Lo que diga mi papá

Usted y yo necesitaríamos siete vidas como los gatos para ganar lo que gana una estrella del fútbol en un año. Corremos todos los días de un lado para otro absortos en nuestras obligaciones pero cuando llega el fin de semana se para el mundo y triunfa el fútbol. El domingo por la noche zapeamos en la radio y en la televisión para escuchar comentarios y ver goles. El lunes por la mañana, con el primer café de la semana, comienza un ritual que dura hasta el miércoles. Incluye críticas al totorota del entrenador si hemos perdido y alabanzas sin cuento si hemos ganado; no olvidamos repasar en profundidad la actuación de nuestras estrellas y las del rival y, si se nos dio mal, recordamos la familia del árbitro hasta el tercer grado de consanguinidad. El resto de la semana hasta el sábado lo empleamos en preparar la alineación, espiar al rival y hacer cálculos matemáticos sobre quiénes jugarán la Champions aunque para eso falte aún vuelta y media de competición.

No creo que lleguen a una o dos las tertulias futbolísticas de bar en las que los aficionados hablen del dineral que los adorados ases del balompié y algunos de sus directivos defraudan o evaden a Hacienda. Se me escapa la razón de tanta tolerancia social para con el escaqueo fiscal de estos señores. Sólo se me ocurre como causa que la inmensa mayoría de los aficionados está tan ofuscada que no cae en la cuenta de que, mientras ellos trabajan a destajo y cumplen con Hacienda, sus ídolos se lo están llevando crudo antes sus propias narices.

“No llegan a una dos las tertulias de fútbol en las que se hable del fraude fiscal de los futbolistas”

Ni usted ni yo, cuyos ingresos conoce la Agencia Tributaria hasta el tercer decimal, podríamos defraudar un euro a Hacienda. Los futbolistas, sin embargo, tienen derechos de imagen, el maravilloso truco del almendruco para pagar menos al fisco. Empresas ubicadas en paraísos fiscales que habitualmente son propiedad del jugador y que tributan por el Impuesto de Sociedades, gestionan esos derechos y pagan al futbolista. Este, a su vez, está obligado reflejar esos ingresos en su declaración de la renta.


La pregunta se cae de madura: ¿lo que los jugadores declaran como ingresos por derechos de imagen es todo lo que realmente ingresan a través de sus propias empresas? La respuesta, según Hacienda, es que hay sensibles diferencias y esto en la práctica quiere decir que los futbolistas pagan por Impuesto de Sociedades parte de lo que deberían pagar como IRPF, cuyos tipos son sensiblemente superiores. Aproximadamente ese suele ser el modus operandi de todos los que han sido condenados o investigados por la Hacienda pública. Y no hablamos de casos aislados y excepcionales sino de una larga lista que va desde Cristiano Ronaldo a Leo Messi pasando por Iker Casillas, Mascherano, Samuel Eto’o, Xabi Alonso, Neymar, Adriano, Piqué, Ramos o Alexis. En otras palabras, que se podría conformar un gran equipo con muchas posibilidades de ganar la Champions sólo con aquellos  sobre los que Hacienda ha puesto su atención. 

“Con los jugadores investigados por Hacienda se podría conformar un equipo ganador de la Champions”

Al ministro Montoro se le tiraron al cuello por quejarse en el Congreso de la tolerancia de los españoles con el fraude fiscal de los futbolistas. Es cierto que Montoro no es el más indicado para hablar de estas cosas después de su amnistía fiscal para que los que escondieron el dinero en Suiza lo pudieran repatriar cómodamente. Sin embargo, no le falta un punto de razón. Si usted pregunta, la mayoría de los ciudadanos echara pestes del excesivo número de políticos que hay en este país, de lo mucho que cobran y del dineral que algunos ocultaban en Suiza. Pero ni una palabra sobre lo que cobran los futbolistas ni sobre lo que dejan de pagar a Hacienda, por más que lo que ellos no pagan lo tengamos que pagar los demás.

