita a Sánchez o es justo al revés? Después de darle vueltas creo que al PSOE sin Sánchez también le puede ir tan ricamente y hasta ganar unas próximas elecciones y volver a gobernar, aunque no me pregunten cuándo ocurrirá tal cosa que tampoco soy Rappel. Por el contrario, con Sánchez al frente de la aún muy maltrecha nave socialista esas posibilidades me temo que se reducirían considerablemente. A los hechos me remito y a los resultados que con Sánchez al frente obtuvo el PSOE en diciembre de 2015, empeorados brillantemente seis meses después en junio de 2016.


La cuestión, por tanto, es por qué quiere Sánchez volver a tener mando en Ferraz de donde salió tan mal parado. Creo que precisamente porque necesita como respirar sacarse de entre los homoplatos el puñal que le clavaron los barones cuando se empecinó en poner el partido a los pies de Podemos y de los independentistas con el objetivo de poder mudarse de Ferraz a La Moncloa. Sé que este análisis no gusta ni es compartido por quienes aún siguen defendiendo la tesis de la conspiración baronil para regalarle todo el poder a la derecha y al gran capital. Todos mis respetos para una interpretación que, más allá de ser cierta o figurada, al menos evitó unas terceras elecciones en las que el PSOE de Sánchez podía haberse convertido en la primera fuerza del grupo mixto, dicho sea con un punto de exageración.

La segunda objeción política a su candidatura anunciada urbi et orbi el sábado en los predios de Susana Díaz, es que de todo aquello que pasó el año pasado y de lo que él fue triste protagonista,  parece que se ha olvidado por completo el aguerrido Sánchez. Ni una frase de autocrítica ni un lo siento ni un me equivoqué en esto o en lo otro, sólo arenga a los militantes en los que fía la recuperación del poder en el PSOE y amnesia absoluta de su responsabilidad en la esperpéntica situación política que sufrimos los españoles hasta el otro día.

Olvida, no obstante, que contar con el apoyo de los militantes o al menos de una parte significativa de ellos no equivale necesariamente a contar también con el respaldo de los electores. Pero, sobre todo, inicia su nueva batalla en busca del tiempo perdido generando más división que adhesión en el seno de un PSOE que él contribuyó a dejar partido en dos y esa es siempre una pésima manera de intentar volver.

Dicho todo lo cual y para terminar me queda una tercera objeción política: su proyecto, al menos el que mostró el otro día en Sevilla, cabe en un tuit y sobra la mitad de los caracteres. Aunque, por desgracia, esa es una objeción que podemos hacer extensible a su contrincante Patxi López y a muchos otros políticos actuales. Sólo que en el caso de Sánchez va a necesitar algo más que unos cuantos tuits ingeniosos para acabar con los malos.   

En defensa de México

Es evidente que el de México no es el gobierno más democrático del mundo ni el menos corrupto. La lacra de la violencia es pavorosa, las desigualdades sociales son brutales, el narcotráfico hace estragos y la impunidad es elevadísima. Todo eso es cierto si nos atenemos a las noticias que llegan desde un país con el que Canarias mantiene curiosos lazos sentimentales. No creo que haya en ningún otro sitio a este lado del Atlántico la pasión que hay en Canarias por los corridos, las rancheras y los boleros arrancherados, por no mencionar las telenovelas. Mi generación y la precedente se conocen de memoria el repertorio de José Alfredo Jiménez, Miguel Aceves Mejías, Jorge Negrete, Antonio Aguilar, Vicente Fernández, Javier Solis, Los Panchos, Los Alegres de Terán, Chavela Vargas y otros muchos que aprendimos a amar y a escuchar a través de la radio en programas como La Ronda o Discos Dedicados y colectivamente con los viejos pick ups en discos rayados de tanto uso.

El país del que se compadecía Benito Juárez por estar tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, ha dado al mundo nombres de la grandeza de Carlos Fuentes, Octavio Paz, Diego Rivera, Siqueiros, Cantinflas, Dolores del Río, Maria Félix o Pedro Armendáriz, cada cual maestro en lo suyo. De México eran Zapata y Pancho Villa, desarrapados líderes campesinos que, más de un siglo después de transitar por este mundo, aún se siguen evocando a través del cine o en los corridos populares de la Revolución Mexicana que muchos hemos cantado en incontables ocasiones.


La lista sería interminable aunque en todos esos nombres hay resonancias cercanas y fisonomías familiares que nos hacen sentirlos como parte de nosotros por encima de la distancia histórica y física. Por razones sentimentales y por razones culturales pero también por razones políticas y morales, en esta hora en la que México es víctima de los insultos y bravatas del patán que se sienta en la Casa Blanca desde hace unos días, debemos alzar la voz en defensa de México. No hablo del Gobierno sino de la dignidad de los mexicanos como pueblo frente al desprecio del prepotente nuevo presidente de los Estados Unidos y sus proyectos para construir un muro fronterizo y cargarle el coste al país vecino.

En este momento en el que ese energúmeno pretende humillar a los mexicanos, sobran las razones para defender a ese país hermano al que le deben la protección y la vida los cerca de 25.000 españoles que huyendo de la cruenta Guerra Civil encontraron en él refugio, paz y futuro gracias a la generosidad del presidente Lázaro Cárdenas. Entonces los refugiados eramos los españoles y, de no haber sido por países como México o Argentina, la suerte de muchos de aquellos compatriotas exiliados forzosos hubiera sido mucho más dramática.

Por desgracia, de quien no podemos esperar absolutamente ningún gesto por tibio que sea a favor de México y de los mexicanos es del rey y del Gobierno español. Uno y otro han dejado al descubierto la vacuidad de sus grandilocuentes discursos sobre fraternidad y colaboración entre ambos pueblos. Me avergüenza que al rey sólo le preocupe mantener las “excelentes relaciones” entre Estados Unidos y España y no tenga en estos momentos una sola palabra de apoyo y respaldo para los mexicanos a los que suele adular en sus viajes oficiales a aquel país.

Y qué decir de un presidente como Rajoy quien, a pesar de los intereses españoles en México, ha tenido la ocurrencia de “desearle mucho éxito a Trump”. Apena y duele la  indiferencia y la ingratitud ante lo que México ha significado para España y para los españoles. Parafraseando una de aquellas viejas rancheras, probablemente ya de ellos nos hemos olvidado pero los mexicanos por nosotros seguirán esperando. No dejemos que sea en vano.

Rajoy no presentará el tiempo

Rajoy no será el nuevo hombre del tiempo. Así lo asegura un comunicado urgente de La Moncloa que desmiente las informaciones publicadas hoy por varios medios digitales en ese sentido. La nota también sale al paso de los múltiples comentarios en las redes sociales en los que se asegura que el contrato obligaría al presidente  a afeitarse y ponerse lentillas para salir por las teles de plasma informando de las idas y venidas de las casquivanas isobaras. Según Moncloa, el presidente tampoco tiene entre los asuntos de su agenda política hacer tales cosas.

