Cláusulas suelo:¿solución o burla?

El Real Decreto aprobado hoy en Consejo de Ministros para agilizar la devolución del dinero de las cláusulas suelo de las hipotecas tiene poco de solución y mucho de burla a los afectados por la avaricia de los bancos. Es precisamente a los bancos a los que esta presunta solución extrajudicial les resuelve el problema mientras que a los consumidores los convierte en rehenes suyos. Es necesario recordar que la sentencia publicada el 21 de diciembre de 2016 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligaba a los bancos a devolver todo el dinero cobrado por las cláusulas suelo abusivas desde la firma de la hipoteca.

Aquel fue un sonoro bofetón judicial al Tribunal Supremo español que, en mayo de 2013, antepuso el interés de los bancos a los derechos de los consumidores al establecer que las entidades sólo debían devolver lo cobrado a partir de esa fecha. Sin embargo, una cierta ambigüedad en la redacción de la sentencia comunitaria abrió la puerta por la que no tardaron en colarse algunas entidades. El fallo no precisaba con exactitud si todas las cláusulas suelo son abusivas o sólo aquellas que un juez declare como tales. El Banco Sabadell no tardó en responder que las cláusulas suelo de sus hipotecas eran más transparentes que el agua y por tanto no ha lugar a devolución alguna.

Esa rendija se ha convertido hoy en puerta abierta de par en par con el Real Decreto del Gobierno. Según se establece en el mismo, los bancos solo están obligados a informar a sus clientes de que tienen derecho a reclamar la devolución del dinero pero no se les obliga a devolverlo, en contra de lo que establece la sentencia europea. El mismo Banco Sabadell ha reiterado hoy que no hay cláusulas suelo abusivas en sus hipotecas, de lo que se deduce que ni siquiera informará. Como esa entidad podrían hacer las demás si lo desearan y ahorrarse así el engorro y el gasto correspondientes. Las que lo hagan deberán informar a los clientes de cuánto dinero se les va a devolver, lo que de facto convierte al autor del delito en el ejecutor de la sentencia por el que fue condenado.

Banco y cliente tendrán tres meses para cerrar un acuerdo y, si no lo alcanzan, el usuario podrá acudir a la vía judicial. Por el camino le aguarda una legión de bufetes de abogados ansiosos estos días por quedarse con una parte del pastel de 4.000 millones de euros. Si en el pleito obtiene más de lo que le ofreció el banco las costas serán para este pero si obtiene lo mismo o menos los gastos correrán de su bolsillo. Con la monserga de evitar un colapso judicial, el Gobierno empuja a los ciudadanos a convertirse en rehenes de los bancos y de sus triquiñuelas para intentar devolver menos o a ser posible nada de lo que cobraron de forma abusiva.

Si el problema es que la Administración de Justicia no es capaz de asumir una avalancha de reclamaciones, lo que el Gobierno debe hacer es dotarla de los medios para que cumpla su función constitucional de garantizar la ejecución de las sentencias judiciales como la de las cláusulas suelo. No es de recibo que se traspase esa función al ámbito privado de las relaciones desiguales entre los bancos y sus clientes porque no hay que ser adivino para saber cuál de los dos tiene la de ganar.

Desde el punto de vista político es inexplicable que este engendro de solución extrajudicial cuente con el respaldo del PSOE y de Ciudadanos que, encima y junto al PP, no han parado de presumir estos días de lo fácil, rápido y barato que les va a salir a los afectados recuperar el dinero que les birlaron los bancos. Aunque el Real Decreto entrará mañana mismo en vigor, aún deberá pasar por el Congreso de los Diputados para su convalidación. Hay tiempo por tanto de enmendarlo y hacer del mismo una verdadera solución ágil, sencilla, justa y gratuita para quienes sólo piden lo que en justicia les corresponde: que se les devuelva lo que es suyo. Sería un escarnio intolerable que, amparándose en la necesidad de evitar un supuesto colapso judicial, el Gobierno y los partidos que apoyan esta pésima solución permitan a los bancos ser juez y parte de sus propias prácticas abusivas.   

Un pleno superfluo

Hasta donde alcanza mi memoria, el pleno que hoy ha celebrado el Parlamento de Canarias ha sido uno de los más superfluos de cuantos han tenido lugar en esa cámara legislativa en los últimos tiempos. Sus señorías podrían haberle ahorrado el gasto al erario público y haber dedicado las casi tres horas que duró a tareas más fructíferas para los ciudadanos. Claro que poco se puede esperar de un parlamento en donde, por desgracia, los debates políticos acostumbran a tener el vuelto rasante de las gallinas y las decisiones que se adoptan suelen distar mucho de cambiar la realidad de estas islas. 

Y eso que el pleno de hoy tenía carácter extroardinario y debía servir para esclarecer la situación política de las islas, pero ni por esas ha justificado en lo más mínimo la expectación despertada a raíz de su convocatoria. Al final y a la vista del resultado, lo mismo da que da lo mismo que lo hayan forzado algunos de los partidos de la oposición y de que presuman por ello o que lo haya solicitado también el Gobierno y el único partido que a fecha de hoy lo apoya. Nos vamos como llegamos y para ese viaje no hacían falta estas alforjas.

Si lo que la oposición quería escenificar con el pleno de hoy era que Fernando Clavijo ya no tiene mayoría en el Parlamento lo podría haber resuelto de manera mucho más económica empapelando el hemiciclo con las tropecientas declaraciones en prensa de unos y de otros o difundiendo por la megafonía de la cámara los centenares de entrevistas en radio y en televisión de las últimas semanas.


Con todo, puede que algunos vean ahora el inmediato futuro político canario algo más claro aunque a mi me parece que lo que ya estaba claro antes del pleno no se ha oscurecido y lo que estaba oscuro no se ha aclarado. Claro estaba antes y ahora que los únicos apoyos con los que cuenta CC para mantenerse en el Gobierno después de romper con el PSOE son el Partido Popular y la Agrupación Socialista Gomera. La única diferencia es que los populares se hacen los remolones y demoran el “sí, quiero”, mientras el líder de la formación gomera ve en la debilidad del presidente una oportunidad como tal vez no se le vuelva a presentar en mucho tiempo de obtener rédito presupuestario para su isla.

Para quien lo quiera ver, parece también bastante claro que la fantasmagórica moción de censura contra Clavijo no pasa de ser un mero trampantojo del PP que pretende ocultar lo que en realidad persigue: hacerla inviable imponiendo a los socialistas una condiciones inasumibles para estos. PSOE, NC y Podemos pueden seguir desgañitándose y pidiendo a Clavijo que se someta a la cuestión de confianza pero es evidente que pierden el tiempo y las fuerzas si no son capaces de convencer al PP para que se sume a una moción de censura y además hacen presidente a Antona.

En consecuencia, cualquiera que siga con un mínimo de atención los recovecos de la enrevesada política canaria sabe que el verdadero objetivo del PP no es censurar a Clavijo sino sentar a CC a la mesa de negociación para arrancarle un acuerdo que refuerce la posición de Asier Antona ante los suyos cara al próximo congreso regional de los populares. Falta por determinar si el acuerdo será de apoyo parlamentario o de coalición de gobierno y ese es el único aspecto de la cuestión que después del inútil pleno de hoy sigue estando igual de oscuro. Pero eso es sólo cuestión de tiempo que se esclarezca y es también seguro que no será necesario esperar mucho.

Marchando una de financiación

En contra de su costumbre, Mariano Rajoy ha invitado a comer. No digo que sea de la Cofradía del Puño pero, más allá del polvorón navideño con el PP y algún percebiño de vacaciones a Galicia, el presidente parece ser un hombre de rosario y comida en familia. Para variar, esta semana se ha soltado la coleta – perdón por el modo de señalar – y ha invitado a almorzar en el Senado a los presidentes autonómicos. Faltaron el catalán y el vasco, a los que no consiguieron seducir los encantos políticos de Sáenz de Santamaría para que cambiaran la butifarra y el marmitako por el menú de la cámara alta. A los que acudieron se les sirvieron zarandajas como merluza y rosbif, aunque el gran plato de entullo y el que más espinas tenía fue el de la financiación autonómica.

