Un pleno superfluo

Hasta donde alcanza mi memoria, el pleno que hoy ha celebrado el Parlamento de Canarias ha sido uno de los más superfluos de cuantos han tenido lugar en esa cámara legislativa en los últimos tiempos. Sus señorías podrían haberle ahorrado el gasto al erario público y haber dedicado las casi tres horas que duró a tareas más fructíferas para los ciudadanos. Claro que poco se puede esperar de un parlamento en donde, por desgracia, los debates políticos acostumbran a tener el vuelto rasante de las gallinas y las decisiones que se adoptan suelen distar mucho de cambiar la realidad de estas islas. 

Y eso que el pleno de hoy tenía carácter extroardinario y debía servir para esclarecer la situación política de las islas, pero ni por esas ha justificado en lo más mínimo la expectación despertada a raíz de su convocatoria. Al final y a la vista del resultado, lo mismo da que da lo mismo que lo hayan forzado algunos de los partidos de la oposición y de que presuman por ello o que lo haya solicitado también el Gobierno y el único partido que a fecha de hoy lo apoya. Nos vamos como llegamos y para ese viaje no hacían falta estas alforjas.

Si lo que la oposición quería escenificar con el pleno de hoy era que Fernando Clavijo ya no tiene mayoría en el Parlamento lo podría haber resuelto de manera mucho más económica empapelando el hemiciclo con las tropecientas declaraciones en prensa de unos y de otros o difundiendo por la megafonía de la cámara los centenares de entrevistas en radio y en televisión de las últimas semanas.


Con todo, puede que algunos vean ahora el inmediato futuro político canario algo más claro aunque a mi me parece que lo que ya estaba claro antes del pleno no se ha oscurecido y lo que estaba oscuro no se ha aclarado. Claro estaba antes y ahora que los únicos apoyos con los que cuenta CC para mantenerse en el Gobierno después de romper con el PSOE son el Partido Popular y la Agrupación Socialista Gomera. La única diferencia es que los populares se hacen los remolones y demoran el “sí, quiero”, mientras el líder de la formación gomera ve en la debilidad del presidente una oportunidad como tal vez no se le vuelva a presentar en mucho tiempo de obtener rédito presupuestario para su isla.

Para quien lo quiera ver, parece también bastante claro que la fantasmagórica moción de censura contra Clavijo no pasa de ser un mero trampantojo del PP que pretende ocultar lo que en realidad persigue: hacerla inviable imponiendo a los socialistas una condiciones inasumibles para estos. PSOE, NC y Podemos pueden seguir desgañitándose y pidiendo a Clavijo que se someta a la cuestión de confianza pero es evidente que pierden el tiempo y las fuerzas si no son capaces de convencer al PP para que se sume a una moción de censura y además hacen presidente a Antona.

En consecuencia, cualquiera que siga con un mínimo de atención los recovecos de la enrevesada política canaria sabe que el verdadero objetivo del PP no es censurar a Clavijo sino sentar a CC a la mesa de negociación para arrancarle un acuerdo que refuerce la posición de Asier Antona ante los suyos cara al próximo congreso regional de los populares. Falta por determinar si el acuerdo será de apoyo parlamentario o de coalición de gobierno y ese es el único aspecto de la cuestión que después del inútil pleno de hoy sigue estando igual de oscuro. Pero eso es sólo cuestión de tiempo que se esclarezca y es también seguro que no será necesario esperar mucho.

Marchando una de financiación

En contra de su costumbre, Mariano Rajoy ha invitado a comer. No digo que sea de la Cofradía del Puño pero, más allá del polvorón navideño con el PP y algún percebiño de vacaciones a Galicia, el presidente parece ser un hombre de rosario y comida en familia. Para variar, esta semana se ha soltado la coleta – perdón por el modo de señalar – y ha invitado a almorzar en el Senado a los presidentes autonómicos. Faltaron el catalán y el vasco, a los que no consiguieron seducir los encantos políticos de Sáenz de Santamaría para que cambiaran la butifarra y el marmitako por el menú de la cámara alta. A los que acudieron se les sirvieron zarandajas como merluza y rosbif, aunque el gran plato de entullo y el que más espinas tenía fue el de la financiación autonómica.

Aclaro para los de letras que hablamos del dinero que necesitan las comunidades autónomas pero que pocas tienen en cantidad suficiente para atender como es debido la sanidad, la educación y las políticas sociales de las que son responsables. Los cronicones de la Villa y Corte y los propios protagonistas pregonan que la reunión “se desarrollo en un clima de cordialidad”, lo que debe signficiar que nadie le clavó a nadie un tenedor por la espalda, se hurgó los dientes con un palillo o se sonó en las servilletas del Senado.

Que Rajoy se haya mostrado ahora tan espléndido obedece al menos a tres razones. La primera tiene que ver con la minoría parlamentaria de un Gobierno que en circunstancias diferentes tal vez habría dejado la invitación para las calendas griegas. La segunda está relacionada con el hecho de que esta comida tenía que haberse celebrado hace más de tres años y el propio Rajoy la había venido aplazando con todo tipo de excusas y justificaciones. La tercera – por último – es hacerle caso de una vez al presidente canario Fernando Clavijo, que no paró el hombre de mover Sevilla con Toldeo para que Rajoy se aviniera a reunirse con los representantes de unas autonomías que también y, aunque a veces no lo parezca, forman parte del Estado español.


