Vuelve el PSOE y sigue Rubalcaba

Exultantes están hoy los socialistas, por lo menos los dirigentes del partido, después de que Alfredo Pérez Rubalcaba proclamara ayer urbi et orbe que “el PSOE ha vuelto y es imparable”. Menos lobos, dirán algunos y tendrán razón. Mucho le falta aún al PSOE para asegurar que "ha vuelto" y que “es imparable”. Desde luego, de la Conferencia Política del fin de semana no se desprende esa sensación por muy comprensible y legítima que pueda ser la voluntad del líder de arengar a los suyos para que levanten de una vez el ánimo y se echen a las calles a mezclarse con las plataformas y los movimientos ciudadanos que llevan años batiéndose el cobre en solitario, antes incluso de que el PP llegara al Gobierno.

Y es ahí en donde falla el chute de euforia que Rubalcaba ha querido inyectarle a los suyos, en la autocrítica. Claro que difícilmente puede haber tal cosa en alguien que formó parte de un Gobierno que tuvo el dudoso honor de inaugurar los recortes que ahora le atribuye en exclusiva al PP, si bien es verdad que la derecha ha profundizado y perfeccionado aquella política que Zapatero ya aplicó en mayo de 2010 “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”. Y vaya si le costó a él y a su partido: la travesía del desierto le está costando.


Pero lejos de mirarse al espejo y reconocer que ya no es el líder que el PSOE necesita si de verdad aspira a ser “imparable”, Rubalcaba parece haber optado por seguir liderando la organización con la que se estrelló en las últimas elecciones más por deméritos propios que por méritos ajenos. Ahora anuncia su vuelta sin aclarar adónde se había ido ni por qué y lo hace con una amalgama de propuestas en donde hay de todo un poco pero, sobre todo, cosas ya muy oídas y cosas que el PSOE no hizo cuando gobernó: una profunda reforma fiscal, el blindaje de los servicios básicos, la regeneración a fondo de la vida pública, la democratización interna de las fuerzas políticas o la revisión de los acuerdos con la Iglesia Católica; por no hablar de las tensiones territoriales de las que en buena medida es responsable el PSOE y sobre las que la Conferencia Política ha pasado de puntillas para no empañar la foto de la unidad.

Aunque Rubalcaba ha conseguido aplazar por algún tiempo el debate sobre primarias en las que él parece listo para volver a competir, el balance del cónclave del fin de semana es a todas luces insuficiente como para proclamar con tanto énfasis que “el PSOE ha vuelto y es imparable”. Para que tal cosa ocurra hacen falta auténticas ideas de renovación y cambio, autocrítica y una amplia democratización interna que no pasa sólo por el hecho de que cualquier ciudadano pueda votar en las próximas primarias.

Y, a partir de ahí, alguien que no sea rehén de su pasado y con el carisma y la credibilidad necesarias para recuperar los vínculos rotos con el decepcionado electorado socialista. Las frases redondas pueden ser garantía de titulares muy gordos en los medios de comunicación pero no atraen confianza ni votos por sí solas.

Rubalcaba recibe

Rubalcaba tiene invitados este fin de semana a comer. A grandes rasgos, los comensales pueden dividirse en dos grupos. De un lado los que van a comer de su mano y de su plato y de otro los que van comerle el terreno político, ya bastante mordisqueado. Los primeros ven en él al hombre llamado a volver a enfrentarse a Rajoy en las elecciones de 2015 y que digan misa las encuestas del CIS “adobadas con mucho picante”, según chispeante frase del propio Rubalcaba. Creen que, a pesar de cuatro ministerios, una vicepresidencia y 20 años de diputado, en Rubalcaba aún hay fuerzas suficientes para otro embate electoral con la derecha rampante y sin nadie capaz de decirle zape por ahora.

Enfrente están los hombres y mujeres que ya no ocultan sus aspiraciones y que, después de meses de perfil, ahora quieren mirar de frente. Ahí están Patxi López, Susana Díaz, Pagés o Carme Chacón, ésta última con ganas de enjugarse por fin aquellas lágrimas apenas contenidas de la última contienda entre ambos y a la que Rubalcaba le ha dirigido un piropo envenenado: “Inteligente. Bueno, es un poco excesivo. Tenaz”.

Luego están los que añaden candela al fuego, caso de Felipe González, que nada se juega porque está de vuelta de todo pero que disfruta como un niño travieso repartiendo tortas bendiciones a partes iguales. El ex presidente emula a Aznar y le mete el dedo en el ojo a su aventajado discípulo Rubalcaba: “Es la mejor cabeza política de España, pero tiene una crisis de liderazgo”. Y a renglón seguido remata con un golpe de derecha: “Con Rajoy no hay crisis de liderazgo porque nunca lo tuvo”.

