Marruecos tiene la culpa

La portavoz del PP canario ha encontrado la perfecta explicación para justificar el apoyo inamovible de su partido en las Islas y el de su jefe de filas, José Manuel Soria, a las prospecciones petrolíferas en aguas próximas a Lanzarote y Fuerteventura. Para María Australia Navarro, la razón no es otra que el hecho de que Marruecos también lo está buscando y – cabe concluir – si lo encuentra antes que nosotros se beneficiará de él y los canarios habremos perdido una oportunidad histórica de amarrar los perros bardinos con los chorizos de Teror que nos prometió hace unos meses el presidente de REPSOL.

La portavoz popular ignora el parecer de los geólogos quienes aseguran que, de existir petróleo en esas aguas, se acumularía en bolsas diferentes. También pasa por alto que, hasta ahora al menos, los intentos de Marruecos para encontrar crudo en sus aguas han resultado infructuosos y que el propio ministro Soria – travestido en los últimos tiempos de portavoz de REPSOL - ha reconocido que las posibilidades de encontrarlo en aguas canarias es del 20%. Estos argumentos no parecen tener suficiente peso para que el PP canario reconsidere su obsesiva pasión petrolera digna de un fin mucho más elevado que el de hacer oposición al Gobierno de Canarias y desdeñar el parecer de la mayoría de la población de las islas a la que, encima, se le piensa negar la posibilidad de pronunciarse en referéndum sobre este asunto.

Así que, en la línea de sostenella y no enmendalla, Navarro ha intentando explicar de este modo tan poco convincente las razones por las que su partido - suponemos que es el mismo - hace piña con el resto de la sociedad en Baleares y Valencia contra los sondeos, mientras en Canarias es la única fuerza política que los apoya sin plantearse la más mínima duda sobre los efectos de un vertido en el turismo, el medio ambiente y el abastecimiento de agua potabilizada. Sostener y defender que hay que hacer prospecciones en Canarias porque el vecino de enfrente también las hace y no pararse ni por un momento a considerar el riesgo para la principal fuente de riqueza de este archipiélago y para su población es cuanto menos irresponsable, por no decir suicida.

Todo hace indicar que las multitudinarias manifestaciones del fin de semana en Baleares y Castellón contra las prospecciones en el Mediterráneo, apoyadas en ambos casos por el PP, han vuelto a coger a los populares canarios con el pie cambiado. Aunque si algo debe de haber descalabrado por completo la línea de flotación del argumentario del PP canario son las declaraciones de nada más y nada menos que el responsable de Estudios y Programas del partido. Vino a decir Esteban González Pons, hombre de mucho peso en la dirección nacional del PP, que probablemente haya petróleo en el Golfo de Valencia. Sin embargo, a diferencia de la insistencia con la que sus correligionarios de Canarias reiteran que hay que saber por lo menos si hay petróleo en aguas de estas islas, González Pons ni siquiera desea confirmar la sospecha porque si efectivamente se descubre crudo en esa zona del Mediterráneo alguien querrá explotarlo y entonces “adiós al turismo”

Según esa vara de medir, cabe concluir que sólo en el Golfo de Valencia hay riesgo de vertidos y, por tanto, hay que parar las prospecciones como sea y salvaguardar el turismo y el medio ambiente. La misma curiosa vara de medir de los populares establece al mismo tiempo que en Canarias los sondeos son una actividad sanísima y exenta de riesgos de cualquier tipo para nuestro principal sector económico, para el rico ecosistema marino y para el abastecimiento de agua de la población. Eso sí, si se produjera un vertido – Dios no lo quiera – siempre tendríamos a mano a Marruecos para echarle la culpa.

Kit dijo no (lo sé)

Un monumento con una calculadora en la mano merece como poco el periodista que a buen seguro tuvo que dedicar gran parte de la tarde de ayer a contar los “no lo sé”, “no lo recuerdo”, “no lo sabía”, “no tengo conocimiento” y “no me consta” que pronunció la infanta en su histórica declaración del pasado día 8 ante el juez Castro. En total 550 evasivas a preguntas claras y directas del juez, de las que cuatrocientas fueron “no lo sé”, que colocan a toda una alta ejecutiva de una señera entidad financiera de mucho ringo rango a la misma altura que la mítica tonta del bote.

Tengo para mí que lo que sufrió la infanta el día de autos fue un violento ataque de amnesia que le impidió acordarse de nada que pudiera relacionarla con los negocios de su esposo, de los que por supuesto nunca habla con él en casa. De vulgaridades como el dinero sólo se habla en casa de quienes no lo tienen o les escasea, pero no en el domicilio de una familia modelo como la que forman ella, su marido, sus niños y demás parientes reales. 

