Mánchester y la razón

Tras los atentados de Mánchester alguien ha escrito  – no recuerdo quién ni dónde – que los occidentales empezamos a acusar fatiga de compasión. Tiene toda la razón. Los actos de barbarie terrorista de los últimos tiempos nos están dejando sin palabras y hasta sin argumentos. Admiro a esas personas que son capaces de hilvanar un discurso coherente después de saber que 22 inocentes, la mayoría niños y adolescentes, han volado por los aires sólo porque un fanático decidió que debía acabar con cuantas más vidas mejor, incluida la suya. Yo ya empiezo a ser incapaz de encontrar palabras para expresar las sensaciones que me producen estas masacres y creo que no soy el único. Se nos está agotando el repertorio de actos, minutos de silencio  y frases de condena, asco y repulsa y el catálogo de soluciones también acusa signos de agotamiento. 

Repetir las mismas expresiones cada vez que un descerabrado se lleva por delante unas cuantas decenas de vidas que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora errónea apenas nos sirve para tranquilizarnos temporalmente. En nuestro fuero interno no podemos sentirnos satisfechos porque somos conscientes de que sólo hemos aplicado un placebo para una grave enfermedad, la del fanatismo religioso, el peor de todos los fanatismos. Pero que se nos agoten las condenas o que la razón ya no nos alcance para comprender estos actos salvajes, no puede llevarnos a bajar los brazos y empezar a normalizar estas tragedias.

“No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror”

No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror. Ese es precisamente el objetivo de los terroristas, derrotar nuestra moral y allanar nuestras razones. Y la razón es no sólo la mejor sino la única arma para luchar contra la sinrazón y nuestra frontera más firme para la defensa de los valores de la tolerancia y el respeto. Necesitamos apoyarnos en la razón para no hacerles el juego a quienes ven en atentados como el de Mánchester la excusa perfecta para arañar votos cabalgando sobre la xenofobia y el racismo. La coincidencia del atentado en esa ciudad inglesa con la campaña para las elecciones del 8 de junio en el Reino Unido no puede haber sido casual. Su objetivo, además de cegar cuantas más vidas mejor, ha sido poner contra las cuerdas el sistema democrático y sus elementos constitutivos. A esas fuerzas políticas que braman contra los refugiados y los inmigrantes, hechos como el del lunes les sirven para alimentar sus discursos de odio al extranjero, especialmente si profesa la fe de Alá.


La razón es también la única herramienta que nos servirá para comprender por qué los estados europeos han fracasado de manera tan flagrante a la hora de integrar en la cultura occidental y en el respeto a las creencias de los demás a jóvenes nacidos y criados en nuestros países y de religión musulmana. Es tambíen la única vía para encontrar las soluciones que ayuden a reparar los graves errores y las injusticias históricas cometidos por Occidente en los países de donde proceden las familias de estos jóvenes radicalizados.

“Responder a la acción con la reacción es una salida pasajera de dudosa eficacia”

Responder a la acción con la reacción sólo es una salida pasajera y de dudosa eficacia. Sacar el ejército a las calles como ha hecho el gobierno conservador británico o como hizo también en Francia el socialista Hollande sólo sirve para transmitir una sensación de seguridad más artificial que real. Además, ningún país democrático se puede permitir luchar contra el terrorismo suspendiendo indefinidamente libertades y derechos porque estaría abdicando ante quienes se han propuesto acabar con los rasgos más característicos de la democracia.

Vigilancia y prevención policial son medidas imprescindibles pero insuficientes como ha vuelto a quedar de manifiesto en Mánchester. La acción coordinada de los países amenazados por el terrorismo sobre las causas últimas que lo alimentan y la implicación de los gobiernos para integrar en los valores democráticos a los inmigrantes de segunda o tercera generación susceptibles de caer en las redes del radicalismo, son también ineludibles. Es lo que aconsejan la razón y el sentido común frente a quienes desearían con todas sus fuerzas arrastrarnos a la ley del Talión sin importarles que todos acabemos ciegos.   

Sánchez y Cataluña: algo en lo que pensar

El independentismo catalán protagoniza un nuevo pulso con el Estado y, si bien el desafío no es nuevo, cualitativamente sí parece más grave. Puigdemont y quienes le siguen se muestran dispuestos a declarar unilateralmente  y de inmediato la independencia haya o no haya referéndum. Si lo hay miel sobre hojuelas pero si el  antidemocrático gobierno de Madrid no lo autoriza, se declara la república catalana y aquí paz y después cava. Resulta sarcástico que para justificar decisiones antidemocráticas e inconstitucionales se apele precisamente a la democracia. Por lo que se ve, para los soberanistas catalanes esa palabra y el significado que encierra vale tanto para una cosa como para la contraria.

Los planes para la desconexión catalana del resto de España ya están negro sobre blanco en un borrador de ley en el que se recogen medidas tan democráticas como poner los jueces al servicio de la Generalitat, quedarse con los funcionarios del Estado, controlar  los medios de comunicación privados y hacer del catalán la única lengua oficial de la república catalana.  El texto parece inspirado en alguna república bananera de medio pelo aunque quienes lo respaldan aseguran ser demócratas de toda la vida que se indignan si los demás no apreciamos su fino concepto de la democracia.

“Los planes para la desconexión catalana ya están negro sobre blanco”
  
Este texto, digno de los anales del constitucionalismo, lo dio a conocer EL PAÍS el mismo día en el que el renacido Pedro Sánchez se convertía en el hombre del momento: redes sociales, radios, televisiones y casi todos los periódicos le dedicaban sus mejores minutos y espacios salvo precisamente el periódico de PRISA. En este caso, su primera página la presidía un titular de los que se reserva para las grandes ocasiones con los planes del soberanismo catalán para la secesión. Y no creo que fuera por casualidad que la noticia se colocara exactamente encima de la foto de Sánchez saludando a su hinchada desde el balcón de Ferraz. Parecía como si el periódico de Cebrián, nada sospechoso de sanchista como es público y notorio, le estuviera advirtiendo al flamante líder del PSOE de que debe buscar un rato libre para pensar en la que se avecina si los soberanistas catalanes no van de farol.


 Si esa hubiera sido la intención no le faltaría algo de razón. De Rajoy ya sabemos lo que piensa sobre la independencia de Cataluña: primero la ley y si ésta no da resultados aplicamos  la ley  y, si aún así, no se resuelve el problema aplicamos otra vez la ley. Eso sí, a estas alturas de este docudrama no parece que haya otra alternativa porque la opción del diálogo hace tiempo que quedó atrás y porque dos no dialogan cuando uno no quiere. Es lo que demuestra el desdén con el que Puigdemont ha rechazado la tardía oferta de Soraya Sáenz de Santamaría para que el presidente catalán se explaye en el Congreso sobre sus planes.

Respecto a Ciudadanos no hay dudas de que se pondrá del lado del Gobierno y respecto a Podemos hay más probabilidades de que apoye a los independentistas catalanes que a la Constitución, como ponen de manifiesto los reiterados guiños de Iglesias al soberanismo catalán y su defensa del llamado “derecho a decidir”. La gran incógnita es Pedro Sánchez y el PSOE porque, como quedó de manifiesto en la campaña para las primarias, el líder socialista elegido el domingo no parece tener una idea muy clara de lo que hacer ante este órdago.

 ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

¿Sigue defendiendo Sánchez la solución federal aprobada por su propio partido en la Declaración de Granada? ¿Es partidario o contrario a que los catalanes y sólo los catalanes voten sobre la independencia de su comunidad en un referéndum sin amparo constitucional? ¿Piensa lo mismo sobre este asunto Pedro Sánchez que el primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes, Mikel Iceta? Ante un eventual escenario de hechos consumados interesa saber también si el PSOE apoyaría la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. En él se establece que “si una Comunidad Autónoma no cumpliere con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

Y lo más importante de todo: ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

Sánchez, una elección arriesgada

Las primarias socialistas nos han dejado algunos hechos ciertos y unas cuantas incógnitas que el tiempo irá despejando. Es un hecho cierto que la victoria de Sánchez sobre Susana Díaz es inapelable. Cuando se gana por diez puntos de diferencia no caben dudas ni medias tintas sobre las preferencias de los votantes, sólo aceptar el resultado y punto. Sánchez ha renacido de sus cenizas políticas llevado en volandas por unas bases que parecen haber olvidado que es la misma persona que ha conducido al partido a los peores resultados electorales de su historia. Imagino, no obstante,  que darán por hecho que los electores no militantes harán lo mismo que los militantes y se decantarán mayoritariamente por Sánchez cuando el nuevo líder del PSOE se vuelva a enfrentar a unas elecciones generales. 