Algunas fuentes consultadas sospechan que la confusión puede deberse a que el presidente tiene el mismo nombre de pila que Mariano Medina, el hombre del tiempo que informaba en blanco y negro con una tiza cuando España sufría una “pertinaz sequía” y el de Ferrol inauguraba un pantano nuevo cada día y fiestas de guardar. Mis investigaciones me dicen que la causa del lío es otra. Es un hecho objetivo que Rajoy se apareció esta mañana en un estudio de radio vestido de chamán de la tribu de los hispanos. Tocando un tambor y agitando una calabaza conjuró al dios de la lluvia y, convencido de la fuerza irresistible de su magia, proclamó que tiene que llover a cántaros.


Va a entrar un pedazo de borrasca por Finisterre que va a enchumbar toda España e islas adyacentes, las presas van a rebosar y fabricar electricidad con energía hidráulica va a estar tan tirado de precio que estoy pensando poner un tiovivo en casa. Viene muy a propósito este sortilegio del gran jefe de la tribu de los hispanos en un momento en el que los indígenas y asimilados no consiguen sacar los dedos del enchufe. Desde que cambiamos las hogueras, los faroles y las velas El Elefante por los bombillos, hay que levantarse a las tres de la madrugada para poner la lavadora, cenar comida fría y caminar a tientas en cuanto cae la noche. No tomar esas precauciones puede conducir a que la factura mensual de la luz nos salga más cara que cenar en Maxim’s de París y vestirnos en Armani cada día.

El anuncio de que el chaparrón que se avecina despejará cualquier veleidad tarifaria de las compañías que nos sangran la cartera para engordar las de sus directivos y accionistas, ha sido acogido con el lógico alborozo por parte de los afectados. La situación era tan apurada que en pueblos y villas se habían empezado  a organizar rogativas y procesiones con el santo patrón implorando ¡agüita, agüita que la rama está sequita!.

El único que no debe estar muy contento es el joven ayudante que el Gran Chamán Rajoy designó para el negociado de calambres y tarifazos. Se llama Álvaro Nadal y para hoy mismo tenía previsto comparecer ante la asamblea de los representantes de la tribu para explicar por qué los precios de la electricidad viajan en globo ascendente y contar qué piensa hacer para que baje algún día o al menos alguna vez. Obviamente, después de que su jefe implorara esta mañana al dios de la lluvia y dijera que no es necesario hacer nada más  para que descienda, el tal Nadal se podría haber ahorrado el viaje y a nosotros el dinero.

En todo caso es un daño colateral sin importancia, compensado con creces por el nublado que se avecina y que todos celebraremos bailando la danza de las cosechas a la luz de las hogueras y dando vueltas en torno al tótem del Gran Chamán. La única pena es que no quiera ser el hombre del tiempo, con lo que eso ayudaría a la tranquilidad y a la economía de los indígenas. 

Lo suyo es puro teatro

Les garantizo que seguir el día a día de la actividad política en Canarias no es nada saludable. Con el tiempo se termina padeciendo narcolepsia, ataques irrefrenables de bostezos y arrepentimiento de no haberle hecho caso a nuestras madres cuando, en su inmensa sabiduría,  nos insistían para que de mayores fuéramos personas de provecho. Poco provecho se puede obtener de una clase política generalmente proclive al postureo y a decir una cosa y la contraria sin ponerse colorada. Cuando, como en estos días, la situación se complica porque no hay mayoría parlamentaria que sustente al gobierno de turno, las posiciones de unos y de otros se llenan de dobleces y ambigüedades en un juego más bien ridículo que aburre a las piedras.

El que más y el que menos juega a Maquiavelo, anuncia lo contrario de lo que en realidad le gustaría hacer y dice hoy lo opuesto a lo que pregonó ayer. Desde antes incluso de la ruptura del acuerdo de gobierno entre CC y el PSOE estamos asistiendo en Canarias a un teatrillo político de medio pelo que por dignidad y respeto a los ciudadanos debería concluir de una santa vez en algún tipo de desenlace, el que sea, pero concluir. Si el PP quiere entrar en el Gobierno – no me cabe duda alguna de que eso es lo que quiere - que deje de marear ya la perdiz presentándose como la damisela delicada que a todos aparenta ofrecer su mano.

Sabemos hace tiempo que esa mano ya está comprometida y que ahora sólo falta saber si quien está dispuesto a recoger “el guante” se las arregla sólo con la mano o acepta el codo también. Que aparque CC el sonsonete del diálogo con todas las fuerzas políticas cuando a nadie se le puede ocultar a estas altuas que ese diálogo se va a circunscribir al PP y a la Agrupación Socialista Gomera, que se frota las manos ante el provecho que puede obtener de esta situación. Y en cuanto a lo de reeditar el pacto con el PSOE, quienes defienden esa opción deberían leer El Quijote y acórdarse de lo de las segundas partes que, si nunca fueron buenas, en este caso podrían ser simplemente má penosa que la primera, que ya es decir.

Los socialistas, por su parte, actúan estos días literalmente como pollos sin cabeza. Por las islas acaba de pasar un miembro de la gestora que ha venido a decir el lunes que el PSOE “no contempla” un gobierno con el PP en Canarias para pasar a anunciar el martes que va a iniciar una ronda de contactos con los partidos de la oposición “para buscar un cambio político”. ¿Saben con cuál de esos partidos se van a sentar en primer lugar los socialistas? Premio: con el PP. En paralelo, en La Laguna dos de los cinco concejales del PSOE se han sumado por su cuenta y riesgo a un intento de moción de censura de cuyo fracaso son perfectamente conscientes si no tiene el respaldo de los otros tres. Claro que, en realidad, el objetivo era meterle el dedo en el ojo al portavoz de la gestora que había recalado por Canarias y enviar un mensaje crítico a la otra gestora que gobierna de aquella manera el partido en las islas. Eso sí, a gestoras no hay quien le saque ventaja al PSOE en estos momentos.  

Completan el reparto de esta suerte de ópera bufa NC y Podemos que, junto al PSOE, ya no saben cómo ponerse para exigir del presidente una cuestión de confianza y no dudan en calificarlo de ilegítimo como si las actas de los diputados que lo apoyan se las hubieran sacado en una bolsa de pipas y como si no se pudiera gobernar en minoría con apoyos puntuales. Pretenden así sin conseguirlo ocultar su impotencia para convencer al PP de que se sume a una moción de censura sin poner condiciones que, en la práctica, la hagan inviable. 

