¡Ave, Pedro!

Líbreme Pablo Iglesias – el impresor, no el presentador de televisión – de cuestionar el derecho de Pedro Sánchez a nombrar su guardia de corps de acuerdo con sus preferencias y objetivos. A alguien que ha ganado unas primarias con tanta solvencia no se le puede negar que opte, si lo desea, por sentar a su mesa únicamente a sus afines. Lo que ocurre es que en política el derecho que se pueda tener a hacer algo y que convenga hacerlo no siempre coinciden.  A mí me pareció haber oído que las primarias en el PSOE servirían para cerrar heridas y tender puentes entre quienes se tiraron las rosas a la cabeza en el tormentoso Comité Federal del año pasado. Debí haberlo entendido mal porque, a la vista de la nueva dirección, no parece que se haya cerrado herida alguna y los puentes siguen tan o más rotos que antes del congreso.

 A lo mejor, lo que ha pasado es que Sánchez se está curando en salud y lo que quiere precisamente es que los puentes sigan rotos para que nadie caiga en la tentación de volver a enseñarle la puerta de salida de Ferraz. Con todo, que los barones territoriales y quien obtuvo el 40% del apoyo de los militantes no tengan presencia en el núcleo duro del partido es una decisión cuando menos arriesgada para su cabeza, además de cesarista. Nadie debería rasgarse las vestiduras si Sánchez la pifia por tercera vez consecutiva en las primeras elecciones que se le presenten y los ancianos de la tribu le hacen juicio sumarísimo y dictan de nuevo sentencia de ostracismo contra él.

“Tenía entendido que las primarias servirían para cerrar heridas y tender puentes"
A esa dirección afín de la que Sánchez se ha rodeado en este congreso le ha encargado el líder socialistra una tarea cuando menos próxima a la ciencia ficción política: pergueñar un acuerdo con Podemos y Ciudadanos para desbancar al PP de las instituciones. No se le puede negar a Sánchez ser un hombre de ideas fijas e incluso obsesivas a las que vuelve con insistencia por más que se dé de bruces una y otra vez contra la dura realidad. Pensar en sacar al PP del Gobierno – algo para lo que Mariano Rajoy y los suyos han hecho méritos más que sobrados – sería una loable y legítima causa si cuadrara la aritmética parlamentaria y encajaran los programas de gobierno de los eventuales protagonistas de la alternativa con la que sueña Sánchez.


Ni una ni otra cosa se dan y, por lo tanto, el empeño sólo puede conducir a la melancolía.  O lo que es peor, de darse un posible apaño numérico, llevaría a una situación de inestabilidad política que a muchos haría añorar la tranquilidad del bipartidismo.  No sólo no sale la suma sino que ni Pablo Iglesias – el presentador de televisión, no el impresor – ni Sánchez tienen programa alternativo alguno que encajar más allá de hacer tabla rasa con la herencia popular. Y llamar a eso construir una mayoría alternativa al PP, francamente, es abusar del lenguaje. Por lo demás, las amistades que quiere cultivar Sánchez a su izquierda le pueden enajenar el apoyo del centro y centro izquierda y no garantizarle en cambio que aquellos votantes a los que ahora corteja no prefieren el original a la copia sobrevenida por las circunstancias.

“Lo de la nación de naciones es como el misterio de la Santísima Trinidad”

Aunque para amistades peligrosas y arriesgadas las que Sánchez quiere hacer con su creativa fórmula constitucional de la plurinacionalidad o “la nación de naciones”, a elegir la que sea más fácil de pronunciar. El objetivo es evangelizar a los ariscos independentistas catalanes con la verdad revelada por el propio Sánchez sobre la esencia de España y sus naciones varias, cuyo número y rasgos característicos aún desconocemos. Hasta ahora uno era capaz de imaginar poco más o menos qué es y cómo funciona un estado federal de los muchos que hay repartidos por esos mundos de Dios y en los que no hay naciones sino estados federados, como su propio nombre indica.

Como bien ha dicho el constitucionalista Jorge de Esteban, España como una nación de naciones en la que el único soberano sea el pueblo español raya en lo teológico y resulta tan o más díficil de comprender que el mismísimo misterio de la Santísima Trinidad.  Pero a ver quién convence a estas alturas a Sánchez de que mezclar teología y política y poner la otra mejilla a quien ya te ha abofeteado a placer, es el camino menos adecuado para llegar a La Moncloa aunque sea dando un largo y tormentoso rodeo por Cataluña.  Sólo cabe por tanto exclamar  a una ¡Ave, Pedro: los que van a votar te saludan!

