Los lunes, milagro petrolero

No hace mucho el ministro Soria se dirigió educadamente a las grandes petroleras que copan el mercado español de los carburantes y les pidió que, por favor, se cortaran un poco con los precios. Enseñó la zanahoria pero no ocultó el palo: o se avienen a razones o el Gobierno actuará. La BP, REPSOL y CEPSA le respondieron, muy educadamente también, que los "márgenes ya están muy ajustadas" pero que verían lo que se podía hacer. Es decir, le dijeron “nones”, eso sí, de muy buenas maneras. Pasados unos meses de aquel cordial encuentro entre Ministerio y petroleras, el precio de los combustibles ha seguido subiendo en globo.


Los avispados cerebros de la Comisión Nacional de la Energía han decidido ahora abrir un expediente informativo sobre el prodigioso milagro por el que las gasolineras de las tres petroleras que copan las tres cuartas partes del mercado de los carburantes, bajan los precios los lunes más del 1% y vuelven a subirlos a partir del martes hasta llegar al fin de semana, cuando los  automovilistas se sienten algo más rumbosos y miran menos lo que cuesta la gasofa. Entonces, el alza compensa con creces la bajada y vuelta a empezar. El lunes, además de ser el día de menor consumo, es también el que se usa por Bruselas para elaborar las estadísticas sobre  los precios de los combustibles en la Unión Europea. Así, las estadísticas quedan sesgadas y reflejan una realidad bien distinta de la que sufren en sus bolsillos los ciudadanos.

Desde luego, no hay que ser experto de la susodicha Comisión de la Energía para entender que el mercado de los combustibles en España, teóricamente liberalizado, funciona en régimen de oligopolio entre las tres petroleras que se comen casi todo el pastel y que están conchababas de facto para imponer los precios. Las tibias medidas del Gobierno poco han servido para corregir el descaro con lo que las grandes compañías del petróleo nos sacan los cuartos.

Para más sonrojo, el expediente informativo con el que ahora se las amenaza llega después de la denuncia del apaño de precios hecha por la Organización de Consumidores y Usuarios. Ni siquiera parece obedecer a una decisión de oficio de una Comisión Nacional de la Energía que, mientras las petroleras se lo siguen llevando crudo a costa de los que no podemos prescindir del coche, dormía plácidamente la siesta.

Con sinceridad, creo poco o nada en ese expediente por mucho que el siguiente paso sea imponerle una sanción a estos chorizos de la gasolina. En cualquier caso, no me cabe la menor duda de que con lo que se han embolsado a costa nuestra les saldrá a cuenta pagarla y ya la repercutirán luego en los precios.

La alabada liberalización de los mercados en muchos casos deviene en monopolios u oligopolios si las presuntas autoridades que en teoría deben fomentar la competencia y vigilar para que no se produzcan abusos de posición de dominio en el mercado miran para otro lado. Por eso, las eventuales sanciones que se anuncian a bombo y platillo para hacer creer que se persigue y castiga de verdad a las grandes compañías que hacen de los ciudadanos rehenes de su codicia sin límites, no pasan de ser inútiles cortinas de humo. Desde luego, no van a evitar que continuemos asistiendo atónitos al milagro de unos precios de la gasolina que siempre suben mucho más de lo que bajan o parecen bajar.

Montoro enciende el ventilador

Cualquier día de estos nos levantaremos y escucharemos aterrados que Montoro nos señala con su dedito acusador como defraudadores de Hacienda. Mejor será por tanto no criticar ni con mucha dureza ni muy alto la amnistía fiscal por la que se le coló media trama Gürtel con el innombrable Bárcenas al frente.  Señor Montoro, diga conmigo: Bár – ce – nas.

En un intento desesperado de desviar la atención del escándalo de corrupción que tiene al PP y al Gobierno acorralados, el irrepetible ministro de Hacienda lleva una temporada insinuando, lanzando insidias y predicando admoniciones y castigos terribles contra todo aquel o aquello – sea persona física o jurídica – que se atreva a afearle que le pusiera alfombra roja a los grandes defraudadores o que, simplemente, manifieste sus críticas contra los recortes. No deja títere con cabeza este sheriff fiscal, contra todos dispara: desde los actores díscolos que, según él, acampan en paraíso fiscales a los partidos políticos de la oposición a los que no cita pero apunta, a los medios de comunicación críticos con el Gobierno y ahora también a los tertulianos y creadores de opinión que no le bailan el agua a él, a su partido o al Gobierno.

Comete una ilegalidad y lo sabe  porque, además de ministro es catedrático de Hacienda Pública. No puede Montoro sembrar la duda, la insidia y la sospecha contra todos aquellos que alzan la voz para denostar sus decisiones o la política del Gobierno. Sencillamente, no puede usar la información confidencial de la Agencia Tributaria a la que por razón de su cargo tiene acceso para atacar a los no adeptos. Es, además de una ilegalidad, una desfachatez política. Lo que tiene que hacer es hablar menos – o mejor, nada – y enviar a los inspectores de Hacienda contra los defraudadores, sean estos quienes sean.

