Amnistía fiscal: un fallo fallido

Cuando la mayoría ya ni nos acordábamos de la cacicada de la amnistía fiscal perpetrada en 2012 por Montoro, hoy nos la ha recordado el Tribunal Constitucional.  En un fallo conocido esta tarde la declara inconstitucional y le afea con dureza a Montoro que eligiera un vulgar real decreto ley para implantar  una medida que afecta a una pieza clave de la Constitución, el artículo 31 en el que se dice textualmente que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. Esa es la parte teórica del fallo constitucional, la práctica es que deja las cosas exactamente como están. El alto tribunal dice que obligar ahora a quienes se acogieron a la amnistía a pagar lo mismo que pagaron los que no se lo llevaron crudo al extranjero, crearía “inseguridad jurídica”.

Para los magistrados no parece que existiera inseguridad jurídica en el hecho de que quien sacó dinero del país para no pagar impuestos pudiera “regularizar” – la palabra preferida de Montoro – su situación de defraudador pagando un módico 10% de lo defraudado. Los que continuamos contribuyendo sin rechistar pudimos ver a personajes de la reconocida reputación de Bárcenas, Rato, Francisco Granados o los Pujol “regularizando” su situación pero eso, para el Constitucional, no supuso ni una burla, ni un escarnio ni por supuesto inseguridad jurídica de ningún tipo. Todo se reduce, según el Constitucional, a un error de Montoro en la elección de la norma jurídica para ofrendar a los que escondían el dinero en Suiza y en otros paraísos fiscales la posibilidad de pasar por caja para dejar un pequeño donativo a la Hacienda Pública.

“Para el TC no hay inseguridad jurídica en que unos paguemos hasta el último céntimo y otros sólo el 10%”

Como si eso no se le hubiera advertido en su momento al ministro por parte de la oposición y como si Montoro no hubieran ignorado las críticas y las advertencias y se hubiera venido arriba esparciendo basura y sospechas fiscales sobre determinados colectivos, todo ello con el respaldo indesmayable de la hinchada popular parapetada en su mayoría absoluta. Es más, poco después de que el Gobierno hiciera de la Constitución un sayo y se cubriera con él, el propio Montoro modificó su Real Decreto Ley de amnistía fiscal mediante una orden ministerial para “introducir mejoras”, es decir, más facilidades para los defraudadores. Hasta un alumno de primer amiguito de Derecho sabe que una norma de rango inferior no puede modificar otra de rango superior. Es, salvando las distancias, como si el alcalde de mi pueblo publicara un bando cambiando la Constitución.

Pues Montoro lo hizo y se quedó tan ancho, impávido ante el escándalo y ante la decisión de medio centenar de diputados del PSOE que llevaron el asunto ante el Constitucional que ahora les acaba de dar la razón, eso sí, cinco años después y para dejar las cosas como están. En ayuda del ministro salió incluso un afortunadamente olvidado Alberto Ruiz – Gallardón que, en una de aquellas modificaciones del Código Penal a la que era tan aficionado, introdujo un cambio urgente para que quienes se hubieran acogido a la amnistía pudieran dormir tranquilos per saecula saeculorum.

“Y todo aquel escándalo de la amnistía fiscal para recaudar menos de la mitad de lo que anunciaba Montoro”.

Y todo este escándalo para que al final la recaudación obtenida no llegara ni a la mitad de la prevista por Montoro. En una comparecencia en el Congreso, el sin par titular de Hacienda admitió que sólo se recaudaron 1.200 millones cuando el objetivo eran 2.500. Es más, reconoció que el dinero aflorado fue de 40.000 millones de euros y, por tanto, la recaudación debió haber sido de 4.000 millones si todo los que se acogieron a la ganga hubieran pagado el 10%. Lo que ocurrió fue, simple y llanamente, que Montoro aún les facilitó más las cosas a los defraudadores no fuera a ser que no repatriaran el dinero que tenían escondido en Suiza.

El fallo conocido hoy es un nuevo borrón en el expediente político de Montoro, por no hablar de su expediente como catedrático de Hacienda Pública. Sin embargo, el problema no es tanto el ministro, a cuyas salidas de pata de banco ya deberíamos estar acostumbrados y al que resulta ya inútil pedirle que dimita. Como ciudadano que paga puntualmente sus impuestos sin esperar amnistía fiscal de ningún tipo me pregunto por la utilidad y la necesidad de un órgano como el Tribunal Constitucional que funciona como el español. ¿De qué modo se puede garantizar de manera efectiva y real que el Gobierno no se pasa la Carta Magna por el arco del triunfo sin mayores consecuencias y no se vulneran derechos y deberes fundamentales fallando tan tarde y haciéndolo a medias?

Un botín por un euro

Una señora llamada Ana y apellidada Botín ha hecho hoy honor a su apellido y se ha quedado con un banco por un euro. La señora Botín ya tiene otro banco que le había dejado en herencia su padre, también banquero, un gremio en el que siempre es mejor  tener dos que uno, aunque el segundo esté pachucho y esmirriado. Si su padre no hubiera muerto, esta noche se iría a cenar con ella en Maxim’s de París y se rascaría el bolsillo para comprarle otro banco que se pusiera a tiro como el que se le puso a ella esta mañana al clarear el día. Qué menos para agradecerle que siga haciendo honor al apellido y ampliando el imperio bancario familiar.

Ahora bien, que un banco de los de guardar dinero o invertir en él cueste un euro mientras se racanean los presupuestos públicos para la sanidad y la educación, es un ejemplo elocuente del sistema de valores y de prioridades de nuestra sociedad. Eso sí, lo que nadie podrá negar es que España merece ser considerada por derecho propio el país de las oportunidades, sobre todo para los que se las pueden permitir. Me dirán algunos que aquí no hay otra cosa que la sabia e invisible mano del mercado que ha dejado hacer y pasar. 
“Que un banco cueste un euro mientras se racanean los presupuestos en sanidad y educación habla con elocuencia de nuestro sistema de prioridades” 
Y tanto que ha pasado: mientras el banco se desangraba en la bolsa y se escuchaban rumores de todos los colores sobre su delicada salud financiera, la Comisión del Mercado de Valores y el Gobierno miraban al tendido; cuando buena parte de los clientes y accionistas  ponían pies en polvorosa, la Comisión de marras se negaba a suspender la cotización y el Gobierno nos contaba la milonga de que el banco en cuestión era sólido y solvente. Hasta que anoche dejó de serlo y, de valer 19.000 millones de euros hace unos años, pasó a valer lo que un café en un bar de segunda.
  

¿Buscaban con su pasividad que el banco se pusiera al alcance de un cazador o cazadora de gangas? Si no era eso lo que pretendían lo han disimulado muy bien. Y lo mismo han hecho los propios dirigentes del banco, un coladero de filtraciones interesadas que desataron la tormenta perfecta y colocaron el valor de las acciones a perra chica. Es la misma cúpula a la que ahora la señora Botín le agradecerá los servicios prestados con 80 millones de euros en pensiones e indemnizaciones. Entre ellos figura Ángel Ron, el presidente hasta febrero, que se fue de la entidad sin indemnización pero con una sabrosa pensión de 23 millones. Aunque suene trillado, la historia se repite: Ron metió al banco en el negocio del ladrillo cuando otros se iban y luego fue incapaz de digerir tanto piso y tanta promoción fallida.

 “La cúpula saliente se llevará 80 millones y los 300.000 accionistas lo perderán todo”

La indigestión lastró los balances hasta el punto que el valor de los activos tóxicos se ha calculado en 35.000 millones de euros. Las sucesivas ampliaciones de capital no consiguieron mejorar la situación y Ron se fue con la pensión en el bolsillo y le pasó el marrón a Emilio Saracho. Éste, que también cobrará un pico tras entregar el banco por un euro, apenas ha podido hacer nada para enderezar el rumbo de una entidad alrededor de la que ya merodeaban los lobos desde hacía meses. Los que no verán ni un euro serán los 305.000  accionistas más lentos de reflejos, los que no las vieron venir a tiempo y confiaron hasta el final en su banco. Ahora tendrán que recurrir a la vía judicial aunque las esperanzas son cuando menos remotas.   

Tampoco deben estar viviendo su día más feliz los trabajadores de un banco que a finales del año pasado puso en la calle a casi 2.600 empleados. La incertidumbre sobre su futuro laboral es absoluta a la espera de lo que decida hacer la señora Botín. Aunque no creo que nada de eso le quite el sueño: después de desembolsar el euro, anunció una ampliación de capital de 7.000 millones para hacer la digestión de la compra y cumplir los estándares de solvencia. En esa cantidad seguramente están incluidas las merecidas indemnizaciones y pensiones de la cúpula saliente, el coste de las posibles demandas de los inversores que se han quedado con lo puesto y quién sabe si un nuevo ajuste de plantilla. Puede que la señora Botín no cene esta noche en Maxim`s de París pero eso no le impedirá tener sueños dorados al módico precio de un euro.   

