Montoro necesita vacaciones

Creo que aparte de mí no hay otra persona en España que necesite más unas vacaciones que Cristóbal Montoro. El ministro de Hacienda está pasando un mes tan horribilis que ni tiempo ha tenido de relajarse leyendo su último bet seller recientemente publicada en el BOE: Presupuestos Generales del Estado, edición de 2017. Han sido semanas de sinsabores sin cuento que comenzaron con el bofetón constitucional a su graciosa amnistía fiscal a la que él, hombre de verbo fácil aunque atropellado, siempre llama “regularización fiscal”. De aquellos lodos le cayó hace unos días la reprobación de la mayoría de Congreso que tiempo ha venía con ganas de hincarle el diente en la yugular. En esta ocasión no ha podido parapetarse Montoro detrás de la mayoría absoluta del PP y poner en marcha el ventilador contra los partidos de la oposición. La minoría del Gobierno ya no da para prepotencias y desplantes y Montoro lo está aprendiendo en sus propias carnes. 

Por eso ha tenido que guardar en un cajón la chulería con la que solía despreciar las quejas de las víctimas de sus medidas de control del déficit. Tanto es así que después de pretender volver a endilgarle a las comunidades autónomas la ley del embudo fiscal que dispone lo estrecho para ellas y lo ancho para el Estado, no le ha quedado otra que rectificar. Para ello se ha vestido de trilero y ha echado mano de los cubitos para sumarle una décima al déficit de las autonomías que le ha restado al de la Seguridad Social. ¿Dónde está la bolita?  Según Montoro en que, como los sueldos van a subir hasta las estrellas el día menos pensado, el incremento de las cotizaciones compensará el recorte. 
“Montoro ha tenido que guardar la chulería y aliviar el yugo del déficit” 
Pero, como este hombre es un as de los números, aún le ha quedado margen para prometerle a Ciudadanos una rebaja del IRPF de las rentas más bajas y la exención de ese impuesto para los mileuristas. Montoro, al que las rebajas fiscales sólo le gustan cuando hay elecciones cerca, ha tenido que tragarse también ese sapo para que presuma Albert Rivera. No podrá alegar Rajoy que su ministro de Hacienda no hace toda suerte de contorsiones para conseguir que socialistas, nacionalistas y Ciudadanos den el “sí” cuando la próxima semana se discuta en el Congreso el llamado techo de gasto, primer paso para que el año que viene el ministro pueda volver a publicar en el BOE. Aunque la clave no está sólo en aliviar el objetivo de déficit sino en algo tan oscuro y técnico como la llamada regla de gasto. Se trata del método por el que se calcula el porcentaje que una administración autonómica o municipal que ha hecho sus deberes fiscales y que incluso tiene superávit puede destinar de sus ingresos a inversión o a servicios básicos.


Montoro tiene esa sartén bien agarrada por el mango y, salvo que ceda también en la interpretación de la bendita regla, la décima de más en el déficit puede quedar en un espejismo. Al ministro es al menos que se le escapa que España está vigilada de cerca por Bruselas, cansada de que año sí y año también el país incumpla el sacrosanto objetivo de déficit. La cosa es ir trampeando para salir del paso y cuando toque rendir cuentas ya veremos qué excusa damos o cómo lo arreglamos. Si en lugar de anunciar rebajas fiscales y tarifas planas en años de elecciones hubiera acometido la imprescindible reforma fiscal que necesita este país y se hubiera modificado el sistema de financiación autonómica, Montoro no tendría que andar sumando ahora dos y dos con la esperanza de que el resultado sea tres. 
"Para colmo de males se le ha aparecido también el fantasma político de Soria"
Por si todos estos quebraderos de cabeza no fueran suficientes, Montoro también se ha tropezado esta semana con un fantasma político que seguramente creía bien enterrado y amortizado: José Manuel Soria. A través de EL MUNDO, su periódico de cabecera, el ex ministro canario del petróleo ha amagado con unas memorias más explosivas que las de Bárcenas. En ellas hay una cuenta en Suiza, una madre muerta y un chivatazo de Montoro a Rajoy que llevó al probo ministro de las eléctricas a dimitir. Según esta versión blanqueada de su renuncia, la misma no tuvo nada que ver con sus papeles en Panamá sobre los que mintió entonces como miente ahora para cobrarle a Rajoy a través de Montoro el escarnio de haberlo dejado caer. Si a eso le añadimos la serie de informaciones publicados hace unos días en ABC, periódico bien conocido por su cercanía a Podemos, en la que se habla con todo detalle de una empresa fundada por Montoro que asesoraba a compañías eléctricas de postín, es fácil concluir que el esforzado ministro de Hacienda merece unas largas vacaciones, indefinidas a ser posible. 

