Corrupción: nunca pasa nada

A la vista de la tormenta judicial que se abate desde ayer sobre el 13 de la calle Génova, se me ha puesto el día preguntón. Más que nada porque pasan cosas muy graves pero en realidad aquí nunca pasa nada. Vean si no: Mariano Rajoy se convierte en el primer presidente en plenitud de funciones de un gobierno de la democracia en ser llamado a declarar como testigo en un grave caso de corrupción que afecta a su partido y aquí no pasa nada. Le imputan a Ignacio González, la mano derecha de la lideresa de la derecha del país, Esperanza Aguirre, una ristra de presuntos delitos más larga que un día sin pan, y aquí no pasa nada. Y no rebobino porque estaría enumerando casos de corrupción hasta año nuevo, casos que después de conocidos e incluso enjuiciados apenas han tenido otras consecuencias que las judiciales y éstas tampoco muy duras.

"Pasan cosas muy graves pero en realidad aquí nunca pasa nada"

Lo que voy a decir a continuación no pretende exonerar a nadie de sus responsabilidades judiciales o políticas, sólo poner el foco en la primera parte de la ecuación en la que deberíamos fijarnos mucho más: los ciudadanos, que con nuestros votos seguimos renovando la confianza en quien la tendría que haber perdido para siempre si no fuéramos tan condescendientes y tolerantes con la peor lacra de una democracia. Y es en ese contexto en el que me entra la vena preguntona y me pregunto cuánta sinceridad hay en quienes responden en las encuestas que la corrupción les preocupa muchísimo.
 En su última encuesta, el Centro de Investigaciones Sociológicas detectó que la preocupación de los ciudadanos por la corrupción se había disparado.  Ignoro las causas aunque lo más probable es que se debiera a que la encuesta vino a coincidir con una tormenta de corrupción como la que ahora alcanza de lleno al PP. Es seguro que si los encuestadores salieran hoy a la calle y volvieran a preguntar por este asunto a los ciudadanos, reventaría el corruptómetro. Ahora bien, si la encuesta la hicieran dentro de unas pocas semanas seguramente el índice de preocupación se vería sensiblemente aliviado. 

"¿Por qué se nos pasa tan pronto una preocupación que debería ser permanente?"

¿Qué nos pasa? ¿Cómo es posible que seamos tan olvidadizos? ¿Por qué se nos pasa tan pronto una preocupación que debería ser permanente hasta conseguir que los corruptos rindan cuentas de sus actos ante la Justicia y ante los ciudadanos?  Será la Justicia la que determine si Mariano Rajoy es un santo varón desde el punto de vista judicial pero desde el punto de vista político es cuando menos responsable de haber estado en Babia mientras sus más estrechos colaboradores se llenaban los bolsillos. Si es tan corto como para no haberse enterado de la trama que se urdió ante sus mismas barbas es que nunca debió haber sido dirigente del PP y, por supuesto, mucho menos presidente del Gobierno.

Ahora bien, lo grave de verdad es que una mayoría de ciudadanos de este país confiara de nuevo en alguien que ya no merecía confianza ciudadana alguna.  Obviamente, lo que digo vale tanto para Rajoy y el PP como para cualquier otro partido con corruptos en sus filas a los que los ciudadanos siguen renovando la confianza por mucho que lo hagan con la nariz tapada y mirando hacia otro lado. No veo cómo se puede mejorar la calidad del sistema democrático mientras los ciudadanos de este país no asumamos que la solución contra el latrocinio de lo público está en nuestras manos y que de nosotros y de nadie más depende que de una vez empiece a pasar algo.

Guineo presupuestario

Por los Clavos de Cristo y el Señor de la Burrita imploro humildemente al Gobierno y a los partidos políticos que cesen cuanto antes el bombardeo presupuestario al que nos están sometiendo desde hace una semana. No sé ya dónde meterme para esquivar el diluvio de millones que como una plaga bíblica nos ha caído encima desde que Montoro se personó en el Congreso de los Diputados con un pen drive y un power point infectado de cifras y porcentajes. Ni siquiera se han aprobado aún las cuentas y tampoco es tan seguro que se aprueben y ya estamos repicando las campanas y vendiendo pieles de oso un día sí y otro también. Cuando era joven e indocumentado pensaba que los números eran el no va más de la objetividad y que dos más dos nunca podría ser cinco o tres. A estas alturas a las que ya no soy joven y sólo soy un poco menos indocumentado no me sorprende demasiado que a los políticos la suma les de cero, catorce y hasta veinticinco.

Por ceñirnos a Canarias, si uno escucha al Gobierno descubrirá que el trato que reciben las islas en los Presupuestos del Estado de este año es supercalifragilístico y si escucha al PP verá que es, además, espialidoso. Ahora bien, si quien habla es la oposición que no ha estado en el Gobierno o la que estuvo hasta el otro día lo que escuchará es que esas cuentas son la peste negra, el cólera y la malaria, todo a la vez ¿No estará la verdad en el justo medio como dicen que dijo el filósofo? Que desde un punto de vista general y desde un punto de vista territorial canario estos presupuestos son mejores que los anteriores parece evidente; que no son todo lo mejores que deberían para paliar casi siete años de recortes y ajustes en aras del déficit, también es evidente.

