Bofetada petrolera

Se puede golpear de muchos modos y con muchas herramientas distintas: manos, piedras, palos, porras, etc. Luego están las decisiones políticas falsamente revestidas de decisiones administrativas regladas que golpean con más contundencia si cabe porque no afectan sólo a una persona o a unas cuantas, sino a toda una sociedad. Del segundo tipo de golpes es la decisión anunciada esta tarde por Ministerio de Medio Ambiente que da luz verde a REPSOL para que inicie prospecciones petrolíferas en aguas próximas a Lanzarote y Fuerteventura. No por esperada la decisión, mediatizada sin duda por las presiones del ministerio de Industria y éste a su vez por la propia compañía de la que el ministro canario Soria es habitual portavoz y defensor, es menos dolorosa. 

Y no sólo por las fechas en las que se ha comunicado, pasadas las elecciones al Parlamento Europeo, en la víspera de la celebración del Día de Canarias y el mismo día en el que la mayoría absoluta del PP rechazó en el Congreso paralizar los sondeos para abrir un diálogo con las comunidades autónomas afectadas por este asunto, Baleares, Canarias y Valencia. Sin olvidarnos, además y sobre todo, del fallo que el Tribunal Supremo debe emitir el próximo 10 de junio ante el recurso del Cabildo de Fuerteventura contra la autorización a Repsol. Duele por las fechas elegidas pero, sobre todo, porque el Gobierno del Estado ha ignorado olímpicamente el sentir de una parte muy importante de la sociedad canaria y de varias instituciones insulares y autonómicas, opuestas a los sondeos. 

Así, la petición del Parlamento de Canarias y del Gobierno de Canarias para que los ciudadanos de las Islas se pronuncien en un referédum sobre las prospecciones sólo ha recibido el silencio oficial como respuesta por parte del Ejecutivo de Rajoy. Al mismo tiempo, las irregularidades y deficiencias en el Estudio de Impacto Ambiental elaborado por REPSOL que denunciaron organizaciones ecologistas y científicos de reconocido prestigio no se han tenido en cuenta. Es más: la información adicional que el propio Ministerio de Medio Ambiente pidió a REPSOL para completar su Estudio de Impacto Ambiental apenas ha podido ser estudiada por las instituciones canarias y se le ha hurtado a los ciudadanos, que tenían derecho a conocerla y a presentar alegaciones antes de que se tomara la decisión anunciada esta tarde

Por otro lado, el expediente para declarar las aguas de Lanzarote y Fuerteventura Lugar de Importancia Comunitaria sigue guardado en un cajón de Medio Ambiente sin que se sepa cómo les afectan los trabajos petrolíferos autorizados hoy. Por el contrario, otros nueve expedientes similares en otros lugares de España se encuentran en un estado muy avanzado de tramitación, algo que el Ministerio no ha sido capaz de explicar con claridad, tal vez porque no puede o porque tiene mucho que ocultar. Por no hablar de la nueva directiva comunitaria que endurece los requisitos medioambientales para las actividades petrolíferas y que casualmente España aún no ha integrado en la legislación nacional. Tal vez ahora, con el permiso a REPSOL resuelto, no tarde mucho en hacerlo. 

Duele también esta decisión porque pone de manifiesto la escasa fiabilidad de las promesas del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando en una reciente entrevista con su homólogo canario, Paulino Rivero, se comprometió a estudiar la paralización de los sondeos hasta alcanzar un acuerdo con las autonomías afectadas. Ahora, sus promesas se las ha vuelto a llevar el viento, aunque a eso ya estamos bastante acostumbrados los españoles en general y los canarios en particular. 

Así pues, REPSOL puede empezar cuando a quiera pinchar en los fondos marinos próximos a Lanzarote y Fuerteventura en busca del oro negro que, de haberlo, hará felices a sus accionistas. A los canarios, en cambio, los aboca a posibles daños irreparables para la rica biodiversidad y el medio ambiente de las Islas, pone en peligro la desalación de agua de la que se abastecen en un altísimo porcentaje las islas más cercanas a los sondeos y arriesga a un desastre a la principal actividad económica de este archipiélago, el turismo. A cambio, apenas recibirán alguna migaja en forma de puestos de trabajo indirectos y, por supuesto, ningún beneficio directo de un posible hallazgo de petróleo en sus aguas, del que sólo se beneficiará en primera y última instancia una empresa privada que cuenta a su favor con el inquebrantable respaldo del Gobierno. 

