Estimada ministra
de Sanidad: permita que la llame Dolores dado que mi don de lenguas no me da
ni para el catalán en la intimidad. De manera inopinada apareció usted en el
gobierno de Rajoy allá por noviembre y el impacto de su designación duró lo que
un par de tertulias en radio y en televisión. Agotado por los tertulianos el
filón de la cuota catalana y el guiño a quienes resisten ente el empuje
soberanista, su estrella mediática se apagó hasta el pasado diciembre.
Poco antes de
la Navidad se descolgó con un anuncio que ya hizo sonar los primeros
timbres de alarma: se revisarán y ampliarán los tramos de renta de los
pensionistas para que copaguen más por los medicamentos. Sólo dijo entonces que
se establecerían dos nuevos tramos de renta que se sumarían a los tres ya
existentes pero no precisó en cuánto se incrementaría el copago en cada uno. El
espíritu Navideño que por esas fechas nos embarga a todos aparcó el asunto un
par de semanas hasta que volvió usted a las andadas el pasado lunes en una
emisora, catalana por más señas.
Dijo allí algo que no es exactamente lo mismo que había dicho antes: que se revisará lo que copagan los pensionistas con rentas anuales entre 18.000 y 100.000 euros. Es verdad que no dijo usted que la revisión tuviera por objetivo subir la cuantía del copago de los pensionistas, pero permita de nuevo que me ponga en lo peor y deduzca que ese y no otro es el fin que se persigue. Lo cierto es que ese anuncio ha encendido todas las luces rojas y se le han echado a usted al cuello desde casi todos los ámbitos políticos, sociales y sanitarios. Hasta el punto de que se ha visto usted obligada a desdecirse en las redes sociales para, a las pocas horas, volver a decir en televisión que habrá revisión del copago.
Ignoro si se ha encomendado usted al presidente Rajoy antes de lanzar este globo sonda de manera – y perdón por el modo de señalar – bastante confusa. A estas alturas, cuando según el Gobierno del que forma usted parte ya no falta nada para que volvamos a amarrar los perros con longanizas, hablar de copago es como mencionar las tijeras en casa del recortado. Aquella de 2012 fue una medida injusta se mire como se mire y lo que usted debería hacer es derogarla sin tardanza ahora que ya se supone que las vacas están engordando. Recuerde que esos pensionistas a los que usted les quiere “revisar” el copago han contribuido durante toda su vida laboral al sostenimiento del sistema en función de sus retribuciones y por tanto deberían quedar exentos de copago alguno por las gotas, el jarabe y las pastillas para la tensión.
Por eso, pretender
justificar ahora el aumento del copago con el argumento de la progresividad
como si habláramos del IPRF es falaz y está fuera de lugar. Por no hablar del
hecho de que habrá comunidades autónomas que rechazarán el incremento y
tendremos a pensionistas que lo pagan y a otros que no, con lo que la igualdad de
condiciones entre los españoles para acceder a la sanidad pública seguirá
siendo solo un bonito lema.
Pero lo que
más me ha llamado la atención han sido unas palabras suyas de hoy mismo en las
que pide que no se alarme a los pensionistas. Llevó todo el día dándole vueltas
y mirando a mi alrededor y sólo encuentro a una persona que haya alarmado a los
pensionistas: usted, señora ministra, con sus confusos globos sonda. Anímese y
aclárenos de una vez qué piensa hacer y por qué con el copago farmacéutico de
los pensionistas. Y, sobre todo, haga que su nombre de pila no sea una
premonición de las consecuencias de su gestión al frente de la sanidad pública. Suyo
afectísimo.
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