Es muy probable, por no decir seguro, que había margen para otros presupuestos con otras prioridades más atentas a las secuelas sociales de la crisis por lo que al marco general se refiere. Por lo que hace a Canarias, la mejora es notable en varios aspectos pero no borra ni compensa suficientemente los sucesivos años de olvido deliberado y trato injusto para con las islas por parte del Gobierno central de Rajoy. En resumen, un presupuesto público no es otra cosa que el reflejo de una determinada situación política en una coyuntura económica concreta.Con Rajoy en minoría y necesitado de amarrar, entre otros, los votos de los nacionalistas canarios para sacar adelante las cuentas, lo lógico es que por fin se cayera de un guindo y viera la luz.

Si, además de eso, hay una cierta mejoría de la situación económica que le permite ser algo más rumboso con quien hasta ahora sido tan tacaño, a nadie le puede  extrañar su nuevo disfraz de rey mago. No hay más misterio en ese cambio de actitud ni responde a una conversión repentina del presidente  a la ultraperifericidad de Canarias que hasta ahora le había importado exactamente un comino. Respecto a los críticos con las cuentas de Montoro, hay dos motivaciones básicas. Podemos las rechaza porque no hacerlo sería portada hasta en el New York Times y el PSOE hace lo propio porque no está el horno socialista como para apoyar  las cuentas de Rajoy después de la que se ha armado en el partido por haberse abstenido para que fuera presidente. 

Una cosa más quiero pedir: que cesen también de una vez, por respeto a la inteligencia de los ciudadanos, las interpelaciones del Gobierno y del PP a lo parlamentarios canarios de otros partidos para que apoyen estas cuentas so pena casi de excomunión y destierro. Quienes hacen tal petición deberían preguntarse en voz alta por qué apoyaron en su día los presupuestos estatales anteriores si eran tan malos para Canarias. Demegogias, las justas.    

¡Capitán, mande firmes!

Es costumbre vieja en España canonizar a los muertos que hemos crucificado en vida. Cuando alguien desaparece de la faz de la tierra no tardamos en elevarlo a los altares y hacernos lenguas de sus virtudes y bondades. Tal vez sea la excepción que confirma la regla pero tengo para mi que en las reacciones y valoraciones con motivo del prematuro fallecimiento ayer de Carme Chacón predomina la sinceridad. Puede que en algunos casos sea algo más forzada que en otros pero me parece – o al menos eso quiero creer – que no hay doblez ni hipocresía en ninguna de ellas. Y no debería haberla porque la política socialista fallecida ayer con tan sólo 46 años de edad, demostró valentía y carácter en donde cualquier otra personas afectada por el mismo problema de salud que ella padecía tal vez se hubiera retraído y echado atrás.

Esa valentía junto a la pasión y la firmeza con la que defendió sus convicciones políticas sin renunciar al diálogo y al entendimiento con quienes no pensaran igual que ella, la hacen merecedora de las condolencias sinceras y sentidas por parte de quienes fueron sus rivales políticos además de por sus propios compañeros. Carme Chacón no era una advenediza en busca de medrar para conseguir un cargo público, sino alguien que sintió y vivió la política como una manera noble y honrada de servir a los demás. De otro modo no se entendería su temprana afiliación a las Juventudes Socialistas con sólo 16 años,  iniciando así una carrera política que la llevó a convertirse en la primera mujer española en poner firmes a los militares de este país, con toda la carga política y simbólica que eso implicaba.


Se escribió mucho en su momento sobre si su nombramiento para el Ministerio de Defensa fue uno de los habituales golpes de efecto de los que gustaba José Luis Rodríguez Zapatero y sobre cosas como si su decisión de pasar revista a las tropas en avanzado estado de gestación fue una pose para la foto. Tanto da si fue o no con esa intención porque, de hecho, los chistes, chascarrillos y burlas machistas con los que se recibió por parte de algunos su nombramiento para dirigir la política de defensa, pusieron de manifiesto la necesidad que tenía este país de que una mujer pudiera mandar sobre los militares sin que nadie se removiera en su tumba ni apelara a conceptos casposos como la virilidad o la hombría.  

Junto a su paso por el Ministerio de Defensa, el otro hecho que marcó su carrera política para siempre fue sin duda su derrota ante Alfredo Pérez Rubalcaba en la disputa por la secretaría general del PSOE. Puede que me equivoque pero siempre he tenido la sensación de que Chacón nunca superó del todo haber perdido aquella suerte de primarias por sólo 22 votos de diferencia frente a su rival. Lo cierto es que a partir de ahí pareció dar un paso a un costado hasta que el año pasado renunció a ir en las listas socialistas para las elecciones del 26 de junio y optó por incorporarse a un bufete de abogados de Madrid.

Aunque sea hacer historia contrafáctica, es muy probable que el PSOE actual fuera otro si en aquella pugna con Pérez Rubalcaba hubiera sido ella la ganadora. Sin embargo, entonces – y puede que también ahora – el aparato pudo más que su fuerza y su convicción para liderar a los socialistas españoles. Con su retirada de la primera línea de la política perdió el PSOE un valiosísimo activo y con su desaparición ayer es el país quien pierde a una mujer valiente que con aquel famoso y emblemático ¡capitán, mande firmes! trazó un antes y un después en la lucha por la igualdad en España.