La corrupción preocupa un montón

Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), conocida hoy, a los españoles la corrupción nos preocupa un montón. Tal es así que desde la  encuesta anterior hasta la fecha casi son incontables las horas de sueño que hemos perdido por esa causa. Contadas en puntos son doce puntos más, que ya son puntos. Sólo el paro que, a pesar de los esfuerzos de Rajoy sigue por las nubes, nos preocupa más que el trinque de lo público. Por desgracia me temo que ese subidón no tiene nada que ver con la espontánea aparición de una inesperada conciencia cívica entre los ciudadanos. No creo que nos hayamos  vuelto todos virtuosos de la noche a la mañana y hayamos decidido que esto no puede continuar así. La causa de ese repunte no es otra que la coincidencia de la encuesta con un nuevo caso de corrupción que añadir a la larga lista de mamandurrias que se han ido acumulando a lo largo de los años.

En esta ocasión fue bautizado como “Lezo” y ha llevado a la cárcel a todo un ex presidente autonómico madrileño y hasta ha contribuido en parte a mandar a su casa a un fiscal jefe Anticorrupción y a poner contra las cuerdas a un Fiscal General del Estado y a un ministro de Justicia. Con ingredientes  de esa categoría lo extraño hubiera sido que el asunto no nos quitara al menos unas horas de sueño. Ahora bien, no tengo dudas de que si antes de la próxima  encuesta este país se libra de nuevos registros policiales, detenciones y encarcelamientos, los españoles recuperaremos rápidamente las horas de sueño pérdidas y todo volverá a ser como siempre. Incluso, si hubiera elecciones dentro de unos meses sin que mientras tanto saltaran a los medios nuevos casos de corrupción, volveríamos a votar mayoritariamente lo mismo que la vez anterior y que la anterior y que la anterior a la anterior. 
“Si antes de la próxima encuesta del CIS no aparecen nuevos casos de corrupción, los españoles recuperaremos el sueño perdido” 
Debe ser nuestro carácter voluble e inconstante que hace que la indignación por el saqueo de lo público nos dure lo que dura un telediario. En realidad, aunque muchas veces pensemos lo contrario, no nos diferenciamos gran cosa de muchos de aquellos a los que votamos para que nos representen o de los que controlan los hilos de los partidos políticos. La clase política de un país suele reflejar la realidad social y por eso somos los ciudadanos los que, con nuestros votos y con nuestra actitud ante lo público, decidimos a qué altura colocamos el listón de la honradez y la decencia que estamos dispuestos a exigirles a nuestros representantes.


Un ejemplo muy claro de que una cosa es decir que se está preocupado por la corrupción y otra muy distinta actuar en consecuencia lo encontramos en el PP. A los populares les ha entrado el pánico ante la comisión de investigación sobre la financiación de los partidos creada en el Congreso de los Diputados. Para evitar verse sometidos a una causa inquisitorial de carácter general por parte de los otros partidos han empezado a maniobrar para acotar al máximo el contenido de la investigación, los comparecientes y el periodo a investigar. Dicho de otra manera, nada de retrotraernos a los tiempos de Aznar  y Rato y a “su milagro económico”; por lo que al PP se refiere con los cuatro años de Rajoy en mayoría absoluta debería ir el asunto servido, y advierten con quejarse al juez para que mande a parar si hay quien quiera ir más allá.
“¿Qué preocupa de esa comisión de investigación al PP si la corrupción en sus filas sólo son casos aislados?” 
Ya comenté en su día que lo de las comisiones parlamentarias de investigación suelen generar más ruido que nueces y, después de meses de reproches y acusaciones cruzadas, cerrarse sin conclusiones novedosas con respecto a la investigación judicial y sin medidas concretas para evitar que lo investigado se repita. De todo modos me llama mucho la atención que al PP le preocupa esa comisión siendo como es la corrupción en sus filas un asunto de simples “casos aislados” cometidos presuntamente por “esa persona que usted dice” y “que ya no pertenece al Partido Popular”. Y menos lo entiendo siendo como es el PP “el partido que más medidas de lucha contra la corrupción ha aprobado” desde la época de Luis Candelas y el Tempranillo. Creo que está tardando el CIS en hacer una encuesta para aclararnos si también entre los dirigentes del PP la corrupción preocupa un montón.       

May a por el voto del miedo

Con los cuerpos de las víctimas de los últimos atentados terroristas aún calientes, la primera ministra británica Theresa May no ha dudado en apelar al voto del miedo en las elecciones generales del jueves. Apenas unas horas después de que tres terroristas acabaran con la vida de siete personas e hirieran a casi media docena en tres lugares distintos de Londres, May compareció ante los medios para abroncar a los británicos por su supuesta tolerancia para con el terrorismo radical y para prometer mano dura legal con los que cometen atentados como los del sábado por la noche. En su discurso, May  olvidó mencionar el detalle nada secundario de que, durante su paso por el ministerio del Interior, las fuerzas de seguridad británicas perdieron a 20.000 agentes víctimas de los recortes en su ministerio.
“Durante su paso por el Ministerio del Interior se suprimieron 20.000 agentes policiales en el Reino Unido”
Hoy se lo ha recordado su contrincante laborista Jeremy Corbyn, quien incluso ha pedido su dimisión. La promesa de May no sólo es obscenamente electoralista por el momento elegido para hacerla, sino también ineficaz y demagógica tomada aisladamente. No me puedo imaginar cómo puede disuadir a un terrorista que está dispuesto a morir para acabar con la vida de cuantos más inocentes mejor, saber que si es detenido por la policía pasará más años en la cárcel. Del terrorismo y de su amenaza, cualquier ciudadano medianamente informado sabe que se trata de un problema complejo y multicausal. Hacerle frente con alguna garantía de éxito requiere desplegar medidas y acciones coordinadas en varios frentes.

La colaboración y el intercambio de información policial y de inteligencia es sólo uno de esos frentes pero no puede ser el único. En el Reino Unido hay más de 24.000 personas bajo la lupa policial por su posible peligrosidad para la seguridad pública y aún así el país ya ha sufrido tres ataques terroristas en menos de tres meses. El endurecimiento de las condenas contra los terroristas y contra quienes sean encontrados responsables de su radicalización asesina debe formar parte también del conjunto de herramientas con las que un estado de derecho está legitimado para hacer frente al odio y a la intolerancia de quienes pretenden ponerlo de rodillas.
  

Sin embargo, con ser imprescindibles la acción policial y la dureza penal, no son suficientes por sí solas para garantizar hasta donde ello sea posible la seguridad pública. Gobiernos como el de May o el que acaba de abandonar el poder en Francia, país también golpeado con dureza por el terrorismo, siguen aferrados a la dinámica de la acción – reacción  sin hacer la imprescindible reflexión sobre las razones por las que jóvenes nacidos y criados en su suelo han rechazado hacer suyos los valores de la tolerancia y el respeto hacia las creencias de los demás de las sociedades occidentales y han optado por la vía del fanatismo y la inmolación.
“Buscar las causas del fanatismo terrorista no es darles coartadas a los terroristas”
Tampoco hay en estos líderes una sola brizna de reconocimiento de la responsabilidad de Occidente en las injusticias históricas cometidas en las zonas de las que proceden las familias de estos jóvenes radicalizados y fanatizados. No estoy de acuerdo con que hacer esa reflexión en voz alta, buscar soluciones justas y duraderas y reparar hasta donde sea posible los errores cometidos, sea facilitarles coartadas a los asesinatos terroristas. La mano dura que promete May y la intensificación de la vigilancia policial y de inteligencia no pueden estar reñidas con el análisis profundo de las causas del terrorismo porque sin conocerlas y reconocerlas será muy difícil obtener resultados satisfactorios en este pulso a vida o muerte entre la libertad y la barbarie.

Uno podría incluso comprender que May esté nerviosa al ver que la ventaja sobre los laboristas que le daban las encuestas cuando convocó las elecciones del jueves se ha reducido a la mitad. No ganar con contundencia a sus rivales para poder imponer a Bruselas una negociación del brexit a cara de perro trastoca sus planes políticos ahora amenazados además por la caída de su popularidad y el terrorismo. Lo que es mucho menos comprensible es que a May no le haya temblado el pulso para usar a las víctimas de los últimos atentados como excusa para alentar el voto del miedo. Escuchándola y viéndola este domingo a las puertas del 10 de Downing Street era imposible saber si hablaba la primera ministra británica o la candidata a seguir siéndolo. Y hay diferencias entre lo uno y lo otro.        