La preferencia de la mitad de los afiliados por un líder político perdedor como Sánchez se explica por un hecho no menos cierto: el peso sumado del aparato, de los barones y de la vieja guardia ha terminado aplastando a la perdedora de estas primarias. Como se suele decir de forma coloquial, Susana Díaz se ha caído con todo el equipo.  Ella ha sido la receptora por méritos propios y ajenos de la sonora bofetada política que apenas ha sabido encajar y con la que la mayoría  de los afiliados ha castigado la abstención del partido en la investidura de Rajoy y la defenestración de Sánchez. Así como Sánchez, al que todo daban por acabado políticamente, ha renacido de sus cenizas, con la lideresa andaluza puede haber pasado justo todo lo contrario de modo que este haya sido el final de su carrera política al menos al norte de Despeñaperros.

“El peso del aparato, los varones y la vieja guardia ha aplastado a Susana Díaz”
  
Esa es una de las muchas incógnitas derivadas de estas primarias y que, en su mayor parte, tienen que ver con Sánchez. Su primera tarea será llevar a la práctica lo que quiera que signifique lo que dijo anoche cuando anunció “un nuevo PSOE”. Salvo que su objetivo sea refundar el partido, que no creo, su dilema es cómo integrar a los perdedores sin decepcionar a los afiliados que lo han aupado a la secretaría general. Después de lo de ayer, barones y aparato no están vencidos, sólo derrotados temporalmente. Eso significa que si Sánchez cae en la tentación de purgarlos va a seguir teniéndolos en frente y la brecha de la división se ensanchará aún más. Por el contrario, si les otorga demasiado peso correrá el riesgo de disgustar a los militantes que ven en él a un mártir político irredento que se basta y sobra con los de su cuerda.


“Sánchez se envolvió en la bandera de los militantes contra los dirigentes y ahora necesita de ambos para recomponer el partido”

Es lo que tiene de malo envolverte en la bandera de los militantes y ponerlos en contra de la dirección del partido como si fueran enemigos. Luego los necesitas a ambos para recomponer el partido y no sabes bien cómo arreglártelas. Su vuelta a Ferraz también va a poner patas arriba a la organización autonómica y local del partido que tendrá que afrontar su renovación en los correspondientes congresos. Como es natural Sánchez buscará un amplio respaldo territorial y esto hará que primarias y cónclaves  autonómicos y locales del PSOE se celebren a cara de perro entre sanchistas y susanistas, generando más división. 

Sus relaciones a partir de ahora con Podemos es otra de esas incógnitas que el tiempo no tardará en aclarar. Si la experiencia sirve para algo en política es de suponer que Sánchez habrá aprendido de sus errores y evitará volver a convertirse en el juguete político preferido de Pablo Iglesias. De hecho, la formación morada persiste en la injerencia y ya ha interpretado por su cuenta y riesgo  que los afiliados del PSOE que han apoyado a Sánchez lo que quieren es que este respalde la moción contra Rajoy. Menos dudas hay sobre el tono mucho más duro que adoptará a partir de ahora la oposición del PSOE a un Rajoy que, a fecha de hoy, todavía no ha corregido la grosería política de no felicitar al nuevo líder del principal partido de la oposición y sí ha tenido tiempo en cambio para felicitar al Real Madrid por ganar la Liga. El riesgo para Sánchez de llevar las cosas demasiado lejos en la oposición al PP es la convocatoria anticipada de elecciones que podrían poner al PSOE ante su ser o no ser definitivo. 

“Es de suponer que Sánchez habrá aprendido de su experiencia y evitará volver a ser el juguete político de Pablo Iglesias”.

Con ser de calado estas incógnitas, no lo es menos la relativa a la posición de Sánchez ante el desafío soberanista catalán que toma impulso estos días como el principal problema político de este país, incluso por encima de la corrupción. Los planes de los nacionalistas catalanes para proclamar unilateralmente la independencia son lo suficientemente graves como para que el reelegido líder del PSOE aparque sus ambigüedades y sus bandazos  sobre “la nación de naciones” y diga con claridad qué modelo territorial tiene en mente si es que tiene alguno concreto. En este caso y en muchos otros en los que el concurso del PSOE es fundamental para la gobernabilidad son todos los españoles, votantes o no del PSOE, y no solo los afiliados los que quisieran conocer las ideas de Sánchez. 

La mayoría de los afiliados ya ha visto en Sánchez al mejor líder posible del PSOE y hay que respetarlo. Ello no quita para que resulte inevitable concluir que han sido más los deseos de revancha sobre barones y aparato que las virtudes políticas que adornan al renacido líder socialista los que han inclinado la balanza a su favor en una muy arriesgada elección para el partido y para el país. 

El PSOE se cita con su futuro

Puede que el título de este comentario parezca algo exagerado pero creo que se ajusta como un guante al momento histórico que está viviendo el PSOE. Lo del próximo domingo son mucho más que unas primarias en las que casi 188.000 afiliados tendrán la posibilidad de elegir un nuevo líder o lideresa. En otras circunstancias sería tal vez una pequeña conmoción que no tardaría en superarse y tras la que volvería la normalidad. En este envite eso no va a ser así por mucho que dirigentes y cargos públicos socialistas sigan autoengañándose con el mantra de que el lunes por la mañana la familia socialista española volverá a ser una como por arte de magia y como si no hubiera pasado lo que ha pasado en los últimos 8 meses.

El del domingo será un momento crucial, realmente clave, que marcará durante mucho tiempo la vida de una formación política con 140 años de historia y ahora más esencial que nunca para la democracia de este país. Lo dramático es que, si se cumplen los pronósticos, ese después que empezará el domingo por la noche cuando se conozcan los resultados de las primarias, no será un camino de rosas sino de abrojos ante los que tendrá que demostrar mucho más que cintura para sortearlos la persona en la que los afiliados depositen su confianza.

“El del domingo será un momento crucial, realmente clave, para un partido con 140 años de historia”

El riesgo de que el partido salga de estas primarias aún más roto que del penoso comité federal del 1 de octubre del año pasado es altísimo y casi me atrevería a decir que inevitable a estas alturas. Es indiferente si la elegida es Susana Díaz – como parece bastante probable – o si es Pedro Sánchez, algo que no puede descartarse por completo. Desde el inicio de la campaña para la recogida de avales hasta la fecha, Díaz y Sánchez han protagonizado un enfrentamiento suicida sobre las posiciones de cada cual en el pasado que corrobora toda la razón que hay en  aquel sagaz comentario atribuido a Konrad Adenauer: “Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido”.


Los dos candidatos con más posibilidades de convertirse en líderes del PSOE actúan exactamente como compañeros de partido, es decir, procurando hacerse todo el daño posible y rebuscando en el argumentario para desacreditarse y desprestigiarse recíprocamente sobre sus respectivas  intenciones políticas. La inquina ha tomado tal intensidad que en los afiliados que vayan a votar el domingo pesará mucho más si le pasan factura a Sánchez o a Díaz que la fortaleza del liderazgo que puede representar cada uno al frente del PSOE.

Esos militantes en los que se escuda Sánchez y a los que apela Díaz apenas dispondrán para elegir entre uno y otro de proyectos, modelos o idea general de partido. De ellos se pretende un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado y basado más en la fe del carbonero que en la calidad de las propuestas. La falta de ideas en estas primarias ha sido tan clamorosa que sólo de patético puede calificarse escuchar a Díaz prometiendo créditos a los jóvenes como si estuviéramos en la campaña para las elecciones generales.

“De los afiliados se espera un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado”

La cuestión es si hay alternativa al abismo al que Sánchez y Díaz parecen llevar al PSOE con su guerra sin cuartel. De hecho la hay pero sus posibilidades son muy escasas. Son las que atesora Patxi López,  el único de los tres candidatos que ha evitado el enfrentamiento para, en medio del griterío de los otros dos, intentar plantear propuestas constructivas sobre el futuro del PSOE. Hay que reconocer que ha fracasado por completo, en parte porque carece del carisma mediático de sus contrincantes pero, sobre todo, porque la sensatez y el diálogo para resolver las diferencias estratégicas y políticas parecen haber huido despavoridas de Ferraz desde el nefasto comité federal.