El Ministerio de Medio Ambiente asegura que la autorización anunciada hoy sólo será válida para los sondeos y que para extraer el posible petróleo hará falta un nuevo estudio de impacto ambiental. Ignora el parecer de muchos científicos que se han cansado de advertir de que los sondeos no son inocuos por más que se les quiera enmascarar como simples trabajos de investigación. Que el propio Ministerio admite que los sondeos no son seguros al cien por cien lo demuestran las “medidas preventivas y correctoras” que, según la autorización, REPSOL debe cumplir durante estos trabajos. Afirma también Medio Ambiente que, hasta ahora, ninguna de las prospecciones realizadas en España han tenido repercusiones negativas para el entorno. Hace bien en precisar lo de “hasta ahora” y ojalá que las de Canarias no sean la excepción, aunque nada garantiza ya que no lo puedan ser

Con todo, la más llamativa de las medidas que debe adoptar REPSOL es la que establece que la compañía informará puntualmente en su página web del desarrollo de las prospecciones para que “todos los interesados puedan tener información actualizada del proyecto y seguir su evolución en tiempo real”. Lo que equivale exactamente a poner la zorra a cuidar las gallinas, sólo que en este caso las gallinas son el medio ambiente, la biodiversidad, el abastecimiento de agua de la población y la industria turística. Ahora, la zorra ya tiene la puerta abierta.

El problema es del plasma

El PP ganó las elecciones del domingo y punto, no se hable más. Si acaso habrá que echarle un vistazo a la comunicación para “recuperar la confianza” de los 2,5 millones de electores que no votaron por Arias Cañete el pasado domingo. Del PSOE y su imperiosa necesidad de renovación se podrá decir todo lo que se quiera. Sin embargo, al menos asistimos desde el lunes a un intenso debate interno aunque por el momento sólo gire en torno a nombres y procedimientos y no en torno a ideas. En el PP, en cambio, todo es una balsa de aceite, aquí no ha pasado nada.

Solo la lideresa Esperanza Aguirre aprovechó el retroceso electoral de su partido para hacer lo que más le gusta: meterle el dedo en el ojo a Rajoy. “Hay que acometer cambios en el partido y en el Gobierno y hay que hacer una profunda reflexión sobre estos resultados”, vino a decir un día después de los comicios. Se puede sentar a esperar que alguien como Rajoy – el hombre que espera a que el tiempo tome las decisiones por él - haga algo de lo que le pide. El presidente del partido y del Gobierno solo “entiende” que “mucha gente” no haya votado al PP por las “duras medidas” que se ha visto obligado a tomar. Pero tranquilos que seguiremos trabajando para que nos vuelvan a votar los que no lo hicieron el domingo. 

Que el PP achaque su pérdida de votos y escaños en el Parlamento Europeo a la “abstención” es poco creíble en un electorado tan fiel y tan poco propenso a picar de partido en partido como el de los populares. Adónde se fueron esos votos es algo que tendrá que analizar el PP si lo considera oportuno porque, si bien es cierto que muchos no se ejercieron, puede que otros muchos optaran por otros partidos como UPyD y su habilidad para ocupar el espacio de centro al que Rajoy y los suyos han renunciado alegremente. En todo caso, esa abstención revelaría que el dicharachero y deslenguado Arias Cañete – “el mejor candidato posible”, según Rajoy – no era tan bueno como nos querían hacer creer en la campaña. Eso sin contar la posibilidad de que un buen número de electores optara por huir de un candidato que con una sola frase fue capaz de arruinar una campaña ya de por sí poco atractiva para los ciudadanos. 

De hecho, a Rajoy se le presenta un nuevo problema, conseguir que Arias Cañete sea comisario europeo después de los exiguos 16 escaños que su partido aporta a la bolsa de eurodiputados del Partido Popular Europeo. Preguntado hoy el comisario europeo en potencia por la posibilidad de hacerse con un puesto en el próximo ejecutivo comunitario, Arias Cañete respondió con un revelador “pregúntenle a Rajoy”, lo que confirma algo que todos sabíamos, que el dedo del presidente quita, pone y, en este caso, propone. Cosa distinta es que le hagan caso en Bruselas. 

Con todo, la aparente balsa de aceite en la que navega el PP después de las europeas no puede ocultar el sudor frío que seguramente recorre esta semana la espina dorsal de un partido al que, además de cargar con la culpa de los recortes y las reformas a mayor gloria de Merkel y los mercados, le siguen acosando los casos de corrupción por los cuatro costados. El diario El Mundo se encargó ayer de extrapolar los resultados del domingo a las generales del año que viene y los resultados son espeluznantes para el PP. Con los datos de las europeas en la mano, el PP perdería 48 escaños en el Congreso y sería barrido en sus grandes feudos de Madrid – en donde ya fue superado por Podemos el pasado domingo – Valencia y Murcia. La pérdida de votos sería significativa en el resto de las autonomías hasta el punto de que en ninguna mejoraría sus resultados de 2011 y sólo en unas pocas conseguiría mantenerse. 

Bien es verdad que el comportamiento de los electores no es necesariamente idéntico en unas europeas y en unas legislativas y a eso se aferran estos días los dirigentes populares para restarle importancia a la pérdida de 2,5 millones de votos el domingo. Sin embargo, sí pueden estar indicando una tendencia de por dónde pueden ir las cosas en la cita de las generales y esto es muy improbable que el PP no lo haya valorado a puerta cerrada. Claro que al PSOE aún le iría peor si trasladamos los datos de las europeas a las generales, pero en las filas socialistas al menos han abierto el melón de la renovación mientras en el PP se mantienen prietas las filas y se limitan las causas del descenso a problemas de comunicación. 