Y en medio de tanto devaneo político, un lamentable y desagradable episodio de filtraciones interesadas desde el Gobierno y desde el PSOE a propósito de la sanidad pública, olvidando unos y otros que nuestras madres nos enseñaron a no jugar ni con las cosas de comer ni con las de curar. ¿Es mucho pedir que se aclaren de una vez, aparquen la ambigüedad y se pongan todos, gobierno y oposición, a la tarea para la que fueron elegidos? ¿No fue acaso suficiente con el insufrible culebrón del cascado pacto en cascada? Por desgracia me temo que sí, que es mucho pedir.  

Trump y cierra América

Me he tomado un par de días para digerir el acontecimiento del que medio mundo estuvo pendiente el viernes, la toma de posesión de Donald Trump. Aunque el asunto se podía haber despachado sobre la marcha, preferí seguir las reacciones que suscitó y que aún sigue provocando. Una vez más me ha vuelto  a sorprender el despliegue mediático para algo que, bien mirado, no daba ni para un suelto en una esquina de no ser quien es el personaje. De nuevo, tal y como ocurrió después de las elecciones del 8 de noviembre, se han dedicado horas y horas de radio y televisión, toneladas de páginas en internet y kilómetros de papel periódico a glosar un discurso de 15 minutos en el que Trump hizo y dijo lo que esperaban que dijera e hicieran sus seguidores y sus detractores: el burro.

¿Qué es lo que cabía esperar de ese discurso de toma de posesión: que se llevara la guitarra y se arrancara con una de Bob Dylan? ¿Que citara a George Washington y recitara un poema de Walt Whitman? No nos engañemos, lo único que podía esperarse de un sujeto como este era que encadenara todos los lemas de su campaña para convertir su coronación como emperador en un nuevo mitin electoral. Aunque no he estudiado los discursos de la toma de posesión de los 44 presidentes anteriores, me atrevería a jurar que el suyo merece figurar en el primer puesto de la ramplonería, el populismo y el chovinismo americanista más nauseabundo.

Ahora bien, que su toma de posesión no diera para tanto como se ha hablado y aún se habla y escribe de ella, no significa que haya que perder de vista al individuo que ya tiene en sus manos el poder ejecutivo de la primera potencia mundial. Al contrario, es realmente a partir de ahora cuando toca vigilar de cerca todos sus pasos, sus palabras y sus acciones. Es ahora cuando se empezará a saber si se propone cumplir de verdad sus peligrosas payasadas o los contrapoderes de la democracia estadounidense son capaces de pararle los pies antes de que cometa una barrabasada.


Por lo pronto, en su primer día en el despacho oval de la Casa Blanca ya ha iniciado la escabechina de acuerdos comerciales como el Transpacífico, que afecta a un total de 11 países, y ha dado el primer paso para revisar los acuerdos con México y Canadá. Puede que no tarde mucho en ordenar el inicio de las obras del que parece ser su sueño dorado: la construcción de un muro a lo largo de la frontera sur del país para detener la inmigración que entra en Estados Unidos a través de México y encima pasarle la factura a los mexicanos.

Y así, un largo suma y sigue de disparatadas propuestas que, de un lado, parecen querer convertir al país en un fortín inexpugnable ante todo lo que llegue de fuera, sean bienes, servicios o personas, y de otro retornar a los peores tiempos del unilateralismo en la política exterior en la que Rusia, la enemiga histórica, parece haber adquirido ahora el estatus de aliado privilegiado en detrimento de Europa Occidental. Además del aumento de la inestabilidad internacional que puede provocar sus medidas y de las feas repercusiones económicas  de una vuelta a las guerras comerciales del pasado, el acceso de este individuo al poder es también motivo de proecupación porque supone un acicate para los movimientos populistas, xenófobos y racistas que pululan en varios países europeos.

Estas fuerzas, que en lugares como Francia, Alemania u Holanda escalan puestos en los sondeos electorales, engordan al calor de las consecuencias de una crisis económica, social y política ante la que liberales y socialdemócratas sólo han sabido reaccionar con ajustes fiscales y recortes del estado del bienestar. Es precisamente el auge del populismo, la xenofobia y el racismo a ambos lados del Atlántico lo que ensombrece un futuro ya de por sí lleno de incertidumbres que ahora se agravan más si cabe. Por encima de su discurso repulsivo, lo que preocupa es que la primera potencia mundial esté desde el viernes en manos de un energúmeno con poder para poner al mundo al borde del precipicio. 

Cláusulas suelo:¿solución o burla?

El Real Decreto aprobado hoy en Consejo de Ministros para agilizar la devolución del dinero de las cláusulas suelo de las hipotecas tiene poco de solución y mucho de burla a los afectados por la avaricia de los bancos. Es precisamente a los bancos a los que esta presunta solución extrajudicial les resuelve el problema mientras que a los consumidores los convierte en rehenes suyos. Es necesario recordar que la sentencia publicada el 21 de diciembre de 2016 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligaba a los bancos a devolver todo el dinero cobrado por las cláusulas suelo abusivas desde la firma de la hipoteca.

Aquel fue un sonoro bofetón judicial al Tribunal Supremo español que, en mayo de 2013, antepuso el interés de los bancos a los derechos de los consumidores al establecer que las entidades sólo debían devolver lo cobrado a partir de esa fecha. Sin embargo, una cierta ambigüedad en la redacción de la sentencia comunitaria abrió la puerta por la que no tardaron en colarse algunas entidades. El fallo no precisaba con exactitud si todas las cláusulas suelo son abusivas o sólo aquellas que un juez declare como tales. El Banco Sabadell no tardó en responder que las cláusulas suelo de sus hipotecas eran más transparentes que el agua y por tanto no ha lugar a devolución alguna.

Esa rendija se ha convertido hoy en puerta abierta de par en par con el Real Decreto del Gobierno. Según se establece en el mismo, los bancos solo están obligados a informar a sus clientes de que tienen derecho a reclamar la devolución del dinero pero no se les obliga a devolverlo, en contra de lo que establece la sentencia europea. El mismo Banco Sabadell ha reiterado hoy que no hay cláusulas suelo abusivas en sus hipotecas, de lo que se deduce que ni siquiera informará. Como esa entidad podrían hacer las demás si lo desearan y ahorrarse así el engorro y el gasto correspondientes. Las que lo hagan deberán informar a los clientes de cuánto dinero se les va a devolver, lo que de facto convierte al autor del delito en el ejecutor de la sentencia por el que fue condenado.

Banco y cliente tendrán tres meses para cerrar un acuerdo y, si no lo alcanzan, el usuario podrá acudir a la vía judicial. Por el camino le aguarda una legión de bufetes de abogados ansiosos estos días por quedarse con una parte del pastel de 4.000 millones de euros. Si en el pleito obtiene más de lo que le ofreció el banco las costas serán para este pero si obtiene lo mismo o menos los gastos correrán de su bolsillo. Con la monserga de evitar un colapso judicial, el Gobierno empuja a los ciudadanos a convertirse en rehenes de los bancos y de sus triquiñuelas para intentar devolver menos o a ser posible nada de lo que cobraron de forma abusiva.