Aunque es muy improbable que la obtenga, López merecería que los afiliados le brindaran la oportunidad de evitar que el PSOE se inmole en la hoguera de las vanidades políticas que han encendido Díaz y Sánchez para arrojarse dentro de ella. Me temo que es de las últimas oportunidades que le quedan al PSOE para que la cita que tiene el domingo con su futuro no se convierta en el principio de una travesía que puede desembocar en la nada política. De los afiliados depende. 

Maniobras judiciales en la oscuridad

A pesar de haberse convertido en el primer ministro de la democracia reprobado por amplia mayoría del Congreso de los Diputados, a Rafael Catalá no se le ha movido un pelo de la barba. Se siente expresamente respaldado por Rajoy que tiene en él a un excelente dique de contención de la nueva marea de chapapote corrupto en la que vuelve a chapotear el PP. Desde la óptica del Gobierno, es innegable que Catalá está prestando excelentes servicios como corrobora haber puesto a José Manuel Maza al frente de la Fiscalía General del Estado y este a su vez a Manuel Moix al cuidado de la Fiscalía Anticorrupción.

El ministro ha mostrado además su lado más generoso – ¡qué sería de la Justicia sin generosidad! – y ha deseado que “acaben pronto los líos” a un flamante presunto corrupto como Ignacio González. En servicios a la causa no se ha quedado atrás Maza, que no tuvo reparos en ordenar a un fiscal anticorrupción de Murcia que no acusara a otro presunto corrupto del PP, el ex presidente de la comunidad autónoma. Aunque para méritos los de Moix, el preferido de Ignacio González para la Fiscalía Anticorrupción, que se batió el cobre para detener los registros de la “operación Lezo” hasta el punto de provocar un motín de los fiscales madrileños. Méritos todos ellos que han conseguido enfadar hasta a las asociaciones de fiscales más conservadoras, por no hablar de las progresistas, que al unísono han pedido sin éxito que rueden cabezas. 
“Es innegable que Catalá está prestando excelentes servicios al Gobierno”
Los tres – Catalá, Maza y Moix – han sido reprobados por la mayoría del Congreso de los Diputados y a ninguno de los tres se le ha pasado siquiera por la cabeza irse a sus casas. Al final, qué es el Congreso sino la sede de la soberanía popular a cuyas decisiones podemos hacerles un limpio corte de mangas y continuar como si tal cosa. En cualquier otro país democrático el ministro se habría ido a casa antes de sufrir la vergüenza de una reprobación política y lo mismo habrían hecho los otros dos reprobados. En España, por el contrario, se saca pecho, se niega la mayor y se convierte el Congreso en un alegre pasatiempo para los aburridos martes por la mañana.


En un país en el que el partido en el Gobierno está hasta las cejas de corrupción es importante tener mucho cuidado con la persona que pone ese partido al frente del ministerio de Justicia. No vale cualquier cantamañanas al que se le ocurra nombrar un fiscal general desafecto y le haga un roto irreparable.  Debe mirarse con mucha atención y ante todo el pedigrí político para evitar disgustos y en segundo lugar el profesional. Es cierto que el mal que supone el control orgánico, jerárquico y sobre todo político del Ministerio Público por parte del partido en el gobierno es viejo y que ya lo sufrimos en su día con personajes como el presunto socialista Eligio Hernández. Sólo que ahora la corrupción conocida ha alcanzado niveles cercanos a la inundación y la sensibilidad social es infinitamente superior, de manera que lo que haga un ministro de Justicia y su fiscal general no pasa precisamente desapercibido.

“Para Justicia no vale cualquier cantamañanas que nombre a un fiscal general desafecto y haga un roto irreparable”

Como no ha pasado desapercibido que justo en la semana en la que Catalá y la cúpula fiscal han sido reprobados, el Consejo del Poder Judicial – otro órgano que merece ser puesto patas arriba de inmediato  para acabar con su control político – ha tenido a bien enviar al juez Velasco a una plácida Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional. Será casualidad pero resulta difícil de creer: Eloy Velasco es el juez que instruye precisamente los casos Lezo y Púnica que afectan de lleno al PP de Madrid y que ahora tendrá que dejar sobre la mesa para que se ocupe de ellos aquel que por concurso ocupe la plaza, algo que se tomará su tiempo.

El nuevo tendrá que aprenderse ambos casos antes de decidir qué rumbo seguir y mientras el escándalo bajará unos cuantos grados  que le servirán al PP para tomar aire. No obstante, antes de irse el juez Velasco ha tomado dos decisiones de calado. Por un lado, ha fijado una fianza de 400.000 euros para que Francisco Granados, cabecilla de la Púnica y una de las ranas de Esperanza Aguirre, pueda salir de prisión. La otra ha sido rechazar el procesamiento de la presidenta madrileña Cristina Cifuentes a la que informes de la Guardia Civil, seguramente filtrados por fuego amigo, vinculan también con esa trama corrupta. Pareciera como si alguien en el PP no le perdonara a Cifuentes haberse convertido en la heroína de la lucha contra la corrupción en el partido dejando a Rajoy y al PP como consentidores pasivos del saqueo de lo público a la sombra de la gaviota. ¡Cómo está el servicio, señorito!, que diría Gracita Morales. 

El timo de las plusvalías

Me maravilla lo candorosos que somos a veces los ciudadanos de este país cuando toca pasar por alguna de las numerosas cajas públicas en las que pagar nuestros impuestos. Nos quejamos y criticamos que nos cobren por todo ayuntamientos, cabildos, gobiernos autónomos y gobierno central pero sacamos la cartera y ni siquiera nos preguntamos si todo lo que pagamos está sustentado en la lógica más elemental. Eso sí, en cuanto nos plantean hacer algo para que paguen más los que más tienen, para que se persiga el fraude y la evasión fiscal y para que los impuestos que pagamos respondan a criterios razonables enseguida se nos pasa el enfado.

Vaya por delante que no soy un enemigo de los impuestos, más bien al contrario. Como han demostrado durante décadas los países escandinavos, un sistema fiscal progresivo sin recovecos por los que escaquearse es la mejor manera de conseguir una redistribución lo más justa posible de la riqueza y de favorecer por tanto la igualdad social. De lo que estoy en contra es de que las administraciones públicas tomen a los ciudadanos por rehenes y les apliquen impuestos tan absurdos como el de las plusvalías por la compra venta de propiedades urbanas sin que importe ni poco ni mucho si ha habido ganancias o pérdidas en la operación.


“El impuesto sobre una plusvalía inexistente que han aplicado los ayuntamientos es  confiscador y falto de toda lógica”

Tuvo que ser un ayuntamiento vasco el que advirtiera por primera vez de la posible inconstitucinalidad en la que estaban incurriendo todos los ayuntamientos de este país al cobrar por una plusvalía que no se había producido. Ahora ha sido el propio Tribunal Constitucional el que ha venido a confirmar el despropósito y la sinrazón de ese impuesto que el legislador tendrá que reformar más pronto que tarde para adaptarlo a la doctrina del alto tribunal. 


Los ayuntamientos perderán un buen pico con este fallo constitucional que echa por tierra una importante fuente de ingresos para las arcas municipales. En cualquier caso, lo que no puede seguir ocurriendo, porque así lo establece la decisión del Constitucional, es que por la simple titularidad durante un cierto tiempo de una propiedad urbana el ayuntamiento de turno ya deduzca que se ha obtenido un beneficio en el momento de la venta y nos aplique el correspondiente impuesto revolucionario. Eso es sencillamente confiscador y contrario a toda lógica económica y de la otra como demuestra lo ocurrido con muchas de esas propiedades en cuanto estalló la burbuja inmobiliaria.


"Deben prepararse los ayuntamientos para hacer frente a las reclamaciones de los ciudadanos"

Deben además prepararse los ayuntamientos para hacer frente a una posible avalancha de ciudadanos que, ahora sí, reclamarán que se les devuelva el dinero pagado indebidamente en concepto de plusvalía. Animándoles a que lo hagan hay ya no pocos despachos de abogados que han visto en esta decisión del Constitucional otra buena oportunidad de negocio como ya ocurrió con las preferentes, las acciones de Bankia o las cláusulas suelo. 

