Del PSOE, un
partido políticamente postrado, empiezan a surgir señales de actividad cerebral.
Este fin de semana hemos percibido dos: un comité federal en el que no ha hecho
falta la presencia de la fuerza pública y un aspirante a líder – Patxi López - que ha sido el primero en poner la cara para
que le empiecen a dar cachetones. El Comité eligió sin grandes discrepancias las
fechas del 17 y 18 de junio para lo que debería ser casi un congreso de
refundación de la socialdemocracia española, hecha unos zorros de unos años a
esta parte. Ello ha sido posible en gran medida gracias a Javier Fernández, “el
hombre tranquilo” que bajó de Asturias a poner paz en medio del guirigay al que
Pedro Sánchez había conducido a los socialistas españoles.
Si no
pacificado del todo, Fernández sí ha conseguido que se haya serenado el debate
interno y que las posiciones de unos y de otros se hayan atemperado respecto al
bochornoso comité federal de octubre y días previos y posteriores. Como máximo
responsable en estos momentos del principal partido de la oposición, el político
asturiano está demostrando habilidad para caminar por el delgado alambre que
supone poner el interés general por encima del partidista sin renunciar a la
crítica al gobierno del PP.
Su
responsabilidad ahora es conducir a un PSOE aún muy malherido al congreso de
junio previas primarias en mayo y hacerlo procurando que el imprescindible debate no
degenere de nuevo en el insulto y la descalificación del compañero de partido y
sin embargo enemigo político como ocurrió en octubre. No está escrito en ningún sitio quién será el
líder o la lideresa que tendrá que asumir las riendas del partido a partir de
junio, aunque el panorama se ha despejado en buena medida a raíz de la decisión
de López de dar un paso al frente.
Para empezar,
su candidatura merma considerablemente e incluso lamina las posibilidades de
Pedro Sánchez de volver a la secretaría general. Salvo una parte de la
militancia y unas decenas de cargos públicos, hasta los pocos barones que le
apoyaron en su órdago final antes de dejar la secretaría le han dado la espalda
en las últimas horas. Aunque eso no le impida postularse confiando en el
respaldo de los militantes, no parece que lo que el PSOE necesite para remontar
el vuelo sea quedar de nuevo bajo la dirección de alguien que lo condujo a los
peores resultados electorales de sus historia en democracia y lo dejó
profundamente dividido y enfrentado.
La tercera en
discordia, Susana Díaz, no ha dado aún el paso de postularse pero no hay muchas
dudas de que lo dará en cuanto se garantice respaldos suficientes entre los barones, tal vez algo descolocados en estos momentos por el anuncio de López. Que
López esté haciendo de liebre de Díaz para que la andaluza llegue con fuerza
suficiente y en solitario a la secretaría parece descartado si hemos de creer
en la sinceridad del aspirante vasco. Cómo él mismo ha dicho hoy en una
entrevista, un “apaño” para que no sean necesarias primarias sería una falta de
respeto a la militancia y ahondaría aún más la crisis interna.
López tiene
experiencia de gestión y suficiente
carisma dentro y fuera del PSOE como para postularse con garantías de éxito a
la secretaría socialista, siempre y
cuando sea capaz de defender un proyecto renovado que ilusione a la
militancia y a los electores. Lo que
parece fuera de toda discusión es que las primarias de mayo y el congreso de junio
pueden ser la última oportunidad del PSOE para renacer de sus cenizas y volver
a ser un partido de gobierno o convertirse en un partido marginal en vías de
extinción. La única forma de evitarlo es centrándose en los proyectos y en las
ideas y no cayendo en un nuevo debate sobre nombres y barones que, dada la
situación del partido y el nuevo escenario político, sería sencillamente suicida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario