Días de vino y queso

En una rueda de prensa  organizada por su peor enemigo de imagen pública y de la que aún debe de estarse arrepintiendo, un apenado presidente de REPSOL dijo hace poco en Canarias que la “mala suerte del ministro Soria es ser natural de estas Islas”. Aludía así Antonio Brufau al amplio rechazo institucional, político y social que han generado en el Archipiélago las formas con las que el ministro decidió nada más llegar al cargo que su tierra natal tenía que convertirse a la fuerza y contra viento y marea en un nuevo Kuwait, sólo que sin chilaba, babuchas ni turbante, y todo ello a mayor gloria de la transnacional presidida por el ejecutivo catalán.

De connivencia entre REPSOL y el ministro nada de nada – dijo Brufau – y el que crea tal cosa que vaya a los juzgados. Puede que no haya tal connivencia en el sentido judicial del término pero que a Soria le ponen las plataformas y los pozos petrolíferos de REPSOL más que a un niño un caramelo parece fuera de toda duda. Lo acabamos de comprobar en las diligentes gestiones realizadas ante los gobiernos de Argentina y México a propósito de la expropiación de YPF a REPSOL por parte del Ejecutivo de Cristina Fernández.

Acabamos de saber incluso que, antes de que anoche y gracias a la mediación de Soria se alcanzara un acuerdo sobre la indemnización que recibirá REPSOL por quedarse sin su codiciado yacimiento argentino de Vaca Muerta, el ministro canario se había entrevistado en México con su homólogo de aquel país al que le entregó una carta escrita de puño y letra por Brufau en la que se recogían sus condiciones para el pacto. En este punto hay que precisar que la vela azteca en este entierro tiene causa en la participación del 10% que la petrolera pública mexicana PEMEX tiene en la española REPSOL y por tanto había que contar con el visto bueno del Gobierno centroamericano antes de cerrar nada con Argentina.

Resuelto felizmente este encargo, Soria se volcó entonces en cerrar el acuerdo definitivo con el Gobierno de Buenos Aires por la expropiación de YPF, lo que al parecer logró anoche y a plena satisfacción de Brufau. La petrolera española recibirá unos 5.000 millones de dólares por la nacionalización de YPF y PEMEX incluso podría entrar en el negocio de la explotación del yacimiento de Vaca Muerta. Todo esto lo ha conseguido Brufau con una simple carta y sin moverse de España ni tener que hacer esos largos y pesados vuelos a México o a Buenos Aires para mantener interminables reuniones a horas intempestivas con presidentes de gobierno, ministros y consejeros delegados.

Un tiempo precioso que pudo emplear, por ejemplo, para darse un salto a Canarias, que queda mucho más cerca y a mano, y dedicarse a evangelizar a los indígenas sobre los beneficios infinitos del oro negro. Gracias a las eficaces gestiones del Ministro de Industria, Energía y Turismo del Reino de España, el presidente de REPSOL se afianza incluso en el puesto ahora que sus socios mexicanos lo tenían enfilado en desacuerdo con su gestión. Un vino de Lanzarote y un queso majorero es lo menos que se merece Soria por sus cumplidas gestiones en beneficio de REPSOL.

Bárcenas nunca militó en el PP

Que la ministra de Sanidad diga como ha dicho hoy que “jamás ha visto contabilidad B en el PP” no debería de sorprender a nadie. Ana Mato tampoco sabía quién pagaba los confetis para las fiestas de cumpleaños de sus hijos, sus viajes de placer o sus coches de alquiler y, por supuesto, vio un Jaguar en el garaje de su casa y tampoco se preguntó nunca si lo habían dejado allí los Reyes Magos u otros reyes sin barba pero con bigote.

Lo que de verdad sorprende – aunque muy poco – es que tampoco sepa nada de las cuentas en b la secretaria del partido, María Dolores de Cospedal. La mano derecha de Rajoy no da crédito alguno al auto del juez Ruz en el que asegura que el PP pagó con dinero negro las obras de remodelación de la sede de Génova. Para empezar, porque el juez habla de “una cierta corriente financiera de cobros y pagos continua en el tiempo al margen de la contabilidad remitida al Tribunal de Cuentas”. ¿Se echó también mano de la contabilidad paralela para los pagos en negro a la propia Cospedal o a Rajoy, entre otros? Tal vez no tardemos mucho en salir de dudas – si es que aún las hay – una vez el juez avance en sus indagaciones.

 
Cuando Cospedal creía en las dimisiones

Ahora bien, no creo que ni siquiera un nuevo auto de Pablo Ruz en el que afirme que el presidente del PP y del Gobierno, María Dolores de Cospedal y otros dirigentes populares recibieron suculentos sobres en b influya mucho sobre el discurso de la secretaria general. Lo suyo es sostenella y no enmendalla en nombre de Rajoy, sople todo lo fuerte que quiera el viento o amenace esa corriente continua de la que habla el juez con provocar una pulmonía letal en quienes se obstinan en negar las evidencias cada vez más palpables del oscuro chiringuito contable en el PP.