Convendría que a quien le corresponda la responsabilidad se pusiera cuanto antes manos a la obra para adaptar la regulación de ese impuesto a lo que dice el Constitucional y el sentido común más elemental que, como demuestra este fallo, no es el más común de los sentidos si por medio hay dinero fresco.  Hay que empezar por dejar bien claro qué pruebas deben aportar particulares y empresas como las promotoras inmobiliarias para demostrar que no ha habido enriquecimiento y que por tanto no ha lugar a aplicar el impuesto. A ver si en esta ocasión estamos algo más atentos para que los ayuntamientos no vuelvan a tomarnos por simples paganinis obligados a apoquinar y a callar. 

Quevedo, solo ante el peligro

Tras horas han tardado hoy Pedro Quevedo y Cristóbal Montoro en no ponerse de acuerdo “prácticamente en nada”. Del meritorio récord del diputado de NC y del ministro de Hacienda han participado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro de Industria, Alberto Nadal. No conozco personalmente a Montoro pero sospecho que una reunión de tres horas con él es de esas experiencias que te marcan para toda la vida. Se lo preguntaría a Quevedo si respondiera a los whatsapp o a las llamadas pero últimamente está tan ocupado presidiendo peliagudas comisiones de investigación, negociando presupuestos del Estado y ordenando el tráfico de cruceros en el Puerto de La Luz que ni caso les hace a esos requerimientos.

El cotizado diputado 176 se personó esta mañana en La Moncloa revestido de hombre de estado con un grueso tocho de enmiendas presupuestarias bajo el brazo de las que quiere obtener todo el aceite posible. Sin embargo, a tenor de sus propias declaraciones tras el extenuante encuentro, tengo la sensación de que se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer. Pedir 450 millones de euros más en los presupuestos y de propina una reforma del sistema electoral canario es un órdago de los que hacen época y que nos ha traído a la memoria el poder que en ocasiones ha tenido en Canarias el diputado 31 del Parlamento autonómico.

“Tengo la sensación de que Quevedo se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer”.

Lo de los millones podría ser asumido sin grandes problemas por Montoro, quien no tuvo dificultades en cerrar un acuerdo con el PNV por un importe  de 5.000 millones de euros, una cifra mucho más abultada que la que piden NC y CC juntos y que sumaría unos 1.000 millones en el supuesto de que Quevedo consiguiera hacer saltar la caja fuerte de Hacienda. Ahora bien, lo de la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y los cambios en la ley electoral de las islas que pide Quevedo para apoyar los presupestos introduce una cuña entre el Gobierno central y CC, valedora de las cuentas de Montoro, que huele a cuerno quemado en la otra cosa nacionalista canaria.


Creo que pecan de excesivo optimismo quienes ya ven en el papel que están jugando los dos diputados nacionalistas canarios una suerte de reverdecimiento de los laureles de antaño cuando incluso se disfrutaba de grupo político propio en la cámara. La realidad es más bien otra y habla ante todo de una aritmética parlamentaria coyuntural que beneficia esas posiciones  y no del reforzamiento de un nacionalismo canario a día de hoy dividido y sin visos de unidad ni a corto ni a medio plazo.

“NC ha visto una oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener en mucho tiempo”.

No me cabe duda de que NC ha visto la oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener de aprovechar la privilegiada posición política del diputado 176 para subirse a la higuera de las exigencias a Montoro que tiempo de bajar de ella habrá. Dicho de otro modo, explotar hasta el final y más allá la atención mediática que esa posición recibe y presentarse ante los canarios como la fuerza política que fue capaz de arañar a los presupuestos del Estado unos cuantos millones más para las islas que los que logró la otra fuerza nacionalista y sin embargo rival político.   

Veremos hasta dónde ceden Montoro y Quevedo en este pulso aunque sospecho que ambos tendrán que dejarse algún pelo en la gatera para alcanzar un acuerdo y luego ya veremos cómo lo adobamos ante la opinión pública  para que nadie aparezca magullado. Lo que no creo es que Quevedo termine pulsando el botón de votar no cuando toque decidir en el Congreso sobre los presupuestos salvo que le apetezcan unas nuevas elecciones generales, que no creo, que animen el aburrido cotarro político de este país. No obstante, ahora que Quevedo ya ha pegado la hebra con Montoro debería llevarse a Román Rodríguez a la próxima reunión:  se equilibrarían las fuerzas estatalistas y nacionalistas y no se vería de nuevo tan sólo ante el peligro de ser abducido por los reconocidos poderes de Montoro de darte con una mano lo que te quita con la otra. 

Debate sin ambición

En su derecho están quienes deseen dedicar su tiempo a averiguar quién ganó el debate socialista de hoy. Es un asunto en el que nunca he creído mucho ya que el resultado sólo se basa en sensaciones y percepciones subjetivas de quien opina tan buenas y fiables como las de otro cualquiera. No es por zafarme y no dar un nombre pero si me preguntaran respondería que no hay ganador en el debate de hoy entre los aspirantes a dirigir el PSOE. No quiero decir que todos hayan perdido sino que ninguno ha estado a la altura de las circunstancias y del crítico momento histórico en el que se encuentra un partido con el bagaje y la historia del PSOE.

Creo que los tres han vuelto a perder una buena oportunidad para explicarles a los suyos y al resto de los ciudadanos cuáles son las ideas y proyectos concretos con los que aspiran a volver a hacer del PSOE “un partido ganador”, según la terminología al uso de los tres candidatos. Lo que se ha visto hoy ha sido una nueva riña – bien es verdad que muy educada - entre los dos aspirantes  con más posibilidades de quedarse con el santo y la limosna del PSOE frente a un tercero que ha intentado de nuevo hacer de Pepito Grillo sin conseguirlo.

“Si me preguntaran respondería que nadie ha ganado hoy el debate”

Resulta descorazonador que en un debate sobre el partido que quiere cada uno de los candidatos, la mayor parte del tiempo lo hayan empleado Díaz y Sánchez en cobrarse las facturas por el pasado reciente. El propio López, que ha hecho hoy loables esfuerzos por no enredarse en ese debate estéril que mantienen sus dos contrincantes desde hace meses, terminó también enredado y por momentos haciendo pinza con Díaz contra Sánchez. López se ha vuelto a parecer hoy al bombero que ha llegado demasiado tarde al incendio y al que no le queda más remedio que aceptar que la única manera de que se apaguen las llamas es dejándolas que sigan su camino hasta que se acabe el material combustible. Sólo que en este caso el material que está ardiendo no es otro que el que representan los 130 años de vida que atesora el PSOE.
  

Más allá de los lugares comunes y de los mantras sobre la abstención para que gobierne Rajoy, los cambios de rumbo de Sánchez o la presunta proximidad de Díaz al PP, casi nada se ha dicho hoy que no hubiéramos escuchado ya. Imagino que los afiliados del PSOE que el domingo elegirán al nuevo líder o lideresa del PSOE y que ya tenían su voto decidido no lo cambiarán en función de lo que han visto y escuchado esta mañana. Del mismo modo, a los que nadaban en un mar de dudas no creo que el debate les haya aclarado otra cosa que no sea que en el partido siguen faltando propuestas concretas y sobrando ganas de revancha.

“Ni siquiera quedó claro si Susana Díaz es una infiltrada del PP  y Sánchez un infiltrado de Podemos”

Por no aclararse ni siquiera se ha aclarado hoy  si Susana Díaz es una infiltrada del PP y Sánchez un infiltrado de Podemos, aunque por lo que ambos se dijeron mutuamente uno estaría dispuesto a creer que así es. No deja de ser sintómatico que los dos postulantes con más opciones a ocupar la secretaría general del PSOE apenas hayan esbozado sus líneas estratégicas principales dejando a propios y extraños con las mismas dudas previas al debate. Es evidente que detrás de esa calculada ambigüedad se esconde el indisimulado deseo de ambos de usar al PSOE como trampolín para llegar a La Moncloa. El problema es que ambos parecen haber olvidado la importancia de asegurar bien el trampolín para no dar saltos en el vacío.

