Snowden, espía en tránsito

La genialidad de El Roto
A la odisea que el ex espía estadounidense Edward Snowden inició cuando huyó de Hawai a Hong Kong y de allí a Moscú le queda al menos un capítulo. Tal vez quede lo más difícil, conseguir llegar a Venezuela, el país que se ha comprometido a darle asilo. Se supone que Snowden permanece en la zona de tránsito de un aeropuerto de Moscú buscando la manera de eludir sobrevolar el espacio aéreo de los países aliados de Estados Unidos, especialmente los europeos. Washington ya ha advertido a sus aliados – más bien siervos - que no se tomará de buen grado que se le permita pasar, aunque nada debería de temer al menos de los países europeos después de la vergonzosa actuación de la semana pasada de Italia, Francia, Portugal y España con el avión de Evo Morales. Los gobiernos de estos países no dudaron en doblar la cerviz ante un interesado rumor propalado desde la capital estadounidense mientras hipócritamente gimoteaban sobre la suspensión de conversaciones sobre libre comercio con Estados Unidos por el escándalo del espionaje masivo.

España, que deshojó la margarita hasta que se convenció de que Snowden no iba a bordo del avión de Evo Morales en su regreso de Moscú a Bolivia, saca ahora pecho y dice que nunca cerró el espacio aéreo para que el aparato hiciera escala técnica. El magnánimo ministro García Margallo hasta se ha ofrecido ahora a pedirle disculpas a Morales por el vejatorio trato dispensado a todo un jefe de Estado.

Los expertos analizan en estos momentos las posibles rutas que podría seguir Snowden para escapar de Estados Unidos, que lo quiere atado de pies y manos para ser juzgado por desvelar que millones de personas, además de gobiernos e instituciones internacionales, llevan años siendo espiadas impunemente por los servicios de inteligencia norteamericanos con la connivencia culpable de las grandes multinacionales de internet, también estadounidenses. No parecen que sean muchas las opciones que tiene Snowden para alcanzar el país de asilo y es seguro que ninguna de ellas está exenta de riegos.

Es más, que consiga llegar sano y salvo a Venezuela, si finalmente es éste el país elegido puesto que también ha solicitado asilo en Nicaragua y Bolivia se ha ofrecido a acogerlo, tampoco le garantiza la seguridad absoluta habida cuenta de cómo suelen actuar los servicios secretos de Estados Unidos para los que Snowden se ha convertido en el enemigo público número uno por revelar al mundo sus tejemanejes con la libertad y la intimidad de ciudadanos de todo el mundo.

Ahora que lo pienso, tal vez ese era el verdadero significado del famoso lema de la campaña de Obama “Yes, we can”: sí, podemos espiar a placer a quién nos dé la gana y nadie puede pedirnos explicaciones ni responsabilidades porque somos los Estados Unidos de Norteamérica.

Acabe como acabe la odisea de este espía en tránsito que es Snowden y ojalá que acabe en bien para él por su valentía democrática, ni Obama ni ningún otro presidente norteamericano podrán volver a decirle al mundo sin mentir descaradamente una vez más, que Estados Unidos es el país garante de la libertad y la democracia fuera y dentro de sus fronteras.

Rajoy, un presidente inmerecido

El PP dice que Rajoy “está tranquilo y centrado en salir de la crisis”. Es de suponer que se refiere a la económica ya que la  del hedor que emana de las cloacas de su presunta financiación ilegal está “sujeta a procedimiento judicial” y el PP siempre es respetuoso con la Justicia. Rajoy ha estado hoy Zaragoza haciéndose lenguas de lo bien que empieza a irle a la economía española a pesar del pescozón  del Fondo Monetario Internacional. De nuevo evitó ponerse a tiro de preguntas incómodas sobre el hombre que desde la cárcel empieza a someterlo a una suerte de gota malaya que augura muchas mañanas de gloria para los titulares periodísticos.  

Sí se quejó de que se tienda hablar más de lo que “no es bueno” y pidió que se hable más de lo “importante”. Para el presidente, los papeles en tinta de bic y libreta Miquelrius publicados ayer por EL MUNDO no merecen la más mínima consideración y los que a diario nos tapamos la nariz al leer la prensa o escuchar la radio deberíamos de olvidarnos ya de bobadas como las cuentas en Suiza y los sobresueldos porque, ya saben, “todo es falso salvo algunas cosas”.

Esta mañana la oposición en peso, salvo UPyD – bonito ejemplo de regeneración política el suyo – abandonó la comisión en la que se debatía la Ley de Transparencia. El PP se quedó solo defendiendo algo que nadie con un mínimo de decencia política puede tomarse en serio mientras siguen apareciendo indicios cada vez más contundentes sobre el monopoly montado por Bárcenas en sus dorados años como tesorero popular sin que nadie de los mencionados en sus papeles – empezando por Rajoy – salga a explicar nada de nada.

Al presidente – hombre discreto y prudente como es fama - no le debe parecer bueno que su nombre sea arrastrado todos los días por tertulias, titulares y corrillos de café. Lo verdaderamente gravísimo es que tampoco parezca creer en la urgencia de una aclaración ante los ciudadanos a los que, con escasa autoridad moral para hacerlo, les sigue exigiendo infinitos sacrificios; todo ello mientras se conoce que, siendo ministro de Aznar, presuntamente cobró jugosos pero ilegales sobresueldos del partido obtenidos a partir de comisiones por adjudicaciones públicas de administraciones del PP; él y otros cuantos ministros como Arenas, Álvarez Cascos o Mayor Oreja, todos ellos igual de atorrados estos días que su líder.