Aclaro para los de letras que hablamos del dinero que necesitan las comunidades autónomas pero que pocas tienen en cantidad suficiente para atender como es debido la sanidad, la educación y las políticas sociales de las que son responsables. Los cronicones de la Villa y Corte y los propios protagonistas pregonan que la reunión “se desarrollo en un clima de cordialidad”, lo que debe signficiar que nadie le clavó a nadie un tenedor por la espalda, se hurgó los dientes con un palillo o se sonó en las servilletas del Senado.

Que Rajoy se haya mostrado ahora tan espléndido obedece al menos a tres razones. La primera tiene que ver con la minoría parlamentaria de un Gobierno que en circunstancias diferentes tal vez habría dejado la invitación para las calendas griegas. La segunda está relacionada con el hecho de que esta comida tenía que haberse celebrado hace más de tres años y el propio Rajoy la había venido aplazando con todo tipo de excusas y justificaciones. La tercera – por último – es hacerle caso de una vez al presidente canario Fernando Clavijo, que no paró el hombre de mover Sevilla con Toldeo para que Rajoy se aviniera a reunirse con los representantes de unas autonomías que también y, aunque a veces no lo parezca, forman parte del Estado español.


A partir de ahí y una vez levantada la mesa, las cosas han quedado más o menos como sigue: autonomías y gobierno central se dan de plazo hasta finales de año para cambiar el modelo de financiación. Cómo será el nuevo no lo saben ni los expertos que se van a reunir para perfilarlo, pero para autonomías como Canarias convendría que fuera muy distinto del actual. Estas islas reciben anualmente unos 700 millones de euros menos de los que les corresponden para pagar la sanidad, la educación y los servicios sociales. En consecuencia, todo lo que sea mejorar esa cifra será positivo pero cuanto más se aleje la mejora de la misma será un fracaso.

Para conseguirlo, hay que hacer valer que pagar los servicios públicos en un territorio alejado y fragmentado tiene unos costes distintos a los de una comunidad continental. De otro lado, es imprescindible separar de una vez el régimen económico y fiscal de los criterios con los que se distribuyen los limitados recursos de la financiación autonómica. No será sencillo porque esa mejora dependerá en buena medida de la solidaridad de las comunidades ricas para con las pobres y ahí entramos en un terreno menos cuantificable.

Eso sin contar con que Rajoy ya le ha echado un buen chorro de agua al vino al anunciar que España aún recaudará este año 20.000 millones de euros menos que antes de la crisis. Claro mensaje a navegantes autonómicos para que olviden cualquier pretensión de obtener todo lo que piden y aquieten sus ánimos ante una negociación que será larga, tensa y farragosa y en la que las autonomías tendrán que vérselas con Montoro, hombre poco dado a las delicatessen políticas. Sin embargo, del éxito de la misma depende que, por ejemplo, la financiación de los servicios públicos que recibe anualmente un canario no sea cerca de 1.000 euros inferior a la que recibe un cántabro. Así que brindo por el éxito de la negociación y espero que si se corona con un acuerdo que deje razonablemente satisfecho a todo el mundo, Rajoy vuelva a soltarse la coleta e invite esta vez a algo menos espinoso como marisco y albariño, por ejemplo.       

Antona se estresa

Si Asier Antona conociera bien la idiosincracia isleña sabría que los canarios no nos agobiamos por dejar para mañana lo que podríamos haber hecho hoy y mañana ya veremos. La pachorra, el gofio y los potajes nos preservan de la tensión alta y sus fatales consecuencias y nos permiten vivir la vida al golpito y sin fogaleras. Antona, por el contrario, en su deseo de tocar las mieles del poder por lo civil o por lo penal, lleva un par de semanas metido en un corre corre que empieza a asustar. Hace una semana dijo aquello de que está disponible para quien le quiera hacer presidente del Gobierno de Canarias mediante una moción de censura.

Como los interpelados  - PSOE y NC - no se habían dado por aludidos, ahora les ha puesto un plazo improrrogable de dos semanas para que digan si les gusta la novia y obren en consecuencia ofreciéndole la dote. Si a pesar de la generosa oferta fuera repudiado, Antona ya tiene plan b: sentarse a negociar con el otro pretendiente – Coalición Canaria – su entrada en el Gobierno que preside el minoritario y atribulado Clavijo.


Bajemos la pelota al suelo y analicemos la situación: Antona ha puesto en almoneda su liderazgo y su programa de gobierno y está dispuesto a entregar ambas cosas a quien le ofrezca la mejor dote. Actúa como la novia que se sabe pretendida por todos y de la que todos necesitan para sus respectivos planes e intenta obtener rédito de esa privilegiada posición. Para ello transmite la idea de que le da lo mismo que el pretendiente sea feo, guapo, de izquierdas o de derechas cuando en realidad hace tiempo que le picó el ojo a quien de verdad quiere que lo lleve al altar.

Ese alguien no es otro que Coalición Canaria, que también se hace estos días el sueco y silba mirando al cielo como si la escandalera política que está montando el estresado Antona no tuviera nada que ver con la menesterosa situación en la que se encuentra el Gobierno. En este teatrillo político en el que pocas cosas son lo que parecen y en el que los actores esconden sus verdaderas intenciones, hay nacionalistas como Carlos Alonso que lloran ahora sobre la leche derramada del pacto con el PSOE e incluso hacen votos para reeditarlo sin que se le mueva un pelo de la barba.

Por su parte, en el PSOE todo son dudas e indecisión como si Ferraz hubiera nombrado presidente de la gestora del partido en Canarias al príncipe Hamlet en lugar de al ausente Rodríguez Fraga. Ganas de calzar por CC y devolverle la expulsión a Clavijo no faltan entre muchos socialistas pero hacer presidente a Antona para conseguirlo es una dote cuyo coste está fuera de su alcance.

El impaciente Antona también tiene congreso a la vuelta de la esquina y necesita tomar mucha quina Santa Catalina para llegar con fuerza a la cita en la que se juega su ser o no ser como líder de los populares canarios. Por eso exige al PSOE que pague cuanto antes una dote cuyo precio sabe impagable y quedar así liberado para jurarle fidelidad eterna al verdadero gran amor de su vida, Coalición Canaria, en cuanto las mascaritas salgan a la calle y las murgas empiecen a dar la ídem. Con suerte y si sus apuros de estos días dan el resultado apetecido, tendremos nuevo gobierno "fuerte y estable" al mismo tiempo que murga ganadora y Antona al fin podrá relajarse y descansar antes de que le dé algo con tanto estrés. 

López, Díaz y un tal Sánchez

Del PSOE, un partido políticamente postrado, empiezan a surgir señales de actividad cerebral. Este fin de semana hemos percibido dos: un comité federal en el que no ha hecho falta la presencia de la fuerza pública y un aspirante a líder – Patxi López -  que ha sido el primero en poner la cara para que le empiecen a dar cachetones. El Comité eligió sin grandes discrepancias las fechas del 17 y 18 de junio para lo que debería ser casi un congreso de refundación de la socialdemocracia española, hecha unos zorros de unos años a esta parte. Ello ha sido posible en gran medida gracias a Javier Fernández, “el hombre tranquilo” que bajó de Asturias a poner paz en medio del guirigay al que Pedro Sánchez había conducido a los socialistas españoles.

Si no pacificado del todo, Fernández sí ha conseguido que se haya serenado el debate interno y que las posiciones de unos y de otros se hayan atemperado respecto al bochornoso comité federal de octubre y días previos y posteriores. Como máximo responsable en estos momentos del principal partido de la oposición, el político asturiano está demostrando habilidad para caminar por el delgado alambre que supone poner el interés general por encima del partidista sin renunciar a la crítica al gobierno del PP.


Su responsabilidad ahora es conducir a un PSOE aún muy malherido al congreso de junio previas primarias en mayo y hacerlo procurando que el imprescindible debate no degenere de nuevo en el insulto y la descalificación del compañero de partido y sin embargo enemigo político como ocurrió en octubre.  No está escrito en ningún sitio quién será el líder o la lideresa que tendrá que asumir las riendas del partido a partir de junio, aunque el panorama se ha despejado en buena medida a raíz de la decisión de López de dar un paso al frente.

Para empezar, su candidatura merma considerablemente e incluso lamina las posibilidades de Pedro Sánchez de volver a la secretaría general. Salvo una parte de la militancia y unas decenas de cargos públicos, hasta los pocos barones que le apoyaron en su órdago final antes de dejar la secretaría le han dado la espalda en las últimas horas. Aunque eso no le impida postularse confiando en el respaldo de los militantes, no parece que lo que el PSOE necesite para remontar el vuelo sea quedar de nuevo bajo la dirección de alguien que lo condujo a los peores resultados electorales de sus historia en democracia y lo dejó profundamente dividido y enfrentado.