No sé quién ganará las primarias del domingo aunque las quinielas apuestan con fuerza por Díaz y por Sánchez. Pero al margen del nombre del ganador o ganadora, el drama del PSOE es que ninguno de los tres aspirantes parece reunir las condiciones necesarias para encarnar el liderazgo renovador y de consenso que reclama el partido para no caer en la irrelevancia política. Un debate tan poco estimulante, tan trabado en viejas rencillas y tan escaso de ideas como el de hoy revela una vez más que la salida de la crisis socialista dista aún mucho de estar cerca. 

Comisiones de investigación: más ruido que nueces

Pocas cosas como una comisión parlamentaria de investigación para no sacar nada en claro o, si lo prefieren, para no sacar nada nuevo en claro. Después de meses de reuniones y comparecencias varias, los resultados que arrojan son más bien magros y poco novedosos con respecto a lo que ya se conoce del asunto investigado. A menudo, estas comisiones sólo sirven para reproducir en fórmato más reducido las diferencias y las afinidades que los partidos ya mantienen dentro y fuera de la cámara sobre la cuestión de la que se trate. La guerra que han protagonizado las principales fuerzas políticas para presidir las dos comisiones de investigación que se crearon ayer en el Congreso avalan lo que digo.

No tengo ninguna razón de peso para esperar que los resultados de esas dos nuevas comisiones vayan a ser distintos de los de las anteriores ni que vayan a aportar revelaciones espectaculares sobre los asuntos de los que se ocuparán. Obviamente, el hecho de que las presidan dos diputados nacionalistas canarios, – Ana Oramas y Pedro Quevedo -, aunque éste último a regañadientes,  no les otorga un plus de interés para los ciudadanos aunque para ellos supongan una indudable proyección política por el eco mediático que van a tener sus sesiones. Si, como se prevé, deben declarar ante la misma y hacerlo con la verdad por delante bajo pena de prisión o multa personajes como Mariano Rajoy, la expectación informativa está más que asegurada.

“No tengo ninguna razón de peso para esperar que los resultados de esas dos nuevas comisiones vayan a ser muy distintas de las anteriores”

De la comisión que se encargará de investigar el origen de la burbuja inmobiliaria y cómo la misma terminó costándonos 60.000 millones de euros a los españoles para rescatar a las cajas lastradas por el ladrillo, no hay casi nada nuevo que explicar.  Quien quiera ilustrarse tiene a su disposición una abundantísima bibliografía que narra el nacimiento del monstruo cuando José María Aznar liberalizó el suelo y cómo creció y se desarrolló cuando las cajas se dedicaron a conceder créditos como churros sin asegurarse su devolución. Luego vino la crisis y crecieron las sospechas de que las cajas, gobernadas por políticos y no por banqueros, estaban quebradas y no había más remedio que rescatarlas con el dinero de todos.

Es una historia demasiado conocida y sufrida por todos los españoles como para que quepa esperar revelaciones sorprendentes. Ni siquiera el inefable Miguel Ángel Fernández Ordóñez,  gobernador del Banco de España cuando la explosión del ladrillo y felizmente para él eximido ahora por el juez del desastre de la salida a bolsa de Bankia, dirá otra cosa que no sea exculparse una vez más de haber mirado para otro lado mientras el monstruo inmobiliario engordaba.

“Sólo si se acordaran medidas para que estos hechos no se repitan estarían justificadas”

De la comisión que investigará otra caja, aquella en la que presuntamente contabilizaba el PP el dinero que recaudaba para financiarse irregularmente, podría esperarse algo más si no fuera porque el asunto ya es también lo suficientemente conocido a través de no pocos libros y, lo que es aún más importante, de unos cuantos autos judiciales que no dejan lugar a muchas dudas sobre el asunto. Que en esa comisión tenga que comparecer probablemente Mariano Rajoy – suponemos que en vivo y de cuerpo presente – no significa que el presidente vaya a decir nada que no haya dicho ya y que en síntesis ha sido exactamente nada. Si para cuando Rajoy declare como testigo vía plasma ante el juez de la Gürtel ya ha dicho el PP que no tiene nada que aportar, sería ingenuo suponer que lo va a hacer en una comisión parlamentaria por muy seria y formal que sea.

Mi escepticismo y seguramente el de muchos otros ciudadanos ante los resultados de estas dos comisiones de investigación no significa que no crea que estos asuntos no deban analizarse a fondo en sede parlamentaria. Sólo digo que la experiencia ha demostrado que, en todo caso y como mucho, no van nunca más allá de lo que va la Justicia que los investiga. En cambio, generan un ruido mediático y una distorsión política en la que importa más sacar los colores del rival o autoprotegerse de las acusaciones que llegar al fondo de la verdad. Ni siquiera confío demasiado en que sirvan para acordar medidas consensuadas que impidan que los hechos investigados se repitan, aunque con eso sólo su constitución, sus trabajos y las retribuciones que van a cobrar sus integrantes estarían más que justificadas. 

El hombre que arengaba a las vacas

O Nicolás Maduro está muy sólo y no tiene a nadie más con quien hablar o tendría que hacérselo mirar con urgencia. Arengar como hizo hace poco a una manada de vacas (ver vídeo) para que apoyen su inconstitucional reforma de la Constitución bolivariana, evidencia no sólo la inestabilidad política de Venezuela sino la de su presidente, de la que hasta ahora no sospechábamos mucho. Es cierto que en su día vio pajaritos que asoció con el espíritu de su amado líder Hugo Chavez pero pensamos que había sido una alucinación pasajera que ya habría superado. El mitin vacuno de Maduro ya ha dado para unos cuanto memes y no pocos chistes que, poco más o menos, vienen a considerar que el presidente venezolano está como una cabra o de atar.

Nada de esto tiene gracia alguna en cuanto se recuerda que son ya 40 las víctimas mortales en Venezuela desde que a comienzos de abril se recrudecieron las protestas contra el chavismo. Se me ocurre que, para variar, Maduro podría dejar tranquilas a las vacas y sentarse a hablar con sus compatriotas y con los partidos de la oposición sobre cómo sacar a un país tan rico como Venezuela del pozo al que él mismo y el chavismo lo han conducido. Podría preguntarles si el salario les llega a fin de mes en el caso de que tengan alguno, si cuando van al supermercado o a la farmacia encuentran lo que necesitan y si cuando salen a la calle se sienten seguros. Si en lugar de aferrarse al poder como un náufrago a una tabla hubiera prestado atención a las demandas de su pueblo, al que tanto apela y con el que tanto se le llena la boca, no me cabe duda que habría cuarenta muertos menos y puede que hasta un país en vías de levantar cabeza. 

“Maduro podría preguntarles si  cuando van al supermercado o a la farmacia encuentran lo que necesitan”

Tras ganar las presidenciales por la mínima y perder las legislativas a manos de su denostada oposición, Maduro ha iniciado una deriva hacia la autocracia que ya tiene a su país inmerso en un clima político irrespirable y en una crisis económica y social que no parece tocar fondo. Desde el momento en el que perdió el control del legislativo su única obsesión ha sido ignorar la voluntad de los venezolanos y usar todos los resortes del poder para desembarazarse de la oposición. Ha retrasado sine die las elecciones regionales por miedo a perderlas también y su simulacro de diálogo con la oposición con la mediación de la Iglesia católica fue un frustrante paripé de cuyos acuerdos no ha cumplido ni uno.


En paralelo maniobró con el poder judicial fiel al chavismo para imposibilitar el revocatorio de su mandato por el que bregó una oposición que tampoco ha parado para sacarse a Maduro de encima. Para el presidente de Venezuela, la Asamblea Nacional es como una piedra en el zapato que hay que eliminar por todos los medios, por lo civil o por lo penal. Llamarla, como hace a menudo, “asamblea podrida” sólo porque no la controlan los suyos es señal más que elocuente de lo que significa la democracia para Maduro.

La penúltima arremetida fue enviarle al Tribunal Supremo a usurpar sus funciones alegando el incumplimiento las resoluciones de ese órgano integrado por probos chavistas. Y la última, para la que ha pedido hasta el apoyo de las vacas, convocar una asamblea constituyente formada mayoritariamente por su gente saltándose los pasos del manual de funcionamiento de cualquier sistema democrático. En él se establece que primero se convocan unas elecciones constituyentes y después los representantes elegidos por el pueblo elaboran una nueva constitución que someten a la consideración de los ciudadanos en un referéndum.