Poder con Podemos

A ver si soy capaz de llegar al final sin bostezar porque el asunto de este post es de los que hastían. Después de las elecciones locales de mayo de 2015 Podemos consiguió por primera vez en su corta historia acceder al poder en algunas instituciones importantes. Pero no lo consiguió en solitario sino gracias a pactos de gobierno con otros partidos, es decir, mediante alianzas en las que los socios se ponen de acuerdo en lo que les une y aparcan lo que les separa. Hasta ahí y en teoría todo bien. Aunque la experiencia en instituciones como el ayuntamiento de Madrid daría para un tratado podemita completo,  me centraré sólo en Canarias para hacer más llevadero el trance.

Aquí la formación morada se incorporó a los gobiernos del Cabildo de Gran Canaria y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. En el Cabildo, el presidente Antonio Morales prefirió apoyarse en Podemos que en el único consejero de CC con el que también hubiera sumado mayoría absoluta. Además de algunas coincidencias programáticas, el cálculo electoral para aislar por completo a CC y el refuerzo que Podemos le confería a la mayoría absoluta del grupo de gobierno seguramente fueron decisivos también para preferir esa opción. Y ello a pesar de que en las negociaciones previas, la dirección de Podemos – enfrentada ya con parte de sus propios consejeros – hizo lo imposible por bloquear e imposibilitar el acuerdo.

“Morales asumió el riesgo y se ha pasado dos años apagando los incendios de Podemos”

Pero Morales no atendió a las señales y el resultado han sido dos años apagando fuegos un día sí y al otro también en detrimento de la gestión de los problemas de la isla. Hasta que un día, de la noche a la mañana, se despertó con la mitad de los consejeros de Podemos que tenía el día anterior y sobre los que siguieron con él recayó de inmediato el sambenito de tránsfugas. En estas trifulcas internas se han ido una buena parte de los esfuerzos y del tiempo de estos dos años de mandato en el cabildo de una isla que requiere mucha más gestión y soluciones que las vistas hasta ahora y muchos menos juegos florentinos.


En el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, en donde la gestión del grupo de gobierno no ha ido tampoco mucho más allá de pasear el megaproyecto de la metroguagua de punta a punta de la ciudad, la nota ha sido en cambio una cierta estabilidad política al menos de puertas afuera. De puertas adentro es conocida la inquina fenicia que el portavoz de Podemos en el consistorio Javier Doreste y la ex líder del partido, Mery Pita, se profesan mutuamente. Sin embargo, esas malas relaciones políticas no habían interferido hasta ahora en la gestión municipal como ocurrió en el Cabildo entre Pita y su enfant terrible Juan Manuel Brito.
“Quien pacte con Podemos deberá aprenderse y recitar su credo de memoria”

Hasta que ha llegado Noemi Santana, la sucesora y continuadora de la labor de Pita, y hemos vuelto a las andadas. Santana ha amenazado hoy con romper el pacto en el Ayuntamiento si Nueva Canarias, uno de los socios, no rechaza en Madrid el techo de gasto para los Presupuestos Generales del Estado del año que viene. Por decirlo de otro modo: Santana pone contra las cuerdas la estabilidad y la gestión del gobierno municipal de una ciudad de 400.000 habitantes sólo porque uno de sus socios de gobierno no vota lo que ella y su partido quieren en un ámbito político completamente distinto del municipal.

Ignoro si Santana cumplirá su amenaza pero, si nos atenemos a lo que ha ocurrido en el Cabildo, tal vez debería el alcalde Hidalgo irse preparando para lo peor. Una cosa sí parece clara y deberían tenerla en cuenta aquellas fuerzas políticas que en el futuro pretendan lleguen a acuerdos con Podemos: estarán obligadas a ver la realidad en blanco y negro y a aprenderse y recitar de memoria el catecismo podemita, cuyo primer mandamiento es claro y tajante: o conmigo o contra mi. No caben medias tintas ni legítimas estrategias políticas propias ni autonomía alguna que valga a la hora de tomar decisiones de partido. Todo eso hay que dejarlo en la puerta y plegarse sin condciones al credo de Pablo Iglesias o correr el riesgo de ser expulsado a las tinieblas exteriores. Que se lo vaya apuntando Pedro Sánchez para su ansiado mayoría alternativa.  