Con estos estimulantes prolegómenos comienza hoy en Madrid la Conferencia Política del PSOE en la que la dirección no quería ni oír hablar de primarias sino de ideas, pero en la que es mucho más probable que se hablé más de las primeras que de las segundas. Hacen un esfuerzo los responsables de la Convención para adelantarnos algunas de las iniciativas que piensan poner en práctica nada más desalojar a Rajoy de La Moncloa y reiteran que es el momento de recuperar el terreno perdido y resucitar la moribunda socialdemocracia en vez de ponerse a debatir ya sobre nombres para liderar esta contraofensiva por la izquierda.

Va a ser que no y, en ese caso, el PSOE volverá a perder otra oportunidad para convencer a los ciudadanos de que una vez de vuelta al poder en el Gobierno nacional sabrá qué hacer para que este país recupere los niveles de bienestar que, con la excusa de la crisis, ha deteriorado hasta límites insospechados la derecha ultraliberal. Es cierto, como dice Felipe González, que Rubalcaba sufre una crisis de liderazgo, pero es más cierto aún que la verdadera crisis, la que más debe preocupar al PSOE, es la de las ideas para hacer frente a cuestiones de tanto peso como las tensiones territoriales, el desafecto político, la corrupción, el deterioro de los servicios esenciales o a la pérdida de soberanía a mayor gloria de los mercados y sus agentes.

Ilusionar de nuevo al electorado con un proyecto político coherente, a la altura de las exigencias de los tiempos, capaz de encontrar sinergias en la sociedad  sin perder las señas de identidad y nítidamente diferenciado del de la derecha es su gran reto. Si al final todo se sustancia de nuevo en una batalla por el sillón de mando ni siquiera hará falta ponerle pimienta a las encuestas, ni pimienta ni sal.

Curazao, tierra de piratas

Admito que tenía dudas sobre por dónde caía Curazao, no sabía muy bien si por el Índico o el Caribe. Habrá que achacárselo a la perversa LOGSE aunque, por suerte, ahí está la Wikipedia para paliar tanto fracaso escolar – José Ignacio Wert dixit. Descubro así que Curazao está en el Caribe y que se independizó de Holanda en 1966. Sus playas son de finísima arena blanca y aguas cristalinas de color turquesa y son famosos sus licores de vivos tonos. Se habla allí un idioma local, el papiamentu, pero también holandés, inglés o español, dado el origen multicultural de su población.

Curazao, el Paraíso Perdido
Puede que fuera este detalle idiomático lo que hizo que varios empresarios y directivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo eligieran Curazao para gastarse el dinero ahorrado después de muchos años de esfuerzos y servicios a clientes y accionistas. Lástima que el juez Gómez Bermúdez, que investiga el agujero de la CAM, haya decidido que, antes de viajar a tan paradisiaco lugar, tal vez deban pasar una temporada a la sombra de una prisión española para que luego, y en su caso, el bronceado bajo las gráciles palmeras de Curazao luzca en todo su esplendor.


Desde luego, si logran salir con bien de esta, tendrán dinero más que suficiente para terminar sus días a la sombra de los cocoteros bebiendo cócteles de ron o uno de esos licores de colorines. Dice Gómez Bermúdez que entre los exdirectivos y empresarios con ellos conchabados a los que podría enviar al solárium colectivo de la prisión, amasaron en total unos 31 millones de euros y defraudaron más de 40 a la Hacienda Pública, y eso solo a través de operaciones inmobiliarias en el Caribe, dónde si no.

El juez sólo les imputa delitos contra la Hacienda Pública, falsedad documental y contable, administración fraudulenta y apropiación indebida, evidentemente pecata minuta. La CAM es una de las perlas cultivadas más brillantes del collar de chorizos que adorna a la banca española desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. La Caja de Ahorros del Mediterráneo, otro juguete roto del PP valenciano como la radiotelevisión autonómica, fue intervenida por el Banco de España en julio de 2011 y se supo entonces que el agujero de sus cuentas superaba los 1.100 millones de euros.

Eso no le impidió comprarle dos días después a la Generalitat valenciana pagarés por 200 millones de euros al 4,75% y es que, los negocios son los negocios. Del mismo modo, no dudó en financiar megalómanos proyectos del PP valenciano como la Ciudad de las Artes de Valencia, la Ciudad de la Luz en Alicante o Terra Mítica, el chasco de todos los chascos. 

Sus directivos, entre los que se encuentra uno de los que Gómez Bermúdez sospecha que tenía hecho el petate para largarse a Curazao, se pagaron generosas prejubilaciones por importe de casi 13 millones de euros pocos días antes de la intervención del Banco de España. Mientras, los miembros del Consejo de Administración silbaban mirando al tendido y cobraban 1.000 euros por asistir a reuniones en las que ni veían ni oían ni hablaban. Tal vez solo pensaban en Curazao, en sus viejas leyendas de piratas y en la botella de ron.