Caen chuzos de punta sobre Génova y La Moncloa y hasta Esperanza Aguirre le mete el dedo en el ojo; sin embargo, Rajoy sigue fumándose sus puros, tal vez conservados en las cajas en las que Álvaro Lapuerta le llevaba los sobresueldos – Pedro J. dixit -. Si no fuera indignante movería a risa que, con la pestilencia de la corrupción anegándolo todo, al ministro de Exteriores sólo le alcance el juicio para preocuparse por los negativos efectos del escándalo sobre la marca España, reflejados ya en los titulares que la prensa europea le dedica hoy mismo a las revelaciones de Bárcenas.

Incluso empieza a circular en los mercados internacionales la posibilidad de unas elecciones anticipadas si el ex tesorero consigue tumbar al Gobierno que ha permitido su encarcelamiento y contra el que dirige ya su artillería, seguramente mucha y de grueso calibre.

El lunes tiene cita urgente con el juez Ruz para explicarle lo de la “financiación ilegal” del PP que contó Pedro J. Ramírez el domingo quien, por su parte, se lo contará de viva voz mañana mismo al magistrado. Probablemente se agotará la tila en Génova pero en La Moncloa, Mariano Rajoy guardará silencio y seguirá envuelto en las volutas de su puro, tranquilo y centrado en salir de la crisis. Y es que tenemos un presidente de una templanza y un amor por el bien del país que, sencillamente, no nos merecemos.

El FMI y los brotes verdes

El sapiente e infalible Fondo Monetario Internacional ha repartido esta tarde urbi et orbe la corrección de sus propias previsiones económicas para este año y el que viene. Tras auscultar a la moribunda economía española ha concluido que el PIB se desplomará este año el 1,6%, que el que viene entraremos en situación de encefalograma plano con un insípido 0,0% y que, sólo y si acaso, empezaremos a crecer en 2015.

Dice también en su informe que el paciente puede que experimente alguna leve mejoría en algún trimestre que otro pero no se librará de recaídas y, en definitiva, de una recuperación lenta y dolorosa. Como si no lo tuviéramos ya bien asumido los que la sufrimos, que cada vez que alguien como el FMI se dedica a jugar con las décimas de crecimiento o decrecimiento de la economía corremos un tupido velo y seguimos a lo nuestro, respirando mientras podamos.

Debería de andarse con tiento la señora Lagarde no vaya a terminar declarada persona non grata en España. La señora de los pañuelos de diseño le ha cogido un gusto excesivo a chamuscar los escuálidos brotes verdes que el Gobierno, la patronal y el Banco de España se empeñan en vendernos hasta el punto de que se permiten la estúpida y ofensiva puerilidad de pugnar sobre si la recuperación llegará por Otoño o por Navidad. Las previsiones de hoy son una enmienda a la totalidad del injustificado optimismo de Rajoy, Baños, Guindos, Linde y otros políticos y empresarios nacionales, autonómicos o mediopensionistas. Semanas llevan proclamando que “lo peor ya ha pasado”, que “hay signos de esperanza” o que “España va mejor”. ¿Dónde? ¿Para quién? ¿Desde cuándo? ¿Ya no hay paro ni exclusión social ni recortes en sanidad y educación ni desahuciados ni preferentistas estafados por banqueros avariciosos ni problemas para conseguir crédito? ¿Quién ha obrado el milagro para elevarlo a los altares?

Seamos serios: un empeoramiento de las previsiones económicas como el que esta tarde ha dado a conocer el FMI no creo que agrave mucho más la situación de los españoles. Del mismo modo tampoco mejoraría gran cosa si se cumplieran las previsiones del Gobierno, por otro lado una y otra vez desmentidas no sólo por los organismos internacionales sino por la tozuda realidad de los datos.

A las depauperadas clases medias y a los trabajadores empobrecidos de este país, unas décimas arriba o abajo en las previsiones del PIB les surten el mismo alivio que a un moribundo un golpecito en la espalda: miren lo bien que nos empieza a ir después de las imprescindibles e inevitables reformas, ya “nadie habla del rescate de España”, nos podemos financiar en los mercados internacionales a precios razonables, nuestros bancos son un primor de solvencia y pronto regarán con sus créditos a las pymes, resolveremos el paro juvenil y garantizaremos las pensiones y la universalidad, calidad y gratuidad de la sanidad, la educación y los servicios sociales.

La cansina y voluntarista cantinela carece de toda credibilidad y, eso sí, llega siempre acompañada del mismo estribillo machacón: es necesario mantener el pulso de las “reformas estructurales”, es decir, continuar administrando el mismo veneno que ha llevado al enfermo al comatoso estado en el que se encuentra.

No está por tanto el dilema en crecer o no crecer unas décimas más o unas décimas menos este año o el que viene, lo diga el Gobierno o el FMI. La verdadera disyuntiva es continuar por el mismo camino hacia el abismo final o cambiar radicalmente de rumbo económico a la vista del no por advertido menos clamoroso fracaso del que se ha seguido desde el inicio de la crisis. Todo lo demás, pura filfa.