Si el problema es que la Administración de Justicia no es capaz de asumir una avalancha de reclamaciones, lo que el Gobierno debe hacer es dotarla de los medios para que cumpla su función constitucional de garantizar la ejecución de las sentencias judiciales como la de las cláusulas suelo. No es de recibo que se traspase esa función al ámbito privado de las relaciones desiguales entre los bancos y sus clientes porque no hay que ser adivino para saber cuál de los dos tiene la de ganar.

Desde el punto de vista político es inexplicable que este engendro de solución extrajudicial cuente con el respaldo del PSOE y de Ciudadanos que, encima y junto al PP, no han parado de presumir estos días de lo fácil, rápido y barato que les va a salir a los afectados recuperar el dinero que les birlaron los bancos. Aunque el Real Decreto entrará mañana mismo en vigor, aún deberá pasar por el Congreso de los Diputados para su convalidación. Hay tiempo por tanto de enmendarlo y hacer del mismo una verdadera solución ágil, sencilla, justa y gratuita para quienes sólo piden lo que en justicia les corresponde: que se les devuelva lo que es suyo. Sería un escarnio intolerable que, amparándose en la necesidad de evitar un supuesto colapso judicial, el Gobierno y los partidos que apoyan esta pésima solución permitan a los bancos ser juez y parte de sus propias prácticas abusivas.   

Un pleno superfluo

Hasta donde alcanza mi memoria, el pleno que hoy ha celebrado el Parlamento de Canarias ha sido uno de los más superfluos de cuantos han tenido lugar en esa cámara legislativa en los últimos tiempos. Sus señorías podrían haberle ahorrado el gasto al erario público y haber dedicado las casi tres horas que duró a tareas más fructíferas para los ciudadanos. Claro que poco se puede esperar de un parlamento en donde, por desgracia, los debates políticos acostumbran a tener el vuelto rasante de las gallinas y las decisiones que se adoptan suelen distar mucho de cambiar la realidad de estas islas. 

Y eso que el pleno de hoy tenía carácter extroardinario y debía servir para esclarecer la situación política de las islas, pero ni por esas ha justificado en lo más mínimo la expectación despertada a raíz de su convocatoria. Al final y a la vista del resultado, lo mismo da que da lo mismo que lo hayan forzado algunos de los partidos de la oposición y de que presuman por ello o que lo haya solicitado también el Gobierno y el único partido que a fecha de hoy lo apoya. Nos vamos como llegamos y para ese viaje no hacían falta estas alforjas.

Si lo que la oposición quería escenificar con el pleno de hoy era que Fernando Clavijo ya no tiene mayoría en el Parlamento lo podría haber resuelto de manera mucho más económica empapelando el hemiciclo con las tropecientas declaraciones en prensa de unos y de otros o difundiendo por la megafonía de la cámara los centenares de entrevistas en radio y en televisión de las últimas semanas.


Con todo, puede que algunos vean ahora el inmediato futuro político canario algo más claro aunque a mi me parece que lo que ya estaba claro antes del pleno no se ha oscurecido y lo que estaba oscuro no se ha aclarado. Claro estaba antes y ahora que los únicos apoyos con los que cuenta CC para mantenerse en el Gobierno después de romper con el PSOE son el Partido Popular y la Agrupación Socialista Gomera. La única diferencia es que los populares se hacen los remolones y demoran el “sí, quiero”, mientras el líder de la formación gomera ve en la debilidad del presidente una oportunidad como tal vez no se le vuelva a presentar en mucho tiempo de obtener rédito presupuestario para su isla.

Para quien lo quiera ver, parece también bastante claro que la fantasmagórica moción de censura contra Clavijo no pasa de ser un mero trampantojo del PP que pretende ocultar lo que en realidad persigue: hacerla inviable imponiendo a los socialistas una condiciones inasumibles para estos. PSOE, NC y Podemos pueden seguir desgañitándose y pidiendo a Clavijo que se someta a la cuestión de confianza pero es evidente que pierden el tiempo y las fuerzas si no son capaces de convencer al PP para que se sume a una moción de censura y además hacen presidente a Antona.

En consecuencia, cualquiera que siga con un mínimo de atención los recovecos de la enrevesada política canaria sabe que el verdadero objetivo del PP no es censurar a Clavijo sino sentar a CC a la mesa de negociación para arrancarle un acuerdo que refuerce la posición de Asier Antona ante los suyos cara al próximo congreso regional de los populares. Falta por determinar si el acuerdo será de apoyo parlamentario o de coalición de gobierno y ese es el único aspecto de la cuestión que después del inútil pleno de hoy sigue estando igual de oscuro. Pero eso es sólo cuestión de tiempo que se esclarezca y es también seguro que no será necesario esperar mucho.

Marchando una de financiación

En contra de su costumbre, Mariano Rajoy ha invitado a comer. No digo que sea de la Cofradía del Puño pero, más allá del polvorón navideño con el PP y algún percebiño de vacaciones a Galicia, el presidente parece ser un hombre de rosario y comida en familia. Para variar, esta semana se ha soltado la coleta – perdón por el modo de señalar – y ha invitado a almorzar en el Senado a los presidentes autonómicos. Faltaron el catalán y el vasco, a los que no consiguieron seducir los encantos políticos de Sáenz de Santamaría para que cambiaran la butifarra y el marmitako por el menú de la cámara alta. A los que acudieron se les sirvieron zarandajas como merluza y rosbif, aunque el gran plato de entullo y el que más espinas tenía fue el de la financiación autonómica.

Aclaro para los de letras que hablamos del dinero que necesitan las comunidades autónomas pero que pocas tienen en cantidad suficiente para atender como es debido la sanidad, la educación y las políticas sociales de las que son responsables. Los cronicones de la Villa y Corte y los propios protagonistas pregonan que la reunión “se desarrollo en un clima de cordialidad”, lo que debe signficiar que nadie le clavó a nadie un tenedor por la espalda, se hurgó los dientes con un palillo o se sonó en las servilletas del Senado.

Que Rajoy se haya mostrado ahora tan espléndido obedece al menos a tres razones. La primera tiene que ver con la minoría parlamentaria de un Gobierno que en circunstancias diferentes tal vez habría dejado la invitación para las calendas griegas. La segunda está relacionada con el hecho de que esta comida tenía que haberse celebrado hace más de tres años y el propio Rajoy la había venido aplazando con todo tipo de excusas y justificaciones. La tercera – por último – es hacerle caso de una vez al presidente canario Fernando Clavijo, que no paró el hombre de mover Sevilla con Toldeo para que Rajoy se aviniera a reunirse con los representantes de unas autonomías que también y, aunque a veces no lo parezca, forman parte del Estado español.


