Niza: no pasarán


¿Y qué puedo decir de lo ocurrido anoche en Niza que no se haya dicho o escrito ya? Podría escribir un emotivo artículo sobre las vidas cegadas de manera irracional y sobre los ciudadanos pacíficos arrollados por un fanático guiando un camión; me podría extender varios párrafos en una sesuda argumentación del cómo, el por qué y el qué pasará ahora; o podría hacer un alegato iracundo contra la barbarie terrorista o contra la desastrosa intervención occidental en Oriente Medio o contra la incapacidad de gobiernos como el francés para integrar a sus ciudadanos de ascendencia árabe y religión musulmana. Podría acusar a Bush, a Blair y a Aznar de haber convertido a Irak en un semillero inagotable de terroristas; podría arremeter contra Rusia por apuntalar en el poder al presidente sirio mientras el país se desangra en una interminable guerra civil que expulsa a sus ciudadanos a la diáspora o a la muerte intentando llegar a Europa. 

Me podría extender en consideraciones sobre los riesgos de una dinámica basada en responder con bombas a las bombas o sobre la falta de voluntad para que los países intercambien información que permita prevenir y evitar barbaries como la de anoche en Niza. Diría que es imprescindible pero tendría que reconocer también que ningún servicio de inteligencia del mundo - ni el KGB en sus mejores tiempo - puede detectar lo que pasa por la cabeza de un lobo solitario que se ha radicalizado en la red y que quiere dar ejemplo al mundo y ganar la palma del martirio matándose después de llevarse por delante la vida de cuantos más infieles mejor. 

Todas esas cosas y muchas más podría escribir hoy; también podría colgar en mi muro de Facebook una bandera francesa con un crespón negro y decir que "todos somos franceses" o que "todos somos Niza". Podría decir que el terrorismo ataca deliberadamente por su significado político los grandes valores occidentales enarbolados por la Revolución Francesa un 14 de julio de 1789 con la toma de La Bastilla: libertad, igualdad y fraternidad. Haría un alegato inapelable sobre la superioridad moral de esos principios universales frente al fanatismo brutal y la irracionalidad de las interpretaciones religiosas llevadas al paroxismo más absoluto y asesino. 

Muchas cosas más podría escribir sobre lo ocurrido anoche en Niza pero dudo de que nada de lo que escribiera me convenciera a mi mismo o me tranquilizara demasiado. Creo que seguiría teniendo la misma sensación, mezcla de desasosiego, ira, dolor, tristeza e impotencia. Por eso no quiero escribir nada de eso, nada de lo que se ha escrito una y cien veces después de cada salvajada como la de anoche en una suerte de bucle interminable e inútil. Otros lo escribirán por mi o lo habrán hecho ya a estas horas. Puede que ese sea el objetivo de este terrorismo brutal, dejarnos en estado catatónico y sin posibilidad de pensar ni razonar. Pero lo siento, no me atrevo a sugerir qué se puede hacer, si política de tierra quemada contra el ISIS, si vigilancia y control mucho más férreo sobre quiénes se sospeche de veleidades terroristas aunque nos cueste más vigilancia y menos libertad, si mano dura con quienes no se han querido integrar en la sociedad occidental o mayores esfuerzos para que lo hagan. No sé, no tengo ninguna seguridad de que esas sean las medidas más convenientes o si habría que pensar en otras. 

Admito que no es muy optimista mi posición pero racionalmente hablando lo ocurrido anoche en Niza sólo merece repudio, asco y condena. Y, por supuesto, solidaridad y apoyo para con las víctimas, para con sus familias y para con los ciudadanos de un país golpeado de nuevo cuando más puede doler y en donde más daño puede hacer, en una de sus principales ciudades turísticas. Y el convencimiento - de eso sí que no tengo duda alguna - de que nunca jamás triunfarán los que quieren acabar con las sociedades democráticas en las que, a pesar del tiempo transcurrido y de lo descoloridos que luzcan en la actualidad, siguen alumbrando con luz propia los viejos principios revolucionarios de la libertad, la igualdad y la fraternidad con los que los fanáticos como el de Niza sueñan con acabar. Lo que sí puedo decir de Niza y de lo ocurrido allí anoche es que no pasarán. 

