No soy muy amante del gerundio, esa forma verbal del español de la que con frecuencia se abusa o emplea de modo incorrecto. Los socialistas, en cambio, no le tienen miedo y han elegido precisamente, no un gerundio sino tres, como lema de su congreso extraordinario de este fin de semana: “Cambiando…cambiando el PSOE…cambiando España”. Se me ocurre que en lugar de elegir “cambiando” como lema y leit motiv del cónclave también pudieron haber optado por algo menos progresivo y más contundente y definitivo, por ejemplo, “cambiamos” o “hemos cambiado”. Mas no le metamos prisa a Pedro Sánchez y los suyos: aún tienen por delante una dura tarea antes de encontrar el oasis en el que saciar su sed de votos y en el que también quieren beber hasta dejarlo seco otras fuerzas como Podemos.
Sin duda, el congreso será un punto de inflexión en ese camino y de su éxito o fracaso dependerá que el oasis se acerque o se aleje como un espejismo en el horizonte. Lo primero que tendrá que conseguir Sánchez es una ejecutiva integradora y que cuente con amplio respaldo de los delegados. El primero de los nombres lo anunció hoy mismo el propio Sánchez al designar a César Luena como nuevo secretario de organización, que a todos los efectos será su número dos en la dirección. Luena es un desconocido dirigente riojano del que en principio sólo cabe decir que se le reconoce el valor, como a los soldados en la mili. Es probable que Carmen Chacón, derrotada en Sevilla, y Patxi López, dimisionario del PSOE vasco, pasen a formar parte también del núcleo duro de este PSOE en cambio progresivo.
Sea cual sea la composición, los nombres y el perfil de esa ejecutiva, una de sus primeras tareas será determinar qué ocurrirá con las primarias abiertas para elegir al candidato socialista a La Moncloa previstas para noviembre. Si bien los barones no ven con malos ojos retrasarlas, tal y como ha sugerido con claridad el nuevo secretario general, no todo el mundo en el partido opina lo mismo y exige que se celebren en la fecha acordada y comprometida. Desde luego, mal empezaría este PSOE cambiante si lo primero que hace es cambiar sus propios compromisos por un mero cálculo electoral. Que Sánchez recibirá parabienes y felicitaciones de los barones tras ser aclamado nuevo secretario general sobra decirlo. Mucho más interés tendrá saber si aprovechará el congreso para iniciar la carrera rumbo a La Moncloa o si llegado el caso opta por la temida bicefalia de ingrato recuerdo para el PSOE y le cede el paso a Susana Díaz, con la que parece consultar todas sus decisiones importantes a pesar de haber pedido autonomía para dirigir el partido.
Por lo demás, este congreso carece de contenidos programáticos dignos de mención, salvo algunas ponencias de relleno para pasar la tarde del sábado charlando entre camaradas. Y es ahí en donde, en mi profana opinión, flaquea con claridad un encuentro que, visto desde fuera, parece pensado más para elevar a Sánchez a los altares que para lanzar dos mensajes claros y contundentes a militantes y ciudadanos. A los primeros tendría que explicarles Sánchez cómo va a renovar el partido, cómo se va a canalizar la participación desde las bases a la cúpula y cómo va a hacer para que las ventanas y las puertas no vuelvan a cerrarse después de este fin de semana y del ejemplar proceso de primarias que lo han llevado a la máxima responsabilidad en el PSOE.
A los ciudadanos tendría que decirles que el PSOE renacerá de sus cenizas con una propuesta política que se diferenciará con claridad del neoliberalismo rampante y que será capaz de hacer viable el magullado estado del bienestar, santo y seña de identidad de la hoy alicaída socialdemocracia que purga sus propios errores. El gesto de ordenar a los eurodiputados socialistas españoles que votaran en contra de Junker como presidente de la Comisión Europea, no suple ni de lejos la alarmante falta de ideas políticas alternativas que exhibe Sánchez por mucho que se esté en contra de todo lo que representa el político luxemburgués. Dado que Sánchez apenas ha dicho nada hasta el momento sobre el futuro del partido o sobre el futuro de la socialdemocracia en España, cabe plantearse esta pregunta: ¿cambiando o continuando?
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