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Sablazo fiscal con aroma machista

El versátil refranero afirma que presumir en exceso de una virtud es señal inequívoca de carecer de ella. A Pedro Sánchez se le suele llenar la boca de transparencia pero le produce alergia practicarla. Ahora se han conocido sus planes para eliminar la reducción fiscal cuando los matrimonios hacen la declaración conjunta del IRPF. Esta fórmula reduce en 3.400 euros la base imponible y beneficia a más de dos millones de familias en las que solo hay un perceptor de rentas y el segundo, sobre todo mujeres, o no trabaja o cobra muy poco. En caso contrario, la declaración conjunta no compensa fiscalmente. 

Mujeres que prefieren que las mantengan sus esposos

Diga lo que diga ahora el Gobierno, lo cierto es que la medida figura negro sobre blanco en el opaco plan de reformas remitido a Bruselas a cambio de los 140.000 millones de euros de ayudas comunitarias por la pandemia. El Ejecutivo la justifica alegando que la reducción "desincentiva" el trabajo de la mujer y ahonda la brecha de género. Se puede deducir de esa explicación que el Gobierno más progresista y feminista del mundo cree que hay demasiadas mujeres que no trabajan porque les viene mejor quedarse en casa esperando que sus mariditos les lleven el sueldo y haciendo cálculos de lo que se ahorrarán con la declaración conjunta del IRPF. Si esto no atufa de lejos a machismo rancio no imagino qué puede oler peor. Sin embargo, el silencio de la ministra de Igualdad lleva a suponer que comparte que el Gobierno del que forma parte considere a esas mujeres como holgazanas mantenidas por sus esposos. También a ella se le puede aplicar el refrán de presumir y carecer.

EFE

Se comprende que Sánchez tenga que dorar la píldora de este asalto fiscal, pero que también use para ello la perspectiva de género, que ya vale para un roto y para un descosido, se da de bruces con la realidad. Ni siquiera es original, puesto que ya aparece en un informe de la AIReF en el que también se refleja que esa reducción es acorde a las rentas de las familias beneficiadas. No hay que ser un hacha para darse cuenta de que lo que hace salivar al Gobierno no es la brecha de género, sino los 2.400 millones de euros anuales que según la AIReF podría recaudar si acaba con la reducción fiscal. Expertos en fiscalidad califican la medida de regresiva y discriminatoria, ya que penaliza fiscalmente a familias de ingresos bajos y medios respecto a situaciones de divorcio, separación o viudedad. Se calcula que un hogar con un solo perceptor verá incrementada la factura de Hacienda entre 646 y 1.020 euros si desaparece la reducción fiscal. Además, es también un agravio comparativo frente a los hogares monoparentales, formados sobre todo por parejas de hecho, que disfrutan de una reducción fiscal de 2.150 euros a la que el Gobierno no hace alusión. 

Silencio en la izquierda salvo una honrosa excepción

Si todo esto fuera cosa de un Gobierno de derechas o "neoliberal", como dicen algunos indocumentados, estarían ardiendo Roma y Constantinopla a la vez. Pero la izquierda española actual sabe esconderse muy bien cuando la metedura de pata la comete un gobierno de su cuerda, presuntamente furibundo feminista y defensor de la progresividad fiscal para que paguen más los que más tienen. La única voz crítica que se ha escuchado en la izquierda es la de Íñigo Errejón afeándole a Sánchez el hachazo en la cartera de las familias en medio de una crisis como la actual. Aunque esa crítica le honra, seguramente también le preocupa que la propuesta se conociera a dos días de las elecciones madrileñas, con los posibles efectos negativos para las opciones de la izquierda. Si revelar el plan en la prensa afín en la recta final de la campaña no ha sido una nueva pifia del Maquiavelo en jefe de La Moncloa, conocido como Iván Redondo, solo queda la opción del fuego amigo contra Gabilondo, el candidato socialista al que su propio partido se ha empeñado en reventarle la campaña por vaya a saber usted qué intereses tan opacos como el famoso plan. 

EFE

Sea lo que fuere, el Gobierno ha recogido velas a la vista del aluvión de críticas. Ahora dice que será un comité de expertos -otros que también se utilizan para un roto y un descosido - los que propongan si se suprime la reducción fiscal y, en ese caso, en qué plazos, algo que tampoco se aclara en los papeles remitidos a Bruselas y ante los que ni la Comisión Europea sabe ya qué pensar. Hasta el punto de pedirle transparencia a España y que publique el documento, en el que seguramente hay más sorpresas ocultas de las que el Gobierno ha tenido a bien no decir nada a los españoles. El problema es que pedirle transparencia a Sánchez es como exigir que las ranas críen pelo, sencillamente no forma parte de su ADN político y es perder el tiempo. Al presidente se le da mucho mejor hacerse propaganda presentando una decena de veces el mismo plan adornado con grandes lemas publicitarios, pero del que en realidad los españoles no sabemos casi nada concreto. Y encima lo llama de "resiliencia", cuando somos los ciudadanos los que de verdad necesitamos con urgencia un plan de resiliencia pero para resistir a este Gobierno.