A partir de ahí y una vez levantada la mesa, las cosas han quedado más o menos como sigue: autonomías y gobierno central se dan de plazo hasta finales de año para cambiar el modelo de financiación. Cómo será el nuevo no lo saben ni los expertos que se van a reunir para perfilarlo, pero para autonomías como Canarias convendría que fuera muy distinto del actual. Estas islas reciben anualmente unos 700 millones de euros menos de los que les corresponden para pagar la sanidad, la educación y los servicios sociales. En consecuencia, todo lo que sea mejorar esa cifra será positivo pero cuanto más se aleje la mejora de la misma será un fracaso.

Para conseguirlo, hay que hacer valer que pagar los servicios públicos en un territorio alejado y fragmentado tiene unos costes distintos a los de una comunidad continental. De otro lado, es imprescindible separar de una vez el régimen económico y fiscal de los criterios con los que se distribuyen los limitados recursos de la financiación autonómica. No será sencillo porque esa mejora dependerá en buena medida de la solidaridad de las comunidades ricas para con las pobres y ahí entramos en un terreno menos cuantificable.

Eso sin contar con que Rajoy ya le ha echado un buen chorro de agua al vino al anunciar que España aún recaudará este año 20.000 millones de euros menos que antes de la crisis. Claro mensaje a navegantes autonómicos para que olviden cualquier pretensión de obtener todo lo que piden y aquieten sus ánimos ante una negociación que será larga, tensa y farragosa y en la que las autonomías tendrán que vérselas con Montoro, hombre poco dado a las delicatessen políticas. Sin embargo, del éxito de la misma depende que, por ejemplo, la financiación de los servicios públicos que recibe anualmente un canario no sea cerca de 1.000 euros inferior a la que recibe un cántabro. Así que brindo por el éxito de la negociación y espero que si se corona con un acuerdo que deje razonablemente satisfecho a todo el mundo, Rajoy vuelva a soltarse la coleta e invite esta vez a algo menos espinoso como marisco y albariño, por ejemplo.       

Antona se estresa

Si Asier Antona conociera bien la idiosincracia isleña sabría que los canarios no nos agobiamos por dejar para mañana lo que podríamos haber hecho hoy y mañana ya veremos. La pachorra, el gofio y los potajes nos preservan de la tensión alta y sus fatales consecuencias y nos permiten vivir la vida al golpito y sin fogaleras. Antona, por el contrario, en su deseo de tocar las mieles del poder por lo civil o por lo penal, lleva un par de semanas metido en un corre corre que empieza a asustar. Hace una semana dijo aquello de que está disponible para quien le quiera hacer presidente del Gobierno de Canarias mediante una moción de censura.

Como los interpelados  - PSOE y NC - no se habían dado por aludidos, ahora les ha puesto un plazo improrrogable de dos semanas para que digan si les gusta la novia y obren en consecuencia ofreciéndole la dote. Si a pesar de la generosa oferta fuera repudiado, Antona ya tiene plan b: sentarse a negociar con el otro pretendiente – Coalición Canaria – su entrada en el Gobierno que preside el minoritario y atribulado Clavijo.


Bajemos la pelota al suelo y analicemos la situación: Antona ha puesto en almoneda su liderazgo y su programa de gobierno y está dispuesto a entregar ambas cosas a quien le ofrezca la mejor dote. Actúa como la novia que se sabe pretendida por todos y de la que todos necesitan para sus respectivos planes e intenta obtener rédito de esa privilegiada posición. Para ello transmite la idea de que le da lo mismo que el pretendiente sea feo, guapo, de izquierdas o de derechas cuando en realidad hace tiempo que le picó el ojo a quien de verdad quiere que lo lleve al altar.

Ese alguien no es otro que Coalición Canaria, que también se hace estos días el sueco y silba mirando al cielo como si la escandalera política que está montando el estresado Antona no tuviera nada que ver con la menesterosa situación en la que se encuentra el Gobierno. En este teatrillo político en el que pocas cosas son lo que parecen y en el que los actores esconden sus verdaderas intenciones, hay nacionalistas como Carlos Alonso que lloran ahora sobre la leche derramada del pacto con el PSOE e incluso hacen votos para reeditarlo sin que se le mueva un pelo de la barba.

Por su parte, en el PSOE todo son dudas e indecisión como si Ferraz hubiera nombrado presidente de la gestora del partido en Canarias al príncipe Hamlet en lugar de al ausente Rodríguez Fraga. Ganas de calzar por CC y devolverle la expulsión a Clavijo no faltan entre muchos socialistas pero hacer presidente a Antona para conseguirlo es una dote cuyo coste está fuera de su alcance.

El impaciente Antona también tiene congreso a la vuelta de la esquina y necesita tomar mucha quina Santa Catalina para llegar con fuerza a la cita en la que se juega su ser o no ser como líder de los populares canarios. Por eso exige al PSOE que pague cuanto antes una dote cuyo precio sabe impagable y quedar así liberado para jurarle fidelidad eterna al verdadero gran amor de su vida, Coalición Canaria, en cuanto las mascaritas salgan a la calle y las murgas empiecen a dar la ídem. Con suerte y si sus apuros de estos días dan el resultado apetecido, tendremos nuevo gobierno "fuerte y estable" al mismo tiempo que murga ganadora y Antona al fin podrá relajarse y descansar antes de que le dé algo con tanto estrés. 

López, Díaz y un tal Sánchez

Del PSOE, un partido políticamente postrado, empiezan a surgir señales de actividad cerebral. Este fin de semana hemos percibido dos: un comité federal en el que no ha hecho falta la presencia de la fuerza pública y un aspirante a líder – Patxi López -  que ha sido el primero en poner la cara para que le empiecen a dar cachetones. El Comité eligió sin grandes discrepancias las fechas del 17 y 18 de junio para lo que debería ser casi un congreso de refundación de la socialdemocracia española, hecha unos zorros de unos años a esta parte. Ello ha sido posible en gran medida gracias a Javier Fernández, “el hombre tranquilo” que bajó de Asturias a poner paz en medio del guirigay al que Pedro Sánchez había conducido a los socialistas españoles.

Si no pacificado del todo, Fernández sí ha conseguido que se haya serenado el debate interno y que las posiciones de unos y de otros se hayan atemperado respecto al bochornoso comité federal de octubre y días previos y posteriores. Como máximo responsable en estos momentos del principal partido de la oposición, el político asturiano está demostrando habilidad para caminar por el delgado alambre que supone poner el interés general por encima del partidista sin renunciar a la crítica al gobierno del PP.


Su responsabilidad ahora es conducir a un PSOE aún muy malherido al congreso de junio previas primarias en mayo y hacerlo procurando que el imprescindible debate no degenere de nuevo en el insulto y la descalificación del compañero de partido y sin embargo enemigo político como ocurrió en octubre.  No está escrito en ningún sitio quién será el líder o la lideresa que tendrá que asumir las riendas del partido a partir de junio, aunque el panorama se ha despejado en buena medida a raíz de la decisión de López de dar un paso al frente.