La tercera en discordia, Susana Díaz, no ha dado aún el paso de postularse pero no hay muchas dudas de que lo dará en cuanto se garantice respaldos suficientes entre los barones, tal vez algo descolocados en estos momentos por el anuncio de López. Que López esté haciendo de liebre de Díaz para que la andaluza llegue con fuerza suficiente y en solitario a la secretaría parece descartado si hemos de creer en la sinceridad del aspirante vasco. Cómo él mismo ha dicho hoy en una entrevista, un “apaño” para que no sean necesarias primarias sería una falta de respeto a la militancia y ahondaría aún más la crisis interna.

López tiene experiencia de gestión y suficiente carisma dentro y fuera del PSOE como para postularse con garantías de éxito a la secretaría socialista,  siempre y cuando sea capaz de defender un proyecto renovado que ilusione a la militancia y a los electores.  Lo que parece fuera de toda discusión es que las primarias de mayo y el congreso de junio pueden ser la última oportunidad del PSOE para renacer de sus cenizas y volver a ser un partido de gobierno o convertirse en un partido marginal en vías de extinción. La única forma de evitarlo es centrándose en los proyectos y en las ideas y no cayendo en un nuevo debate sobre nombres y barones que, dada la situación del partido y el nuevo escenario político, sería sencillamente suicida.  

Trillo: ni honor ni dignidad

Al anochecer y con viento polar, Federico Trillo ha renunciado al regalado cargo de embajador digital en Londres. Ha comparecido ante los medios sin admitir preguntas y ha leído una cuartilla: tenía pensada la renuncia hacía tiempo y se va para no “interferir” en la acción del Gobierno. Lo que eso signifique sólo el propio Trillo podría explicarlo pero no lo hará. El Gobierno ha tenido a bien echarle hoy un último cable y le ha dado marchamo oficial a una explicación que la concatenación de los hechos desmiente: Trillo no se va por voluntad propia, Rajoy le ha obligado a marcharse antes de ser relevado. Ni el PP ni el Gobierno se pueden permitir en estos momentos las chulerías de este señor que, en su despedida, ni siquiera tuvo la decencia y la gallardía de mencionar una sola vez la verdadera causa de su marcha: el Yak 42.

Con mayoría absoluta, en cambio, dudo mucho que se hubiera obligado a Trillo a renunciar a su vida muelle en la capital británica y que el Gobierno hubiera hecho caso alguno de las exigencias de la oposición y de las peticiones de las familias de las víctimas de aquella tragedia. El punto de inflexión de esta historia fue la filtración al diario EL PAÍS del dictamen del Consejo de Estado en el que se responsabiliza al Ministerio de Defensa que dirigía Trillo de las causas del siniestro aéreo que se saldó con 62 militares españoles muertos y un cúmulo de errores de identificación propios de una auténtica república bananera.


La asunción de ese informe por parte de la ministra Cospedal fue el siguiente clavo en el ataúd político de Trillo y el último lo puso el propio Rajoy alineándose con la posición de su ministra. A partir de ahí, al embajador ante su graciosa majestad Isabel II sólo le quedaba hacer las maletas. Sin embargo, ni Trillo ni Cospedal ni Rajoy han sido capaces de pronunciar la palabra tabú que las familias insisten en querer oir como parte del resarcimiento moral por la tragedia de un vuelo que nunca debió despegar: perdón. De boca del arrogante Trillo, quien nunca se dignó al menos a recibir a los familias, hubiera sido un milagro escucharla.

Por su parte, Rajoy ha balbuceado unas confusas frases sobre el reconocimiento, la justicia y el apoyo a los familiares que estos han calificado de “oro moral”, conscientes de que es todo lo que van a recibir del presidente del Gobierno. Eso sí, Cospedal comparecerá el lunes en el Congreso y servirá a la oposición la cabeza de Trillo en una bandeja dorada. Saldrá en todas las fotos y anotará en su haber que ella y el Gobierno del que forma parte sí han sido sensibles con los familiares del Yak 42. Será un nuevo escarnio para las familias que se sumará a la negativa contumaz  del PP a pedir perdón por lo ocurrido y a admitir que la renuncia tardía y agria del embajador en Londres ha sido forzada desde Madrid para acallar las críticas.

Federico Trilllo, el prepotente protagonista de esta penosa historia, ha sido dotado por la naturaleza de una faz tan pétrea que no tendrá problema alguno en incorporarse al mismo Consejo de Estado que con su dictamen ha puesto fin a su carrera de diplomático a dedo. Pero lo tendrá que hacer sin honor ni dignidad, por la puerta de atrás y sin haber mostrado el más mínimo indicio de arrepentimiento y, sobre todo, sin haber asumido su ineludible responsabilidad política. Claro que, a un patán de la política como Federíco Trillo, esas son cuestiones que nunca le quitarán el sueño.     

Indiferencia y frío en la UE

Mientras miles de inmigrantes y refugiados tiritan en campamentos de mala muerte diseminados por media Europa, de Bruselas no llega un solo indicio de vida inteligente y sensible ante el sufrimiento humano. Ni de Bruselas ni de ninguna otra capital europea: en todas ellas parece como si sus líderes estuvieran aún digiriendo el champán de Navidad y no se hubieran enterado de lo que está pasando en muchos de sus países. En la Comisión Europea hay comisarios suficientes para formar dos equipos de fútbol pero ni uno solo de ellos se ha dignado decir o hacer algo para aliviar la situación de estas personas. Una situación perfectamente previsible pero ante la que ningún gobierno ni ningún burócrata comunitario de esos a los que tanto les gusta sermonearnos sobre el déficit, movió un dedo.

Que el invierno en Europa iba a ser gélido era algo de lo que advirtieron en su momento las organizaciones no gubernamentales y agencias como la de la ONU para los refugiados (ACNUR). Les importó exactamente lo mismo que si se hubieran anunciado temperaturas primaverales, se ignoró por completo la advertencia y se dejó que las condiciones de vida de esas personas se hayan deteriorado hasta límites que deberían avergonzar a todos y cada uno de los líderes europeos. Los mismos líderes que no hace tanto tiempo se reunían semanalmente para salvar bancos o aprobar recortes, no han celebrado ni una sola cumbre o reunión para acordar soluciones ante este drama humanitaria. Cada uno ha escondido la cabeza bajo la nieve con la esperanza de que más pronto que tarde salga el sol y solucione el problema.


Los gobiernos, mientras, se limitan a poner barcos en el Mediterráneo para disuadir a los que a pesar de todo quieren llegar o salvar de una muerte segura a los que siguen dispuestos a intentarlo porque en realidad su viaje sólo es de ida y nada tienen que perder más que la vida. Las cifras de la insensibilidad son más que elocuentes: de los 180.000 refugiados que los países comunitarios se comprometieron a acoger apenas han acogido a unos 14.000. Vean, por poner un ejemplo cercano, el caso de España: Rajoy presumió mucho en su día de la solidaridad  de nuestro país cuando se comprometió a acoger a 17.000 refugiados. La realidad es que a fecha de hoy apenas son 1.000 los que han llegado y se supone que el resto debe llegar en 2017, algo que más que imposible es utópico.

Las comunidades autónomas e incluso las organizaciones no gubernamentales y hasta los particulares que en su día lo prepararon todo para acoger a refugiados siguen esperando mientras Madrid y el resto de las capitales europeas, con Bruselas a la cabeza, arrastran los pies. ¿Cómo tienen aún sus líderes la desfachatez de pedir a los ciudadanos que creamos en el proyecto europeo? ¿De qué proyecto hablan? ¿Del que se basa en rescatar bancos con dinero público y someter a los ciudadanos a ajustes inmisericordes para satisfacer a los mercados? ¿Dónde están los valores sociales, la solidaridad y el humanismo sobre los que los ilusos llegamos a creer que se basaba esta cada día más indigna e indignante Unión Europea?

