Si el peso de un ministro en un gobierno viene dado por el respaldo que encuentran sus medidas entre sus compañeros de gabinete y ante quien lo preside, cabe concluir que el peso de José Manuel Soria en el equipo ministerial de Mariano Rajoy ha quedado seriamente tocado. Soria anunció a bombo y platillo el pasado mes de julio la reforma de todas las reformas, la llamada a enjugar de una vez y para siempre el misterioso déficit de tarifa eléctrica, ese que según los expertos se genera porque los españoles de a pie pagamos por encender la luz mucho menos de lo que cuesta hacer que la corriente llegue al bombillo.
No deja de ser llamativo que el tan traído y llevado déficit no haya dejado de crecer en los últimos años, a pesar de que los españoles somos de los europeos que más cara pagamos la energía eléctrica después de reiteradas subidas que suman ya más de un 60% en los últimos años y en plena crisis económica. Lo cierto es que Soria se apoltronó en julio tras la mesa de las ruedas de prensa de La Moncloa y tras el correspondiente Consejo de Ministros anunció a los cuatro vientos que había encontrado la fórmula mágica o cuadratura del círculo para que el déficit no solo no siguiera aumentando, sino para que quedara a cero más pronto que tarde.
Consistía básicamente en que eléctricas, consumidores y Gobierno pusieran todos de su parte para acabar con el desfase. La aportación global del Ejecutivo a tan loable fin se cifró en 3.600 millones de euros y, de ellos, unos 650 se destinarían a paliar la mitad de los sobrecostes que supone generar electricidad en Canarias. Estas cantidades deberían consignarse en los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año aunque, para ir abriendo boca, los consumidores ya tuvimos que soportar en agosto otro bocado en la cartera en forma de un nuevo incremento del 3,4% en el recibo de la luz.
Aquella solución que Soria consideraba la definitiva tuvo la virtud de no gustar a nadie, ni a las eléctricas ni a los consumidores, hartos ya de ser tomados por los culpables del déficit de tarifa y, a este paso, hasta del asesinato de Kennedy. Se dijo entonces que la mejor solución es la que no deja completamente satisfechas a las partes. Se obviaba sin embargo que había alguien más que tampoco veía con buenos ojos que Soria echara mano de las arcas públicas para acabar con el déficit de tarifa. Ese alguien no era otro que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, obsesionado con que lo que hay que recortar es el déficit presupuestario ya que no hay tantos brotes verdes a la vista como para permitirse las alegrías presupuestarias de Soria.
Así que, en el último momento y casi sobre la bocina, el PP ha presentado en el Senado una enmienda a los próximos Presupuestos Generales del Estado que elimina de un plumazo los 3.600 millones de euros con los que Soria quería pasar a la historia como el ministro que acabó con el déficit de tarifa eléctrica en España. Ahora, desautorizado y ninguneado en toda regla por Montoro, es el propio ministro de Industria el que baja la cabeza y asegura que sí, que lo primero es cumplir con el tope de déficit presupuestario y el eléctrico ya veremos cómo se arregla. Dice también que la supresión de esa partida no implicará una subida del recibo de la luz, algo que probablemente ni él se cree.
Las compañías eléctricas han montado en cólera por la inseguridad jurídica que estos cambios de humor gubernamental generan y los ciudadanos, especialmente los canarios, ya empezamos a echar cuentas de cuándo nos llegará el próximo calambrazo eléctrico. Tal vez los consumidores deberíamos de echarle una mano a Soria, cuyo refulgente brillo en el Gobierno empieza a tornarse mortecino, y apagar la luz. Seguro que así conseguiríamos acabar de una vez con el condenado déficit y darle una gran alegría a un ministro en horas bajas.
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