Si el proceso
para elegir nuevo líder o lideresa del PSOE fuera un partido de fútbol,
podríamos decir que Susana Díaz ha ganado por la mínima en la recogida de avales
pero no ha convencido a la mitad de la parroquia socialista. Díaz ha jugado en
casa, con las bendiciones del aparato del partido, las de los viejos rokeros y el indisimulado apoyo de
potentes medios de comunicación que no han parado de jalearla y acompañarla con
las palmas. Aún así, sólo ha conseguido sacarle una exigua diferencia de 5.000
avales a Pedro Sánchez, su más directo competidor en la carrera hacia Ferraz, y
al que el aparato y la mayoría de los medios han dado descaradamente la espalda.
La primera
conclusión que cabe extraer del número de avales cosechados por los tres
candidatos a la secretaría general es que el PSOE es un partido
dividido casi por la mitad entre sanchistas
y susanistas en el que no queda
espacio para una tercera vía, la que en esta pugna representa Patxi López. Los
poco más de 12.000 avales que ha conseguido el candidato vasco en este primer
asalto a la secretaría general le obligan casi a renunciar a su candidatura y a
pedir el apoyo en las primarias del 21 de mayo para Sánchez o para Díaz.
“El
PSOE es un partido dividido casi por la mitad entre sanchistas y susanistas"
Las reiteradas apelaciones de López a la unidad de los socialistas apenas han tenido un eco
retórico en los otros dos contendientes que, desde el primer minuto, han
convertido esta carrera por la secretaría general en un ajuste personal de
cuentas entre barones y afiliados. Lejos de calmarlas, la
campaña para la recogida de avales no ha contribuido lo más mínimo a serenar
las aguas en un partido que sigue sin superar el traumático comité federal del
1 de octubre del año pasado en el que se aprobó la abstención ante la
investidura de Rajoy y Pedro Sánchez renunció a la secretaría general. Sánchez
prometió entonces que lucharía por recuperarla y hoy ha dado un golpe de
autoridad sobre la mesa que desmiente a quienes casi lo había dado por muerto y
enterrado políticamente.
Los avales
conseguidos por los candidatos no prefiguran el resultado de las primarias y
pudiera ocurrir que esa pequeña ventaja de la que hoy disfruta Susana Díaz
frente a Pedro Sánchez se recorte aún más o incluso se evapore. Este cuasi
empate técnico en el número de avales aboca a una campaña de primarias en la
que ambos candidatos van a tener que luchar puerta a puerta para recabar el
apoyo de los afiliados. Seguramente escucharemos a algunos socialistas diciendo
cosas poco edificantes de otros socialistas y ello hará que esa brecha que
divide al PSOE desde octubre del año pasado se ensanche un poco más todavía.
Que no se
convierta en abismo insalvable después de las primarias y del congreso federal
de mediados de junio dependerá de que el ganador o ganadora muestre generosidad
y voluntad de integración y entendimiento con el perdedor. Es mucho lo que el
PSOE se juega en este envite como para que quien se haga con la secretaría general caiga en la tentación de cobrar facturas
políticas atrasadas. Y no es menos importante también lo que se
juega este país en términos de estabilidad política si el socialismo
democrático opta por inmolarse y dejar el campo de la izquierda a merced de la
veleta de los vientos.
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