La censura, el cinismo y el descubridor de la pólvora

Con cierto fariseísmo se escandalizan hoy algunos comentaristas del cinismo político que ha presidido la fracasada moción de censura de Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy. Se necesita vivir mucho tiempo como un ermitaño en lo alto de una columna o en el desierto para rasgarse las vestiduras tras descubrir que el único objetivo ha sido cortocircuitar la leve mejoría de los socialistas tras meses en estado comatoso. Si sorprende que supuestos sagaces analistas se escandalicen ante las aviesas intenciones políticas de Podemos, no sorprende menos que el “nuevo PSOE” parezca a punto de caer otra vez en las redes embaucadoras de quien es, en gran medida, el responsable de sus calamidades actuales. La oferta del portavoz Ábalos a Iglesias para buscar una mayoría alternativa a Rajoy y los tuits que al parecer ya se han intercambiado Sánchez y el líder de Podemos para verse en cuanto pase el Congreso Federal del fin de semana vuelven a presagiar lo peor.

Y eso por varias razones. La primera porque, para la supuesta mayoría alternativa a Rajoy, los números son los mismos que había antes de que el presidente actual fuera investido gracias a la abstención del PSOE. Una vez que para Podemos el partido de Albert Rivera no pasa de ser una mera muletilla del PP y por tanto queda excluido de cualquier pacto, para llegar a los 176 votos imprescindibles para una investidura habría que juntar votos de mareas, confluencias y  nacionalistas de aquí y de allá e incluir en la suma a los independentistas catalanes. A la vista de cómo ha tratado un Iglesias peleado con el mundo a esos hipotéticos apoyos, tengo muchas dudas de que una  Oramas o un Quevedo o un PNV le dieran su respaldo. Del mismo modo, me gustaría ver cómo explicarían Sánchez e Iglesias a los españoles no catalanes que se apoyan para gobernar en quienes desprecian un día sí y al otro también  las normas comunes que obligan a todos.

“Será interesante ver a Sánchez explicando a los españoles no catalanes un eventual apoyo de los independentistas"
Cierto es que en una segunda votación bastaría con la mayoría simple pero eso sólo resuelve la parte menos complicada del problema: la gestión de gobierno. Soy completamente incapaz de imaginar cómo podría ocuparse de los asuntos de este país un gobierno cuya estabilidad parlamentaria dependiera de una constelación de votos con los más variados e incluso contradictorios intereses. A un Ejecutivo de esas características le faltarían manos, mangueras y agua para apagar los fuegos y conatos de incendio que se le declararían a cada paso que intentara dar. Eso por no hablar de la completa orfandad de ideas y de proyecto para este país que el propio Iglesias puso de manifiesto en el debate de su moción de censura, al final convertida en una cuestión de confianza que claramente perdió. Tampoco es que ande el PSOE y su nuevo líder Sánchez sobrados de ideas y proyecto de país, de modo que un eventual pacto de gobierno entre ambos sería algo así como juntar el hambre con las ganas de comer.
  

 Por lo demás, y después de lo ocurrido el año pasado, es cuando menos asombroso que Sánchez no parezca estar calibrando el riesgo político que representa ceder al abrazo de quien emplea toda clase de trucos políticos, incluso sucios, para arrebatarle la hegemonía de la izquierda. Esto es público y notorio para casi todo el mundo menos, al parecer, para Sánchez y para algún analista que ahora acaba de ver la luz  y el verdadero percal que se esconde detrás de los arrumacos y el tono conciliador de lobo con piel de cordero del líder de Podemos.

“Sánchez da muestras de estar encantado con la posibilidad de volver a cometer los mismos errores”.


Escribía el martes que Sánchez había aprendido la lección al rechazar la trampa saducea que le tendió Iglesias cuando le ofreció retirar la moción si el líder del PSOE le relevaba en la tarea de echar a Rajoy. Aunque no las tenía todas conmigo, pensaba que el reelegido secretario general tendría la paciencia suficiente para armar una buena dirección y prepararía al PSOE para convertirse en alternativa creíble al PP y verdadero referente de la izquierda frente al aventurerismo y las frases huecas. Me desdigo por completo: a la vista de lo dicho en las últimas horas y ante el escenario que se empieza a configurar, creo que Sánchez no sólo no ha aprendido absolutamente nada de sus errores sino que está encantado con la posibilidad de repetirlos más pronto que tarde. Y mientras, algunos descubriendo ahora la polvora y hasta la rueda de molino.     

Popular: el extraño caso del banco zombi

Una semana después del chollo bancario del año se acumulan las preguntas sin respuesta. ¿Cómo es posible que un banco que hace no mucho tiempo valía 19.000 millones de euros se vendiera al precio de la chuche de un chino?. Esa es la principal pero hay muhas más. El Popular arrastraba problemas de ladrillo que se han valorado en más de 36.000 millones de euros, de sobra para lastrar cualquier balance. Lo que no se ha aclarado es la razón por la que otros bancos que también sufrían indigestión inmobiliaria consiguieron superarla y el Popular no. Con las cuentas de este banco y con la operación que lo ha convertido en una nueva perla del collar bancario de Ana Patricia Botín, continúa habiendo más confusión que claridad. 

