Dices que tu decisión de bajar la persiana como presidente de la Junta de Andalucía obedece a motivos personales. Dices también que no hay razones jurídicas para imputarte por el caso de los ERES fraudulentos. Me llama la atención que afines tanto con lo de las “razones jurídicas”: qué otras razones podría haber para llamarte a declarar como imputado si no son de tipo jurídico. No sé, disculpa que piense así, pero me suena como si te hubieses puesto la venda antes de la herida.
¿Tiene algo que ver el hecho de que mañana esté llamado a declarar, él sí como imputado, el ex interventor autonómico que te advirtió una quincena de veces – nada menos – que lo de los ERES era irregular siendo tu entonces consejero de Economía y Hacienda? ¿Es que al ver como ha sido imputada tu predecesora en el cargo, Magdalena Álvarez, has llegado al convencimiento de que tú serás el siguiente? Si no es indiscreción, cuéntanos por qué te vas. Dinos qué razones personales te han llevado a tomar esta determinación cuando
hace sólo un mes decías que agotarías la legislatura. ¿Por qué has cambiado de opinión en tan poco tiempo? ¿Por qué te vas cuando sólo llevas al frente de la Junta un año escaso? Tal vez podías haberlo pensado antes de presentarte a las elecciones.
Nos tienes desconcertados: primero dices que no te volverás a presentar a las elecciones autonómicas, para las que aún faltan tres años. Sin embargo, como secretario del PSOE en Andalucía pones patas arriba el partido y organizas unas primarias de prisa y corriendo para elegir a tu sucesor o sucesora. Se celebran no sin quejas de los que se vieron desplazados por el aparato del partido y sale ganadora Susana Díaz, que ahora tendrá que recoger el testigo que tu le endosas cuando, a lo mejor, ella esperaba que eso ocurriera, en todo caso, allá por 2016.
Dices también que agotarás la legislatura pero a las primeras de cambio y alegando razones personales das un giro copernicano y le pones fecha a tu marcha, tan pronto como el 27 de agosto. Todo esto es muy raro. Afirmas que el caso de los ERES te ha afectado sobre todo por “las mentiras”. Hombre, entiendo que te afecte pero ninguna razón personal en relación con ese asunto debería de atribularte si todo ha sido legal o si tu no sabías cómo se repartían los millones de los ERES, aunque permíteme que te diga que como consejero de Economía y Hacienda tu obligación era saberlo y, por descontado, denunciarlo. Es lo que los juristas, tan amantes de los latinajos, llaman culpa in vigilando, tú ya me entiendes.
También me llama la atención que dejes la presidencia de la Junta pero no la secretaría del PSOE andaluz ni la presidencia del PSOE federal. Ya sé que el segundo de los cargos es como un jarrón chino que uno no sabe muy bien dónde colocar, que diría Felipe González. Siento decirte esto, pero me recuerdas a Esperanza Aguirre, salvando todas las distancias: también dejó la presidencia de Madrid pero ha seguido al frente del PP en esa comunidad autónoma repartiendo estopa a diestro y siniestro en el sentido literal de la expresión. Ya sé que tu estilo es diferente pero, digo yo, qué necesidad tienes de mantener esas dos responsabilidades afectado personalmente como estás por el asunto de los ERES.
Supongo que no querrás ejercer de una suerte de Aguirre a la andaluza y marcarle el terreno a Rubalcaba, que ya bastante tiene el pobre con Rajoy, como hace la lideresa con su fraternal enemigo el presidente del Gobierno; francamente, no te veo en ese papel, aunque todo puede ser. ¿Se trata acaso de no soltar las riendas del partido para controlar desde él a tu sucesora? No sé qué pasa en estos momentos por tu cabeza. Sí sé en cambio que llevas muchos años en política y cambiar de actividad, aunque comprendo que no es sencillo porque el hábito termina haciendo al monje, siempre es bueno para la salud y la mente.
Y me queda también la duda de si tu marcha supondrá un adelanto electoral en Andalucía ahora que has cogido al PP con el paso cambiado y, por no tener, no tiene ni candidato. A lo mejor – igual tú lo sabes – todo va a depender al final de que la jueza Alaya aparque el trolley con ruedas que arrastra a diario por las calles de Sevilla y empiece a llamar a las decenas de imputados que llevan años esperando poder sentarse ante ella para decir su nombre y a qué dedicaban sus esfuerzos cotidianos. ¿Es eso lo que temes? ¿Son esas las razones personales de las que hablas? ¿Por eso has cambiado de opinión? ¿Prevés que tú también te tendrás que sentar más pronto que tarde ante la jueza del trolley y la mirada inescrutable que tan mal le cae a tu partido? Dinos: ¿por qué te vas?