A partir de ahí y una vez levantada la mesa, las cosas han quedado más o menos como sigue: autonomías y gobierno central se dan de plazo hasta finales de año para cambiar el modelo de financiación. Cómo será el nuevo no lo saben ni los expertos que se van a reunir para perfilarlo, pero para autonomías como Canarias convendría que fuera muy distinto del actual. Estas islas reciben anualmente unos 700 millones de euros menos de los que les corresponden para pagar la sanidad, la educación y los servicios sociales. En consecuencia, todo lo que sea mejorar esa cifra será positivo pero cuanto más se aleje la mejora de la misma será un fracaso.

Para conseguirlo, hay que hacer valer que pagar los servicios públicos en un territorio alejado y fragmentado tiene unos costes distintos a los de una comunidad continental. De otro lado, es imprescindible separar de una vez el régimen económico y fiscal de los criterios con los que se distribuyen los limitados recursos de la financiación autonómica. No será sencillo porque esa mejora dependerá en buena medida de la solidaridad de las comunidades ricas para con las pobres y ahí entramos en un terreno menos cuantificable.

Eso sin contar con que Rajoy ya le ha echado un buen chorro de agua al vino al anunciar que España aún recaudará este año 20.000 millones de euros menos que antes de la crisis. Claro mensaje a navegantes autonómicos para que olviden cualquier pretensión de obtener todo lo que piden y aquieten sus ánimos ante una negociación que será larga, tensa y farragosa y en la que las autonomías tendrán que vérselas con Montoro, hombre poco dado a las delicatessen políticas. Sin embargo, del éxito de la misma depende que, por ejemplo, la financiación de los servicios públicos que recibe anualmente un canario no sea cerca de 1.000 euros inferior a la que recibe un cántabro. Así que brindo por el éxito de la negociación y espero que si se corona con un acuerdo que deje razonablemente satisfecho a todo el mundo, Rajoy vuelva a soltarse la coleta e invite esta vez a algo menos espinoso como marisco y albariño, por ejemplo.       

Antona se estresa

Si Asier Antona conociera bien la idiosincracia isleña sabría que los canarios no nos agobiamos por dejar para mañana lo que podríamos haber hecho hoy y mañana ya veremos. La pachorra, el gofio y los potajes nos preservan de la tensión alta y sus fatales consecuencias y nos permiten vivir la vida al golpito y sin fogaleras. Antona, por el contrario, en su deseo de tocar las mieles del poder por lo civil o por lo penal, lleva un par de semanas metido en un corre corre que empieza a asustar. Hace una semana dijo aquello de que está disponible para quien le quiera hacer presidente del Gobierno de Canarias mediante una moción de censura.

Como los interpelados  - PSOE y NC - no se habían dado por aludidos, ahora les ha puesto un plazo improrrogable de dos semanas para que digan si les gusta la novia y obren en consecuencia ofreciéndole la dote. Si a pesar de la generosa oferta fuera repudiado, Antona ya tiene plan b: sentarse a negociar con el otro pretendiente – Coalición Canaria – su entrada en el Gobierno que preside el minoritario y atribulado Clavijo.


Bajemos la pelota al suelo y analicemos la situación: Antona ha puesto en almoneda su liderazgo y su programa de gobierno y está dispuesto a entregar ambas cosas a quien le ofrezca la mejor dote. Actúa como la novia que se sabe pretendida por todos y de la que todos necesitan para sus respectivos planes e intenta obtener rédito de esa privilegiada posición. Para ello transmite la idea de que le da lo mismo que el pretendiente sea feo, guapo, de izquierdas o de derechas cuando en realidad hace tiempo que le picó el ojo a quien de verdad quiere que lo lleve al altar.

Ese alguien no es otro que Coalición Canaria, que también se hace estos días el sueco y silba mirando al cielo como si la escandalera política que está montando el estresado Antona no tuviera nada que ver con la menesterosa situación en la que se encuentra el Gobierno. En este teatrillo político en el que pocas cosas son lo que parecen y en el que los actores esconden sus verdaderas intenciones, hay nacionalistas como Carlos Alonso que lloran ahora sobre la leche derramada del pacto con el PSOE e incluso hacen votos para reeditarlo sin que se le mueva un pelo de la barba.

Por su parte, en el PSOE todo son dudas e indecisión como si Ferraz hubiera nombrado presidente de la gestora del partido en Canarias al príncipe Hamlet en lugar de al ausente Rodríguez Fraga. Ganas de calzar por CC y devolverle la expulsión a Clavijo no faltan entre muchos socialistas pero hacer presidente a Antona para conseguirlo es una dote cuyo coste está fuera de su alcance.

El impaciente Antona también tiene congreso a la vuelta de la esquina y necesita tomar mucha quina Santa Catalina para llegar con fuerza a la cita en la que se juega su ser o no ser como líder de los populares canarios. Por eso exige al PSOE que pague cuanto antes una dote cuyo precio sabe impagable y quedar así liberado para jurarle fidelidad eterna al verdadero gran amor de su vida, Coalición Canaria, en cuanto las mascaritas salgan a la calle y las murgas empiecen a dar la ídem. Con suerte y si sus apuros de estos días dan el resultado apetecido, tendremos nuevo gobierno "fuerte y estable" al mismo tiempo que murga ganadora y Antona al fin podrá relajarse y descansar antes de que le dé algo con tanto estrés.