Referéndum ilegal y a la carta

No sé cómo terminará – si es que termina – el órdago independentista catalán. Sin embargo, a cada paso nuevo que dan sus impulsores, más me convenzo de que el final no será feliz. Ese último paso ha sido la presentación hoy mismo de una ley de referéndum ad hoc con la que se intenta lo imposible constitucionalmente hablando para amparar la consulta del 1 de octubre. A la vista de las reseñas periodísticas, el texto conocido hoy es un monumento a la ilegalidad constitucional con un amplio repertorio de medidas manifiestamente antidemocráticas. Inconstitucional porque, por  mucho que el papel aguante todo lo que le echen y escriban en él, esa ley de referéndum choca de frente con lo que establece la carta magna sobre consultas populares.

Presentarla además como una ley “suprema” que se impone a cualquier otra norma que se le enfrente – la Constitución – es de matrícula de honor en derecho constitucional.  Y es antidemocrática no sólo porque ignore y pretenda imponerse a una Constitución que sí lo es y que sí fue refrendada por una amplia mayoría del pueblo español, incluido el catalán, porque ni siquiera se molesta en fijar un mínimo que dé validez al resultado. Es perfectamente posible que vote por ejemplo solo el 40% del censo y bastaría con que la mitad más uno diga “sí” a la independencia para que el resultado se considere válido.
 “La ley de referéndum catalán es un monumento a la ilegalidad constitucional”

Sin solución de continuidad y apelando a un supuesto derecho a decidir que sólo existe en la imaginación de quienes impulsan el referéndum, esa decisión se convertiría en declaración unilateral de independencia antes de las 48 horas siguientes a la celebración del apaño refrendatario que los independentistas acaban de parir. Y todo esto en un clima de revueltas internas, con consejeros críticos con el referéndum purgados por el presidente Puigdemont y socios como el PdCAT literalmente “hasta los huevos” de ser ellos los que paguen los platos rotos. En medio, pillados entre dos fuegos, funcionarios de ayuntamientos y otras instituciones que a día de hoy se deben a la administración general del Estado y a los que la Generalitat pretende convertir en rehenes y cómplices a la fuerza de su ilegalidad.


Cuando se ignoran los problemas pensando que el tiempo todo lo cura suele ocurrir que se complican, se multiplican y se enquistan. Eso es lo que está pasando con el “problema catalán” y la postura que ha mantenido ante él en los últimos años el PP. Mariano Rajoy, al que la estrategia de no hacer nada y esperar a que pase el mal tiempo le ha dado buenos resultados en otros ámbitos, ha intentado aplicar la misma técnica con Cataluña y sólo ha conseguido que lo que empezó siendo mar de fondo esté a punto de convertirse en galerna.

Después de enviar el estatuto catalán al Constitucional para que lo afeitara a conciencia en un fallo que según algunos juristas no hay por dónde cogerlo - véase lo que dice el profesor Muñoz Machado al respecto en su libro "Vieja y nueva Constitucion" (Ed. Crítica) - el líder del PP se ha limitado durante años a esgrimir el cumplimiento de la ley para responder a los embates del soberanismo catalán. Durante ese tiempo no ha dado ni un solo paso digno de ese nombre para encontrar una salida política a un problema que es, ante todo, político por más que se empeñe en verlo única y exclusivamente desde la óptica judicial.  
“Mariano Rajoy apenas tiene ya otra alternativa que la judicial después de años despreciando cualquier otra” 

Tampoco puede el PSOE, aún hoy el principal partido de la oposición, presumir de una postura definida y coherente en este asunto. Dependiendo de si el viento soplaba por la izquierda o por la derecha o de las relaciones con los socialistas de Cataluña, ha ido de la defensa de la unidad nacional consagrada en la Constitución a esa genialidad del diseño político de última hora llamada la “nación de naciones“ y la “plurinacionalidad”. 

Sin embargo es sobre los hombros de Rajoy sobre los que recae en estos momentos la responsabilidad de actuar ante la convocatoria de un referéndum ilegal amparado en una parafernalia normativa igual de inconstitucional. Lo que vaya a hacer sólo él lo sabe aunque es improbable que se aparte del monólogo judicial que ha caracterizado su discurso sobre Cataluña en los últimos tiempos. En realidad, a estas alturas no parece que le quede ya ninguna otra alternativa que no sea la judicial a la vista de la gangrena del problema a la que ha contribuido de manera tan eficaz después de años desdeñando cualquier otra salida.