Por mucho que uno los busque cada vez es más difícil encontrarlos entre dirigentes ciegos y sordos frente a un drama humanitario ante el que son absolutamente incapaces de reaccionar. Por fortuna, esos valores en los que cree la inmensa mayoría de los ciudadanos europeos los hayamos aún en organizaciones como Médicos sin Fronteras, Cruz Roja, CEAR o ACNUR y son sus voluntarios quienes mantienen encendida una débil esperanza de que tal vez no todo está perdido. Porque son los únicos que luchan estos días a brazo partido en campamentos miserables para hacer algo más llevadera la existencia de quienes arriesgaron la vida para llegar a Europa y en donde sólo han encontrado muros, vallas, frío e indiferencia. 

Antona se desestabiliza

Asier Antona, el líder interino del PP canario y el hombre que más ha clamado y tronado desde todo tipo de tribunas sobre las bondades de la estabilidad gubernamental, acaba de pisar una cáscara de plátano y se nos ha desestabilizado. De aquel llamativo “ni con unos ni con otros” de cuando el pacto entre CC y el PSOE enfiló hacia las Chacaritas, Antona ha pasado a “con los que me hagan presidente del Gobierno” a través de una moción de censura. Nada nuevo bajo el sol de unas islas en las que se práctica con primor el juego del envite que, refiriéndose a la política, algunos llaman ahora postureo.

Antona quiere tocar poder y nada hay que reprocharle porque ningún partido es una ONG y todos nacen con ese único objetivo, digan lo que digan sus líderes y dirigentes. Lo que ocurre con el líder en funciones del PP canario es que lleva jugando al despiste demasiado tiempo como para intentar ocultar la aspiración que en realidad ha determinado todos sus movimientos. La ambigüedad calculada sobre sus verdaderas intenciones en la que lleva instalado Antona desde el comienzo de la legislatura es una estrategia que, a la larga, muestra mucho más de lo que pretende ocultar y eso es lo que ha pasado ahora.


En un encuentro con los suyos en La Palma, convenientemente filtrado a determinados medios, Antona ha puesto negro sobre blanco cuál es su aspiración: presidir el gobierno de Canarias o, en su defecto, formar parte del mismo. El momento elegido para postularse tampoco es fruto de la casualidad: un día después de que los nuevos consejeros del Gobierno en minoría tomaran posesión y con Fernando Clavijo pidiendo diálogo y empezando a contar los centenares de días que aún faltan para unas nuevas elecciones generales. No me extrañaría que a más de uno y de una se le haya atragantado esta mañana la tostada y amargado el café con leche ante el órdago de alguien que, en contra del que ha sido siempre su discurso oficial para la galería, introduce más inestabilidad si cabe en la política canaria.

Antona, además, ha tenido el atrevimiento de pedirle a los que quieren enviar a CC a la oposición que negocien la moción de censura y que, cuando la tengan lista, le den un toque para firmarla como candidato a la presidencia de la comunidad autónoma. De buenas a primeras, el sacrosanto principio de que gobierne la lista más votada – la del PSOE en este caso – que tanto ha defendido también el PP ya no rije si de lo que se trata es de que Antona sea presidente. Por lo demás, el argumento de que el PSOE no puede liderar la moción de censura porque es el responsable de la actual inestabilidad es algo que nadie puede tomarse en serio y que ni el mismo Antona se cree.

Pero más allá de contradicciones, el cambio de posición del líder popular tiene aspecto de carambola de billar: bloquear la posible moción de censura al postularse como presidente y venderle a precio de oro a Clavijo el apoyo parlamentario o incluso la entrada en el Gobierno para alcanzar la añorada estabilidad que él mismo acaba de  pulverizar más si cabe. A Fernando VII, aquel rey absolutista aficionado al billar pero pésimo jugador, sus cortesanos le colocaban las bolas en la embocadura para que él sólo tuviera que empujarlas dentro. Nació así la conocida expresión “ponérselas como a Fernando VII” que, mutatis mutandi, podemos cambiar por “ponérselas como a Asier Antona”.   

Dolors en globo

Estimada ministra de Sanidad: permita que la llame Dolores dado que mi don de lenguas no me da ni para el catalán en la intimidad. De manera inopinada apareció usted en el gobierno de Rajoy allá por noviembre y el impacto de su designación duró lo que un par de tertulias en radio y en televisión. Agotado por los tertulianos el filón de la cuota catalana y el guiño a quienes resisten ente el empuje soberanista, su estrella mediática se apagó hasta el pasado diciembre.

Poco antes de la Navidad se descolgó con un anuncio que ya hizo sonar los primeros timbres de alarma: se revisarán y ampliarán los tramos de renta de los pensionistas para que copaguen más por los medicamentos. Sólo dijo entonces que se establecerían dos nuevos tramos de renta que se sumarían a los tres ya existentes pero no precisó en cuánto se incrementaría el copago en cada uno. El espíritu Navideño que por esas fechas nos embarga a todos aparcó el asunto un par de semanas hasta que volvió usted a las andadas el pasado lunes en una emisora, catalana por más señas.


Dijo allí algo que no es exactamente lo mismo que había dicho antes: que se revisará lo que copagan los pensionistas con rentas anuales entre 18.000 y 100.000 euros. Es verdad que no dijo usted que la revisión tuviera por objetivo subir la cuantía del copago de los pensionistas, pero permita de nuevo que me ponga en lo peor y deduzca que ese y no otro es el fin que se persigue. Lo cierto es que ese anuncio ha encendido todas las luces rojas y se le han echado a usted al cuello desde casi todos los ámbitos políticos, sociales y sanitarios. Hasta el punto de que se ha visto usted obligada a desdecirse en las redes sociales para, a las pocas horas, volver a decir en televisión que habrá revisión del copago.


Ignoro si se ha encomendado usted al presidente Rajoy antes de lanzar este globo sonda de manera – y perdón por el modo de señalar – bastante confusa. A estas alturas, cuando según el Gobierno del que forma usted parte ya no falta nada para que volvamos a amarrar los perros con longanizas, hablar de copago es como mencionar las tijeras en casa del recortado. Aquella de 2012 fue una medida injusta se mire como se mire y lo que usted debería hacer es derogarla sin tardanza ahora que ya se supone que las vacas están engordando. Recuerde que esos pensionistas a los que usted les quiere “revisar” el copago han contribuido durante toda su vida laboral al sostenimiento del sistema en función de sus retribuciones y por tanto deberían quedar exentos de copago alguno por las gotas, el jarabe y las pastillas para la tensión.

Por eso, pretender justificar ahora el aumento del copago con el argumento de la progresividad como si habláramos del IPRF es falaz y está fuera de lugar. Por no hablar del hecho de que habrá comunidades autónomas que rechazarán el incremento y tendremos a pensionistas que lo pagan y a otros que no, con lo que la igualdad de condiciones entre los españoles para acceder a la sanidad pública seguirá siendo solo un bonito lema.

Pero lo que más me ha llamado la atención han sido unas palabras suyas de hoy mismo en las que pide que no se alarme a los pensionistas. Llevó todo el día dándole vueltas y mirando a mi alrededor y sólo encuentro a una persona que haya alarmado a los pensionistas: usted, señora ministra, con sus confusos globos sonda. Anímese y aclárenos de una vez qué piensa hacer y por qué con el copago farmacéutico de los pensionistas. Y, sobre todo, haga que su nombre de pila no sea una premonición de las consecuencias de su gestión al frente de la sanidad pública. Suyo afectísimo.

Trillo y la chulería

Estoy seguro de que en un concurso sobre el político español más chulo que un ocho Federido Trillo ganaría el oro, la plata y el bronce. Cierto que tuvo en Aznar un maestro inmejorable pero, el todavía embajador de España en Londres, ha desarrollado una técnica tan depurada que incluso se permite chulearse de los familiares de las víctimas del Yak 42. Trillo nunca ha mostrado el más leve signo de arrepentimiento ni cristiana compasión ante una tragedia que le costó la vida a 62 militares españoles que regresaban a casa después de servir a nuestro país en Afganistán. El hombre que se pavoneaba de que soldados españoles repelieran una esperpéntica invasión marroquí de la isla Perejil, nunca fue capaz de pedir perdón a las familias de un accidente que pocas dudas hay ya de que se pudo evitar.

