Una censura con truco

Tiene demasiados trucos y todos demasiado visibles para que se pueda confiar en la sinceridad política de la moción de censura con la que Pablo Iglesias quiere desalojar a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno. Ni por las formas ni por el fondo supera esta nueva iniciativa mediática del líder de Podemos un mínimo análisis sobre los verdaderos intereses que se esconden tras la misma. Como en casi todos los ámbitos de la vida, las formas en política no son algo secundario sino la expresión del mutuo respeto debido entre organizaciones que no comparten la misma visión de la realidad.

Tal y como ocurrió en la pasada legislatura cuando no tuvo empacho en formarle el gobierno a Pedro Sánchez y postularse a sí mismo como vicepresidente, Pablo Iglesias ha vuelto a despreciar las más elementales formas de cortesía política y ha anunciado una moción de censura contra Rajoy para la que no se ha molestado en buscar previamente los apoyos necesarios, no ha presentado un programa de gobierno y ni siquiera ha propuesto un candidato alternativo como establece la Constitución. Tanta ambigüedad está muy lejos de deberse a la democrática voluntad de Iglesias de negociar esos aspectos con los otros partidos, como dicen sus corífeos.
  
“Pablo Iglesias ha vuelto despreciar las más elementales formas de cortesía política”

El objetivo nada disimulado es colocar una nueva bomba lapa en la línea de flotación de un PSOE que lo menos que necesita en estos momentos es abrir un debate interno sobre la conveniencia de censurar a Rajoy cuando ni siquiera se ha cerrado el que provocó su abstención en la sesión de investidura. Sobra decir que Iglesias, obsesionado como está con el sorpasso con el que sigue soñando, intenta explotar  a conciencia la debilidad del PSOE si bien en esta ocasión parece haber pinchado en hueso porque tanto los candidatos a las primarias – incluido Pedro Sánchez - como la gestora del partido han reaccionado de forma unánime ante las cartas marcadas con las que quiere jugar el líder de Podemos.
Y si por las formas la manera en la que Iglesias ha vuelto a acaparar la atracción mediática deja mucho que desear, por el fondo es aún menos creíble si cabe. De buenas a primeras, el líder de la coleta ha caído en la cuenta de que la corrupción en general y la que en particular afecta al PP es una cosa gravísima a la que conviene poner fin con la moción de censura contra Rajoy. Incluso se lamenta del deterioro de las instituciones democráticas que, como en el caso del Congreso de los Diputados, él y los suyos no han dudado en más de una ocasión en convertir en un circo mediático. Para Iglesias pareciera como si el de la corrupción fuera un problema de la semana pasada y no una grave falla política que por desgracia arrastra este país desde hace muchos años pero ante al que el líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo. 

“El líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo”.
  
Una caída que tocaba en el momento procesal oportuno, es decir, cuando en lugar de aprovechar la oportunidad que las urnas del 20 de diciembre de 2015 le brindaron para conformar un gobierno alternativo al de Rajoy, prefirió parapetarse tras sus líneas rojas y buscar a toda costa una nueva convocatoria electoral para continuar debilitando al PSOE. Entonces, su estrategia del sorpasso y la mala cabeza de Pedro Sánchez hicieron de nuevo presidente a Rajoy sin que a Pablo Iglesias le enfriaran ni mucho ni poco los casos de corrupción en el PP.

Ahora, que el PP vuelve a estar hasta el cuello de lodo corrupto, el líder de Podemos echa mano del decálogo del buen populista e impulsa una iniciativa que sabe de antemano condenada al fracaso pero que ya le está granjeando importantes réditos mediáticos. Y no es que Rajoy no merezca ser censurado por la negligencia con la que ha actuado ante la corrupción en su partido, sino que la propagandística iniciativa de Podemos lo que busca no es regenerar la vida política sino protagonismo mediático y debilitar al PSOE. La consecuencia política de la irresponsable iniciativa es reforzar a Rajoy al frente del Gobierno y del PP, aunque eso a Iglesias no parece preocuparle en absoluto. El presidente y el partido con más casos de corrupción de este país nunca le podrán estar suficientemente agradecidos. 

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