De espías y de hipocresía

No se recuerda en la historia reciente un papelón tan escandaloso como el que en las últimas horas han protagonizado los muy democráticos países de Europa Occidental. El interesado embrollo diplomático a propósito del avión en el que el presidente boliviano regresaba de Rusia a su país, ha dejado con las vergüenzas al aire a quienes suelen permitirse ir por el mundo dando lecciones de democracia y respeto. Se retrata ante todo Estados Unidos pero a su mismo nivel se han puesto también los gobiernos que en las últimas horas le han hecho el juego en esta pésima comedia de espías.

Fue sospechar que en el avión de Evo Morales podría colarse el ex espía norteamericano Edward Snowden, que supuestamente sigue atrapado en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú, y los espacios aéreos por los que debía pasar el aparato se fueron cerrando uno tras otro. De nada sirvió que el gobierno boliviano asegurara oficialmente que Snowden no estaba en el avión: Italia, Francia y Portugal le negaron la posibilidad de tomar tierra para repostar. A la desesperada casi, el avión de Morales tuvo que aterrizar de emergencia en Viena y allí permaneció 13 horas con el presidente en su interior en una situación muy próxima a la retención y tras haberse puesto en peligro su integridad física.

Sólo después de que la policía austriaca se cerciorara de que el perseguido espía no estaba a bordo pudo el presidente andino continuar viaje para hacer escala técnica en Gran Canaria y de ahí seguir hasta Bolivia. Ello fue posible gracias a que España, que durante toda la larga noche que duró el embrollo ni confirmó ni negó el permiso para que el avión presidencial boliviano sobrevolara el espacio aéreo nacional y repostara en Canarias, sólo dio su visto bueno cuando tuvo constancia de que Snowden no estaba a bordo.

Estos son los mismos gobiernos que se ponen dignos y exquisitos para reprocharle a Obama que espíe a mansalva a ciudadanos de todo el mundo, a países aliados, a la UE y a la ONU. Desde el gobierno francés al alemán, todos han alzado la voz en los últimos días y han tronado pidiendo explicaciones al presidente norteamericano que, por su parte, calla y sigue dejando hacer a sus servicios de espionaje. Sin embargo, bastó la sospecha de Washington de que el espía más perseguido de los últimos tiempos podía viajar en el avión de Morales para que esos mismos  gobiernos europeos se plegaran como corderos y entre la dignidad del presidente democrático boliviano y la indignidad del espionaje norteamericano escogieran sin dudar la segunda. 

Pura y dura hipocresía de gobiernos a los que es imposible creerles una palabra cuando dicen sentirse muy ofendidos de que una potencia extranjera espíe impunemente a sus ciudadanos y hasta en sus embajadas. El boquete en las relaciones diplomáticas que han abierto con Hispanoamérica estos países europeos que no han dudado en hincar la rodilla ante Estados Unidos es de consideración. Hay que incluir entre ellos a España por su calculado silencio hasta el último momento en esta tragicomedia que a Mariano Rajoy no se le ha ocurrido otra cosa que calificar de “debate artificial” y asegurar que lo “importante es que Snowden” no iba a bordo. Si eso es lo que cree se lo puede transmitir así a Evo Morales la próxima vez que se encuentre con él.

Por todo ello, la indignación de quien como el presidente democrático boliviano se siente hoy humillado por la democrática Europa es más que justificada. Los exquisitos dirigentes europeos a los que se les suele soltar la lengua hablando con desdén y prepotencia del “populismo” de determinados líderes hispanoamericanos, están tardando en disculparse de manera pública y sin medias tintas por el incalificable desprecio que han mostrado en las últimas horas hacia uno de ellos, desde luego, tan democrático como el que más aunque a algunos no les guste.

Un paso cualitativo en el fraude de los ERE

Causalidad o casualidad en relación con la reciente e inesperada espantada del presidente andaluz, José Antonio Griñán, lo cierto es que la jueza Mercedes Alaya ha decidido dar un “paso cualitativo” e imputar en el fraude de los ERE a la que fuera consejera de Economía y Hacienda de la Junta entre 1994 y 2004 y posteriormente ministra de Fomento con Zapatero. La propia Alaya lo explicita con toda claridad en su auto de imputación: “Ha llegado el momento de dar un paso cualitativo en la instrucción y determinar la participación en los hechos investigados de otras personas, las cuales habrían permitido este uso indebido de las transferencias de financiación, con las consecuencias del dispendio continuado de fondos públicos".

Sostiene Alaya en su auto que el sistema empleado durante años por la Junta de Andalucía para pagar los expedientes de regulación de empleo era ilegal en tanto escapaba a los necesarios controles internos. Respecto a la ex consejera y ex ministra Magdalena Álvarez, la jueza la considera responsable de dictar las normas para dichos pagos.

Se produce el auto menos de una semana después de que Griñán dijese que no repetirá como candidato del PSOE a la Junta y convocara para desconcierto de Pérez Rubalcaba unas primarias de prisa y corriendo en las que elegir candidato o candidata para unas elecciones que se celebrarán tan pronto como dentro de tres años. Si no se adelantan, que nada es descartable, sobre todo si la jueza decidiera dar un nuevo “paso cualitativo” y elevara el punto de mira en sus próximos autos. En él ya se encuentra el propio Griñán, que sustituyó a Álvarez en Economía y Hacienda, y que ha sido citado varias veces por la jueza en sus decisiones aunque por ahora no imputado.