Para empezar, su candidatura merma considerablemente e incluso lamina las posibilidades de Pedro Sánchez de volver a la secretaría general. Salvo una parte de la militancia y unas decenas de cargos públicos, hasta los pocos barones que le apoyaron en su órdago final antes de dejar la secretaría le han dado la espalda en las últimas horas. Aunque eso no le impida postularse confiando en el respaldo de los militantes, no parece que lo que el PSOE necesite para remontar el vuelo sea quedar de nuevo bajo la dirección de alguien que lo condujo a los peores resultados electorales de sus historia en democracia y lo dejó profundamente dividido y enfrentado.

La tercera en discordia, Susana Díaz, no ha dado aún el paso de postularse pero no hay muchas dudas de que lo dará en cuanto se garantice respaldos suficientes entre los barones, tal vez algo descolocados en estos momentos por el anuncio de López. Que López esté haciendo de liebre de Díaz para que la andaluza llegue con fuerza suficiente y en solitario a la secretaría parece descartado si hemos de creer en la sinceridad del aspirante vasco. Cómo él mismo ha dicho hoy en una entrevista, un “apaño” para que no sean necesarias primarias sería una falta de respeto a la militancia y ahondaría aún más la crisis interna.

López tiene experiencia de gestión y suficiente carisma dentro y fuera del PSOE como para postularse con garantías de éxito a la secretaría socialista,  siempre y cuando sea capaz de defender un proyecto renovado que ilusione a la militancia y a los electores.  Lo que parece fuera de toda discusión es que las primarias de mayo y el congreso de junio pueden ser la última oportunidad del PSOE para renacer de sus cenizas y volver a ser un partido de gobierno o convertirse en un partido marginal en vías de extinción. La única forma de evitarlo es centrándose en los proyectos y en las ideas y no cayendo en un nuevo debate sobre nombres y barones que, dada la situación del partido y el nuevo escenario político, sería sencillamente suicida.  

Trillo: ni honor ni dignidad

Al anochecer y con viento polar, Federico Trillo ha renunciado al regalado cargo de embajador digital en Londres. Ha comparecido ante los medios sin admitir preguntas y ha leído una cuartilla: tenía pensada la renuncia hacía tiempo y se va para no “interferir” en la acción del Gobierno. Lo que eso signifique sólo el propio Trillo podría explicarlo pero no lo hará. El Gobierno ha tenido a bien echarle hoy un último cable y le ha dado marchamo oficial a una explicación que la concatenación de los hechos desmiente: Trillo no se va por voluntad propia, Rajoy le ha obligado a marcharse antes de ser relevado. Ni el PP ni el Gobierno se pueden permitir en estos momentos las chulerías de este señor que, en su despedida, ni siquiera tuvo la decencia y la gallardía de mencionar una sola vez la verdadera causa de su marcha: el Yak 42.

Con mayoría absoluta, en cambio, dudo mucho que se hubiera obligado a Trillo a renunciar a su vida muelle en la capital británica y que el Gobierno hubiera hecho caso alguno de las exigencias de la oposición y de las peticiones de las familias de las víctimas de aquella tragedia. El punto de inflexión de esta historia fue la filtración al diario EL PAÍS del dictamen del Consejo de Estado en el que se responsabiliza al Ministerio de Defensa que dirigía Trillo de las causas del siniestro aéreo que se saldó con 62 militares españoles muertos y un cúmulo de errores de identificación propios de una auténtica república bananera.


La asunción de ese informe por parte de la ministra Cospedal fue el siguiente clavo en el ataúd político de Trillo y el último lo puso el propio Rajoy alineándose con la posición de su ministra. A partir de ahí, al embajador ante su graciosa majestad Isabel II sólo le quedaba hacer las maletas. Sin embargo, ni Trillo ni Cospedal ni Rajoy han sido capaces de pronunciar la palabra tabú que las familias insisten en querer oir como parte del resarcimiento moral por la tragedia de un vuelo que nunca debió despegar: perdón. De boca del arrogante Trillo, quien nunca se dignó al menos a recibir a los familias, hubiera sido un milagro escucharla.

Por su parte, Rajoy ha balbuceado unas confusas frases sobre el reconocimiento, la justicia y el apoyo a los familiares que estos han calificado de “oro moral”, conscientes de que es todo lo que van a recibir del presidente del Gobierno. Eso sí, Cospedal comparecerá el lunes en el Congreso y servirá a la oposición la cabeza de Trillo en una bandeja dorada. Saldrá en todas las fotos y anotará en su haber que ella y el Gobierno del que forma parte sí han sido sensibles con los familiares del Yak 42. Será un nuevo escarnio para las familias que se sumará a la negativa contumaz  del PP a pedir perdón por lo ocurrido y a admitir que la renuncia tardía y agria del embajador en Londres ha sido forzada desde Madrid para acallar las críticas.

Federico Trilllo, el prepotente protagonista de esta penosa historia, ha sido dotado por la naturaleza de una faz tan pétrea que no tendrá problema alguno en incorporarse al mismo Consejo de Estado que con su dictamen ha puesto fin a su carrera de diplomático a dedo. Pero lo tendrá que hacer sin honor ni dignidad, por la puerta de atrás y sin haber mostrado el más mínimo indicio de arrepentimiento y, sobre todo, sin haber asumido su ineludible responsabilidad política. Claro que, a un patán de la política como Federíco Trillo, esas son cuestiones que nunca le quitarán el sueño.     

Indiferencia y frío en la UE

Mientras miles de inmigrantes y refugiados tiritan en campamentos de mala muerte diseminados por media Europa, de Bruselas no llega un solo indicio de vida inteligente y sensible ante el sufrimiento humano. Ni de Bruselas ni de ninguna otra capital europea: en todas ellas parece como si sus líderes estuvieran aún digiriendo el champán de Navidad y no se hubieran enterado de lo que está pasando en muchos de sus países. En la Comisión Europea hay comisarios suficientes para formar dos equipos de fútbol pero ni uno solo de ellos se ha dignado decir o hacer algo para aliviar la situación de estas personas. Una situación perfectamente previsible pero ante la que ningún gobierno ni ningún burócrata comunitario de esos a los que tanto les gusta sermonearnos sobre el déficit, movió un dedo.

