El voto útil

Andan algunos enfrascados estos días en el voto útil y el voto inútil en las elecciones del domingo. Es el caso de Rajoy, para el que todo lo que no sea votar al PP es un voto inútil. Este modo de expresarse de un político tan mediocre como el aspirante a seguir al frente de este país es indignante. 

En democracia no hay votos inútiles, otra cosa es que contribuyan en poco, mucho o nada a que el partido por el que se vota alcance el poder o se quede muy cerca que, en definitiva, de eso y no de otra cosa se trata. Los ciudadanos votan pensando en la utilidad de su voto, es cierto, pero también en las ideas y propuestas del partido por el que votan. 

El peso de cada factor en la decisión final es muy aleatorio. De todo modos, su voto es siempre es tan útil desde la perspectiva del sentido último de la democracia aunque fuera el único que se contabilizara en favor de esa opción política. Piensa Rajoy que votar es un mero ejercicio dominical que se ejerce cada cuatro años - o cada seis meses como en este caso - y  que a los electores les da lo mismo ocho que ochenta votar por Juana que por la hermana. Esa es la lamentable estima en la que este hombre tiene a la democracia y a los ciudadanos que la ejercen libremente. 

Lo verdaderamente útil para la democracia de este país sería que Rajoy desapareciera definitivamente de la escena política. Con creces ha demostrado no sólo su estatura de pigmeo en los asuntos de estado, su sospechosa supuesta ignorancia de los casos de corrupción que anegan su partido, el seguidismo entusiasta de las políticas más dañinas para la cohesión social, sus redomadas mentiras políticas y su monocorde y cansino discurso de gris funcionario: o yo el caos. 

Eso por no entrar ahora a analizar la utilidad de una campaña electoral como la presente en la que, a falta de argumentos más convincentes, los líderes políticos llevan días enredando sobre pactos que no firmarán y partidos a los que no apoyarán. Mientras, el país de a pie sobrevive como puede a tanta nulidad política y a tanta falta de espíritu constructivo.   

Nunca digas nunca jamás

Atentos a sus pantallas: los principales medios de comunicación publicarán mañana sondeos electorales que no harán sino confirmar lo que han venido augurando hasta ahora con machacona insistencia y lo que hace poco más de una semana vaticinó la encuesta con mayor número de entrevistas que se realiza en España, la del Centro de Investigaciones Sociológicas. 

Todas coinciden en que la coalición Unidos Podemos y el empuje de sus confluencias varias hará realidad el famoso "sorpasso" y superará de largo en votos y en escaños al PSOE. Por la derecha, el PP podría mejorar ligeramente los resultados del 20 de diciembre y Ciudadanos repetir unos datos muy similares a los de hace seis meses.

En consecuencia, el panorama que dibujan estas encuestas es que en la noche del 26 de junio es muy probable que nos encontremos con dos bloques políticos casi simétricos y una posible situación de enquistamiento muy similar a la que produjeron las urnas el 20 de diciembre. Si las encuestas aciertan - por lo pronto son todas coincidentes - los españoles volveremos a requerir de los partidos políticos cintura política y capacidad de acuerdo para alcanzar un pacto de gobierno que necesariamente tendrá que pasar por renunciar a líneas rojas y a vetos personales como los que malograron el acuerdo en la reciente y fracasada legislatura. 

Sin embargo, lo que las declaraciones de los líderes y el debate televisivo de hace unos días nos está mostrando es que esos líderes siguen despreciando olímpicamente el sentido del voto de los ciudadanos y siguen enrocados en sus posiciones de campanario. Rajoy y el PP sólo hablan de "gran coalición" y de que gobierne el partido más votado, como si todo lo demás no fuera legal o democrático. La corrupción que salpica al menos por omisión al propio Rajoy es asunto que no parece ir con el cansino líder popular y su apego al cargo son factores que influyen negativamente en posibles acuerdos de gobierno.

Ciudadanos ha vuelto precisamente a marcar como línea roja un acuerdo que implique hacer presidente a Rajoy e incluso a su número dos Soraya Sáenz de Santamaría. En el PSOE, su líder nominal y candidato a la presidencia, Pedro Sánchez, insiste en que no hará presidente a nadie del PP "nunca y en ningún caso"; otra cosa es lo que piensen sus barones, que de momento no ocultan su rechazo casi visceral a la posibilidad de que el PSOE haga presidente al líder de Podemos, Pablo Iglesias. Éste se viste ahora con piel de cordero pero bien saben en el PSOE que es un lobo que viene a por ellos y que a poco que se despisten los engullirá como ya ha hecho con una Izquierda Unida, autosacrificada en el altar de los resultados electorales después de años atravesando el duro desierto de ser fuerza política residual.

Esos son los mimbres con los que caminamos hacia el 26 de junio y con los que no resultará nada sencillo alcanzar los acuerdos de gobierno que este país está necesitando desde hace muchos meses. La posibilidad de unas terceras elecciones generales en apenas un año no es por desgracia  un escenario tan improbable y los propios líderes políticos parecen filtrear de nuevo con esa hipótesis sin importarles lo más mínimo el hastío ciudadanos con ellos y con sus partidos. Juegan con fuego y nos podemos quemar todos.  

Bofetada sin manos

Hay bofetadas sin manos más sonoras, dolorosas y ejemplarizantes que las de toda la vida. Una de esa clase se la acaba de propinar la ONG Médicos Sin Fronteras a la Unión Europea y a todos sus países miembros, los que van quedando al menos. Les ha dicho que no quiere su dinero mientras no cambie su penosa, lamentable e ilegal política migratoria con la que los supuestos líder es europeos se tapan las vergüenzas para presumir de ser los más solidarios del mundo mundial.

 A la vista de cómo se ha comportado con los refugiados y solicitantes de asilo esta Europa egoísta y cicatera, uno no puede menos que aplaudir (esta vez con las manos y hasta con las orejas) la decisión de Médicos sin Fronteras. No son precisamente sus miembros unos pardillos ni unos recién llegados al trabajo en pro de los que peor lo pasan y a los voluntarios de la organización que murieron atendiendo en África a los enfermos de ébola me remito.

Su gesto tiene un enorme valor simbólico que es preciso subrayar. En primer lugar deja en evidencia la insensibilidad con  la que la Unión Europea - marchito Premio Nobel de la Paz - y sus países miembros se han tomado el drama humanitario de los refugiados, el más grave desde la Segunda Guerra mundial. Pero lo más ejemplarizante de la decisión de Médicos sin Fronteras es que deja con las vergüenzas al aire a los fariseos que creen que entregando dinero a las ONGs para que asuman las responsabilidades que les corresponden a ellos se cubre el expediente y hasta se puede presumir en los foros internacionales de solidaridad con los pobrecitos sirios que huyen de la guerra en su país. Sonora y contundente bofetada en una cara muy dura, la de una Unión Europea en caída libre y puede que irreversible.