No sólo eso: Trillo nunca tuvo siquiera el gesto de recibir a esas familias y mejor ni hablamos de asumir responsabilidades políticas por los errores de bulto en la identificación de la mitad de los cadáveres. El mochuelo se lo cargaron los responsables militares convenientemente indultados algún tiempo después por el Gobierno. En cualquier país normal lo ocurrido con el Yak 42 hubiera supuesto el fin de la carrera política de Trillo y no es descabellado suponer que el final hubiera podido ser incluso la prisión. Sin embargo – y no me cansaré de repetirlo – en algunos aspectos España no es aún un país normal y por eso a Trillo se le recompensó con la embajada ante su graciosa majestad Isabel II, tal vez como pago a algunos favores jurídicos en las cloacas del PP.


El escarnio que siguen sufriendo las familias de las víctimas de aquella chatarra con alas a la que Defensa encomendó el traslado a casa de los militares españoles para ahorrarse unos euros no parece tener fin. A los fallos de seguridad y a los errores en la identificación de los cuerpos, se acaba de sumar un informe demoledor del Consejo de Estado para el que no hay dudas sobre la responsabilidad del Ministerio de Defensa en aquella tragedia. Dice el dictamen que Defensa conocía informes que cuestionaban seriamente la seguridad del avión y la de una tripulación agotada por el elevado número de horas de vuelo que se veía obligada a realizar.

Dejemos ahora de lado que el Consejo de Estado haya tardado casi 14 años en aprobar su dictamen – el accidente del Yak 42 ocurrió en mayo de 2003 en Turquía -  y no entremos tampoco a considerar si ese organismo es algo más que un dorado y bien remunerado retiro vitalicio para políticos fuera de circulación. Lo que el informe dice tendría que haber supuesto el cese fulminante de Trillo como embajador en Londres y la promesa pública y solemne por parte de Rajoy de que no volverá a representar a España en ninguna institución. En un país normal – insisto – eso hubiera ocurrido pero en el nuestro el presidente del Gobierno también ha demostrado menos sensibilidad que una nécora y ha despachado el asunto diciendo que “pasó hace mucho tiempo” – como si eso fuera una razón de peso -  y que ya “se sustanció judicialmente”.

Horas después anunció el Gobierno el relevo de más de 70 embajadores e incluyó entre ellos al propio Trillo cuidándose, eso sí,  de desvincular la decisión del informe del Consejo de Estado. La consigna es hacer lo que sea necesario para no dar el brazo a torcer ni reconocer la responsabilidad política en la peor tragedia sufrida por las fuerzas armadas españolas en la etapa democrática. Así las cosas, Trillo acaba de sacar a pasear su acendrada chulería y ha dicho que se quiere incorporar precisamente al mismo Consejo de Estado que le acaba de endosar la responsabilidad del Yak 42.

Por su parte, las familias se verán mañana con Cospedal a la que le pedirán que Defensa asuma el dictamen del Consejo de Estado y que el Gobierno pida perdón por lo ocurrido con el Yak 42. La asunción pública de responsabilidades políticas es prácticamente el único consuelo que les queda, puesto que reabrir la causa que la Audiencia Nacional cerró en 2012 es jurídicamente inviable después de que se hayan opuesto también el Supremo, el Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Veremos mañana si Cospedal es capaz de estar a la altura aunque – para qué vamos a engañarnos – las amnesia de Rajoy y la chulería de Trillo no invitan precisamente el optimismo.  

¡Adiós, año cruel!

Te miro de principio a fin y no encuentro nada por lo que deba llorar tu muerte inminente. Para quienes vivimos en Canarias has sido un año cargado de malas vibraciones políticas y has terminado dinamitando un pacto de gobierno que, es verdad, se había cimentado sobre arenas movedizas. Nos abandonas a una etapa de incertidumbre que nos obligará a perder más tiempo y energías en la mala política en lugar de dedicarlo a las cuestiones que tú has sido incapaz de resolver. Por tu culpa no hemos parado de hablar de pactos en cascada y de dar vueltas a la noria del ITE y su reparto. Y todo eso, para terminar prácticamente en el mismo sitio por el que deberíamos haber empezado. Y no contento aún, también te has permitido abochornarnos con esperpénticos episodios de jueces contra jueces y de políticos contra jueces con el concurso entusiasta de algún empresario más ubicuo que la caja del turrón.

No has parado un solo día de traernos turistas y no digo yo que eso no lo hayas hecho bien e incluso muy bien. Lo que digo es que puedes habernos colocado muy cerca del punto en el que ya no haya cama para tanta gente y a ver qué hacemos entonces. Pero si con el número de turistas has sido espléndidamente generoso, con la cantidad de empleos que has creado y con la calidad de los mismos has sido mezquino y cicatero.También diste tus primeros pasos asegurando que lo peor de la crisis había pasado pero no has hecho gran cosa para que haya mucha menos gente dependiendo de Caritas, Cruz Roja o los bancos de alimentos para poder comer. 


Hay gente enferma a la que le dan cita con el especialista para 2019 y hay más de 9.000 ciudadanos a los que llevas haciendo esperar por una operación más de seis meses. También has vuelto a fracasar con los dependientes, que confiaban en que sabrías compensarles por la espera para percibir la ayuda que tienen reconocida. Nuestros chicos y chicas  se han vuelto a situar a la cola de España en rendimiento escolar y no será porque no se te advirtiera severamente hace tiempo que así no podíamos seguir y que había que actuar para salir del vagón de cola educativo.

Me dirás que – como el famoso entrenador de fútbol – lo veo todo negativo y que hay también cosas que han mejorado contigo. Me hablarás de que hay buena “sintonía” con Madrid para que las cosas mejoren y no se nos trate como a ciudadanos de tercera división. Sin embargo, yo no tendré más remedio que recordarte a Quevedo y decirte que nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir aunque, sinceramente, espero equivocarme.

Hablando de Madrid, nos has dado la gran murga del siglo: prometiste que con la nueva política todos seríamos más guapos, listos y mejores personas y nos has martirizado con diez meses de política basura para que, un año después, siga gobernando el mismo, aunque menos desahogado, y los que cobramos algo sigamos cobrando lo mismo. Los que siguen sin cobrar nada y que siguen siendo muchos no tienen otra opción que sumergirse para vivir mientras tu has silbado mirando al tendido. También nos has vuelto a echar un montón de porquería corrupta a la cara y nos has puesto en prime time a los otrora próceres de la patria negando ante el juez las evidencias de su asalto a la lata del gofio. Y no sigo porque me indigno y no son fechas para eso.

Si miro a esos mundo de Dios tampoco puedes sentirse satisfecho de la cosecha. Has provocado bárbaras matanzas de gente pacífica en medio mundo y, mientras te preguntabas si eran galgos o podencos, 5.000 personas se han ahogado en el Mediterráneo intentando llegar a una Europa a la que de propina le hiciste un corte de mangas en el Reino Unido. Has sido tan ruin que nos has puesto a un peligroso descerebrado al frente del país más poderoso del mundo mientras te llevabas a gente como Leonard Cohen, Prince, George Michael, David Bowie, Boulez, Harnoncourt, Umberto Eco, Malefakis, la inmortal princesa Leia y, encima, al entrañable Pepe Macías.

Debes reconocer que has sido un mal año por estéril, por violento y por turbio. Habrá que desear que tu heredero 2017 sea más diligente y eficaz en la solución de la pesada herencia que estás a punto de dejarle. En cuanto a nosotros, has frustrado muchas de las esperanzas que pusimos en tu nacimiento. Lo mejor de todo es que sólo te quedan dos telediarios.  

Hernando y Hernando

No es una marca de camisas o de zapatos, no son hermanos y ni siquiera militan en el mismo partido. Hernando y Hernando forman la pareja política de moda desde hace algunas semanas. Se les ve juntos a toda hora, comen juntos, negocian juntos y pactan juntos y por lo general solos. Antonio Hernando, portavoz socialista en el Congreso, y su homólogo del PP, Rafael Hernando, parecen haber tomado en sus manos la tarea de hacer renacer de sus cenizas el bipartidismo que hace un año otros dieron por muerto y enterrado. A la vista está que quienes certificaron su defunción y lo enviaron al cajón de la historia, cantando victoria a destiempo, no han hecho bien su trabajo.