El ministro de Economía, Luis de Guindos, compareció este lunes en el Congreso con la supuesta intención de aclarar las dudas pero no aclaró prácticamente ninguna. El mismo ministro que a mediados de abril decía que el Popular era estable y solvente lo ha calificado ahora de banco zombi. Todo un récord para un banco que en apenas mes y medio haya conseguido pasar de ser una joya del sistema financiera a un detritus con un agujero del tamaño del triángulo de las Bermudas valorado  entre menos 2.000 y menos 8.000 millones de euros. Y eso después de haber aprobado los famosos test de estrés realizados el año pasado por la Autoridad Bancaria Europea que, a lo que se ve, ese día optó por el aprobado general.

“Luis de Guindos se cuida por todos los medios de que no se le sitúe en la escena del crimen”


El mismo de Guindos que en abril loaba al Popular – se supone que con conocimiento de causa de lo que decía -  se cuida ahora mucho de que no se le sitúe en la escena del crimen. Si le preguntan qué entidad financiera examinó al paciente la noche de la venta dice que no lo sabe; si la pregunta es por qué se le dio el visto bueno en los test de estrés recuerda que esos exámenes los organiza la Autoridad Bancaria Europea y para la falta de vigilancia y diligencia sobre la salud del Popular  remite al Banco de España, al Banco Central Europeo y a la Comisión del Mercado de Valores. Él se quita ahora de en medio y le pasa el mochuelo a organismos a los que, es verdad, cada día parece quedarles más grande el calificativo de supervisores.


El Banco de España sí que parece un banco zombi con buena parte de las competencias sobre el sistema financiero en manos del Banco Central Europeo con sede en Frankfort. Y en cuanto a la Comisión del Mercado de Valores, responsable último de las ampliaciones de capital del Popular, también hay que exigirle explicaciones por no suspender la cotización a pesar de que se hundía a ojos vista en la bolsa. Una pasividad que contrasta poderosamente con la agilidad con la que ha prohibido ahora durante un mes las operaciones especulativas sobre Liberbank. ¿Se estaba dejando caer al Popular para encontrarle comprador a precio de saldo? ¿Qué papel jugó en la tormenta perfecta que se desató en torno al banco en sus últimas semanas de vida su propia cúpula, encabezada por Emilio Saracho, un hombre vinculado durante años al Santander? ¿Por qué la auditora PwC cerró y abrió al poco tiempo las cuentas de 2016 para pedir más provisiones? Preguntas que, junto a otras muchas, requieren respuestas y una investigación a fondo, técnica y judicial, de las maniobras que han rodeado la operación.
  
“Las preguntas sobre los tejemanejes en el Popular requieren una investigación técnica y judicial”


Sólo una cosa aclaró de Guindos en su comparecencia en el Congreso: que ha habido varias comunidades autónomas – Canarias entre ellas, según se ha sabido después – ayuntamientos y empresas públicas que sacaron el dinero del Popular antes de que fuera demasiado tarde. Se supone, según la explicación del ministro, que debido a la rebaja de la nota que le daban las agencias de calificación al banco y no a ningún tipo de tráfico de información privilegiada interinstitucional. Las consecuencias de la operación que ha convertido a Ana Botín en la reina bancaria patria están aún por escribir. Empezando por la posibilidad, aún no descartada del todo, de que termine costando dinero al bolsillo público y continuando por la drástica contracción de la competencia bancaria, con sus perversos efectos sobre el crédito y los servicios financieros para familias y empresas.  

Puede haber también miles de puestos de trabajo afectados y hay 300.000 accionistas e inversores que no se van a quedar de brazos cruzados y a los que desde el primer momento se les repite sin cesar el mantra de que lo han perdido todo y que de nada servirá reclamar. Si así fuera dudo mucho de que el Santander les hubiera lanzado hoy mismo un cable al anunciar que estudiará de qué manera les compensará. Es muy probable que la entidad presidida por Ana Botín esté intentando parar a tiempo la avalancha de pleitos judiciales que se le puede venir encima, contribuyendo a deteriorar un poco más si cabe la merecida mala fama de los bancos españoles. Estas maniobras bancarias en la oscuridad, que tanto recuerdan a lo ocurrido con Bankia, son un baldón más sobre la credibilidad de un sistema financiero en el que, de nuevo, parece haber primado un cierto compadreo de capitalismo de amiguetes mezclado con una clara falta de diligencia y supervisión.