Que el invierno en Europa iba a ser gélido era algo de lo que advirtieron en su momento las organizaciones no gubernamentales y agencias como la de la ONU para los refugiados (ACNUR). Les importó exactamente lo mismo que si se hubieran anunciado temperaturas primaverales, se ignoró por completo la advertencia y se dejó que las condiciones de vida de esas personas se hayan deteriorado hasta límites que deberían avergonzar a todos y cada uno de los líderes europeos. Los mismos líderes que no hace tanto tiempo se reunían semanalmente para salvar bancos o aprobar recortes, no han celebrado ni una sola cumbre o reunión para acordar soluciones ante este drama humanitaria. Cada uno ha escondido la cabeza bajo la nieve con la esperanza de que más pronto que tarde salga el sol y solucione el problema.


Los gobiernos, mientras, se limitan a poner barcos en el Mediterráneo para disuadir a los que a pesar de todo quieren llegar o salvar de una muerte segura a los que siguen dispuestos a intentarlo porque en realidad su viaje sólo es de ida y nada tienen que perder más que la vida. Las cifras de la insensibilidad son más que elocuentes: de los 180.000 refugiados que los países comunitarios se comprometieron a acoger apenas han acogido a unos 14.000. Vean, por poner un ejemplo cercano, el caso de España: Rajoy presumió mucho en su día de la solidaridad  de nuestro país cuando se comprometió a acoger a 17.000 refugiados. La realidad es que a fecha de hoy apenas son 1.000 los que han llegado y se supone que el resto debe llegar en 2017, algo que más que imposible es utópico.

Las comunidades autónomas e incluso las organizaciones no gubernamentales y hasta los particulares que en su día lo prepararon todo para acoger a refugiados siguen esperando mientras Madrid y el resto de las capitales europeas, con Bruselas a la cabeza, arrastran los pies. ¿Cómo tienen aún sus líderes la desfachatez de pedir a los ciudadanos que creamos en el proyecto europeo? ¿De qué proyecto hablan? ¿Del que se basa en rescatar bancos con dinero público y someter a los ciudadanos a ajustes inmisericordes para satisfacer a los mercados? ¿Dónde están los valores sociales, la solidaridad y el humanismo sobre los que los ilusos llegamos a creer que se basaba esta cada día más indigna e indignante Unión Europea?

Por mucho que uno los busque cada vez es más difícil encontrarlos entre dirigentes ciegos y sordos frente a un drama humanitario ante el que son absolutamente incapaces de reaccionar. Por fortuna, esos valores en los que cree la inmensa mayoría de los ciudadanos europeos los hayamos aún en organizaciones como Médicos sin Fronteras, Cruz Roja, CEAR o ACNUR y son sus voluntarios quienes mantienen encendida una débil esperanza de que tal vez no todo está perdido. Porque son los únicos que luchan estos días a brazo partido en campamentos miserables para hacer algo más llevadera la existencia de quienes arriesgaron la vida para llegar a Europa y en donde sólo han encontrado muros, vallas, frío e indiferencia. 

Antona se desestabiliza

Asier Antona, el líder interino del PP canario y el hombre que más ha clamado y tronado desde todo tipo de tribunas sobre las bondades de la estabilidad gubernamental, acaba de pisar una cáscara de plátano y se nos ha desestabilizado. De aquel llamativo “ni con unos ni con otros” de cuando el pacto entre CC y el PSOE enfiló hacia las Chacaritas, Antona ha pasado a “con los que me hagan presidente del Gobierno” a través de una moción de censura. Nada nuevo bajo el sol de unas islas en las que se práctica con primor el juego del envite que, refiriéndose a la política, algunos llaman ahora postureo.

Antona quiere tocar poder y nada hay que reprocharle porque ningún partido es una ONG y todos nacen con ese único objetivo, digan lo que digan sus líderes y dirigentes. Lo que ocurre con el líder en funciones del PP canario es que lleva jugando al despiste demasiado tiempo como para intentar ocultar la aspiración que en realidad ha determinado todos sus movimientos. La ambigüedad calculada sobre sus verdaderas intenciones en la que lleva instalado Antona desde el comienzo de la legislatura es una estrategia que, a la larga, muestra mucho más de lo que pretende ocultar y eso es lo que ha pasado ahora.


En un encuentro con los suyos en La Palma, convenientemente filtrado a determinados medios, Antona ha puesto negro sobre blanco cuál es su aspiración: presidir el gobierno de Canarias o, en su defecto, formar parte del mismo. El momento elegido para postularse tampoco es fruto de la casualidad: un día después de que los nuevos consejeros del Gobierno en minoría tomaran posesión y con Fernando Clavijo pidiendo diálogo y empezando a contar los centenares de días que aún faltan para unas nuevas elecciones generales. No me extrañaría que a más de uno y de una se le haya atragantado esta mañana la tostada y amargado el café con leche ante el órdago de alguien que, en contra del que ha sido siempre su discurso oficial para la galería, introduce más inestabilidad si cabe en la política canaria.

Antona, además, ha tenido el atrevimiento de pedirle a los que quieren enviar a CC a la oposición que negocien la moción de censura y que, cuando la tengan lista, le den un toque para firmarla como candidato a la presidencia de la comunidad autónoma. De buenas a primeras, el sacrosanto principio de que gobierne la lista más votada – la del PSOE en este caso – que tanto ha defendido también el PP ya no rije si de lo que se trata es de que Antona sea presidente. Por lo demás, el argumento de que el PSOE no puede liderar la moción de censura porque es el responsable de la actual inestabilidad es algo que nadie puede tomarse en serio y que ni el mismo Antona se cree.

Pero más allá de contradicciones, el cambio de posición del líder popular tiene aspecto de carambola de billar: bloquear la posible moción de censura al postularse como presidente y venderle a precio de oro a Clavijo el apoyo parlamentario o incluso la entrada en el Gobierno para alcanzar la añorada estabilidad que él mismo acaba de  pulverizar más si cabe. A Fernando VII, aquel rey absolutista aficionado al billar pero pésimo jugador, sus cortesanos le colocaban las bolas en la embocadura para que él sólo tuviera que empujarlas dentro. Nació así la conocida expresión “ponérselas como a Fernando VII” que, mutatis mutandi, podemos cambiar por “ponérselas como a Asier Antona”.   

Dolors en globo

Estimada ministra de Sanidad: permita que la llame Dolores dado que mi don de lenguas no me da ni para el catalán en la intimidad. De manera inopinada apareció usted en el gobierno de Rajoy allá por noviembre y el impacto de su designación duró lo que un par de tertulias en radio y en televisión. Agotado por los tertulianos el filón de la cuota catalana y el guiño a quienes resisten ente el empuje soberanista, su estrella mediática se apagó hasta el pasado diciembre.

Poco antes de la Navidad se descolgó con un anuncio que ya hizo sonar los primeros timbres de alarma: se revisarán y ampliarán los tramos de renta de los pensionistas para que copaguen más por los medicamentos. Sólo dijo entonces que se establecerían dos nuevos tramos de renta que se sumarían a los tres ya existentes pero no precisó en cuánto se incrementaría el copago en cada uno. El espíritu Navideño que por esas fechas nos embarga a todos aparcó el asunto un par de semanas hasta que volvió usted a las andadas el pasado lunes en una emisora, catalana por más señas.