Con discreción y sigilo, Hernando y Hernando cierran acuerdos sobre aspectos relacionados con los próximos presupuestos del Estado o sobre la pobreza energética y los dan a conocer al resto cuando lo único que falta es hacerse la foto. La estrategia tiene  jurando en arameo a la gente de Ciudadanos y a la de Podemos más pendiente de sus batallas caseras que de dar trigo. En el partido naranja no gusta un ápice que la única fuerza que tiene un pacto con el PP se vea relegado al papel de figurante y en la formación morada, a falta de algún cielo mejor por conquistar, se pelean a ver quién conquista el poder en el partido. Ciudadanos amenaza con romper un acuerdo que el PP cada vez parece necesitar menos, y a Podemos solo le queda el derecho a la pataleta para intentar convencernos de que la única oposición fetén es la de Pablo Iglesias.


Ignoro si Hernando y Hernando harán del bipartidismo el ave fénix de la política española pero por ahora le están insuflando suficiente oxígeno como para que vuelva a respirar. A los partidos de ambos les favorece este arrobamiento: relega políticamente a sus respectivos rivales y envía a los ciudadanos un mensaje de responsabilidad en los grandes asuntos de estado después de casi un año en el que lo que menos preocupó a todos fue el interés general. Quien más difícil lo tiene es el Hernando socialista, al que muchos dentro y a la izquierda de su partido no le perdonan que cambiara el “no es no” a Rajoy por un “donde dije digo, digo Diego”.

Es innegable que el Hernando del PSOE hizo un papelón en la investidura de Rajoy, pero no es menos cierto que quien le llama traidor buscaba ganar la plata en los terceros juegos electorales en un año. Hernando tiene  ahora que demostrar dotes para el funambulismo para caminar por el delgado alambre que en el PSOE separa la oposición del apoyo al PP mientras su contraparte, el Hernando popular, tendrá que ceder en algunas cosas para salvar lo que pueda de la legislatura en la que Rajoy apisonó a la oposición. En este juego es obvio que el PSOE busca evitar nuevas elecciones hasta que recupere fuerzas y el PP quiere aprovechar esa debilidad para que una oposición mayoritaria no haga tabla rasa de sus adoradas reformas.

Los compromisos a los que PP y el PSOE han llegado estos días sorprenden tanto porque los españoles tenemos un déficit político que seguimos sin enjugar después de más de 40 años de democracia: en un sistema democrático, tanto si hay mayorías absolutas como si no, la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas sólo se puede encauzar a través del diálogo y el acuerdo en una dinámica en la que los partidos deben renunciar a parte de sus planteamientos en aras del interés general. Pretender conquistar el cielo desde el maximalismo irreductible termina consiguiendo el efecto contrario al deseado: que el cielo lo conquisten Hernando y Hernando y a ti se te empiece a ver y a escuchar menos que en un día cerrado de calima.    

En Podemos no es Navidad

Observo que el espíritu fraternal de la Navidad no ha invadido este año la casa común de Podemos. En lugar de desearse paz y felicitarse por el inminente sorpasso, las tropas de Pablo Iglesias aprovecharon que los peces bebían en el río para lanzar un ataque masivo en Noche Buena contra las huestes de Íñigo Errejón, en ese momento acampadas en Belén con los pastores. Para quienes observamos los acontecimientos desde fuera, es una suerte que el arma empleada para este profundo debate de ideas y proyectos que ocupa estos días a Podemos sea twitter. Ni se imaginan las horas de estudio, análisis, lectura de bibliografía y reflexión que serían necesarias para dirimir quién lleva razón en la pelea, si a Iglesias y a Errejón les diera por plasmar en gruesos tochos sus respectivas propuestas para tomar el cielo por asalto.

Claro que aquí no se trata tanto de asaltar el cielo como de asaltar el poder en Podemos, que es de lo que en realidad va esta guerra nada disimulada de las últimas semanas en la que Iglesias defiende el bastión de los ataques del aspirante Errejón. Y para eso, para pelear por el control del partido, la verdad sea dicha, tampoco hace falta andar devanándose demasiado los sesos con elaboradas propuestas llenas de capítulos, apartados y subapartados. Por resumirlo al estilo tuitero, Pablo Iglesias cree que el partido es él y sus circunstancias mientras que Íñigo Errejón piensa que el partido son todos y sus respectivas circunstancias pero con él al frente. 


De ahí se deriva que Iglesias quiera que sus propuestas y su fotografía figuren juntas en la portada del ideario político de Podemos, mientras Íñigo Errejón, menos dado al culto a la personalidad que su compañero y sin embargo contrincante, cree que es mejor separar ambas cosas. Me da la sensación de que, como no depongan los tuits cuanto antes y sellen una paz honrosa para ambos antes de febrero del año que viene, fecha de su segundo congreso, la reunión de Vistalegre Dos se puede convertir en Vistatriste Uno.  

En realidad no me produce insomnio que Iglesias y Errejón se pongan morados a golpes dialécticos ni que parezcan últimamente los Zipi y Zape de la política ni que en sus respectivos entornos un coro de voces blancas lance puyas contra la otra parte. Lo que en realidad me maravilla y me llena de estupor al mismo tiempo es que, quienes protagonizan este entretenido espectáculo con el que estamos amenizando estas fechas tan señaladas, sean los mismos que desembarcaron en la política para regenerarla y acabar con la casta. Quienes sólo veían corrupción, camarillas, conjuras y servidumbres de todo tipo en los partidos tradicionales, han empezado pronto a comportarse exactamente de la misma manera que sus hermanos mayores.

Presumen de primarias pero sólo para los cinco primeros puestos y designan a cabezas de lista – véase el caso de Las Palmas en las elecciones del 20 de diciembre de 2015 -  sin consultarlo más que con su camisa o su coleta. Aquel que osa levantar la voz para denunciar ausencia de democracia interna es aislado o cesado directamente por la “dirección” y aquellos cargos públicos a los que se les descubre un pasado poco respetable se atornillan al sillón como muchos políticos de la denostada casta.

Y no es sólo Podemos: en Ciudadanos, otro partido que también llegó al ruedo político para regenerar la vida pública y acabar con la corrupción de los partidos tradicionales, la dirección maniobra para acallar y a ser posible extirpar cualquier corriente interna de opinión que no concuerde con la del líder y sus allegados. Y en cuanto a la corrupción, si se trata de tocar poder o influencia ante quienes lo desempeñan, siempre se pueden retorcer los argumentos para justificar un oportuno cambio de principios.  Por decirlo en tono bíblico, los hechos nos están permitiendo conocer cuánto había de verdad – poca - y cuánto de marketing político – mucho -  cuando prometían regeneración y aire político fresco los mismos que hoy se pelean por el poder como cualquier partido de los de toda la vida. Dime de lo que presumes... 

José Macías, el político que pisó la calle

Creo que el mayor elogio que se le puede dedicar a un ser humano es decir de él que es una buena persona. En unos tiempos en los que los políticos no figuran precisamente en los primeros puestos de popularidad, decir eso de alguien que ha dedicado varias décadas de su vida a la política es, si cabe, más meritorio. José Macías, el político grancanario fallecido hoy a los 91 años después de una dilatada trayectoria dedicada a la vida pública, se ganó ese elogio a pulso. Cuando sus compañeros y adversarios empezaron a refugiarse en los despachos y en los aparatos de partido, José Macías ignoró esa parafernalia y siguió haciendo política de la única forma que sabía y quería: escuchando las inquietudes de los ciudadanos e intentando aportar su grano de arena para resolver todo aquello que estuviera en su mano.

Sus críticos siempre vieron en esa forma de desempeñarse una suerte de populismo y paternalismo, aunque en el fondo tengo para mi que envidiaban su empatía y su pasmosa capacidad para conectar con los ciudadanos. Eso se reflejaba, obviamente, en las urnas y era en realidad ese hecho el que molestaba incluso a sus propios compañeros de partido por no hablar de sus contrincantes. Macías nunca fue un político al uso, para él los argumentarios con las posiciones del partido que otros se aprenden de carrerilla y repiten como loros allá en donde se les pregunte, eran algo que no iban ni con su forma de ser ni con su idea de la actividad política.


No tuvo miedo de ser políticamente incorrecto ante lo que pensara o dijera su partido, lo cual no fue óbice para que defendiera sus ideas con convicción sin sentirse en ningún momento en posesión de la verdad revelada: escuchaba y respetaba las posiciones de los demás y jamás las descalificó ni insultó a sus rivales. Los periodistas que por motivo de nuestra profesión tenemos que relacionarnos con la clase política, valorábamos su disponibilidad, su amabilidad y su elegancia: en donde otros ponían mala cara, se escondían o salían por peteneras ante nuestras preguntas, en Macías no encontrábamos nunca un mal gesto, un no por respuesta o una palabra más alta que otra.