Seguramente, quienes crean en las casualidades políticas no verán ninguna relación entre la decisión de Griñán y la imputación de Magdalena Álvarez. Sin embargo, casualidades en política no son muy frecuentes y todo hace indicar que lo que existe en realidad es una relación de causalidad entre ambas decisiones: Griñán ve venir el morlaco y está apurando los tiempos con sus primarias para pasado mañana antes de que la marea del fraude de los ERE le termine alcanzando de lleno a pesar de su condición de aforado. Si eso termina ocurriendo siempre podrá dimitir, convocar elecciones anticipadas y ponerle el toro en suerte a su sucesor o sucesora. Es verdad que son meras especulaciones pero no necesariamente inverosímiles.

Por lo demás, la reacción en el PSOE andaluz tras conocer el auto de imputación de Magdalena Álvarez apenas se diferencia de la de algunos dirigentes del PP respecto a Luis Bárcenas. El vicesecretario de los socialistas andaluces, Mario Jiménez, ya ha dicho que la jueza Alaya ha emprendido una “causa general contra el partido”, exactamente la misma expresión empleada por Carlos Floriano y algún otro dirigente popular para referirse a los autos del juez Ruz respecto a Bárcenas. Ya ven, dos gotas de agua idénticas cuando se trata de desviar la atención sobre lo verdaderamente sustancial, la manga ancha con la que durante tantos años se han conducido los dos grandes partidos españoles en el manejo del dinero de todos. 

Sin embargo, Jiménez ha ido incluso un poco más allá y ha insinuado que Alaya pretende dañar electoralmente al PSOE. No ha dicho sin embargo que ponga la mano en el fuego por Álvarez y los casi veinte imputados más que aparecen también en el auto conocido hoy aunque ha defendido su inocencia. Con tiento deberían andarse Jiménez y sus compañeros porque de imputados de los que “nunca se demostrará que no son inocentes” tenemos ya alguna experiencia en este país.

Monseñor 500 y el Banco Vaticano

Ese es el mote con el que conocen sus allegados a Nunzio Scarano, el sacerdote que hasta la semana pasada llevaba las cuentas del Instituto para Obras de Religión, mucho más conocido como Banco Vaticano. Al parecer, el apodo le venía como anillo al dedo por su afición a los billetes de intenso color púrpura que simbolizan el lavado de dinero en países como España. Scarano, que antes de contable banquero con sotana fue banquero de civil en el Deutsche Bank, acaba de ser detenido por la policía italiana. El cargo, intentar introducir en Italia con métodos poco ortodoxos unos 20 millones de euros que descansaban en un banco suizo, tal vez próximos a los de Luis Bárcenas, otro contable de mucho éxito.

Junto al cura banquero la policía arrestó también a un ex agente secreto italiano y a un bróker napolitano llamado Giovani Carenzio, del que se tienen jugosos testimonios de sus andanzas por Canarias. En las islas es investigado por estafar a placer a un buen número de pudientes familias con el timo de la pirámide, que hiciera famosa allá por los felices años veinte del siglo pasado un paisano suyo llamado Carlo Ponzi. El tal Carenzio convencía a sus víctimas de que si le confiaban sus abultados ahorros obtendrían milagrosos beneficios de hasta el 20% sin más preocupaciones que la de buscar otro primo al que timar.

Luego se esfumó y los avariciosos inversores no tuvieron más remedio que acudir al juez para reclamar su dinero; eso los que pueden justificar su procedencia, porque es probable que parte de las sumas fueran de origen harto dudoso y sus dueños anden maldiciendo el día en que estrecharon la mano de un hombre que deslumbró a todos pagando de su bolsillo un fiestorro de alto copete con Al Gore de invitado estrella y el hoy ministro Soria entre los comensales.

Carenzio, Monzeñor 500 y el ex espía que iba por libre reflexionan estos días en una cárcel de Roma sobre el mal paso en el que han sido descubiertos apenas un par de días después de que el papa Francisco anunciara la creación de una comisión que explore las entrañas del Banco Vaticano, considerado a todos los efectos como un paraíso fiscal por países como Estados Unidos y a punto de serlo también por la Unión Europea.

No son pocas las voces en el seno de la Iglesia que han pedido el cierre del Banco Vaticano, recurrente fuente de escándalos muy poco edificantes por sus turbios negocios en los que se mezcla el lavado de dinero con la mafia, los supuestos suicidios y el tráfico de armas, por sólo citar unos pocos asuntos demoledores para la imagen del catolicismo. La detención el viernes de este trío digno de un nuevo capítulo de El Padrino, tal vez haya servido para que el papa se plantee con más fuerza la posibilidad de cerrar una institución opaca y hermética que maneja miles de millones de euros de procedencia no siempre diáfana y que, de añadidura, administra un patrimonio inmobiliario descomunal.

Para ser consecuente con su propio mensaje tras su llegada al Vaticano, el papa tendrá que aplicarle a su banco aquel pasaje evangélico en el que se proclama que “no se puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo porque se amará a uno y se odiará a otro”. No hay muchas dudas sobre lo qua aman Scarano y los que como él han contribuido a hacer del Banco Vaticano uno de las mayores baldones con los que carga la Iglesia Católica.