No quiero ponerme moralista pero me pregunto cómo encaja esta orgía de millones, coches deportivos y mansiones espectaculares que exhiben los futbolistas a través de los medios con la cultura del esfuerzo y el trabajo que supuestamente deberían los padres inculcar en sus hijos. Los chicos ven en estas galácticas estrellas y en sus comportamientos y estilo de vida regalada modelos a imitar. Y no es precisamente el mejor de los ejemplos que, además, sus iconos también defrauden a toda la sociedad no cumpliendo con sus obligaciones fiscales como hace el resto de los ciudadanos, incluidos sus padres. “Lo que diga mi papá”, aquella lapidaria frase de Messi para eludir su responsabilidad por fraude fiscal, no puede ser ejemplo a seguir por los chavales ni tolerar por los padres.  

Mánchester y la razón

Tras los atentados de Mánchester alguien ha escrito  – no recuerdo quién ni dónde – que los occidentales empezamos a acusar fatiga de compasión. Tiene toda la razón. Los actos de barbarie terrorista de los últimos tiempos nos están dejando sin palabras y hasta sin argumentos. Admiro a esas personas que son capaces de hilvanar un discurso coherente después de saber que 22 inocentes, la mayoría niños y adolescentes, han volado por los aires sólo porque un fanático decidió que debía acabar con cuantas más vidas mejor, incluida la suya. Yo ya empiezo a ser incapaz de encontrar palabras para expresar las sensaciones que me producen estas masacres y creo que no soy el único. Se nos está agotando el repertorio de actos, minutos de silencio  y frases de condena, asco y repulsa y el catálogo de soluciones también acusa signos de agotamiento. 

Repetir las mismas expresiones cada vez que un descerabrado se lleva por delante unas cuantas decenas de vidas que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora errónea apenas nos sirve para tranquilizarnos temporalmente. En nuestro fuero interno no podemos sentirnos satisfechos porque somos conscientes de que sólo hemos aplicado un placebo para una grave enfermedad, la del fanatismo religioso, el peor de todos los fanatismos. Pero que se nos agoten las condenas o que la razón ya no nos alcance para comprender estos actos salvajes, no puede llevarnos a bajar los brazos y empezar a normalizar estas tragedias.

“No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror”

No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror. Ese es precisamente el objetivo de los terroristas, derrotar nuestra moral y allanar nuestras razones. Y la razón es no sólo la mejor sino la única arma para luchar contra la sinrazón y nuestra frontera más firme para la defensa de los valores de la tolerancia y el respeto. Necesitamos apoyarnos en la razón para no hacerles el juego a quienes ven en atentados como el de Mánchester la excusa perfecta para arañar votos cabalgando sobre la xenofobia y el racismo. La coincidencia del atentado en esa ciudad inglesa con la campaña para las elecciones del 8 de junio en el Reino Unido no puede haber sido casual. Su objetivo, además de cegar cuantas más vidas mejor, ha sido poner contra las cuerdas el sistema democrático y sus elementos constitutivos. A esas fuerzas políticas que braman contra los refugiados y los inmigrantes, hechos como el del lunes les sirven para alimentar sus discursos de odio al extranjero, especialmente si profesa la fe de Alá.


La razón es también la única herramienta que nos servirá para comprender por qué los estados europeos han fracasado de manera tan flagrante a la hora de integrar en la cultura occidental y en el respeto a las creencias de los demás a jóvenes nacidos y criados en nuestros países y de religión musulmana. Es tambíen la única vía para encontrar las soluciones que ayuden a reparar los graves errores y las injusticias históricas cometidos por Occidente en los países de donde proceden las familias de estos jóvenes radicalizados.

“Responder a la acción con la reacción es una salida pasajera de dudosa eficacia”

Responder a la acción con la reacción sólo es una salida pasajera y de dudosa eficacia. Sacar el ejército a las calles como ha hecho el gobierno conservador británico o como hizo también en Francia el socialista Hollande sólo sirve para transmitir una sensación de seguridad más artificial que real. Además, ningún país democrático se puede permitir luchar contra el terrorismo suspendiendo indefinidamente libertades y derechos porque estaría abdicando ante quienes se han propuesto acabar con los rasgos más característicos de la democracia.

Vigilancia y prevención policial son medidas imprescindibles pero insuficientes como ha vuelto a quedar de manifiesto en Mánchester. La acción coordinada de los países amenazados por el terrorismo sobre las causas últimas que lo alimentan y la implicación de los gobiernos para integrar en los valores democráticos a los inmigrantes de segunda o tercera generación susceptibles de caer en las redes del radicalismo, son también ineludibles. Es lo que aconsejan la razón y el sentido común frente a quienes desearían con todas sus fuerzas arrastrarnos a la ley del Talión sin importarles que todos acabemos ciegos.   

Sánchez y Cataluña: algo en lo que pensar

El independentismo catalán protagoniza un nuevo pulso con el Estado y, si bien el desafío no es nuevo, cualitativamente sí parece más grave. Puigdemont y quienes le siguen se muestran dispuestos a declarar unilateralmente  y de inmediato la independencia haya o no haya referéndum. Si lo hay miel sobre hojuelas pero si el  antidemocrático gobierno de Madrid no lo autoriza, se declara la república catalana y aquí paz y después cava. Resulta sarcástico que para justificar decisiones antidemocráticas e inconstitucionales se apele precisamente a la democracia. Por lo que se ve, para los soberanistas catalanes esa palabra y el significado que encierra vale tanto para una cosa como para la contraria.

Los planes para la desconexión catalana del resto de España ya están negro sobre blanco en un borrador de ley en el que se recogen medidas tan democráticas como poner los jueces al servicio de la Generalitat, quedarse con los funcionarios del Estado, controlar  los medios de comunicación privados y hacer del catalán la única lengua oficial de la república catalana.  El texto parece inspirado en alguna república bananera de medio pelo aunque quienes lo respaldan aseguran ser demócratas de toda la vida que se indignan si los demás no apreciamos su fino concepto de la democracia.

“Los planes para la desconexión catalana ya están negro sobre blanco”
  
Este texto, digno de los anales del constitucionalismo, lo dio a conocer EL PAÍS el mismo día en el que el renacido Pedro Sánchez se convertía en el hombre del momento: redes sociales, radios, televisiones y casi todos los periódicos le dedicaban sus mejores minutos y espacios salvo precisamente el periódico de PRISA. En este caso, su primera página la presidía un titular de los que se reserva para las grandes ocasiones con los planes del soberanismo catalán para la secesión. Y no creo que fuera por casualidad que la noticia se colocara exactamente encima de la foto de Sánchez saludando a su hinchada desde el balcón de Ferraz. Parecía como si el periódico de Cebrián, nada sospechoso de sanchista como es público y notorio, le estuviera advirtiendo al flamante líder del PSOE de que debe buscar un rato libre para pensar en la que se avecina si los soberanistas catalanes no van de farol.


 Si esa hubiera sido la intención no le faltaría algo de razón. De Rajoy ya sabemos lo que piensa sobre la independencia de Cataluña: primero la ley y si ésta no da resultados aplicamos  la ley  y, si aún así, no se resuelve el problema aplicamos otra vez la ley. Eso sí, a estas alturas de este docudrama no parece que haya otra alternativa porque la opción del diálogo hace tiempo que quedó atrás y porque dos no dialogan cuando uno no quiere. Es lo que demuestra el desdén con el que Puigdemont ha rechazado la tardía oferta de Soraya Sáenz de Santamaría para que el presidente catalán se explaye en el Congreso sobre sus planes.

Respecto a Ciudadanos no hay dudas de que se pondrá del lado del Gobierno y respecto a Podemos hay más probabilidades de que apoye a los independentistas catalanes que a la Constitución, como ponen de manifiesto los reiterados guiños de Iglesias al soberanismo catalán y su defensa del llamado “derecho a decidir”. La gran incógnita es Pedro Sánchez y el PSOE porque, como quedó de manifiesto en la campaña para las primarias, el líder socialista elegido el domingo no parece tener una idea muy clara de lo que hacer ante este órdago.

 ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

¿Sigue defendiendo Sánchez la solución federal aprobada por su propio partido en la Declaración de Granada? ¿Es partidario o contrario a que los catalanes y sólo los catalanes voten sobre la independencia de su comunidad en un referéndum sin amparo constitucional? ¿Piensa lo mismo sobre este asunto Pedro Sánchez que el primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes, Mikel Iceta? Ante un eventual escenario de hechos consumados interesa saber también si el PSOE apoyaría la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. En él se establece que “si una Comunidad Autónoma no cumpliere con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

Y lo más importante de todo: ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?