Cómo van a resolver esos problemas sólo los populares lo saben pero es de suponer que tendrá que ocurrírseles algo más original que sacar a Rajoy del plasma e impedirle a Carlos Floriano y a Dolores de Cospedal que den ruedas de prensa. Aunque podría ser un buen comienzo.

Cuando cuesta tanto decir adiós

Ha llegado la hora del adiós a la política para Alfredo Pérez Rubalcaba. El hombre que fue ministro dos veces con Felipe González y otras dos con José Luis Rodríguez Zapatero y que ha convertido la cosa pública en su profesión, cree llegado el momento de retirarse del mundanal ruido de la política que en los últimos tiempos sólo le ha proporcionado disgustos. Le ha costado lo suyo, la verdad sea dicha. Cuando su partido se estrelló ante el PP en las elecciones generales de 2011 muchos pensaron que era el momento de hacer las maletas y así se lo sugirieron abiertamente. Él no: él, lejos de favorecer una urgente renovación a fondo de su partido y permitir que entrara aire fresco e ideas nuevas en sus anquilosadas estructuras para hacer frente al gobierno del PP que se nos venía encima como un huracán de recortes y reformas, se presentó a un Congreso del PSOE en Sevilla y se hizo por la mínima con la secretaría general que había abandonado el derrotado Rodríguez Zapatero. 

Desoyó entonces el resultado nítido de las urnas y estas le han vuelto a pasar factura en las europeas del pasado domingo con un nuevo y sonado revolcón. Es el fruto de más de dos años de oposición en los que los ciudadanos no han percibido apenas nada que les permitiera volver a confiar en el PSOE como fuerza política capaz de hacerle frente al austericidio que con entusiasmo digno de mejor causa acometió Rajoy nada más desalojar a Zapatero de La Moncloa. Dos años y medio en los que lo único digno de mención en la vida del PSOE y de su papel de principal partido de la oposición ha sido el anuncio de unas primarias abiertas para elegir candidato a La Moncloa de las que Rubalcaba ni siquiera excluyó la posibilidad de presentarse y que ahora vuelven a quedar en un segundo plano. Tal vez aspiraba a repetir el desastre de 2011 o tal vez ocurre que es uno de tantos políticos como hay en España que desconocen el significado de expresiones como “adiós”, “me voy”, “lo dejo”, “tiro la toalla”, “mi tiempo ha pasado”, “hay que renovarse o morir”, etc. 


Ahora, con el PSOE fané y descangallado, anuncia la celebración de un congreso extraordinario en julio. Lo primero que ha conseguido con su anuncio es cabrear a los aspirantes a las primarias, hasta ahora en respetuoso silencio a la espera de que los electores emitieran su veredicto en las urnas, pero a partir de ahora en una lucha sin cuartel por la secretaría general y por la candidatura a La Moncloa. A esa lucha todo indica que acaba de apuntarse el vasco Patxi López que, tal vez contagiado por la marcha de Rubalcaba, también ha mirado los votos obtenidos el domingo por su partido y ha decidido abandonar la secretaría de los socialistas vascos y convocar un congreso. Puede que no sea el último o, mejor dicho, quizá no debería de ser el último en dar ese paso en otras comunidades autónomas en donde el PSOE también retrocedió.

Se malician muchos de los aspirantes y no se ocultan para decirlo que detrás de la retirada de Rubalcaba y su convocatoria de un cónclave socialista extraordinario hay truco y hasta sucesión atada y bien atada: celebremos primero el congreso para elegir nuevo secretario general y de las primarias abiertas a la ciudadanía para elegir candidato en las generales del año que viene ya hablaremos cuando toque, en todo caso, después del verano. La medida estrella para abrir el partido a la participación de militantes y ciudadanos en general queda así postergada en aras de la elección de una nueva dirección apadrinada por la que ahora dice adiós con mucha pena y escasa gloria. Respecto a la sucesión, todas las miradas están puestas en la presidenta andaluza, Susana Díaz, avalada por los excelentes resultados del PSOE andaluz en la cita del pasado domingo.

Si ese es todo su aval y sólo se trata de cambiar a Rubalcaba por Díaz y no de abrir el partido a la sociedad, elaborar una alternativa política convincente y volver a conectar con los ciudadanos que le han dado la espalda al PSOE en las tres últimas citas electorales, es mejor que se ahorren el esfuerzo y los quebraderos de cabeza y sigan como hasta ahora, camino de la irrelevancia política más absoluta. 

Se asombran en el PSOE del ascenso de una fuerza como Podemos, el partido del momento y ya veremos si algo más, a la que seguramente se habrán ido muchos votos socialistas amén de no pocos de IU. En realidad no hay mucho de lo que asombrarse: Podemos es en gran parte el fruto de un desencanto y una decepción, el que siente un buen número de ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, ante la esclerotizada forma de hacer política de los partidos tradicionales como el PSOE. Que los socialistas vuelvan a aspirar a gobernar este país algún día dependerá en gran medida de que sus responsables sean capaces de comprender algo tan evidente y aprenderse la lección.