Va a tener Mariano Rajoy que invitar a Angela Merkel a otro paseo por el Camino de Santiago seguido de mariscada y albariño si quiere colocar a los suyos en algunos de los puestos clave que acaban de ponerse en almoneda en Bruselas tras las elecciones europeas de mayo. Se las prometía muy felices el presidente español después de conseguir el apoyo de la canciller para que su ministro de Economía, Luis de Guindos, se convirtiera en el nuevo presidente del Eurogrupo. La única pega es que el puesto está ocupado hasta el año que viene y su actual inquilino, el también ministro de economía holandés, no parece dispuesto a levantarse de él para cedérselo al hombre de Rajoy.
Se llama Jeroen Dijsselbloem – prueben a pronunciarlo sin trabucarse – y ha dicho que no se apartará de su amado cargo antes del verano de 2015, cuando expira su mandato, ni con agua caliente. A los que esperan para moverle la silla, Guindos entre ellos, les ha dicho que será dentro de un año cuando decida si se vuelve a presentar o no, así que lo mejor es que vayan guardando la cola. No contento con dejar de momento al ministro español compuesto y sin cargo europeo de relumbrón, el tal Jeroen le ha mandado un recado que estaría cargado de mucha razón si no fuera porque debería de aplicárselo también a sí mismo:“deberíamos hablar menos del empleo de los políticos y más del empleo de los jóvenes”, ha dicho.
Mirándolo por el lado positivo y conociendo a Rajoy, hay que admitir que al presidente español le viene muy bien que su ministro de economía no se le vaya antes del verano del año que viene a presidir el Eurogrupo, aunque siempre podría simultanear ambos cargos como hace el holandés sin cortarse un pelo. En caso contrario tendría que enfrentarse al tremendo esfuerzo que le supondría pensar en quién pone en su lugar. ¿Se acuerdan ustedes cuántas semanas estuvo Rajoy deshojando la margarita primero para nombrar candidato y luego para sustituir a Arias Cañete en Agricultura – el único miembro del gabinete que ha cambiado en tres años de legislatura - y cuánto tiempo pasó el entonces ministro simultaneando el cargo oficial con la candidatura al Parlamento Europeo hasta el punto de no saber cuándo actuaba como ministro y cuándo como candidato?
El ex ministro de la manteca colorá que presumía de consumir yogures caducados también estaba hasta hoy en expectativa de destino en la Unión Europea. Nadie en sus cabales pensó en ningún momento que alguien como él, con su superioridad intelectual, iba a integrarse como uno más en la tropa de más de 700 europarlamentarios y someterse sin protestar a la torre de Babel de la eurocámara. Él y quien ordenó que se fuera a Bruselas con el dedo de designar, aspiraban a mucho más. Concretamente, a que se encargara de una cartera del área económica en la nueva Comisión Europea en la que, a pesar de contar con un montón de puestos vacantes, también hay largas colas para ocupar alguno de ellos. Ahora parece que Arias Cañete no da la talla, al menos en altura, para convertirse en comisario económico con toda la barba.
El presidente electo de la Comisión, Jean Claude Junker, - otro que se agarró durante años a la presidencia del Eurogrupo gracias a la bendición de su mentora Merkel - parece que lo ve más ocupándose de la Investigación y la Innovación. De hecho, en ese puesto lo ha colocado Junker en un borrador con los miembros del nuevo gobierno comunitario que hoy ha revelado el Financial Times. ¿Arias Cañete de comisario de Investigación e Innovación mientras le dan la cartera de Agricultura a un irlandés, que seguramente ni siquiera sabe lo que es la manteca colorá? Pues sí, como lo han leído: esa será su responsabilidad, lo que pone de manifiesto la importancia que le da el presidente de la Comisión a esos dos asuntos que, en manos de Arias Cañete, sin duda convertirán a la UE en la primera potencial del mundo mundial en ambos terrenos muy por delante de EEUU o Japón. Será por la superioridad intelectual, suponemos. Ángela, por favor, arregla esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario