Botella no llega a fin de mes

El sueldo ya no da para café con leche
Aclaro: no es que la políglota alcaldesa de Madrid tenga intención de dimitir y así tener tiempo para acudir con sus compis Soraya y María Dolores a las procesiones de Semana Santa o tomarse a cup of café con leche en la Plaza Mayor. Es mucho peor que eso: ¡se ha bajado el sueldo! Atorníllense bien al suelo porque vienen curvas: a partir de ya, Ana Botella va a cobrar 1.987 euros brutos menos al año. Exactamente va a pasar de cobrar 101.998 euros anuales a tan solo 100.000. Una rebaja salarial de ese calibre no la veíamos en España desde que Montoro dijo que los salarios estaban “creciendo moderadamente”.

Echo mano de la calculadora y me salen unas cuentas de vértigo. El sueldo de la alcaldesa más retuiteada de España se reduce exactamente en 166 euros mensuales. Me pregunto alarmado cómo va a hacer frente esta mujer a los gastos de la casa, a la luz, el teléfono y el agua con un marido en paro y los hijos en el pelotón de los “ni ni”, cobrando esa miseria de mileurista que va a cobrar a partir de ahora. 

Pero no crean que la cosa queda aquí: tiene la alcaldesa un plan entre manos para recortarle también los sueldos a los concejales madrileños, sobre todo los de la oposición y particularmente a aquellos que más le critican su escaso dominio de la lengua de Shakespeare o le afean asuntos como la huelga de basuras, el Madrid Arena, las subidas de impuestos y los recortes de todo tipo.

Aunque, debido a su carácter de natural benévolo, no parece que tenga intención de convertirlos también en mileuristas hasta el año que viene. Es probable que quiera darles tiempo suficiente con el fin de que vayan ahorrando para cuando lleguen las vacas flacas. De momento no hay noticias en la Villa y Corte de que se esté planteando la alcaldesa suprimir al menos una parte pequeñita de su nutrida legión de asesores digitales con sueldos anuales que van de los 40.000 a los 70.000 euros ni la tropa de secretarias, ayudantes de secretarias, ayudantes de las ayudantes de secretarias, chóferes y otros puestos de necesidad ineludible en un ayuntamiento como el que se honra en presidir.

Ella sí, para dar ejemplo, ha decidido que cobrará 2.000 euros menos al año para quedarse con esa miseria limosnera de 100.000. Menos mal que conservará todos sus trienios como alta funcionaria de la administración pública porque, de lo contrario, tardando estaban ya los madrileños en organizar una rifa para echarle una mano y ayudar a esta pobre familia a llegar a fin de mes. Cualquier cosa menos permitir que siga aumentando la pobreza y la exclusión social.

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