Los malos humos de Trump

No deberíamos llamarnos a engaño ni rasgarnos las vestiduras. De hecho, el repelente personaje aún está por debajo de las peores expectativas que teníamos sobre él cuando se sentó en el trono del país más poderoso del mundo. De momento lo están frenando los contrapoderes y algunas de sus promesas estrella han quedado empantanadas. Ahí está la negativa del Congreso a poner el dinero que pedía para continuar la construcción del muro entre su país y México y que, según este personaje de opereta, pagarían los mexicanos. Ahí está también, frenada por un simple y mortal juez, la primera gran medida que tomó nada más pisotear la moqueta del Despacho Oval: impedir que los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana pisaran el sagrado suelo estadounidense.

Por no hablar de lo tiesas que se las está teniendo con los poderosos medios de comunicación norteamericanos a propósito de sus peligrosas amistades y conchabeos rusos que, aunque muy difícil, no es imposible que terminen en un impeachment si se llegara a probar que ha obstaculizado la acción de la justicia. En otras palabras, el sistema norteamericano de contrapoderes está funcionando hasta el momento e impidiendo que este energúmeno se maneje como realmente le gustaría, a empellones y de la manera más grosera como puso de manifiesto la semana pasada en la cumbre del G7.
“El sistema de contrapoderes está impidiendo que este energúmeno se maneje a empellones”
Lo que esos contrapoderes no pueden evitar es que, usando sus amplias atribuciones presidenciales, el vociferante magnate de los Estados Unidos haya decidido hacerle un soberano corte de mangas a un problema global que no sólo atañe a su país, sino a todo el planeta: el cambio climático. Su abandono de los acuerdos de París contra el calentamiento global y sus gravísimas consecuencias para millones de personas es la manifestación más genuina de la taruguez mental e intelectual y del egoísmo sin límites de este tipo. Pareciera como si Estados Unidos estuviera en la Galaxia de Andrómeda y los estadounidenses no fueran terrícolas como el resto y no estuvieran igual que el resto expuestos en mayor o menor medida a las consecuencias del cambio climático


Es cierto que los compromisos adquiridos a finales de 2015 en la capital francesa después de arduas negociaciones y que han sido ya ratificados por cerca de 150 países, no son la panacea y en muchos aspectos resultan incluso insuficientes. Son, sin embargo, la única herramienta de la que disponemos en estos momentos para cuando menos frenar el avance del problema y paliar sus efectos apostando por las energías limpias. Tengo la sensación de que esa herramienta se va a ir a hacer puñetas más pronto que tarde por cuanto, si la desprecia la que es al mismo tiempo la primera potencia y el segundo país más contaminante del mundo, lo que cabe esperar es que otros países mucho menos ricos que Estados Unidos sigan sus pasos o se relajen en el cumplimiento de los acuerdos.
“El Acuerdo de París se irá a hacer puñetas si hay efecto dominó y se van otros países”
El efecto dominó parece servido por más que chinos, alemanes o franceses hayan salido a coro a recriminarle al yanqui su falta de solidaridad y de sentido de la responsabilidad para con el presente y el futuro del planeta. Bien es verdad que no están muchos de estos países que afean la marcha de Estados Unidos para presumir demasiados de sus esfuerzos contra el cambio climático, aunque al menos mantienen los compromisos y dicen querer cumplirlos. No obstante, no hay que descartar que en parte esta malhumorada aunque justa reacción esté relacionada con la profunda decepción que ha dejado el presidente norteamericano a su reciente paso por Europa y sus filípicas a tumba abierta sobre el gasto en defensa de los europeos.

Por cierto que el presidente español también acaba de reaccionar con un tuit a la salida de Estados Unidos de los acuerdos de París. En su ya conocido estilo minimalista y muchas horas después de que se pronunciaran otros líderes europeos como Merkel o Macron, Rajoy dice textualmente que “España mantiene su compromiso con el Acuerdo de Parías. EU (Unión Europea) seguirá liderando la lucha contra el cambio climático en la dirección correcta”. Lo cual equivale exactamente a sortear el marrón sin mojarte ni un pelo de la barba y sin romper de verdad una lanza a favor de una lucha que debería estar por encima de cálculos políticos. Se desconoce si esta es la opinión de Rajoy o la de su famoso primo aunque, dicho lo cual, descansó de tanto esfuerzo intelectual.  

Antona da el paso

Puede que sea mi torpeza natural pero no termino de tener claro si el PP quiere entrar en el Gobierno de Canarias o sólo quiere entrar en el Gobierno de Canarias. De lo que no tengo duda es de que una de las dos opciones es la correcta, al menos para un sector importante del partido. Su líder, Asier Antona, quiere ser “copartícipe” de la gestión que el ejecutivo en minoría del nacionalista Fernando Clavijo tendrá que hacer de la millonada rajoyana que llegará a las islas vía nuevos Presupuestos del Estado. La forma y el fondo elegidos por Antona para hacer el anuncio urbi et orbi pueden marcar tendencia a partir de ahora por su originalidad. El esperado anuncio no ha llegado después de una larga y provechosa reunión entre los futuros esposos políticos ni tras un cónclave de tres días y medio de la dirección del PP en pleno, con los periodistas pernoctando a las puertas de la sede.

Ha sido un miércoles como a las cinco y a través de una agencia madrileña de noticias cuyo nombre no consigo recordar. Ahí es en donde ha planteado la necesidad de “coparticipar” ya en el Gobierno de Clavijo, un término cuidadosamente elegido para restarle connotaciones imperativas e invasivas. A Antona, que llevaba meses deshojando la margarita sobre su entrada en el Gobierno y al que los periodistas canarios sólo habían conseguido arrancarle ambigüedades, le han entrado ahora unas urgencias tremendas y exige que Clavijo responda a sus requerimientos en el plazo máximo de un mes. Pasado ese tiempo - dice - ya no le interesa el acuerdo. 

“¿Este es el mismo PP cuyo único objetivo era darle estabilidad al Gobierno?”

¿Es éste el mismo PP que ha repetido como un mantra que su único objetivo es darle estabilidad al Gobierno? ¿Lo desestabilizará aliándose con el resto de la oposición si la respuesta de Clavijo es negativa? ¿Y en dónde ha quedado, de la noche a la mañana, aquello que decía Antona  de que “en lo único que pensamos en estos momentos en el PP es en ganar las elecciones de 2019? ¿Qué ha pasado para que el objetivo ahora sea “coparticipar” en el Gobierno?


Por lo demás, es llamativa la poca confianza de Antona en la capacidad de CC para gastarse las perras que Rajoy, en otro alarde de generosidad al que tan acostumbrados tiene a los canarios, destinará a las islas en los nuevos presupuestos. Además de olvidar que si hay cuentas públicas nuevas es porque dos diputados nacionalistas canarios han votado a favor, no parece que la mejor manera de iniciar una larga amistad sea llamar torpe e ineficaz a aquellos que quieres que sean tus socios políticos. Puestos a hablar de gestión, se podría hacer una larga lista de los aeropuertos para las personas, los auditorios para los pájaros y las autopistas de peaje para las cabras construidos con dinero tan público como el que recibirá Canarias en estos presupuestos. No habría siquiera necesidad de consultar la amplia bibliografía judicial al respecto para tener una idea exacta de la manera en la que el  PP ha venido manejando desde hace años el dinero de los contribuyentes.

 “Llamar torpes a tus futuros socios no parece la mejor manera de iniciar una larga amistad”

Lo que Antona no ha dicho de manera explícita es qué áreas de gobierno necesita el PP para "coparticipar" en la gestión eficaz y eficiente de esos recursos públicos. Otros lo han hecho por él y leyendo la lista uno se pregunta por qué no se ha pedido también la presidencia del Gobierno y hasta la jefatura del cuerpo de bedeles autonómicos. Pensando con un poco de espíritu maquiavélico, puede que lo que en el fondo busque el líder del PP sea poner el listón tan alto que ni un corredor de fondo como Clavijo lo podría saltar.