De él hemos hecho los periodistas muchos chistes a  propósito de su pasión por acudir a los bautizos, bodas y funerales de los que tuviera conocimiento. Era una de sus fórmulas  - ¡Hola, soy el senador Macías, cómo está! -  para acercarse a la gente y compartir con ella en los momentos clave de sus vidas, acompañarla, felicitarla o condolerse con ella. Que entre sus objetivos estuviera también conseguir sus votos creo que no desmerece un ápice el carácter humano y bondadoso del político hoy desaparecido.

No quisiera caer en el ditirambo pero no creo que sea exagerado decir que José Macías, con sus luces y sus sombras como cualquier ser humano, ha sido una suerte de espíritu libre de ataduras partidistas que concibió y ejerció la política como un servicio a los demás en el sentido más literal de la expresión, es decir, de manera personal, cercana y directa. 

Dudo mucho de que en los tiempos actuales y con el encanallamiento de la política hubiera sitio para alguien como José Macías. Eso, al margen de que su naturaleza humana fuera de una pasta distinta y casi única y su concepción de la política no tuviera nada que ver con las capillas y las conjuras de los aparatos partidistas. No obstante lo anterior, los representantes de la llamada “nueva política” que se consideran los inventores de la rueda y el fuego, tienen mucho que aprender de José Macías, un político que, ante todo fue buena persona, pero que, además, pisó de verdad la calle. Descanse en paz.   

Un pacto para olvidar

El mejor pacto político posible para Canarias que hoy ha pasado a mejor vida ha sido, con diferencia, el más inestable que han tenido estas islas en mucho tiempo. Debe haber sido también el que más tiempo ha dedicado a apagar fuegos que nada tienen que ver con la gestión del interés público. Algún defecto congénito debía tener la criatura para que generara más discrepancias que coincidencias desde su nacimiento y se haya despedido entre reproches y estertores. Puede que fuera que los socios que lo han sustentado a trancas y a barrancas durante año y medio no estuvieran hecho el uno para el otro o, mejor dicho, uno puede que sí pero el otro no. CC aceptó este pacto que ha vendido como el mejor posible, porque no le terminaban de cuadrar las cuentas políticas con el PP, aunque con el apoyo de los tres diputados de la Agrupación Socialista Gomera sumara suficiente mayoría parlamentaria. También porque  pensaba que sería más cómodo gobernar con el PSOE y de hecho así tenía que haber sido, sobre todo a la vista de la capacidad de aguante que los socialistas han demostrado durante la mayor parte de lo que llevamos de esta convulsa legislatura.

Los socialistas ni se plantearon en junio del año pasado articular una mayoría parlamentaria alternativa que enviara a CC a la oposición. En un claro error de cálculo, un  PSOE sin liderazgo reconocido ha pretendido ahora explorar esa fórmula confiando en que la coyuntura nacional le sería favorable y se ha encontrado con las paredes de Ferraz y de Génova enfrente. Probablemente fue en ese intento de censurar a Clavijo cuando el PSOE selló la salida del Gobierno que ha firmado hoy el presidente. 


Sin embargo, en junio del año pasado y sin pensárselo mucho, el PSOE se entregó en brazos de CC y confió en que los nacionalistas cumplirían las cláusulas políticas del acuerdo, empezando por el pacto en cascada que ya se había incumplido en la legislatura anteriorEsa obsesión por extender el acuerdo regional a cabildos, ayuntamientos y pedanías ha supuesto un persistente dolor de cabeza para los socios del pacto, con los socialistas como los más perjudicados, y un guineo insufrible para una ciudadanía cada vez más indiferente ante estas trifulcas de vecindad. No obstante, las desavenencias no sólo han tenido que ver con quién gobierna en según qué ayuntamiento. La falta de entendimiento y de proyecto compartido entre los socios ha sido patente en asuntos de mucho más calado como el debate de la nueva ley del suelo y el control de legalidad del planeamiento urbanístico o en la gestión socialista de la sanidad pública abiertamente cuestionada por el propio presidente.  

Y sin ir más lejos, en el destino que debía darse a los 160 millones de euros del Impuesto sobre el Tráfico de Empresas, a la postre un regalo envenenado que ha terminado dinamitando el pacto.  Desde el momento en el que se supo que Canarias no tendría que devolver ese dinero al Ministerio de Hacienda, CC y el PSOE han mantenido una pugna sorda y soterrada primero y a voces después que ha terminado en el cese de los consejeros socialistas. Y todo eso, y aquí viene lo más esperpéntico, después de haberse puesto de acuerdo sin muchos problemas sobre cómo distribuir más de 7.000 millones de euros del presupuesto autonómico del próximo año.


Los socialistas ya habían protagonizado desplantes suficientes como para que el cese se hubiera producido hace un mes y los ciudadanos nos hubiéramos evitado esta agonía política. Me refiero al inexplicable abandono del Consejo de Gobierno por parte de los consejeros del PSOE – reiterado hoy - y al voto con la oposición en el Parlamento que, sin embargo, no condujeron a lo que hubiera sido lógico, normal y responsable en un partido como el PSOE: abandonar el gobierno y dar por roto el acuerdo.

La necesidad de la ex vicepresidenta Hernández de permanecer en el Gobierno para no poder comba en la pugna por liderar el PSOE canario y el miedo a aparecer como el dinamitador del acuerdo y a tener que gobernar en minoría por parte de CC, han aplazado más allá de todo lo razonable y admisible el fin de una crisis permanente que ha hecho un enorme daño a la imagen del Gobierno de Canarias. Una lección cabe extraer de la penosa historia de este pacto de desencuentros y es que la aritmética parlamentaria no lo es todo en las relaciones políticas: si no hay proyectos medianamente afines para sustentar un acuerdo de gobierno estable y cohesionado o si ni siquiera hay proyecto claro ni nadie con capacidad suficiente para liderarlo, el fracaso está garantizado. En política, lo que parece que suma en realidad también puede restar.  

La ira de Aznar

Aunque creo que ha dejado el vicio, no me extrañaría que Rajoy haya encendido un buen veguero para celebrar como se merece que su padrino Aznar haya renunciado a la presidencia de honor del PP. Se acabó por fin la brasa insufrible de sermonearme a toda hora con lo que debo hacer y pensar sobre la economía, los impuestos, Cataluña o el partido, habrá dicho para sus entretelas el gallego. De Rajoy sabemos que ya le pueden hacer cosquillas en las plantas de los pies que no moverá un solo músculo de la cara. A las críticas de Aznar, eternamente enfurruñado y de mala uva, Rajoy ha respondido con el desdén del silencio o como quien oye llover plácidamente en Pontevedra. Todo lo contrario del vallisoletano,  incapaz de expresar sus puntos de vista sin torcer el gesto y mascullar las palabras como si hablara para su camisa y no para quienes le escuchan.

Ahora bien, que Rajoy parezca una estatua del Museo de Cera y que las críticas parezca que no le afectan no quiere decir que la procesión no vaya por dentro. Aznar fue y sigue siendo el “presidente” para la derecha carpetovetónica nacional,  la misma para la que Rajoy no es más que “Maricomplejines” – Jiménez Losantos dixit. Junto con eso, que alguien que te eligió a dedo para ser su heredero político te esté tirando casi a diario de las orejas no debe ser tampoco plato de buen gusto para nadie, ni siquiera para el aparentemente inconmovible Rajoy.



Sin embargo, y aunque lo disimulen muy bien los dirigentes del PP cantando ahora las excelencias políticas de Aznar, lo cierto es que al partido le viene de perlas que este Pepito Grillo de la derecha más caduca pase a la condición de simple militante. En el imaginario de la mayoría de los españoles Aznar aparece con los pies sobre la mesa junto a Bush y sus compiches, en el trío de las Azores o mintiendo a los españoles sobre los atentados de Atocha. Es también, aunque los populares canten sus bondades económicas, el responsable político de la burbuja inmobiliaria que ha provocado la peor crisis vivida en décadas en este país; y al mismo tiempo es el que hablaba catalán en la intimidad con Pujol y el que invitó a la boda de su hija a la flor y nata de la trama Gürtel.