Apadrina un banco

En las relucientes salas en las que se reúnen los consejos de administración de los grandes bancos aún hay restos de la fiesta de ayer, confetis, botellas de champán vacías y colillas de puros de marca. El jolgorio estaba más que justificado si alguien como el abogado general de la UE, suerte de fiscal general, dice que no tienes que devolverles a los clientes el dinero que les has cobrado de más con el truco de las abusivas cláusulas suelo de sus hipotecas. Del chupinazo se han ahorrado los bancos españoles entre 5.000 y 7.000 millones  de euros, un dineral para pagar no sólo muchas y lujosas fiestas sino jugosas primas y pensiones de jubilación a sus directivos. 

El informe de este amigo de los bancos que se hace pasar en sus ratos libres por abogado general de los intereses de los ciudadanos comunitarios, tiene alguna que otra frase digna de figurar en los libros de leyes en lugar bien destacado. Me quedaré sólo con la que dice  - aproximadamente - que obligar a los bancos a devolver a sus clientes todo el dinero que les han sacado de más desde que firmaron la hipoteca con cláusula suelo, tendría efectos perniciosos en la "macroeconomía". Dicho en cristiano, tendríamos que volver a poner dinero de nuestro bolsillo para que no se hundan, como ya pasó en el rescate bancario que Mariano Rajoy se niega a decir que fue rescate y sí generoso préstamo a bajo interés y sin cláusula suelo.


Este amigo de los bancos que es el abogado general de la Unión Europea sigue a pies juntillas los pasos del Tribunal Supremo español. Esta alta magistratura patria sentenció en 2013 que las cláusulas suelo son abusivas porque impiden trasladar a la cuota mensual de la hipoteca la posible bajada de los tipos de interés. Sin embargo, tan alto tribunal precisó que los bancos sólo tendrían que devolver el dinero cobrado a partir de esta sentencia y no desde el momento en el que se firmó la hipoteca. Sentó así la churrigueresca jurisprudencia de que una cláusula puede ser abusiva durante un tiempo y dejar de serlo durante otro o que lo que es abusivo hoy ya no lo es mañana. El elemental principio jurídico de que si la cláusula de un contrato es abusiva debe declararse nula desde el minuto uno y por tanto dejar de aplicarse, saltó hecho añicos por los aires a mayor gloria bancaria. Vino a decir también el Supremo que imponer la devolución retraoactiva de las cantidades de más mangadas por los bancos a sus hipotecados clientes implicaba riesgos para el sistema económicos. Y se fumó un puro.

Entre el Supremo y el abogado general de la banca, los ciudadanos de este país y de esta Unión Europea de cartón piedra hemos sacado la conclusión de que nuestros derechos como usuarios y consumidores tienen un límite muy claro: el sagrado interés de los bancos. Así que de topar con la Iglesia hemos pasado a hacerlo con los bancos, el gran y auténtico poder fáctico de estos tiempos. Si les va mal vendrá el gobierno de turno a por nuestro dinero para inyectarles pasta en vena y cuando nos roban a manos llenas lo hacen para que el sistema económico no pete. No deberíamos quejarnos tanto y agradecerles que estén ahí velando día y noche por nuestro bienestar, así que sugiero que quienquiera que dijera aquello de que la banca nunca pierde tenga busto a la puerta de cada sucursal bancaria de este país. 

Esta sarta de decisiones jurídicos tomadas a beneficio del poderoso caballero don Dinero sólo la puede corregir ya el Tribunal de Justicia de la Unión Europea cuando dicte sentencia dentro de unos meses. Ocurre que, por regla general, el fallo tiene muy en cuenta lo que dice en su informe nuestra viejo amigo el abogado general de la banca, así que mejor no hacerse muchas ilusiones. Si por ventura le diera un aire a los jueces y por una vez en la historia  la decisión fuera contraria a los intereses bancarios, propongo lanzar una campaña de apadrinamiento para que ningún banco se quede sin protección y la macroeconomía no se vaya a hacer puñetas. No deberíamos ser vengativos sino mostrar generosidad y agradecimiento a los que tanto se desvelan por nosotros.     

Rajoy amaga con otra espantada

Convoco a los marianólogos de guardia para que a la mayor celeridad interpreten este nuevo pasaje antológico del líder: "si yo tuviera la seguridad de que fuera imposible que se me eligiera, yo abriría un periodo de reflexión y plantearía: ¿qué salida le vamos a dar a esto?".  Ahí es nada la dificultad de desentrañar el intríngulis de la frase de marras. Leída así a la carrera sugiere que Rajoy, a la vista de que no consigue hacer muchos amigos para que le dejen seguir siendo presidente, está calibrando la posibilidad de volver a decirle nones al rey si  este le llega a pedir que suba a la tribuna de oradores a defender su investidura. 

Al menos eso es lo que se supone que debe de ocurrir por cuanto es Rajoy el más votado, como él mismo y su gente no se cansan de repetir desde por la mañana a la noche. A la espera de que los expertos en el pensamiento mariano den su parecer, entiendo que Rajoy está buscando también meterle más presión al PSOE para que caiga sobre Pedro Sánchez todo el peso de la responsabilidad por tener que ir a unas terceras elecciones generales en un año. Ocurre, sin embargo, que a Sánchez le ha quitado hoy un gran peso de encima Albert Rivera tras anunciar que Ciudadanos se abstendrá en la segunda votación para que Rajoy sea presidente. Y es que el pacto que se puso sobre la mesa desde la noche electoral pasaba porque los 32 diputados de Ciudadanos se sumaran a los 137 del PP más los 5 del PNV y el de CC. 

Ahora esas cuentas se descuadran y Rajoy sólo puede contar a estas alturas  del cuento con el único y solitario voto de CC, y no es aún completamente seguro. Magro resultado para formar gobierno cuando han pasado ya más de dos semanas desde las elecciones. Y menos mal que Rajoy tiene prisa para que haya gobierno cuanto antes, algo en lo que no le falta razón dado el panorama que tenemos por delante. De no haber urgencia lo podríamos dejar perfectamente para después de verano, que hace mucho calor estos días, o ya puestos para después de Navidad. 

Lo que ocurre es que, desmintiendo la imagen proactiva de los primeros momentos tras las elecciones, el presidente en funciones ha vuelto a desplegar la misma estrategia inmovilista de la pasada legislatura: sentarse en La Moncloa a esperar que el resto de partidos se inclinen a adorarle y apoyarle sin condiciones sólo porque fue el que ganó las elecciones. Se ha vuelto a olvidar Rajoy de que no tiene mayoría absoluta y si quiere seguir siendo el presidente tendrá que ganarse el puesto a pulso ofreciendo a sus potenciales socios algo que estos puedan asumir ante sus electores. 

Lejos de eso, ha seguido Rajoy manoseando ese documento de medio centenar de páginas con cinco grandes pactos vagos que usó sin éxito en la pasada legislatura. Nadie le compra sus papeles porque carecen de concreción y porque no son creíbles sus intenciones ni sus promesas. Incapaz de negociar y ceder después de cuatro años de mayoría absoluta, Rajoy aspira de nuevo a un cheque en blanco, en especial si va firmado por Pedro Sánchez. 

Pero el líder socialista resiste la presión y reitera que no habrá abstención para que Rajoy gobierne, si bien matiza con un "a día de hoy" que en este caso deberán desentrañar cuanto antes los pedrólogos de guardia. No es mi caso pero se me antoja que lo que dice Sánchez es similar a lo de "abstención, de entrada no". De salida ya veremos si se apoya a Rajoy o se busca otra alternativa de gobierno como pide desconsolado Pablo Iglesias mientras llora sobre la leche derramada. Sólo que esta otra opción está cercana a la utopía y no están los tiempos ni los actores de este psicodrama para tales alardes de virtuosismo político.

Y me temo que no hay más alternativas de las que agarrarse para evitar otro fracaso y una situación política esperpéntica.  Signifiquen las crípticas frases de Rajoy y de Sánchez lo que signifiquen, a día de hoy lo único cierto es que no hay visos de que esto lo pueda arreglar el médico chino y no sé yo si, a la vista de la experiencia reciente, servirían de mucho unas terceras elecciones salvo para que el PP recupere la mayoría absoluta. Dicho de otro modo, si hay que votar se vota, aunque a este paso van a ser los propios responsables políticos los que terminen convirtiendo el derecho al voto en algo vacío de contenido y efectos políticos si no son capaces de interpretar el mandato de las urnas y de actuar en consecuencia.  Y en eso, el que gana unas elecciones debe asumir la responsabilidad de intentar gobernar buscando con ese fin los apoyos necesarios y no esperando de forma pasiva a que se los ofrezcan en bandeja de plata y sin pedir nada a cambio.