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Oscar Peterson, el hombre que hablaba con el piano

A los amantes del jazz no les descubriré nada nuevo hablándoles de Oscar Peterson. A los que no lo son basta con decirles que estamos ante uno de los mejores pianistas de jazz de todos los tiempos, aunque algunos de sus críticos han dicho de él que emitía "demasiadas notas". No diré aquello tan socorrido de que para gustos se hicieron colores, pero creo que se equivocan: el toque de Peterson, de sólida formación clásica, es de una delicadeza casi imposible de encontrar en otros pianistas de jazz, su musicalidad probablemente no tenga parangón y su swing hace que cuando le escuches te arrastre sin remedio a mover los pies. En los temas lentos, la dulzura y la profundidad de Peterson son inigualables pero en los rítmicos tampoco tiene rival: su estilo es como el agua de una fuente, cristalino y vivaz. 

Se codeó con los mejores pianistas de jazz de todos los tiempos, empezando por el gran gran Art Tatum, del que fue gran amigo. Con el guitarristas Herb Ellis y el bajista Roy Brown formó uno de los tríos de jazz más famosos de la historia y en su dilatada trayectoria acompañó a cantantes de la talla de Ella Fiztgerald o al gran Count Basie. No siempre llevó de buen grado tantos años en la carretera: en un documental confiesa su pesar por no haber podido contemplar cómo sus hijos fueron creciendo mientras él estaba de gira por cualquier rincón del mundo. Cuando le ves tocar, tarareando la melodía que va surgiendo de sus dedos con esa cara de felicidad, es inevitable pensar que disfrutaba realmente de lo que hacía. 

Sufrió por esa ausencia del hogar familiar pero se recuperó, y a pesar de la embolia que sufrió, siguió tocando porque era lo único que sabía hacer, porque lo hacía como nadie y porque era reclamado en todas partes. Creó incluso una cátedra de estudios de jazz que lleva su nombre en la universidad de York, en Toronto, por la que aparecía de vez en cuando para susto y admiración de sus alumnos. 

Fue un bromista empedernido, amigo leal de sus amigos que amó la música por encima de todas las cosas hasta su fallecimiento en diciembre de 2007. Ha dejado un inmenso legado de grabaciones y conciertos que les invito a explorar. Este extraordinario pianista canadiense es el protagonista de este nuevo post dedicado a la música.

Que lo disfruten...



Jazz para abrir fuego

A los melómanos siempre nos apetece escuchar música, pero el fin de semana ese deseo se intensifica, por lo menos en mí: tiene uno menos obligaciones y más predisposición a dedicarle tiempo a esta bendita maravilla. Así que vamos allá: no soy aficionado de un solo género, ni siquiera de dos. Amo la música clásica, el jazz, el rock and roll, el bolero o el tango. Tengo una expresión con la que siempre respondo cuando me preguntan qué música me gusta: cualquiera que sea buena, digo. 

En mi opinión solo hay dos tipos de música, la buena y la no tan buena. Claro que ahora podríamos entrar en largas disquisiciones sobre qué se puede considerar buena música y música no tan buena. No lo voy a hacer pero sí voy a decir que, al menos para mí, buena música es aquella que es capaz de transmitir a través de los sonidos y de las palabras sensaciones y emociones mucho más profundas que el simple gesto de mover los pies o tararear un estribillo durante horas y días. 

Dicho de otro modo, el principal requisito que le exijo a la música para que merezca la pena ponerse a escucharla es cierto nivel de complejidad sonora y que la letra, de haberla, sea mínimamente elaborada o pensada para personas adultas. No quiero decir con ello que no pueda disfrutar con músicas no tan buenas, pensadas únicamente para mover los pies o tararear estribillos más o menos pegadizos. En cierto modo, hay una relación entre el estado de ánimo y la música que apetece escuchar en cada momento y que todos hemos experimentado en numerosas ocasiones.

Pero aquí hablamos de "escuchar música", es decir, de intentar concentrarnos en lo que escuchamos y no solo de movernos con el impulso de un determinado ritmo. Como no quiero meterme en un jardín en esta primera entrada de la nueva etapa del blog, lo mejor será ir ya al grano. El jazz será el primer género que suba al blog en estos post dedicados a la música y la primera joya que les presento es "So What", con el gran Miles Davis a la trompeta.

 Espero que lo disfruten. Hasta la próxima.