Esto le serviría para acallar a los que en el partido esperan que su líder aproveche la riada de millones para matar el gusanillo de poder que produce llevar casi siete años calentando bancos en la oposición. Además, la negativa del presidente tranquilizaría al sector que ve un grave riesgo político en embarcarse en el Gobierno cuando la legislatura empieza ya a declinar y cuando la estrategia más inteligente sería la de mantener la oposición firme pero responsable.  Puede que detrás del órdago de Antona esté la necesidad de satisfacer a esos dos sectores del PP, aunque eso no implica necesariamente que Antona sea una especie de Maquiavelo macaronésico ya que ni siquiera tiene aires florentinos. Eso sí, un acusado ramalazo soriano es claramente identificable. 

Moix y lo que nos queda por ver

A la larga y conspicua lista de políticos y empresarios españoles con intereses en paraísos fiscales se acaba de incorporar nada menos que Manuel Moix, el fiscal jefe Anticorrupción. Diría que lo último que nos faltaba por ver era que el responsable público de perseguir los delitos de cuello blanco cayera bajo la sospecha de cometerlos. Prefiero la cautela y esperar acontecimientos porque me temo que lo último por ver aún no lo hemos visto. A Moix le ha descubierto www.infolibre.es una participación del 25% en una empresa radicada en Panamá, ese país que no localizaríamos en el mapa si no fuera por su opacidad fiscal y por sus ventajas para quienes pueden y desean burlar a la hacienda de sus países. El mismo país del que aún hay ingenuos que creen que el dinero y los bienes de las empresas que en él se ubican son para luchar contra el hambre en el mundo.

Cual si fuera un Messi de la fiscalía, Moix alega en su defensa que todo fue cosa de su papá y que la Agencia Tributaria conoce de la existencia del chiringuito panameño y él está al corriente de sus obligaciones fiscales. Su padre fue el que creó la empresa en Panamá y después se la dejó en herencia a él y a sus hermanos. Afirma que no tiene actividad y que su única propiedad es un chalé en Madrid valorado en más de medio millón de euros. Moix desconoce las razones por las que su progenitor – catedrático e inspector de trabajo – abrió una empresa en Panamá y nos recomienda que  se las preguntemos a él. Lo haríamos con sumo placer si no fuera por el pequeño inconveniente de que murió en 2011, aunque eso ahora es lo de menos.

“¿Lo último que nos quede por ver es al fiscal Anticorrupción bajo la sospecha de evadir impuestos?”

Lo que empieza a chirriar como los ejes de mi carreta es la razón por la que Moix no ha liquidado la empresa panameña en la que figura como participe. Él asegura que se debe a que los hermanos herederos no se ponen de acuerdo sobre los gastos fiscales pero parece una explicación algo forzada. En cualquier caso, es sólo su palabra y no por ser fiscal jefe Anticoprrupción tene Moix un plus de credibilidad con respecto al resto de los ciudadanos. Lo que se impone es una investigación de oficio por parte de la Agencia Tributaria que aclare si lo que dice Moix es cierto y si efectivamente la empresa no ha tenido actividad.


Convendría también que la propia Fiscalía investigara a su responsable Anticorrupción porque, a fecha de hoy, no hay constancia de que Moix informara a la inspección del Ministerio Público de sus intereses panameños. Hay que recordar que el Estatuto de la Fiscalía es muy restrictivo con las incompatibilidades de los miembros de la carrera fiscal y ser administrador, accionista, socio o gestor de una empresa – sea española, panameña a de Papúa Nueva Guinea -  está expresamente prohibido. Mientras se sustancian esas investigaciones, Moix tiene que irse a casa inmediatamente y dejar abiertas de par en par las ventanas de la fiscalía Anticorrupción para que corra el aire fresco y limpio.

“Moix tiene que irse ya a su casa y dejar abiertas las ventanas para que circule el aire fresco”

El sólo hecho de haber mantenido en secreto su participación en una empresa ubicada en un paraíso fiscal le inhabilita ética y estéticamente para seguir al frente de la institución pública encargada de perseguir a los corruptos y llevarlos ante el juez.  Recordemos que Moix, su jefe directo el Fiscal General del Estado y el jefe político de ambos, el ministro de Justicia, fueron reprobados hace sólo dos semanas por el Congreso de los Diputados a propósito de su actuación en el “caso Lezo”. Es el mismo Moix al que el ex presidente madrileño Ignacio González, en la cárcel por ese caso de presunta corrupción, consideró el candidato ideal para dirigir la fiscalía Anticorrupción.

Los tres, sin embargo, siguen hoy en sus cargos mientras se desploma la confianza de los ciudadanos en la Justicia. Y encima y para mayor escarnio hemos de soportar las jeremiadas del PP después de que la Audiencia Nacional le haya ordenado a Rajoy que dé la cara y deje de parapetarse detrás del plasma en el caso Gurtel, la madre y el padre de la corrupción en el PP. ¿Nos falta algo por ver? ¿Qué será lo siguiente? Hagan sus apuestas.     

Lo que diga mi papá

Usted y yo necesitaríamos siete vidas como los gatos para ganar lo que gana una estrella del fútbol en un año. Corremos todos los días de un lado para otro absortos en nuestras obligaciones pero cuando llega el fin de semana se para el mundo y triunfa el fútbol. El domingo por la noche zapeamos en la radio y en la televisión para escuchar comentarios y ver goles. El lunes por la mañana, con el primer café de la semana, comienza un ritual que dura hasta el miércoles. Incluye críticas al totorota del entrenador si hemos perdido y alabanzas sin cuento si hemos ganado; no olvidamos repasar en profundidad la actuación de nuestras estrellas y las del rival y, si se nos dio mal, recordamos la familia del árbitro hasta el tercer grado de consanguinidad. El resto de la semana hasta el sábado lo empleamos en preparar la alineación, espiar al rival y hacer cálculos matemáticos sobre quiénes jugarán la Champions aunque para eso falte aún vuelta y media de competición.

No creo que lleguen a una o dos las tertulias futbolísticas de bar en las que los aficionados hablen del dineral que los adorados ases del balompié y algunos de sus directivos defraudan o evaden a Hacienda. Se me escapa la razón de tanta tolerancia social para con el escaqueo fiscal de estos señores. Sólo se me ocurre como causa que la inmensa mayoría de los aficionados está tan ofuscada que no cae en la cuenta de que, mientras ellos trabajan a destajo y cumplen con Hacienda, sus ídolos se lo están llevando crudo antes sus propias narices.

“No llegan a una dos las tertulias de fútbol en las que se hable del fraude fiscal de los futbolistas”

Ni usted ni yo, cuyos ingresos conoce la Agencia Tributaria hasta el tercer decimal, podríamos defraudar un euro a Hacienda. Los futbolistas, sin embargo, tienen derechos de imagen, el maravilloso truco del almendruco para pagar menos al fisco. Empresas ubicadas en paraísos fiscales que habitualmente son propiedad del jugador y que tributan por el Impuesto de Sociedades, gestionan esos derechos y pagan al futbolista. Este, a su vez, está obligado reflejar esos ingresos en su declaración de la renta.


La pregunta se cae de madura: ¿lo que los jugadores declaran como ingresos por derechos de imagen es todo lo que realmente ingresan a través de sus propias empresas? La respuesta, según Hacienda, es que hay sensibles diferencias y esto en la práctica quiere decir que los futbolistas pagan por Impuesto de Sociedades parte de lo que deberían pagar como IRPF, cuyos tipos son sensiblemente superiores. Aproximadamente ese suele ser el modus operandi de todos los que han sido condenados o investigados por la Hacienda pública. Y no hablamos de casos aislados y excepcionales sino de una larga lista que va desde Cristiano Ronaldo a Leo Messi pasando por Iker Casillas, Mascherano, Samuel Eto’o, Xabi Alonso, Neymar, Adriano, Piqué, Ramos o Alexis. En otras palabras, que se podría conformar un gran equipo con muchas posibilidades de ganar la Champions sólo con aquellos  sobre los que Hacienda ha puesto su atención. 

“Con los jugadores investigados por Hacienda se podría conformar un equipo ganador de la Champions”

Al ministro Montoro se le tiraron al cuello por quejarse en el Congreso de la tolerancia de los españoles con el fraude fiscal de los futbolistas. Es cierto que Montoro no es el más indicado para hablar de estas cosas después de su amnistía fiscal para que los que escondieron el dinero en Suiza lo pudieran repatriar cómodamente. Sin embargo, no le falta un punto de razón. Si usted pregunta, la mayoría de los ciudadanos echara pestes del excesivo número de políticos que hay en este país, de lo mucho que cobran y del dineral que algunos ocultaban en Suiza. Pero ni una palabra sobre lo que cobran los futbolistas ni sobre lo que dejan de pagar a Hacienda, por más que lo que ellos no pagan lo tengamos que pagar los demás.

No quiero ponerme moralista pero me pregunto cómo encaja esta orgía de millones, coches deportivos y mansiones espectaculares que exhiben los futbolistas a través de los medios con la cultura del esfuerzo y el trabajo que supuestamente deberían los padres inculcar en sus hijos. Los chicos ven en estas galácticas estrellas y en sus comportamientos y estilo de vida regalada modelos a imitar. Y no es precisamente el mejor de los ejemplos que, además, sus iconos también defrauden a toda la sociedad no cumpliendo con sus obligaciones fiscales como hace el resto de los ciudadanos, incluidos sus padres. “Lo que diga mi papá”, aquella lapidaria frase de Messi para eludir su responsabilidad por fraude fiscal, no puede ser ejemplo a seguir por los chavales ni tolerar por los padres.  

Mánchester y la razón

Tras los atentados de Mánchester alguien ha escrito  – no recuerdo quién ni dónde – que los occidentales empezamos a acusar fatiga de compasión. Tiene toda la razón. Los actos de barbarie terrorista de los últimos tiempos nos están dejando sin palabras y hasta sin argumentos. Admiro a esas personas que son capaces de hilvanar un discurso coherente después de saber que 22 inocentes, la mayoría niños y adolescentes, han volado por los aires sólo porque un fanático decidió que debía acabar con cuantas más vidas mejor, incluida la suya. Yo ya empiezo a ser incapaz de encontrar palabras para expresar las sensaciones que me producen estas masacres y creo que no soy el único. Se nos está agotando el repertorio de actos, minutos de silencio  y frases de condena, asco y repulsa y el catálogo de soluciones también acusa signos de agotamiento. 

Repetir las mismas expresiones cada vez que un descerabrado se lleva por delante unas cuantas decenas de vidas que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora errónea apenas nos sirve para tranquilizarnos temporalmente. En nuestro fuero interno no podemos sentirnos satisfechos porque somos conscientes de que sólo hemos aplicado un placebo para una grave enfermedad, la del fanatismo religioso, el peor de todos los fanatismos. Pero que se nos agoten las condenas o que la razón ya no nos alcance para comprender estos actos salvajes, no puede llevarnos a bajar los brazos y empezar a normalizar estas tragedias.

“No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror”

No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror. Ese es precisamente el objetivo de los terroristas, derrotar nuestra moral y allanar nuestras razones. Y la razón es no sólo la mejor sino la única arma para luchar contra la sinrazón y nuestra frontera más firme para la defensa de los valores de la tolerancia y el respeto. Necesitamos apoyarnos en la razón para no hacerles el juego a quienes ven en atentados como el de Mánchester la excusa perfecta para arañar votos cabalgando sobre la xenofobia y el racismo. La coincidencia del atentado en esa ciudad inglesa con la campaña para las elecciones del 8 de junio en el Reino Unido no puede haber sido casual. Su objetivo, además de cegar cuantas más vidas mejor, ha sido poner contra las cuerdas el sistema democrático y sus elementos constitutivos. A esas fuerzas políticas que braman contra los refugiados y los inmigrantes, hechos como el del lunes les sirven para alimentar sus discursos de odio al extranjero, especialmente si profesa la fe de Alá.


La razón es también la única herramienta que nos servirá para comprender por qué los estados europeos han fracasado de manera tan flagrante a la hora de integrar en la cultura occidental y en el respeto a las creencias de los demás a jóvenes nacidos y criados en nuestros países y de religión musulmana. Es tambíen la única vía para encontrar las soluciones que ayuden a reparar los graves errores y las injusticias históricas cometidos por Occidente en los países de donde proceden las familias de estos jóvenes radicalizados.

“Responder a la acción con la reacción es una salida pasajera de dudosa eficacia”

Responder a la acción con la reacción sólo es una salida pasajera y de dudosa eficacia. Sacar el ejército a las calles como ha hecho el gobierno conservador británico o como hizo también en Francia el socialista Hollande sólo sirve para transmitir una sensación de seguridad más artificial que real. Además, ningún país democrático se puede permitir luchar contra el terrorismo suspendiendo indefinidamente libertades y derechos porque estaría abdicando ante quienes se han propuesto acabar con los rasgos más característicos de la democracia.

Vigilancia y prevención policial son medidas imprescindibles pero insuficientes como ha vuelto a quedar de manifiesto en Mánchester. La acción coordinada de los países amenazados por el terrorismo sobre las causas últimas que lo alimentan y la implicación de los gobiernos para integrar en los valores democráticos a los inmigrantes de segunda o tercera generación susceptibles de caer en las redes del radicalismo, son también ineludibles. Es lo que aconsejan la razón y el sentido común frente a quienes desearían con todas sus fuerzas arrastrarnos a la ley del Talión sin importarles que todos acabemos ciegos.   

Sánchez y Cataluña: algo en lo que pensar

El independentismo catalán protagoniza un nuevo pulso con el Estado y, si bien el desafío no es nuevo, cualitativamente sí parece más grave. Puigdemont y quienes le siguen se muestran dispuestos a declarar unilateralmente  y de inmediato la independencia haya o no haya referéndum. Si lo hay miel sobre hojuelas pero si el  antidemocrático gobierno de Madrid no lo autoriza, se declara la república catalana y aquí paz y después cava. Resulta sarcástico que para justificar decisiones antidemocráticas e inconstitucionales se apele precisamente a la democracia. Por lo que se ve, para los soberanistas catalanes esa palabra y el significado que encierra vale tanto para una cosa como para la contraria.

Los planes para la desconexión catalana del resto de España ya están negro sobre blanco en un borrador de ley en el que se recogen medidas tan democráticas como poner los jueces al servicio de la Generalitat, quedarse con los funcionarios del Estado, controlar  los medios de comunicación privados y hacer del catalán la única lengua oficial de la república catalana.  El texto parece inspirado en alguna república bananera de medio pelo aunque quienes lo respaldan aseguran ser demócratas de toda la vida que se indignan si los demás no apreciamos su fino concepto de la democracia.

“Los planes para la desconexión catalana ya están negro sobre blanco”
  
Este texto, digno de los anales del constitucionalismo, lo dio a conocer EL PAÍS el mismo día en el que el renacido Pedro Sánchez se convertía en el hombre del momento: redes sociales, radios, televisiones y casi todos los periódicos le dedicaban sus mejores minutos y espacios salvo precisamente el periódico de PRISA. En este caso, su primera página la presidía un titular de los que se reserva para las grandes ocasiones con los planes del soberanismo catalán para la secesión. Y no creo que fuera por casualidad que la noticia se colocara exactamente encima de la foto de Sánchez saludando a su hinchada desde el balcón de Ferraz. Parecía como si el periódico de Cebrián, nada sospechoso de sanchista como es público y notorio, le estuviera advirtiendo al flamante líder del PSOE de que debe buscar un rato libre para pensar en la que se avecina si los soberanistas catalanes no van de farol.


 Si esa hubiera sido la intención no le faltaría algo de razón. De Rajoy ya sabemos lo que piensa sobre la independencia de Cataluña: primero la ley y si ésta no da resultados aplicamos  la ley  y, si aún así, no se resuelve el problema aplicamos otra vez la ley. Eso sí, a estas alturas de este docudrama no parece que haya otra alternativa porque la opción del diálogo hace tiempo que quedó atrás y porque dos no dialogan cuando uno no quiere. Es lo que demuestra el desdén con el que Puigdemont ha rechazado la tardía oferta de Soraya Sáenz de Santamaría para que el presidente catalán se explaye en el Congreso sobre sus planes.

Respecto a Ciudadanos no hay dudas de que se pondrá del lado del Gobierno y respecto a Podemos hay más probabilidades de que apoye a los independentistas catalanes que a la Constitución, como ponen de manifiesto los reiterados guiños de Iglesias al soberanismo catalán y su defensa del llamado “derecho a decidir”. La gran incógnita es Pedro Sánchez y el PSOE porque, como quedó de manifiesto en la campaña para las primarias, el líder socialista elegido el domingo no parece tener una idea muy clara de lo que hacer ante este órdago.

 ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

¿Sigue defendiendo Sánchez la solución federal aprobada por su propio partido en la Declaración de Granada? ¿Es partidario o contrario a que los catalanes y sólo los catalanes voten sobre la independencia de su comunidad en un referéndum sin amparo constitucional? ¿Piensa lo mismo sobre este asunto Pedro Sánchez que el primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes, Mikel Iceta? Ante un eventual escenario de hechos consumados interesa saber también si el PSOE apoyaría la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. En él se establece que “si una Comunidad Autónoma no cumpliere con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

Y lo más importante de todo: ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

Sánchez, una elección arriesgada

Las primarias socialistas nos han dejado algunos hechos ciertos y unas cuantas incógnitas que el tiempo irá despejando. Es un hecho cierto que la victoria de Sánchez sobre Susana Díaz es inapelable. Cuando se gana por diez puntos de diferencia no caben dudas ni medias tintas sobre las preferencias de los votantes, sólo aceptar el resultado y punto. Sánchez ha renacido de sus cenizas políticas llevado en volandas por unas bases que parecen haber olvidado que es la misma persona que ha conducido al partido a los peores resultados electorales de su historia. Imagino, no obstante,  que darán por hecho que los electores no militantes harán lo mismo que los militantes y se decantarán mayoritariamente por Sánchez cuando el nuevo líder del PSOE se vuelva a enfrentar a unas elecciones generales. 

La preferencia de la mitad de los afiliados por un líder político perdedor como Sánchez se explica por un hecho no menos cierto: el peso sumado del aparato, de los barones y de la vieja guardia ha terminado aplastando a la perdedora de estas primarias. Como se suele decir de forma coloquial, Susana Díaz se ha caído con todo el equipo.  Ella ha sido la receptora por méritos propios y ajenos de la sonora bofetada política que apenas ha sabido encajar y con la que la mayoría  de los afiliados ha castigado la abstención del partido en la investidura de Rajoy y la defenestración de Sánchez. Así como Sánchez, al que todo daban por acabado políticamente, ha renacido de sus cenizas, con la lideresa andaluza puede haber pasado justo todo lo contrario de modo que este haya sido el final de su carrera política al menos al norte de Despeñaperros.

“El peso del aparato, los varones y la vieja guardia ha aplastado a Susana Díaz”
  
Esa es una de las muchas incógnitas derivadas de estas primarias y que, en su mayor parte, tienen que ver con Sánchez. Su primera tarea será llevar a la práctica lo que quiera que signifique lo que dijo anoche cuando anunció “un nuevo PSOE”. Salvo que su objetivo sea refundar el partido, que no creo, su dilema es cómo integrar a los perdedores sin decepcionar a los afiliados que lo han aupado a la secretaría general. Después de lo de ayer, barones y aparato no están vencidos, sólo derrotados temporalmente. Eso significa que si Sánchez cae en la tentación de purgarlos va a seguir teniéndolos en frente y la brecha de la división se ensanchará aún más. Por el contrario, si les otorga demasiado peso correrá el riesgo de disgustar a los militantes que ven en él a un mártir político irredento que se basta y sobra con los de su cuerda.


“Sánchez se envolvió en la bandera de los militantes contra los dirigentes y ahora necesita de ambos para recomponer el partido”

Es lo que tiene de malo envolverte en la bandera de los militantes y ponerlos en contra de la dirección del partido como si fueran enemigos. Luego los necesitas a ambos para recomponer el partido y no sabes bien cómo arreglártelas. Su vuelta a Ferraz también va a poner patas arriba a la organización autonómica y local del partido que tendrá que afrontar su renovación en los correspondientes congresos. Como es natural Sánchez buscará un amplio respaldo territorial y esto hará que primarias y cónclaves  autonómicos y locales del PSOE se celebren a cara de perro entre sanchistas y susanistas, generando más división. 

Sus relaciones a partir de ahora con Podemos es otra de esas incógnitas que el tiempo no tardará en aclarar. Si la experiencia sirve para algo en política es de suponer que Sánchez habrá aprendido de sus errores y evitará volver a convertirse en el juguete político preferido de Pablo Iglesias. De hecho, la formación morada persiste en la injerencia y ya ha interpretado por su cuenta y riesgo  que los afiliados del PSOE que han apoyado a Sánchez lo que quieren es que este respalde la moción contra Rajoy. Menos dudas hay sobre el tono mucho más duro que adoptará a partir de ahora la oposición del PSOE a un Rajoy que, a fecha de hoy, todavía no ha corregido la grosería política de no felicitar al nuevo líder del principal partido de la oposición y sí ha tenido tiempo en cambio para felicitar al Real Madrid por ganar la Liga. El riesgo para Sánchez de llevar las cosas demasiado lejos en la oposición al PP es la convocatoria anticipada de elecciones que podrían poner al PSOE ante su ser o no ser definitivo. 

“Es de suponer que Sánchez habrá aprendido de su experiencia y evitará volver a ser el juguete político de Pablo Iglesias”.

Con ser de calado estas incógnitas, no lo es menos la relativa a la posición de Sánchez ante el desafío soberanista catalán que toma impulso estos días como el principal problema político de este país, incluso por encima de la corrupción. Los planes de los nacionalistas catalanes para proclamar unilateralmente la independencia son lo suficientemente graves como para que el reelegido líder del PSOE aparque sus ambigüedades y sus bandazos  sobre “la nación de naciones” y diga con claridad qué modelo territorial tiene en mente si es que tiene alguno concreto. En este caso y en muchos otros en los que el concurso del PSOE es fundamental para la gobernabilidad son todos los españoles, votantes o no del PSOE, y no solo los afiliados los que quisieran conocer las ideas de Sánchez. 

La mayoría de los afiliados ya ha visto en Sánchez al mejor líder posible del PSOE y hay que respetarlo. Ello no quita para que resulte inevitable concluir que han sido más los deseos de revancha sobre barones y aparato que las virtudes políticas que adornan al renacido líder socialista los que han inclinado la balanza a su favor en una muy arriesgada elección para el partido y para el país. 

El PSOE se cita con su futuro

Puede que el título de este comentario parezca algo exagerado pero creo que se ajusta como un guante al momento histórico que está viviendo el PSOE. Lo del próximo domingo son mucho más que unas primarias en las que casi 188.000 afiliados tendrán la posibilidad de elegir un nuevo líder o lideresa. En otras circunstancias sería tal vez una pequeña conmoción que no tardaría en superarse y tras la que volvería la normalidad. En este envite eso no va a ser así por mucho que dirigentes y cargos públicos socialistas sigan autoengañándose con el mantra de que el lunes por la mañana la familia socialista española volverá a ser una como por arte de magia y como si no hubiera pasado lo que ha pasado en los últimos 8 meses.

El del domingo será un momento crucial, realmente clave, que marcará durante mucho tiempo la vida de una formación política con 140 años de historia y ahora más esencial que nunca para la democracia de este país. Lo dramático es que, si se cumplen los pronósticos, ese después que empezará el domingo por la noche cuando se conozcan los resultados de las primarias, no será un camino de rosas sino de abrojos ante los que tendrá que demostrar mucho más que cintura para sortearlos la persona en la que los afiliados depositen su confianza.

“El del domingo será un momento crucial, realmente clave, para un partido con 140 años de historia”

El riesgo de que el partido salga de estas primarias aún más roto que del penoso comité federal del 1 de octubre del año pasado es altísimo y casi me atrevería a decir que inevitable a estas alturas. Es indiferente si la elegida es Susana Díaz – como parece bastante probable – o si es Pedro Sánchez, algo que no puede descartarse por completo. Desde el inicio de la campaña para la recogida de avales hasta la fecha, Díaz y Sánchez han protagonizado un enfrentamiento suicida sobre las posiciones de cada cual en el pasado que corrobora toda la razón que hay en  aquel sagaz comentario atribuido a Konrad Adenauer: “Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido”.


Los dos candidatos con más posibilidades de convertirse en líderes del PSOE actúan exactamente como compañeros de partido, es decir, procurando hacerse todo el daño posible y rebuscando en el argumentario para desacreditarse y desprestigiarse recíprocamente sobre sus respectivas  intenciones políticas. La inquina ha tomado tal intensidad que en los afiliados que vayan a votar el domingo pesará mucho más si le pasan factura a Sánchez o a Díaz que la fortaleza del liderazgo que puede representar cada uno al frente del PSOE.

Esos militantes en los que se escuda Sánchez y a los que apela Díaz apenas dispondrán para elegir entre uno y otro de proyectos, modelos o idea general de partido. De ellos se pretende un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado y basado más en la fe del carbonero que en la calidad de las propuestas. La falta de ideas en estas primarias ha sido tan clamorosa que sólo de patético puede calificarse escuchar a Díaz prometiendo créditos a los jóvenes como si estuviéramos en la campaña para las elecciones generales.