Dijo allí algo que no es exactamente lo mismo que había dicho antes: que se revisará lo que copagan los pensionistas con rentas anuales entre 18.000 y 100.000 euros. Es verdad que no dijo usted que la revisión tuviera por objetivo subir la cuantía del copago de los pensionistas, pero permita de nuevo que me ponga en lo peor y deduzca que ese y no otro es el fin que se persigue. Lo cierto es que ese anuncio ha encendido todas las luces rojas y se le han echado a usted al cuello desde casi todos los ámbitos políticos, sociales y sanitarios. Hasta el punto de que se ha visto usted obligada a desdecirse en las redes sociales para, a las pocas horas, volver a decir en televisión que habrá revisión del copago.


Ignoro si se ha encomendado usted al presidente Rajoy antes de lanzar este globo sonda de manera – y perdón por el modo de señalar – bastante confusa. A estas alturas, cuando según el Gobierno del que forma usted parte ya no falta nada para que volvamos a amarrar los perros con longanizas, hablar de copago es como mencionar las tijeras en casa del recortado. Aquella de 2012 fue una medida injusta se mire como se mire y lo que usted debería hacer es derogarla sin tardanza ahora que ya se supone que las vacas están engordando. Recuerde que esos pensionistas a los que usted les quiere “revisar” el copago han contribuido durante toda su vida laboral al sostenimiento del sistema en función de sus retribuciones y por tanto deberían quedar exentos de copago alguno por las gotas, el jarabe y las pastillas para la tensión.

Por eso, pretender justificar ahora el aumento del copago con el argumento de la progresividad como si habláramos del IPRF es falaz y está fuera de lugar. Por no hablar del hecho de que habrá comunidades autónomas que rechazarán el incremento y tendremos a pensionistas que lo pagan y a otros que no, con lo que la igualdad de condiciones entre los españoles para acceder a la sanidad pública seguirá siendo solo un bonito lema.

Pero lo que más me ha llamado la atención han sido unas palabras suyas de hoy mismo en las que pide que no se alarme a los pensionistas. Llevó todo el día dándole vueltas y mirando a mi alrededor y sólo encuentro a una persona que haya alarmado a los pensionistas: usted, señora ministra, con sus confusos globos sonda. Anímese y aclárenos de una vez qué piensa hacer y por qué con el copago farmacéutico de los pensionistas. Y, sobre todo, haga que su nombre de pila no sea una premonición de las consecuencias de su gestión al frente de la sanidad pública. Suyo afectísimo.

Trillo y la chulería

Estoy seguro de que en un concurso sobre el político español más chulo que un ocho Federido Trillo ganaría el oro, la plata y el bronce. Cierto que tuvo en Aznar un maestro inmejorable pero, el todavía embajador de España en Londres, ha desarrollado una técnica tan depurada que incluso se permite chulearse de los familiares de las víctimas del Yak 42. Trillo nunca ha mostrado el más leve signo de arrepentimiento ni cristiana compasión ante una tragedia que le costó la vida a 62 militares españoles que regresaban a casa después de servir a nuestro país en Afganistán. El hombre que se pavoneaba de que soldados españoles repelieran una esperpéntica invasión marroquí de la isla Perejil, nunca fue capaz de pedir perdón a las familias de un accidente que pocas dudas hay ya de que se pudo evitar.

No sólo eso: Trillo nunca tuvo siquiera el gesto de recibir a esas familias y mejor ni hablamos de asumir responsabilidades políticas por los errores de bulto en la identificación de la mitad de los cadáveres. El mochuelo se lo cargaron los responsables militares convenientemente indultados algún tiempo después por el Gobierno. En cualquier país normal lo ocurrido con el Yak 42 hubiera supuesto el fin de la carrera política de Trillo y no es descabellado suponer que el final hubiera podido ser incluso la prisión. Sin embargo – y no me cansaré de repetirlo – en algunos aspectos España no es aún un país normal y por eso a Trillo se le recompensó con la embajada ante su graciosa majestad Isabel II, tal vez como pago a algunos favores jurídicos en las cloacas del PP.


El escarnio que siguen sufriendo las familias de las víctimas de aquella chatarra con alas a la que Defensa encomendó el traslado a casa de los militares españoles para ahorrarse unos euros no parece tener fin. A los fallos de seguridad y a los errores en la identificación de los cuerpos, se acaba de sumar un informe demoledor del Consejo de Estado para el que no hay dudas sobre la responsabilidad del Ministerio de Defensa en aquella tragedia. Dice el dictamen que Defensa conocía informes que cuestionaban seriamente la seguridad del avión y la de una tripulación agotada por el elevado número de horas de vuelo que se veía obligada a realizar.

Dejemos ahora de lado que el Consejo de Estado haya tardado casi 14 años en aprobar su dictamen – el accidente del Yak 42 ocurrió en mayo de 2003 en Turquía -  y no entremos tampoco a considerar si ese organismo es algo más que un dorado y bien remunerado retiro vitalicio para políticos fuera de circulación. Lo que el informe dice tendría que haber supuesto el cese fulminante de Trillo como embajador en Londres y la promesa pública y solemne por parte de Rajoy de que no volverá a representar a España en ninguna institución. En un país normal – insisto – eso hubiera ocurrido pero en el nuestro el presidente del Gobierno también ha demostrado menos sensibilidad que una nécora y ha despachado el asunto diciendo que “pasó hace mucho tiempo” – como si eso fuera una razón de peso -  y que ya “se sustanció judicialmente”.

Horas después anunció el Gobierno el relevo de más de 70 embajadores e incluyó entre ellos al propio Trillo cuidándose, eso sí,  de desvincular la decisión del informe del Consejo de Estado. La consigna es hacer lo que sea necesario para no dar el brazo a torcer ni reconocer la responsabilidad política en la peor tragedia sufrida por las fuerzas armadas españolas en la etapa democrática. Así las cosas, Trillo acaba de sacar a pasear su acendrada chulería y ha dicho que se quiere incorporar precisamente al mismo Consejo de Estado que le acaba de endosar la responsabilidad del Yak 42.

Por su parte, las familias se verán mañana con Cospedal a la que le pedirán que Defensa asuma el dictamen del Consejo de Estado y que el Gobierno pida perdón por lo ocurrido con el Yak 42. La asunción pública de responsabilidades políticas es prácticamente el único consuelo que les queda, puesto que reabrir la causa que la Audiencia Nacional cerró en 2012 es jurídicamente inviable después de que se hayan opuesto también el Supremo, el Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Veremos mañana si Cospedal es capaz de estar a la altura aunque – para qué vamos a engañarnos – las amnesia de Rajoy y la chulería de Trillo no invitan precisamente el optimismo.