Por eso, cuanto menos le recuerden los españoles y cuantas menos homilías haya que soportar sobre lo que debe hacer o dejar de hacer el Gobierno del PP, mucho mejor para los populares. Aunque temo que se equivoquen si dan por hecho que este martillo de herejes no les seguirá leyendo la cartilla cada vez y tenga oportunidad. Renunciar a la presidencia de honor del PP le deja las manos libres para arremeter contra Rajoy o contra quien estime conveniente y con la dureza que estime conveniente. A su servicio tiene la fundación FAES, a la que ya ha desconectado del PP, y hasta la posibilidad de fundar un nuevo partido a la derecha de la derecha.

De naturaleza política rencorosa, Aznar no se va a retirar de la primera línea así como así ni va a perdonar que Rajoy y el PP hayan ignorado las reiteradas críticas y recomendaciones de un hombre que se siente imbuido de la verdad absoluta e inapelable. Haría bien Rajoy en apurar su puro e irse preparando para las embestidas aznaristas que seguramente le estarán esperando a la vuelta de la esquina y que, esta vez sí, puedan terminar obligándole a romper el silencio sobre su arrogante padrino político. 

Ladrones de banco

En una sola sentencia el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha propinado hoy una sonora bofetada judicial doble a España. La primera a los avariciosos bancos españoles – perdón por la redundancia – a los que obliga a devolver hasta el último céntimo de las cláusulas suelo de las hipotecas. El Banco de España, de cuyos cálculos me fío menos que de una escopeta de feria a la vista de los números que hizo sobre Bankia, estima que el roto superará los 4.000 millones de euros. Otras estimaciones elevan la cifra hasta los 30.000 millones sobre la base de calcular 3.000 euros anuales de media  por los dos millones de hipotecas con cláusula suelo firmadas en España desde 2009 apróximadamente.

Fue entonces cuando la burbuja inmobiliaria reventó y los bancos idearon el truco del almendruco de la clausula suelo para guardarse las espaldas  ante posibles bajadas del Euribor y seguir sangrando a sus clientes. Sinceramente, confío en que la cifra no sea tan elevado porque de serlo no tardaría Rajoy en personarse en Bruselas para pedir un nuevo “no rescate” de los bancos españoles a bajo interés y, por supuesto, sin cláusula suelo. En cualquier caso no aconsejaría yo a nadie que abriera el champán para celebrar este fallo.

El descosido es grave como se ha reflejado ya en las cotizaciones de los bancos que más han abusado de las cláusulas suelo. Y aunque ya las entidades habían proveído fondos temiendo el varapalos, no firmaría yo en ningún lado que no se disparen ahora las comisiones, los intereses de los préstamos y otros peajes bancarios para cuadrar los balances y resarcirse del golpe. Eso sin contar con que los bancos no van a soltar un solo euro de oficio, de manera que quien quiera cobrar tendrá que ganárselo en los juzgados.


La sentencia también es una bofetada sin precedentes en plena cara del Tribunal Supremo español. Esta alta instancia judicial había fallado en mayo de 2013 que las cláusulas suelo son nulas pero, en una sorprendente pirueta, establecía que los bancos sólo tenían que devolver lo cobrado a partir de esa fecha y no desde el momento de la firma de la hipoteca. En otras palabras, que todo lo cobrado hasta ese momento bien cobrado estaba y aquí paz y después gloria. Si los magistrados que redactaron esa sentencia tuvieran un mínimo de vergüenza torera ya deberían haber  tirado la toga y las puñetas a la basura y haberse ido a casa abochornados.

Incluso alguien que no haya pisado nunca una facultad de derecho se preguntaría cómo se puede considerar que la cláusula de un contrato es nula pero sólo por un tiempo, es decir, a partir de determinada fecha y no desde el momento mismo de la firma del compromiso. Pues, para asombro general,  los magistrados del Supremo actuaron más como miembros del consejo de administración de un banco que como defensores de la Ley y fallaron que obligar a los bancos a devolver todo el dinero de las cláusulas suelo ponía en peligro el sistema financiero.

Se me agota la capacidad de asombro ante el privilegiado trato político, económico y hasta judicial que se dispensa en España a los bancos, algo que dudo tenga parangón europeo. Mientras ellos no han dejado de desahuciar y embargar desde que se vino abajo el tinglado del ladrillo, los españoles hemos pagado a escote su rescate millonario, nos hemos tragado sus abusivas cláusulas suelo para acceder a una vivienda y hemos comprado sus participaciones preferentes opacas y sus acciones de Bakia bichadas.

Ninguno de los principales responsables de todo eso está entre rejas, en gran parte, porque todo eso se ha perpetrado con la connivencia, la complicidad y hasta el aplauso en ocasiones del Gobierno, del Banco de España y, como en el caso de las cláusulas suelo, incluso de la Justicia. Por primera vez en mucho tiempo y espero que sirva de precedente, me siento orgulloso de una institución de la UE: su Tribunal de Justicia ha dado una lección de justicia a España y a quienes anteponen los intereses privados al derecho y al bien general. 

¿Y después de Berlín?

Cambian los métodos y las herramientas pero no cambia la esencia cruel del terror: infligir dolor y muerte para imponer las ideas y creencias propias y destruir las de las víctimas. Junto a una iglesia berlinesa milagrosamente en pie a pesar de los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial, los terroristas lanzaron anoche un camión contra una multitud pacífica que visitaba un mercadillo navideño. El balance, doce víctimas mortales y casi medio centenar de heridos. Además de la implicación simbólica del lugar elegido para la masacre, el atentado de anoche en la capital alemana es muy probable que tenga también graves repercusiones políticas.

En Alemania, Francia y Holanda se celebrarán el año que viene elecciones generales en un clima de polarización social y política ante el reto de la inmigración y el drama de los refugiados, al que Europa ha respondido de la manera más cicatera y decepcionante imaginable. En el Reino Unido, en donde no hay elecciones pero en donde el triunfo del brexit ha disparado los episodios de xenofobia, la derecha nacionalista no ha tardado en echar las culpas del atentado de anoche a la canciller Merkel.


Es en ese clima social y político enrarecido y potencialmente explosivo que empieza a respirarse en varios países de Europa en donde pesca votos una ultraderecha xenófoba y racista, cuyos líderes parecen alegrarse de que mueran inocentes a manos de bárbaros terroristas si eso refuerza sus mensajes de odio y exclusión. Sin embargo, frente a la amenaza combinada del terrorismo yihadista y el ascenso de la ultraderecha, los gobiernos democráticos europeos y las instituciones comunitarias siguen sin ser capaces de articular una política medianamente común con la que hacer frente a esos dos peligros.

La reacción más común parece ser atrincherarse dentro de las fronteras propias para cada cual hacer la guerra por su cuenta como si se estuviera enfrentando un problema nacional y no global que afecta a la seguridad del continente y a los valores y libertades democráticos. Esa respuesta medrosa e ineficaz es precisamente la que conviene a los fines de los terroristas que, poco a poco, ven como van deteriorando el consenso social y exacerbando las reacciones políticas e institucionales ante sus ataques.

Por desgracia, lo que ocurrió anoche en Berlín puede volver a ocurrir en cualquier momento en otra ciudad europea como ya ha ocurrido en dos ocasiones en París o en Bruselas o en Madrid o en Londres. A pesar de las veces y de la saña con la que el terrorismo ha golpeado en Europea y de las veces en las que la policía ha conseguido conjurar nuevos atentados, las capitales europeas y Bruselas siguen siendo manifiestamente incapaces de sentar las bases de una política antiterrorista común. Nadie dice que sea sencillo pero el reto al que se enfrenta Europa requiere aparcar de una vez las diferencias y los eventuales recelos y acordar conjuntamente medidas policiales, sociales, económicas e incluso militares si fuera el caso para al menos minimizar la amenaza que se cierne sobre Europa.

Y todo eso se debe hacer, además, sin afectar o afectando lo menos posible a las libertades y derechos políticos que son el santo y seña del sistema democrático occidental. Alcanzar ese imprescindible acuerdo no garantiza la inmunidad ante el terrorismo dado que, como es sabido, el riesgo cero no existe. No alcanzarlo o al menos no intentarlo sí da pie para preguntarse cuándo y dónde volverá el terror a mostrarse en todo su cruel esencia.