“De los afiliados se espera un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado”

La cuestión es si hay alternativa al abismo al que Sánchez y Díaz parecen llevar al PSOE con su guerra sin cuartel. De hecho la hay pero sus posibilidades son muy escasas. Son las que atesora Patxi López,  el único de los tres candidatos que ha evitado el enfrentamiento para, en medio del griterío de los otros dos, intentar plantear propuestas constructivas sobre el futuro del PSOE. Hay que reconocer que ha fracasado por completo, en parte porque carece del carisma mediático de sus contrincantes pero, sobre todo, porque la sensatez y el diálogo para resolver las diferencias estratégicas y políticas parecen haber huido despavoridas de Ferraz desde el nefasto comité federal.

Aunque es muy improbable que la obtenga, López merecería que los afiliados le brindaran la oportunidad de evitar que el PSOE se inmole en la hoguera de las vanidades políticas que han encendido Díaz y Sánchez para arrojarse dentro de ella. Me temo que es de las últimas oportunidades que le quedan al PSOE para que la cita que tiene el domingo con su futuro no se convierta en el principio de una travesía que puede desembocar en la nada política. De los afiliados depende. 

Maniobras judiciales en la oscuridad

A pesar de haberse convertido en el primer ministro de la democracia reprobado por amplia mayoría del Congreso de los Diputados, a Rafael Catalá no se le ha movido un pelo de la barba. Se siente expresamente respaldado por Rajoy que tiene en él a un excelente dique de contención de la nueva marea de chapapote corrupto en la que vuelve a chapotear el PP. Desde la óptica del Gobierno, es innegable que Catalá está prestando excelentes servicios como corrobora haber puesto a José Manuel Maza al frente de la Fiscalía General del Estado y este a su vez a Manuel Moix al cuidado de la Fiscalía Anticorrupción.

El ministro ha mostrado además su lado más generoso – ¡qué sería de la Justicia sin generosidad! – y ha deseado que “acaben pronto los líos” a un flamante presunto corrupto como Ignacio González. En servicios a la causa no se ha quedado atrás Maza, que no tuvo reparos en ordenar a un fiscal anticorrupción de Murcia que no acusara a otro presunto corrupto del PP, el ex presidente de la comunidad autónoma. Aunque para méritos los de Moix, el preferido de Ignacio González para la Fiscalía Anticorrupción, que se batió el cobre para detener los registros de la “operación Lezo” hasta el punto de provocar un motín de los fiscales madrileños. Méritos todos ellos que han conseguido enfadar hasta a las asociaciones de fiscales más conservadoras, por no hablar de las progresistas, que al unísono han pedido sin éxito que rueden cabezas. 
“Es innegable que Catalá está prestando excelentes servicios al Gobierno”
Los tres – Catalá, Maza y Moix – han sido reprobados por la mayoría del Congreso de los Diputados y a ninguno de los tres se le ha pasado siquiera por la cabeza irse a sus casas. Al final, qué es el Congreso sino la sede de la soberanía popular a cuyas decisiones podemos hacerles un limpio corte de mangas y continuar como si tal cosa. En cualquier otro país democrático el ministro se habría ido a casa antes de sufrir la vergüenza de una reprobación política y lo mismo habrían hecho los otros dos reprobados. En España, por el contrario, se saca pecho, se niega la mayor y se convierte el Congreso en un alegre pasatiempo para los aburridos martes por la mañana.


En un país en el que el partido en el Gobierno está hasta las cejas de corrupción es importante tener mucho cuidado con la persona que pone ese partido al frente del ministerio de Justicia. No vale cualquier cantamañanas al que se le ocurra nombrar un fiscal general desafecto y le haga un roto irreparable.  Debe mirarse con mucha atención y ante todo el pedigrí político para evitar disgustos y en segundo lugar el profesional. Es cierto que el mal que supone el control orgánico, jerárquico y sobre todo político del Ministerio Público por parte del partido en el gobierno es viejo y que ya lo sufrimos en su día con personajes como el presunto socialista Eligio Hernández. Sólo que ahora la corrupción conocida ha alcanzado niveles cercanos a la inundación y la sensibilidad social es infinitamente superior, de manera que lo que haga un ministro de Justicia y su fiscal general no pasa precisamente desapercibido.

“Para Justicia no vale cualquier cantamañanas que nombre a un fiscal general desafecto y haga un roto irreparable”

Como no ha pasado desapercibido que justo en la semana en la que Catalá y la cúpula fiscal han sido reprobados, el Consejo del Poder Judicial – otro órgano que merece ser puesto patas arriba de inmediato  para acabar con su control político – ha tenido a bien enviar al juez Velasco a una plácida Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional. Será casualidad pero resulta difícil de creer: Eloy Velasco es el juez que instruye precisamente los casos Lezo y Púnica que afectan de lleno al PP de Madrid y que ahora tendrá que dejar sobre la mesa para que se ocupe de ellos aquel que por concurso ocupe la plaza, algo que se tomará su tiempo.

El nuevo tendrá que aprenderse ambos casos antes de decidir qué rumbo seguir y mientras el escándalo bajará unos cuantos grados  que le servirán al PP para tomar aire. No obstante, antes de irse el juez Velasco ha tomado dos decisiones de calado. Por un lado, ha fijado una fianza de 400.000 euros para que Francisco Granados, cabecilla de la Púnica y una de las ranas de Esperanza Aguirre, pueda salir de prisión. La otra ha sido rechazar el procesamiento de la presidenta madrileña Cristina Cifuentes a la que informes de la Guardia Civil, seguramente filtrados por fuego amigo, vinculan también con esa trama corrupta. Pareciera como si alguien en el PP no le perdonara a Cifuentes haberse convertido en la heroína de la lucha contra la corrupción en el partido dejando a Rajoy y al PP como consentidores pasivos del saqueo de lo público a la sombra de la gaviota. ¡Cómo está el servicio, señorito!, que diría Gracita Morales. 

El timo de las plusvalías

Me maravilla lo candorosos que somos a veces los ciudadanos de este país cuando toca pasar por alguna de las numerosas cajas públicas en las que pagar nuestros impuestos. Nos quejamos y criticamos que nos cobren por todo ayuntamientos, cabildos, gobiernos autónomos y gobierno central pero sacamos la cartera y ni siquiera nos preguntamos si todo lo que pagamos está sustentado en la lógica más elemental. Eso sí, en cuanto nos plantean hacer algo para que paguen más los que más tienen, para que se persiga el fraude y la evasión fiscal y para que los impuestos que pagamos respondan a criterios razonables enseguida se nos pasa el enfado.

Vaya por delante que no soy un enemigo de los impuestos, más bien al contrario. Como han demostrado durante décadas los países escandinavos, un sistema fiscal progresivo sin recovecos por los que escaquearse es la mejor manera de conseguir una redistribución lo más justa posible de la riqueza y de favorecer por tanto la igualdad social. De lo que estoy en contra es de que las administraciones públicas tomen a los ciudadanos por rehenes y les apliquen impuestos tan absurdos como el de las plusvalías por la compra venta de propiedades urbanas sin que importe ni poco ni mucho si ha habido ganancias o pérdidas en la operación.


“El impuesto sobre una plusvalía inexistente que han aplicado los ayuntamientos es  confiscador y falto de toda lógica”

Tuvo que ser un ayuntamiento vasco el que advirtiera por primera vez de la posible inconstitucinalidad en la que estaban incurriendo todos los ayuntamientos de este país al cobrar por una plusvalía que no se había producido. Ahora ha sido el propio Tribunal Constitucional el que ha venido a confirmar el despropósito y la sinrazón de ese impuesto que el legislador tendrá que reformar más pronto que tarde para adaptarlo a la doctrina del alto tribunal. 


Los ayuntamientos perderán un buen pico con este fallo constitucional que echa por tierra una importante fuente de ingresos para las arcas municipales. En cualquier caso, lo que no puede seguir ocurriendo, porque así lo establece la decisión del Constitucional, es que por la simple titularidad durante un cierto tiempo de una propiedad urbana el ayuntamiento de turno ya deduzca que se ha obtenido un beneficio en el momento de la venta y nos aplique el correspondiente impuesto revolucionario. Eso es sencillamente confiscador y contrario a toda lógica económica y de la otra como demuestra lo ocurrido con muchas de esas propiedades en cuanto estalló la burbuja inmobiliaria.


"Deben prepararse los ayuntamientos para hacer frente a las reclamaciones de los ciudadanos"

Deben además prepararse los ayuntamientos para hacer frente a una posible avalancha de ciudadanos que, ahora sí, reclamarán que se les devuelva el dinero pagado indebidamente en concepto de plusvalía. Animándoles a que lo hagan hay ya no pocos despachos de abogados que han visto en esta decisión del Constitucional otra buena oportunidad de negocio como ya ocurrió con las preferentes, las acciones de Bankia o las cláusulas suelo. 

Convendría que a quien le corresponda la responsabilidad se pusiera cuanto antes manos a la obra para adaptar la regulación de ese impuesto a lo que dice el Constitucional y el sentido común más elemental que, como demuestra este fallo, no es el más común de los sentidos si por medio hay dinero fresco.  Hay que empezar por dejar bien claro qué pruebas deben aportar particulares y empresas como las promotoras inmobiliarias para demostrar que no ha habido enriquecimiento y que por tanto no ha lugar a aplicar el impuesto. A ver si en esta ocasión estamos algo más atentos para que los ayuntamientos no vuelvan a tomarnos por simples paganinis obligados a apoquinar y a callar. 

Quevedo, solo ante el peligro

Tras horas han tardado hoy Pedro Quevedo y Cristóbal Montoro en no ponerse de acuerdo “prácticamente en nada”. Del meritorio récord del diputado de NC y del ministro de Hacienda han participado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro de Industria, Alberto Nadal. No conozco personalmente a Montoro pero sospecho que una reunión de tres horas con él es de esas experiencias que te marcan para toda la vida. Se lo preguntaría a Quevedo si respondiera a los whatsapp o a las llamadas pero últimamente está tan ocupado presidiendo peliagudas comisiones de investigación, negociando presupuestos del Estado y ordenando el tráfico de cruceros en el Puerto de La Luz que ni caso les hace a esos requerimientos.

El cotizado diputado 176 se personó esta mañana en La Moncloa revestido de hombre de estado con un grueso tocho de enmiendas presupuestarias bajo el brazo de las que quiere obtener todo el aceite posible. Sin embargo, a tenor de sus propias declaraciones tras el extenuante encuentro, tengo la sensación de que se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer. Pedir 450 millones de euros más en los presupuestos y de propina una reforma del sistema electoral canario es un órdago de los que hacen época y que nos ha traído a la memoria el poder que en ocasiones ha tenido en Canarias el diputado 31 del Parlamento autonómico.

“Tengo la sensación de que Quevedo se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer”.

Lo de los millones podría ser asumido sin grandes problemas por Montoro, quien no tuvo dificultades en cerrar un acuerdo con el PNV por un importe  de 5.000 millones de euros, una cifra mucho más abultada que la que piden NC y CC juntos y que sumaría unos 1.000 millones en el supuesto de que Quevedo consiguiera hacer saltar la caja fuerte de Hacienda. Ahora bien, lo de la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y los cambios en la ley electoral de las islas que pide Quevedo para apoyar los presupestos introduce una cuña entre el Gobierno central y CC, valedora de las cuentas de Montoro, que huele a cuerno quemado en la otra cosa nacionalista canaria.


Creo que pecan de excesivo optimismo quienes ya ven en el papel que están jugando los dos diputados nacionalistas canarios una suerte de reverdecimiento de los laureles de antaño cuando incluso se disfrutaba de grupo político propio en la cámara. La realidad es más bien otra y habla ante todo de una aritmética parlamentaria coyuntural que beneficia esas posiciones  y no del reforzamiento de un nacionalismo canario a día de hoy dividido y sin visos de unidad ni a corto ni a medio plazo.

“NC ha visto una oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener en mucho tiempo”.

No me cabe duda de que NC ha visto la oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener de aprovechar la privilegiada posición política del diputado 176 para subirse a la higuera de las exigencias a Montoro que tiempo de bajar de ella habrá. Dicho de otro modo, explotar hasta el final y más allá la atención mediática que esa posición recibe y presentarse ante los canarios como la fuerza política que fue capaz de arañar a los presupuestos del Estado unos cuantos millones más para las islas que los que logró la otra fuerza nacionalista y sin embargo rival político.   

Veremos hasta dónde ceden Montoro y Quevedo en este pulso aunque sospecho que ambos tendrán que dejarse algún pelo en la gatera para alcanzar un acuerdo y luego ya veremos cómo lo adobamos ante la opinión pública  para que nadie aparezca magullado. Lo que no creo es que Quevedo termine pulsando el botón de votar no cuando toque decidir en el Congreso sobre los presupuestos salvo que le apetezcan unas nuevas elecciones generales, que no creo, que animen el aburrido cotarro político de este país. No obstante, ahora que Quevedo ya ha pegado la hebra con Montoro debería llevarse a Román Rodríguez a la próxima reunión:  se equilibrarían las fuerzas estatalistas y nacionalistas y no se vería de nuevo tan sólo ante el peligro de ser abducido por los reconocidos poderes de Montoro de darte con una mano lo que te quita con la otra. 

Debate sin ambición

En su derecho están quienes deseen dedicar su tiempo a averiguar quién ganó el debate socialista de hoy. Es un asunto en el que nunca he creído mucho ya que el resultado sólo se basa en sensaciones y percepciones subjetivas de quien opina tan buenas y fiables como las de otro cualquiera. No es por zafarme y no dar un nombre pero si me preguntaran respondería que no hay ganador en el debate de hoy entre los aspirantes a dirigir el PSOE. No quiero decir que todos hayan perdido sino que ninguno ha estado a la altura de las circunstancias y del crítico momento histórico en el que se encuentra un partido con el bagaje y la historia del PSOE.

Creo que los tres han vuelto a perder una buena oportunidad para explicarles a los suyos y al resto de los ciudadanos cuáles son las ideas y proyectos concretos con los que aspiran a volver a hacer del PSOE “un partido ganador”, según la terminología al uso de los tres candidatos. Lo que se ha visto hoy ha sido una nueva riña – bien es verdad que muy educada - entre los dos aspirantes  con más posibilidades de quedarse con el santo y la limosna del PSOE frente a un tercero que ha intentado de nuevo hacer de Pepito Grillo sin conseguirlo.

“Si me preguntaran respondería que nadie ha ganado hoy el debate”

Resulta descorazonador que en un debate sobre el partido que quiere cada uno de los candidatos, la mayor parte del tiempo lo hayan empleado Díaz y Sánchez en cobrarse las facturas por el pasado reciente. El propio López, que ha hecho hoy loables esfuerzos por no enredarse en ese debate estéril que mantienen sus dos contrincantes desde hace meses, terminó también enredado y por momentos haciendo pinza con Díaz contra Sánchez. López se ha vuelto a parecer hoy al bombero que ha llegado demasiado tarde al incendio y al que no le queda más remedio que aceptar que la única manera de que se apaguen las llamas es dejándolas que sigan su camino hasta que se acabe el material combustible. Sólo que en este caso el material que está ardiendo no es otro que el que representan los 130 años de vida que atesora el PSOE.
  

Más allá de los lugares comunes y de los mantras sobre la abstención para que gobierne Rajoy, los cambios de rumbo de Sánchez o la presunta proximidad de Díaz al PP, casi nada se ha dicho hoy que no hubiéramos escuchado ya. Imagino que los afiliados del PSOE que el domingo elegirán al nuevo líder o lideresa del PSOE y que ya tenían su voto decidido no lo cambiarán en función de lo que han visto y escuchado esta mañana. Del mismo modo, a los que nadaban en un mar de dudas no creo que el debate les haya aclarado otra cosa que no sea que en el partido siguen faltando propuestas concretas y sobrando ganas de revancha.

“Ni siquiera quedó claro si Susana Díaz es una infiltrada del PP  y Sánchez un infiltrado de Podemos”

Por no aclararse ni siquiera se ha aclarado hoy  si Susana Díaz es una infiltrada del PP y Sánchez un infiltrado de Podemos, aunque por lo que ambos se dijeron mutuamente uno estaría dispuesto a creer que así es. No deja de ser sintómatico que los dos postulantes con más opciones a ocupar la secretaría general del PSOE apenas hayan esbozado sus líneas estratégicas principales dejando a propios y extraños con las mismas dudas previas al debate. Es evidente que detrás de esa calculada ambigüedad se esconde el indisimulado deseo de ambos de usar al PSOE como trampolín para llegar a La Moncloa. El problema es que ambos parecen haber olvidado la importancia de asegurar bien el trampolín para no dar saltos en el vacío.

No sé quién ganará las primarias del domingo aunque las quinielas apuestan con fuerza por Díaz y por Sánchez. Pero al margen del nombre del ganador o ganadora, el drama del PSOE es que ninguno de los tres aspirantes parece reunir las condiciones necesarias para encarnar el liderazgo renovador y de consenso que reclama el partido para no caer en la irrelevancia política. Un debate tan poco estimulante, tan trabado en viejas rencillas y tan escaso de ideas como el de hoy revela una vez más que la salida de la crisis socialista dista aún mucho de estar cerca.