Eso sí, no debería dejar el ministro que se le pasara este ataque justiciero que le embarga en los últimos meses para empezar por su propio partido y por el que fue su tesorero durante tantos años de duro trabajo, hasta el punto de acumular 38 millones de euros en Suiza. Ya el innombrable le ha presentado varias demandas al PP - hasta he perdido la cuenta - mientras éste sigue dando largas y rodeos para no demandar a Bárcenas directamente. Prefiere en cambio actuar contra EL PAÍS y contra el autor de los papeles, que no cita, - o sea, Bárcenas - que salpican a la cúpula del partido que sustenta al Gobierno, incluido su presidente que, significativamente, no se suma a la iniciativa. De EL MUNDO, que publicó la primicia de los sobres en negro, se ha olvidado convenientemente, no vaya Pedro J. a liar más las cosas si como ha dicho uno de los firmantes de la información, Eduardo Inda, guardan un as en la manga para casos de demanda.

En cualquier país en donde el verbo dimitir forme parte del vocabulario habitual de la política, un ministro como Montoro ya habría dimitido o habría sido destituido por hacer uso para la lucha política de los datos de Hacienda. En España en cambio,  lo que se hace es amagar con hacer públicos los nombres de los grandes defraudadores fiscales, sin más precisiones técnicas y legales, con la esperanza de que las trapisondas de los demás oculten o al menos diluyan las propias. Como en el tango, en el mismo lodo todos manoseaos.

La hora de los venezolanos

La muerte de Hugo Chávez después de una larga enfermedad, cuya gravedad su propio gobierno ha gestionado con todo el oscurantismo y la torpeza de los que ha sido capaz, marca un punto de partida para una nueva etapa en Venezuela. Chávez deja un país profundamente dividido en lo político por el singular régimen que implató y sumido en graves problemas económicos. Su apuesta por destinar parte de los beneficios del petróleo a los más desfavorecidos ha permitido recortar sustancialmente las elevadas cifras de pobreza del país que, aún así, siguen siendo enormes.

Uno de los países petrolíferos más ricos del mundo sufre un descomunal déficit, inflación galopante, devaluación de moneda, carencias básicas y alarmante inseguridad. Todo ello después de 14 años de Chávez en el poder, al que llegó tras un golpe militar fracasado pero que sirvió para poner fin a décadas de corrupción política y reavivó entre los venezolanos más desfavorecidos la esperanza de un país mejor y más justo, una esperanza que aún está lejos de hacerse realidad.

Chávez se reveló poco a poco como un hombre cuyo ideario político se fue construyendo con grandes dosis de populismo, socialismo, catolicismo, autoritarismo, antiimperialismo, anticapitalismo y fanfarronería, todo ello casi a partes iguales hasta conformar un liderazgo contradictorio y errático pero efectivo e imbatible. Ninguno de estos rasgos le quedan grandes a Chávez. Con ellos, no sólo arrasó varias veces en las elecciones para despecho de una oposición impotente para hacerle frente en las urnas con éxito, sino que logró colocar tras su estela y su bandera a países como Ecuador, Perú, Bolivia o Nicaragua y, en menor medida, a Argentina o Brasil. En mayor o menor grado, todos ellos se encuentran hoy también huérfanos del líder. Para Cuba también supone un duro golpe la muerte del comandante. Su desaparición abre una gran interrogante sobre los generosos envíos de petróleo a la isla que tanto han contribuido a sostener el régimen castrista.

Sin embargo, el mayor de las interrogantes y el más trascendental se abre en su propio país, Venezuela, y entre los venezolanos. El chavismo, en ausencia del líder que lo fundó y lo impulsó con su peculiar estilo, tendrá que reinventarse sin perder las esencias. No será tarea fácil, al menos a medio plazo. Por lo pronto, en las nuevas elecciones que habrán de convocarse en el plazo de un mes es muy probable que el llanto y el dolor por el líder desaparecido avalen con creces en las urnas a Nicolás Maduro, el delfín designado por Chávez para sucederle. A más largo plazo hay no pocas dudas sobre la capacidad y el carisma de Maduro para mantener el timón del chavismo que con mano firme manejó Chávez durante década y media, incluso desde su lecho de muerte.

Otra de las grandes interrogantes abiertas tras la muerte del presidente es el papel del Ejército del que se espera lealtad a la Constitución Bolivariana y que tras la muerte del comandante se apresuró a expresar su adhesión al orden constitucional. Sin embargo, es un secreto a voces que entre los militares hay no pocas simpatías por el ex hombre de armas y actual presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, muy poco sospechoso de simpatizar con el régimen de Cuba, en donde, al contrario que Maduro, nunca ha puesto el pie.

La tercera gran interrogante abierta tras la muerte de Chávez se sitúa en el terreno de la oposición que, con el candidato de unidad Capriles al frente, consiguió en los comicios de octubre pasado avances importantes aunque insuficientes frente al chavismo. Que sea capaz de mantener la unidad y el candidato y reeditar al menos los últimos resultados electorales en un clima de duelo nacional por la desaparición del carismático Chávez es algo que también está por ver.

Sólo los venezolanos, libremente y sin ningún tipo de injerencia externa, pueden despejar todas estas incógnitas cuando acudan de nuevo a votar en las próximas semanas. En sus manos está hacer de Venezuela un país más justo y más democrático, acabar con la división política que lastra su desarrollo y su convivencia y convertirlo en un ejemplo a seguir, no por las proclamas para consumo interno y externo de sus eventuales líderes, sino por sus avances sociales y económicos en paz.