Bárcenas se ha puesto sentimental y se ha arrancado por un bolero judicial ante el juez Ruz. Le ha dicho que antes de ser presidente, Rajoy era muy cariñoso con él: “por qué ya no me quieres/ por qué ya no me miras”. No sé explica el hombre qué ha pasado a partir de entonces y por qué aquel que tanta confianza depositó en él ha dejado que fuera a dar con sus huesos en la cárcel. Esto no se lo ha dicho al juez pero se intuye: “por qué ya no suspiras/ al compás de mi dolor”.
Ya sé que de puertas afuera en el PP no creen una palabra de lo que el romántico ex tesorero canta con acompañamiento de maracas ante el magistrado: “por qué despedezaste nuestro amor”. El hombre que durante 20 años manejó la contabilidad A y B del PP – “tú diste luz al sendero / en mis noches sin fortuna” - es hoy un apestado, un delincuente, un innombrable para el partido del que cobró en diferido hasta el otro día – “por qué ya no me nombras” - que tendrá que demostrar ante la justicia cómo amasó el porrón de millones de euros que le han descubierto en Suiza.
Él, despechado por un amor de tantos años tan mal recompensado – “por qué ya no me besas” - ha hecho lo que suelen hacer las parejas en estos casos: sacar a relucir todos los trapos sucios de la relación: las donaciones ilegales y los sobresueldos en negro. Además, su encono le ha llevado a revelar incluso que con dinero negro pagó los trajes de Rajoy que iba el hombre como si se hubiese vestido en el rastro de La Latina: “tanta vida yo te dí /que por fuerza llevarás / sabor a mí”. Y esas corbatas espantosas y esas gafas de culo de botella, por Dios, hay que cambiarlas inmediatamente por otras que den mejor en televisión, que así no te vas a comer un rosco electoral en la vida: “tú nunca me podrás olvidar”.
Para que viajara a Canarias en compañía de Francisco Álvarez Cascos – cuenta en su bolero judicial Bárcenas – le abonó los gastos con cargo a la cuenta B del partido y ahora solo recibe a cambio desdén y silencio: “yo no sé cuánto me quieres / si me extrañas o me engañas”.
Es fácil imaginar lo que habrá pensado al enterarse de que Rajoy acudirá la próxima semana al Congreso a hablar de él: “hay que vivir el momento / qué nos importa el pasado / que critiquen y murmuren”. Lo que no puede entender es por qué Rajoy ya no es cariñoso con él, por qué no responde a sus sms, por qué no dice su nombre en público, por qué niega la evidencia, por qué se empeña en decir que todo es mentira salvo algunas cosas. “Si tú me dejas / la vida sería / todo un desastre de locura / un cataclismo para los dos".
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