De hecho, Cospedal ni siquiera parece reconocer que Luis Bárcenas fue hasta el otro día tesorero del PP y, ya puestos, ni siquiera militó nunca en este partido. ¿Bárcenas? ¿Quién es ese señor? ¿Cómo ha dicho que se llama? ¿Bárcenas? ¡Ah, no! No me suena y no conozco a nadie llamado Bárcenas, debe de ser un error porque en nuestro partido nunca ha militado nadie con ese nombre y si ese señor tiene cuentas poco claras nada tiene eso que ver con el PP. En consecuencia cabe concluir que la reciente retirada de la querella que el PP presentó contra EL PAÍS por publicar los “papeles de Bárcenas” también debe de haber sido un error.

Para el PP, el equivocado en todo este asunto es, sin duda, el juez Ruz, que ve cosas raras en las cuentas de los populares, primorosamente auditadas por el Tribunal de Cuentas y tan transparentes como una mañana de primavera. Y para demostrarlo, el PP le pedirá a la Fiscalía que le vuelva a echar un capote y que revise otra vez la contabilidad y así salimos todos de dudas, malpensados.

Incluidos los que consideramos que Rajoy tenía que haber dimitido hace mucho tiempo porque ha mentido desde el minuto uno de esta escandalosa historia y, lo que es más grave aún, por que mintió cuando a comienzos de agosto dijo solemnemente en el Congreso de los Diputados, adonde acudió casi a rastras, que su partido nunca ha manejado dinero negro. Lo ocurrido con Bárcenas y sus papeles en negro no es un “error”, como recientemente ha dicho Rajoy en una entrevista en radio, sino un delito. Y es precisamente a ese delito al que apunta el juez Ruz en su auto es a lo que tiene que responder políticamente y, en su caso, judicialmente el presidente del Gobierno y su partido ante todos los españoles.

¡Qué suerte vivir aquí!

No somos conscientes los españoles de la suerte de vivir en este país y territorios aledaños ni mostramos el suficiente agradecimiento al partido que nos gobierna desde hace ahora dos años. Sospecho que somos la envidia de medio mundo, porque ¿dónde como en España están garantizadas por los siglos de los siglos la sanidad, las pensiones, la educación, el acceso a la Justicia o las políticas sociales? Ello es posible gracias a una tenaz política de recortes, ajustes y reformas sin las cuales nada quedaría ya.

Agradezcamos pues que la reducción de las partidas presupuestarias a la Sanidad nos haya garantizado un acceso universal y de calidad a un servicio tan esencial. Que lo preste una clínica pública o privada es lo de menos ya que, como sabiamente ha dicho nuestro presidente, lo importante es que “cure rápido”. Mostremos además nuestra gratitud tras los recortes en becas y las subidas de las tasas de matrícula porque, junto a las barreras con alambradas llenas de cuchillas que trae la valiente Ley Wert, conseguirán por fin impedir el paso de los menos pudientes al sistema educativo público; todo ello hará que aquellos jóvenes que no puedan costearse estudios recurran a un mercado laboral que les espera con los brazos abiertos para ofrecerles un empleo de esclavos a tiempo completo. Sin duda, coincidirán conmigo, no hay mejor manera de de garantizar la calidad y la universalidad de la educación que disminuyendo drásticamente el número de estudiantes.
Así serán en el futuro las protestas contra la Ley Wert
El reconocimiento que merece el Gobierno por sus medidas para garantizar servicios y derechos básicos debe extenderse también a la Justicia: desde que a Ruiz – Gallardón se le ocurrió la genial idea de imponer tasas por pleitear el número de pelmazos en los juzgados se ha reducido un 40% y los jueces tienen ahora mucho más tiempo para perseguir la corrupción y los delitos de cuello blanco.

La panoplia de medidas para garantizarnos a todos un futuro lleno de parabienes se completa ahora con una espléndida ley de Seguridad Ciudadana que obligará a quienes quieran manifestarse contra el Gobierno a hacerlo en fila india ante la policía, sin chistar, con las manos en alto y el carné de identidad en la boca. Puede que sean las manifestaciones más surrealistas desde las grandes concentraciones de masas en la madrileña Plaza de Oriente para escuchar a aquel gran orador llamado Francisco Franco, pero ¿y la seguridad que transmitirán a los ciudadanos de ley y orden de toda la vida? ¿y la paz que irradiarán al mundo, que nos verá como un país obediente y respetuoso con sus gobernantes?

Eso sí, ya pueden irse preparando los que no cumplan para pagar las sabrosas sanciones que les esperan, ya sea por asuntos relacionados con la prostitución, porque hayan participado en un botellón o en un escrache, por haber mirado mal a un policía o por una sentada o una protesta frente a algún edificio público sin habérselo comunicado por escrito, en papel oficial y con veinte pólizas a la autoridad competente.

Se va a enterar por fin esa patulea de plataformas de todo tipo, sindicatos y mareas de todos los colores lo que es orden y respeto en este país en donde llevamos demasiado tiempo de relajo y molicie. Como ha dicho también con gran acierto nuestro presidente, la nueva ley “garantiza la seguridad y la libertad de todos”. Exactamente lo mismo que ocurre con los recortes en sanidad, educación o Justicia. Lo dicho: ¡qué suerte vivir aquí!