“La Asamblea Nacional es como una piedra en el zapato que hay que eliminar por todos los medios”

Todo esto son sólo milongas para un Maduro desatado que nunca ha tenido empacho alguno en saltarse todos los semáforos rojos aunque eso esté llevando al país a estrellarse. Entretanto, la comunidad internacional parece paralizada y temerosa de intervenir de algún modo en Venezuela ante una situación que se torna más crítica cada día que pasa. En España casi todos los partidos políticos y no pocas instituciones han expresado en los últimos días su preocupación por el clima de crispación y enfrentamiento en el que se está sumergiendo Venezuela. Desentona, como ya es habitual y conocido, Podemos que, tratándose de Nicolás Maduro y de su veloz carrera hacia la dictadura final, sigue sin decir ni mu. 

A Dios rogando y con Maza dando

José Manuel Maza no debería seguir un minuto más al frente de la Fiscalía General del Estado. Maza no reúne el principal requisito que debe cumplir quien ocupa un cargo de la responsabilidad del suyo en un Estado de derecho: máxima independencia del poder ejecutivo. Como ciudadano me siento abochornado por su nueva y forzada comparecencia de esta tarde en el Congreso, la segunda en dos meses y ambas relacionadas con casos de corrupción en el PP. En las dos – “caso Auditorio”  en Murcia y “caso Lezo” en Madrid - José Manuel Maza ha obviado las  evidencias y se ha aferrado a la ausencia de pruebas palpables de que sus actuaciones y las del fiscal anticorrupción Manuel Moix, nombrado por él, buscan ahorrarle al PP disgustos judiciales.

En Murcia se opuso a que el fiscal anticorrupción de aquella comunidad acusará al ex presidente autonómico Pedro Antonio Sánchez en el “caso Auditorio”. En Madrid, su hombre de confianza en Anticorrupción, Manuel Moix, hizo lo posible y lo imposible para detener los registros del “caso Lezo” que llevaron a la cárcel al ex presidente madrileño Ignacio González y a otros presuntos implicados en el saqueo de la empresa Canal de Isabel II. La rebelión de los fiscales madrileños le obligó a dar marcha atrás en una decisión a todas luces escandalosa. A los pocos días, no obstante, relevó de sus funciones a los fiscales que investigaban las comisiones del 3% en Cataluña y sin consultarles siquiera dio curso a la denuncia de un imputado contra ellos.

"Maza no reúne el principal requisito que se supone debe cumplir quien ocupa un cargo de la responsabilidad del suyo"

Moix ha llegado a la fiscalía anticorrupción gracias a lo serio que le parecía al mismísimo Ignacio González, como el propio Maza ha reconocido esta tarde en sede parlamentaria. No obstante ello, al actual Fiscal General no se le ocurrió ni por asomo pensar mal de esa preferencia por parte de un político como González que, mucho antes del “caso Lezo”, ya estaba siendo investigado por otros asuntos turbios como el ático de Marbella.  Moix ha sido también quien, raudo y veloz, ha salido a desautorizar de nuevo a los fiscales madrileños que sospechan de que Ignacio González y sus hermanos recibieron un oportuno chivatazo procedente de las altas esferas políticas o de la judicatura que les puso en aviso de que estaban siendo investigados.
  

Ninguna de estas actuaciones de Moix, que como poco pueden calificarse de irregulares, merecen reproche alguno para Maza. Además, no contento con guardar las espalda de su escudero en Anticorrupción, ha tenido también la ocurrencia de pedir que se castigue a los medios de comunicación que publiquen filtraciones judiciales. Cabe suponer que, para este señor, la libertad de expresión y el derecho a la información recogidos en la Constitución deben ser severamente limitados si suponen una amenaza de algún tipo para el Gobierno o para el PP. Al parecer, la Ley Mordaza no le parece suficiente despropósito y quiere reforzarla algo más.

Sólo por una ocurrencia como esa debería ser inmediatamente cesado por quien lo nombró para el cargo, el ministro de Justicia, sólo que éste también debería aprovechar e irse a casa con él ya que a este paso ya ha hecho bueno al nefasto Ruiz Gallardón. Por elevación debería hacer lo propio quien nombró a Catalá al frente de Justicia, un Mariano Rajoy a quien la corrupción en su partido no es extraño que le preocupe más bien poco mientras cuente con fieles escuderos en la fiscalía que se encarguen de echarle agua al fuego.

“Catalá ya está haciendo bueno al nefasto Alberto Ruiz Gallardón

La falta de pruebas tangibles a la que se aferran Maza, Catalá  y Rajoy sobre la proximidad de la Fiscalía General a los intereses del PP en los casos de corrupción no despeja el manto de sospecha sobre sus actuaciones. La persistencia de esa sombra de duda es incluso peor que las pruebas ya que contamina todo el sistema y hace que paguen justos por pecadores. La corrupción y la manifiestamente mejorable lucha contra ella ha dañado severamente la confianza de los ciudadanos en los políticos y en las instituciones. Sin embargo, las reiteradas  actuaciones de la Fiscalía General del Estado a favor de los intereses del partido en el Gobierno o de la Jefatura del Estado -  recuérdese lo ocurrido con el “caso Nóos” entre otros - ha arrojado una permanente sombra de duda que corroe una de las columnas maestras de la democracia, el sistema judicial.  

Asegurarla es de vital importancia y eso pasa por un acuerdo político – que por desgracia ni está ni se le espera -  que haga del Ministerio Público un verdadero poder al servicio del Estado de derecho y no del partido de turno en el Gobierno.

Calasparra como síntoma

El alcalde de la localidad murciana de Calasparra es del PSOE y se llama José Vélez.  A él no le va el vino griego sino cantar las que entiende que son las verdades verdaderas de su partido. En un mitín en su pueblo ha dicho que la gestora federal del PSOE ha actuado como “una mafia” beneficiando a Susana Díaz frente a Pedro Sánchez. Sobra decir que Vélez bebe los vientos por Sánchez en la confianza de que será el próximo secretario general y expulsará a los mercaderes del voto del templo socialista de Ferraz. 

En otro contexto, lo que este alcalde arrocero dijera o dejara de decir no habría interesado a nadie más allá de su pueblo. Sin embargo, en el ambiente gerracivilista en el que se ha instalado el PSOE, lo dicho por Vélez ha sido como echar gasolina en un incendio. Lo de Calasparra es sólo el síntoma de que los candidatos socialistas con más posibilidades de liderar el partido – Sánchez y Díaz - están jugando peligrosamente con fuego sin pararse a pensar mucho en las nesfatas consecuencias que este incendio puede tener para el partido y para el país.

“Flota en el ambiente un olor a revancha y cobro de facturas atrasadas”

Flota en el ambiente un olor a revancha y cobro de facturas atrasadas que no era del todo descartable pero que uno confiaba en que los candidatos serían capaces de gestionar con algo más de cabeza y muchas menos tripas que las que están exhibiendo en esta carrera hacia las primarias del 21 de mayo. Ni Díaz ni Sánchez parecen estar para perder el tiempo con zarandajas sobre modelo de partido ni cómo hacer para conseguir que el PSOE no sea muletilla de nadie, ni del PP ni de Podemos.


El hundimiento, puede que para mucho tiempo, de sus correligionarios franceses en las recientes elecciones presidenciales de ese país no les mueve lo más mínimo a bajar el tono, buscar el entendimiento y ofrecer a los españoles una alternativa creíble a la derecha del PP y al populismo de Podemos. Todo se reduce a la conquista del poder de un partido que por este camino le costará volver a ser verdadera alternativa de poder.

Sonrío para mis adentros cuando  escucho a dirigentes y cargos públicos socialistas pontificar que una vez pasado el calor de las primarias y el congreso federal, todos olvidarán el pasado y volverán al amor y a llamarse compañeros y compañeras como si no hubiera pasado nada. No lo creo en absoluto aunque me gustaría equivocarme: de este proceso de primarias crispado, tan estridente en el tono como plano en el terreno de las ideas, va a salir un PSOE más dividido e incapacitado que el actual para ser la fuerza de izquierdas que este país necesita. 

“El enconamiento entre Díaz y Sánchez ha hecho naufragar la tercera vía representada por Patxi López”

El enconamiento y la polarización entre Díaz y Sánchez han hecho naufragar la tercera vía representada por Patxi López, el único que estaba en condiciones de cerrar, aunque fuera en falso, la profunda crisis de los socialistas españoles. Aunque el candidato vasco lleva apelando a la unidad del partido desde hace meses, el ruido y la furia con el que se emplean sus dos contrincantes han ahogado por completo su mensaje conciliador.

Decidan lo que decidan los afiliados el día 21, este PSOE va a necesitar mucho más tiempo del que dispone para superar el cainismo que lo domina y ante el que se frota las manos su rival político más directo que, contra lo que pudiera parecer, no es ni el PP ni Ciudadanos. Alguien seguro que ya está soñando con el sorpasso en 2019 y tal vez en celebrarlo con una paella de arroz de Calasparra.  

Macron o el nuevo Obélix

Ha llegado Enmanuel Macron al Elíseo y parece como si hubieran llegado Obélix con Astérix y el resto de los vecinos de la aldea gala. Y no lo digo por el aspecto físico, aunque sí puede que hasta lleven consigo la poción mágica y secreta del druida que los volverá invencibles ante las arremetidas de la ultraderecha. Leyendo hoy las valoraciones de los líderes europeos tras el triunfo de Macron en las presidenciales francesas, tengo la inquietante sensación de que la mayoría está vendiendo la piel del oso a destiempo. Por Marine Le Pen votó uno de cada tres franceses y esos son muchos franceses por más que por Macron votaran los otros dos. Sin embargo, pocos líderes europeos tienen en cuenta ese detalle nada menor a la hora de valorar los resultados electorales.

Falta mucho aún para dar por frenado y erradicado el populismo xenófobo del escenario político francés, por no hablar ahora de otros países europeos en los que también ha echado raíces. Sólo se ha ganado una batalla que tendrá continuidad cuando dentro de poco más de un mes los franceses sean convocados de nuevo a las urnas para elegir en doble vuelta a sus representantes en la Asamblea Nacional. A esas elecciones concurrirá Macron con un artefacto político llamado ¡En Marcha! creado ex profeso para las presidenciales y que, hay que reconocerlo, le ha dado un excelente resultado. Ahora tiene un mes por delante para convertir ese invento del marketing político en una fuerza con implantación en toda Francia capaz de darle una mayoría suficiente con la que aplicar, sólo o en compañía, las políticas que ha prometido en las presidenciales.

“Aún falta mucho para dar por frenado y erradicado el populismo xenófobo del escenario político francés”
  
Se las tendrá que arreglar sólo ante los conservadores, los socialistas y los de ultraizquierda. A los dos primeros tiene que agradecerles Macron el apoyo para llegar al Elíseo, no tanto a los terceros a los que no parece que les hubiera importado mucho que en su lugar fuera Le Pen la elegida y por la que seguramente no pocos votaron. Será precisamente ella, la lideresa ultraderechista derrotada ayer, la que irá a por todas en las legislativas procurando obtener fuerza suficiente para cortocircuitar las medidas de un político inexperto que probablemente se sienta hoy abrumado por la responsabilidad que se acaba de echar sobre los hombros.

Desde el punto de vista de la Unión Europea, el triunfo de Macron frente a Le Pen no puede ser una excusa para seguir actuando como si aquí no hubiera pasado nada. Bien está alegrarse de que la ultraderecha haya sido frenada momentáneamente pero se requiere mucho más que palmaditas en la espalda al nuevo presidente francés para reorientar en otra dirección el rumbo de esta vacilante Unión Europea. Estos líderes a los que se les llena la boca con la palabra Europa deberían por una vez hacer una reflexión profunda sobre las razones que han puesto a alguien como Le Pen a las puertas de la presidencia de un país como Francia, cofundador de la Unión Europea, cuna de los valores democráticos y segunda economía continental.

“El triunfo de Macron frente a Le Pen no puede ser una excusa para seguir actuando como si aquí no hubiera pasado nada”

Se verían obligados a admitir que parte de la responsabilidad la tienen las políticas económicas que ha venido dictando Angela Merkel y siguiendo dócilmente el resto en los último años. El gran problema de Macron, su gran contradicción – más allá de su condición de imberbe político  – es que sus medidas económicas para Francia son un calco de las que ha venido imponiendo Alemania durante la crisis con los resultados sociales y políticos conocidos,entre ellos el ascenso de la ultraderecha nacionalista en varios países europeos empezando por Francia. Persistir en ellas daría alas a Le Pen para asaltar el Elíseo dentro de cinco años con muchas más posibilidades de éxito.

Por tanto se autoengañan estos líderes que aplauden de cara a la galería el europeísmo de Macron pero no parecen tener intención de hacer nada significativo para que ese hermoso término vuelva a hacer referencia a un espacio común no sólo económico - financiero sino también social, de igualdad, de libertad y de tolerancia. Revertir las políticas que nos han llevado al actual estado de cosas debería ser su primer objetivo si de verdad hay preocupación por el avance de la ultraderecha  y no una mera pose de quienes parecen creer que con el nuevo Obélix en el Elíseo se han resuelto todos los problemas de Europa.

¿Siempre nos quedará París?

Parece que sí, que de esta saldrán algo más magulladas pero enteras Francia en particular y la Unión Europea en general. Los sondeos vaticinan que el socio liberal Enmanuel Macron – signifique esa definición lo que signifique -  ganará de calle a la ultraderechista Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales  francesas de este domingo. Claro que de los sondeos debe uno fiarse lo justo, es decir, más bien poco, no sea que ocurra que a las encuestas se las lleve el viento y veamos a Le Pen luciendo banda tricolor republicana al compás de La Marsellesa y anunciando el Frexit y la expulsión de los inmigrantes, todo en una misma tacada.

Puestos a elegir entre lo malo y lo peor no hay otra opción que inclinarse por lo primero. Lo segundo sería la puntilla de la doliente Unión Europea y una nueva pica populista – xenófoba – nacionalista en el mismo corazón del viejo continente después de la que los correligionarios británicos han clavado en el Reino Unido. Por eso y a pesar de que Macron no pueda con su pinta de niño bien salido de alguna de las elitistas escuelas en las que aprenden a mandar los altos funcionarios franceses, es inaudito que la ultraizquierda que lidera Jean Luc Melenchon haya decidido ponerse de perfil y decantarse por el voto en blanco o nulo.
  
“Es inaudito que la ultraizquierda que lidera Jean Luc Melenchon haya decidido ponerse de perfil”

Esa irresponsable decisión demuestra lo acertado del viejo dicho de que los extremos se tocan y si como consecuencia de ella accediera a la presidencia de un país como Francia alguien con el pedigrí rancio - carca de Le Pen no iban a encontrar Melenchon y los que dentro y fuera de Francia le aplauden la gracia – véase Podemos en España -  trincheras en las que protegerse. Macron tiene el perfil de ser el producto genuino de la casta económica y política francesa y seguramente intentará aplicar un programa político que prima los ajustes presupuestarios y el adelgazamiento de la administración con la supresión de miles de empleos públicos.
  

Es evidente que son medidas de corte conservador o neoliberal o como se las quiera llamar, pero ni populistas ni xenófobas y, desde luego, no muy diferentes de las que se han aplicado en otros países como España. No quiere decir que sean deseables sino preferibles a las que propone Le Pen por cuanto éstas representan la negación de los más elementales principios y valores sobre los que se asienta la cultura política francesa y europea. Sacar a Francia de la UE como promete la candidata ultraderechista significaría el definitivo golpe de gracia de este tambaleante edificio que algunos, en un alarde de optimismo, siguen llamando proyecto de integración europeo pero al que necesitamos seguir aferrados como un náufrago a una tabla.

Le Pen promete la salida de Francia de la UE y la expulsión inmediata de los inmigrantes irregulares

Pero con ser grave algo así, no lo sería menos que llevará a la práctica otras promesas suyas como la expulsión inmediata de los inmigrantes en situación irregular, la discriminación de los extranjeros frente a los nacionales en el acceso al empleo, la vivienda o la salud, incrementar el número de policías y de plazas en las prisiones y el establecimiento de impuestos disuasorios a las importaciones. Son muchas más las medidas del mismo corte proteccionista – nacionalista – populista – xenófobo que Le Pen lleva en su programa electoral y que no parecen provocar en los seguidores de Melenchon excesiva inquietud hasta el punto de inhibirse de lo que pueda pasar el domingo en el país de la liberté, la égalité y la fraternité.

Ocurra lo que ocurra – y confiemos en que los sondeos estén tan atinados como en la primera vuelta y Le Pen se quede a las puertas del Elíseo - lo que resulta innegable es la división política francesa con 4 de cada 10 ciudadanos votando por la extrema izquierda o por la extrema derecha. Una situación que merece una profunda reflexión en los partidos tradicionales, sobre todo en el socialista, que fue barrido en la primera vuelta de las presidenciales. Reunir de nuevo al pueblo francés en torno a los valores republicanos será también el primer reto de Macron si el domingo se convierte en el nuevo presidente de la República Francesa. De él y sobre todo de la sensatez política de la mayoría del pueblo francés depende que siga quedándonos París y todo lo que eso significa. 

Susana gana sin convencer

Si el proceso para elegir nuevo líder o lideresa del PSOE fuera un partido de fútbol, podríamos decir que Susana Díaz ha ganado por la mínima en la recogida de avales pero no ha convencido a la mitad de la parroquia socialista. Díaz ha jugado en casa, con las bendiciones del aparato del partido, las de los viejos rokeros y el indisimulado apoyo de potentes medios de comunicación que no han parado de jalearla y acompañarla con las palmas. Aún así, sólo ha conseguido sacarle una exigua diferencia de 5.000 avales a Pedro Sánchez, su más directo competidor en la carrera hacia Ferraz, y al que el aparato y la mayoría de los medios han dado descaradamente la espalda.

La primera conclusión que cabe extraer del número de avales cosechados por los tres candidatos a la secretaría general es que el PSOE es un partido dividido casi por la mitad entre sanchistas y susanistas en el que no queda espacio para una tercera vía, la que en esta pugna representa Patxi López. Los poco más de 12.000 avales que ha conseguido el candidato vasco en este primer asalto a la secretaría general le obligan casi a renunciar a su candidatura y a pedir el apoyo en las primarias del 21 de mayo para  Sánchez o para Díaz.

“El PSOE es un partido dividido casi por la mitad entre sanchistas y susanistas"

Las reiteradas apelaciones de López a la unidad de los socialistas apenas han tenido un eco retórico en los otros dos contendientes que, desde el primer minuto, han convertido esta carrera por la secretaría general en un ajuste personal de cuentas entre barones y afiliados. Lejos de calmarlas, la campaña para la recogida de avales no ha contribuido lo más mínimo  a serenar las aguas en un partido que sigue sin superar el traumático comité federal del 1 de octubre del año pasado en el que se aprobó la abstención ante la investidura de Rajoy y Pedro Sánchez renunció a la secretaría general. Sánchez prometió entonces que lucharía por recuperarla y hoy ha dado un golpe de autoridad sobre la mesa que desmiente a quienes casi lo había dado por muerto y enterrado políticamente.


Los avales conseguidos por los candidatos no prefiguran el resultado de las primarias y pudiera ocurrir que esa pequeña ventaja de la que hoy disfruta Susana Díaz frente a Pedro Sánchez se recorte aún más o incluso se evapore. Este cuasi empate técnico en el número de avales aboca a una campaña de primarias en la que ambos candidatos van a tener que luchar puerta a puerta para recabar el apoyo de los afiliados. Seguramente escucharemos a algunos socialistas diciendo cosas poco edificantes de otros socialistas y ello hará que esa brecha que divide al PSOE desde octubre del año pasado se ensanche un poco más todavía. 

Que no se convierta en abismo insalvable después de las primarias y del congreso federal de mediados de junio dependerá de que el ganador o ganadora muestre generosidad y voluntad de integración y entendimiento con el perdedor. Es mucho lo que el PSOE se juega en este envite como para que quien se haga con la secretaría general caiga en la tentación de cobrar facturas políticas atrasadas. Y no es menos importante también lo que se juega este país en términos de estabilidad política si el socialismo democrático opta por inmolarse y dejar el campo de la izquierda a merced de la veleta de los vientos.   

Una censura con truco

Tiene demasiados trucos y todos demasiado visibles para que se pueda confiar en la sinceridad política de la moción de censura con la que Pablo Iglesias quiere desalojar a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno. Ni por las formas ni por el fondo supera esta nueva iniciativa mediática del líder de Podemos un mínimo análisis sobre los verdaderos intereses que se esconden tras la misma. Como en casi todos los ámbitos de la vida, las formas en política no son algo secundario sino la expresión del mutuo respeto debido entre organizaciones que no comparten la misma visión de la realidad.

Tal y como ocurrió en la pasada legislatura cuando no tuvo empacho en formarle el gobierno a Pedro Sánchez y postularse a sí mismo como vicepresidente, Pablo Iglesias ha vuelto a despreciar las más elementales formas de cortesía política y ha anunciado una moción de censura contra Rajoy para la que no se ha molestado en buscar previamente los apoyos necesarios, no ha presentado un programa de gobierno y ni siquiera ha propuesto un candidato alternativo como establece la Constitución. Tanta ambigüedad está muy lejos de deberse a la democrática voluntad de Iglesias de negociar esos aspectos con los otros partidos, como dicen sus corífeos.
  
“Pablo Iglesias ha vuelto despreciar las más elementales formas de cortesía política”

El objetivo nada disimulado es colocar una nueva bomba lapa en la línea de flotación de un PSOE que lo menos que necesita en estos momentos es abrir un debate interno sobre la conveniencia de censurar a Rajoy cuando ni siquiera se ha cerrado el que provocó su abstención en la sesión de investidura. Sobra decir que Iglesias, obsesionado como está con el sorpasso con el que sigue soñando, intenta explotar  a conciencia la debilidad del PSOE si bien en esta ocasión parece haber pinchado en hueso porque tanto los candidatos a las primarias – incluido Pedro Sánchez - como la gestora del partido han reaccionado de forma unánime ante las cartas marcadas con las que quiere jugar el líder de Podemos.
Y si por las formas la manera en la que Iglesias ha vuelto a acaparar la atracción mediática deja mucho que desear, por el fondo es aún menos creíble si cabe. De buenas a primeras, el líder de la coleta ha caído en la cuenta de que la corrupción en general y la que en particular afecta al PP es una cosa gravísima a la que conviene poner fin con la moción de censura contra Rajoy. Incluso se lamenta del deterioro de las instituciones democráticas que, como en el caso del Congreso de los Diputados, él y los suyos no han dudado en más de una ocasión en convertir en un circo mediático. Para Iglesias pareciera como si el de la corrupción fuera un problema de la semana pasada y no una grave falla política que por desgracia arrastra este país desde hace muchos años pero ante al que el líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo. 

“El líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo”.
  
Una caída que tocaba en el momento procesal oportuno, es decir, cuando en lugar de aprovechar la oportunidad que las urnas del 20 de diciembre de 2015 le brindaron para conformar un gobierno alternativo al de Rajoy, prefirió parapetarse tras sus líneas rojas y buscar a toda costa una nueva convocatoria electoral para continuar debilitando al PSOE. Entonces, su estrategia del sorpasso y la mala cabeza de Pedro Sánchez hicieron de nuevo presidente a Rajoy sin que a Pablo Iglesias le enfriaran ni mucho ni poco los casos de corrupción en el PP.

Ahora, que el PP vuelve a estar hasta el cuello de lodo corrupto, el líder de Podemos echa mano del decálogo del buen populista e impulsa una iniciativa que sabe de antemano condenada al fracaso pero que ya le está granjeando importantes réditos mediáticos. Y no es que Rajoy no merezca ser censurado por la negligencia con la que ha actuado ante la corrupción en su partido, sino que la propagandística iniciativa de Podemos lo que busca no es regenerar la vida política sino protagonismo mediático y debilitar al PSOE. La consecuencia política de la irresponsable iniciativa es reforzar a Rajoy al frente del Gobierno y del PP, aunque eso a Iglesias no parece preocuparle en absoluto. El presidente y el partido con más casos de corrupción de este país nunca le podrán estar suficientemente agradecidos.