Permítanme la
licencia poética, ya sé que Montoro no usa chistera, pero no me negarán que es
el mago del Gobierno de Rajoy. Su habilidad para sacar de la nada conejos y
palomas han convertido en proverbiales sus trucos de predistidigitación fiscal.
O es que ya no se acuerdan de la famosa reforma fiscal que nos vendió hace unos
años y que de reforma tenía lo que yo de esquimal. Más bien fue un catálogo
de parches a mayor gloria de las rentas altas aunque la presentara con la
promesa de hacernos a todos más ricos, más altos, más rubios y más esbeltos.
Por no mencionar la graciosa amnistía fiscal para que los que se lo habían
llevado crudo y en bolsas al extranjero, pudieran regularizar – bonita palabra –
su situación a un módico precio al pasar por la ventanilla de Hacienda.
Su
penúltima fullería tiene que ver con los cabreados pensionistas. Les ha
prometido que les rebajará la presión fiscal para que el dinerito que se
ahorren lo puedan dedicar a los achaques de la edad. El bondadoso ministro
oculta que su gesto caritativo apenas beneficiará a poco más de un tercio de
los pensionistas de este país, exactamente aquellos que cobran de pensión más
de 12.000 euros al año. Ese es el mínimo exento de tributación y al que no llega
el 63% de los pensionistas. Dicho en plata, Montoro anuncia que le rebajará la
presión fiscal a los pensionistas que mejores pensiones cobran y a los demás que les den dos duros. Porque eso y poco más es lo que van a cobrar de aumento este
año los pensionistas de este país después de la raquítica subida del 0,25%
aprobada por el Gobierno del mago Montoro.
El de Hacienda ha intentado salir al rescate de un PP que no gana para
sustos, con Albert Rivera achuchando desde la derecha y el PSOE desde la
izquierda, pero enseguida se le han visto las intenciones. Si de verdad el Gobierno quisiera echarle una
mano a los pensionistas para que levanten cabeza después de años de crisis
gastándose lo que no tenían en sacar adelante a los hijos y a los nietos en
paro, podría empezar por subir las pensiones hasta el nivel al menos del IPC.
Esto era lo que se había venido haciendo siempre hasta que el PP decidió meter
la tijera al tiempo que se gastaba una hucha en la que llegaron a acumularse
70.000 millones de euros para los tiempos de las vacas flacas.
Su reforma
laboral y la epidemia del empleo precario que trajo consigo son las
responsables directas de que hoy la hucha críe telarañas, de que la subida de
las pensiones sea ridícula y de que los pensionistas estén en la calle
protestando como jóvenes imberbes para reclamar su derecho constitucional a una
pensión digna. Pero no es de estas cosas de las que le gusta hablar al Gobierno
o al PP si no es para decir que no deberían quejarse tanto los yayoflautas
porque ni con la crisis ha dejado de subir su pensión. O, como Montoro, para prometer
una ayuda fiscal para la minoría de los pensionistas seguramente con la idea de
que en las próximas elecciones no se olviden a quién se la deben devolver. Ven
cómo la chistera de Montoro es inagotable y el ministro un tahúr de los trucos
fiscales. Lástima para él que cada vez se le vean con más claridad las cartas
marcadas con las que juega.
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