Advertencia previa: no busquen en este post respuesta a la pegunta que le da título. Soy el primero que ignoro cuáles son las intenciones de líder del PSOE y tengo para mi que él tampoco las conoce con certeza. Lo he dicho en varias ocasiones pero tengo la imperiosa necesidad de decirlo una vez más: los españoles no nos merecemos el bochorno político por el que estamos pasando desde hace nueve meses - esto parece un tortuoso embarazo - y con riesgo de que se extienda hasta más allá de este año. No diré que Sánchez sea el único responsable del estancamiento político pero sí es uno de los principales. Su enrocamiento numantino en el "no" a Rajoy y al PP desde el día siguiente a las elecciones del 20 de diciembre de 2015, casi desde la noche de los tiempos, es una de las causas de que este país haya ido dos veces a las urnas en seis meses y esté a las puertas de ir por tercera vez en menos de un año.
Rajoy es un político tan carente de cualquier tipo de credibilidad que no se merece el apoyo que ni siquiera se molesta en buscar; vive en su nube de fuerza más votada y da por supuesto que el resto debe rendirse a sus plantas de forma incondicional. Sin embargo, nadie le ha pedido a Sánchez que haga tal cosa, en cuyo caso habría estado de sobra justificado el "no" más rotundo. Lo que se le ha pedido es que facilite la conformación de un gobierno que atienda de una vez las cuestiones que este país tiene pendientes desde hace casi un año.
Podía haber exigido al PP que sacara a Rajoy de la escena política y propusiera otro candidato a la Moncloa a cambio de pestar apoyo parlamentario a un gobierno que estaría obligado a realizar las reformas que se le exigieran para no quedarse en minoría. Tenía - y aún tiene en su mano - gobernar este país desde el Parlamento con el muy probable apoyo de otras fuerzas del arco político. Ni siquiera se ha molestado en explorar esa vía encastillado en un "no" poco responsable, que abre las puertas a nuevas elecciones y que no deja precisamente bien parado su sentido de Estado y la conveniencia de anteponer el interés general al partidista.
Ahora, casi un mes después de que fracasara la investidura de Rajoy, ha tenido a bien convocar una reunión ordinaria del Comité Federal del PSOE para una semana después de las elecciones vascas y gallegas de este domingo, como si el país anduviera sobrado de tiempo para más juegos florales. Reunión que, por otro lado, debió haber tenido lugar inmediatamente después del pleno de investidura para determinar la estrategia política a seguir a partir de aquel momento. En lugar de eso inició una ridícula ronda de contactos telefónicos con otros dirigentes políticos sin ni siquiera postularse para la investidura y cuyos resultados tangibles aún estamos esperando que nos explique a los ciudadanos.
A partir de ahí ha dedicado todo el mes de septiembre a pedirle a Podemos y a Ciudadanos el imposible de que retiren sus vetos recíprocos con la indisimulada esperanza de conseguir la cuadratura del círculo de ser investido presidente de un gobierno modelo jaula de grillos. Ya ha filtrado su guarda de corps que irá al Comité Federal a proponerse como candidato a la investidura, no se sabe muy bien con qué apoyos. Susana Díaz le ha recordado que no se puede gobernar con 85 diputados y unos cuantos barones le están aguardando en la bajadita como se le ocurra presentarse con el apoyo de los partidos independentistas catalanes. En cuyo caso puede que no dude Sánchez en fintar de nuevo al Comité y usar el comodín del público convocando a las bases del PSOE para que respalden su apuesta por un imposible político.
Todo lo cuál me lleva de nuevo al título de este post: ¿qué quiere en realidad Sánchez? Por ensayar sólo un par de hipótesis, uno diría que quiere ser presidente del gobierno "le cueste lo que le cueste" a él, a su partido y a este país, y eso incluye si es necesario unas terceras elecciones y, ya puestos, unas cuartas, etc. Y me aventuraría también a decir que quiere seguir mandando en el PSOE, aunque hasta la fecha su liderazgo se salde con resultados electorales cada vez peores, con permiso de lo que ocurra el domingo en Galicia y en el País Vasco. Puede que él y sus allegados en la dirección socialista piensen todo lo contrario pero, si lo que Sánchez quiere es hacer del PSOE una fuerza políticamente irresponsable y residual, va por el mejor de los caminos.
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