Cristina no sabe qué es Aizoon, no sabe a qué se dedicaba, no presidió ninguna junta universal del chiringuito, no sabe quién entraba y salía en las oficinas de la empresa a la que su marido desviaba el dinero que le sacaba a las administraciones públicas a pesar de que, casualmente, estaban en su propio domicilio. ¿Aizoon, dice usted? Me suena a desodorante, señoría. 

Cristina no sabe nada de cuentas ni de impuestos, eso lo deja en manos de sus asesores en los que confía tanto como en su confiable esposo que por algo la llama Kit cuando no hablan de negocios, que es casi nunca. ¿Cómo no vas a confiar en alguien que te llama Kit? Y Nóos, señoría, me suena a chocolatina y ni idea de sí existía una empresa con ese nombre y si tenía alguna relación con el desodorante Aizoon. ¿Y dice usted que yo tenía el 50% del tal desodorante? Mejor le pregunta a mi marido porque yo tengo que confiar ciegamente en alguien que me llama Kit y, la verdad, no me acuerdo de nada. 

Cristina, como buena ama de casa y mamá responsable sólo se ocupaba “de los niños”, de sus deberes y sus médicos, pero “no recuerdo” haberle cargado a Aizoon la compra de unos simpáticos libros de Harry Potter o la nómina de un animador para el cumpleaños de uno de ellos. ¿Clases de merengue con cargo a Aizoon, dice? No me acuerdo y tampoco si las recibió mi marido. 

Y es que de “los gastos” se encargaba su marido, aunque Cristina tal vez quiso decir “de los ingresos”. Igual, en medio del ataque de amnesia que sufría confundió una cosa con la otra, algo muy comprensible. Tampoco sabía que su padre, por casualidad el rey, le había pedido a su esposo que se alejara de la caja pública porque ella, con su progenitor tampoco “habla de negocios” ¡qué grosería!. Eso sí, como buena y cumplidora hija le devolverá en cuanto la situación económica mejore y crezcan los brotes verdes que anuncia Rajoy el préstamo de 1,2 millones de euros -¿o donación? - que le hizo su padre para la compra de Pedralbes. 

-Ahora en serio, señora: ¿actuaba usted como una especie de escudo fiscal de su marido para espantar a Hacienda? 
-¡Pero qué dice usted, señoría! ¡Nunca hubiese aceptado que se me hubiera utilizado como escudo fiscal, nunca, no me consta y casi me ofende señoría! Y sepa, además, que aunque mi marido me llame Kit yo no me llamo Cristina y no soy infanta. ¡Habrase visto! ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Venezuela se tensa

Venezuela está de nuevo en el ojo del huracán pero ahora con las tornas al menos algo cambiadas, con la oposición en las calles protestando por la inseguridad, la carestía y el desabastecimiento y el chavismo a la defensiva. La situación se está tornando explosiva, mientras aumenta por días el número de muertos en las manifestaciones de protesta contra el Gobierno de Nicolás Maduro. El presidente, que gobierna con plenos poderes por acuerdo de la Asamblea Nacional, toma la deriva de la radicalización y si hace solos unos días amenazó con sacar el ejército a la calle, eso es justamente lo que acaba de hacer en el Estado Táchira, en la frontera con Colombia. 

Allí ya patrullan las tanquetas de los militares intentando refrenar las protestas que se extienden como reguero de pólvora por todo el país. Maduro está en horas bajas y lo sabe. Su retórica grandilocuente para consumo del oficialismo más fiel, su cansino discurso contra Estados Unidos y el “golpe de Estado en curso”, parece encontrar dificultades hasta para convencer a los suyos que, como el resto de los ciudadanos, también sufren la escasez de productos básicos, las colas interminables ante los supermercados para obtener harina para las arepas y los precios desorbitados, con una inflación rondando el 60%, una de las más altas del mundo. 

Es cierto que la oposición está en la calle pero se adivinan grietas entre las formaciones políticas que la integran. Enrique Capriles, el último candidato opositor a Maduro ante el que perdió por un escaso margen de diferencia, ha cedido terreno ante Leopoldo López, que con su gesto perfectamente estudiado de entregarse a la policía por su presunta implicación en las manifestaciones que le costaron la vida a tres manifestantes, ha conseguido centrar sobre él todas las miradas de los venezolanos y de la comunidad internacional.

Y sobre todo, ha conseguido reactivar las esperanzas de la ciudadanía que no comulga con el chavismo representado a trancas y barrancas por su heredero designado Nicolás Maduro. Capriles ha pasado a representar un discurso reiterativo y poco eficaz frente al chavismo y López es la sabia nueva y una retórica reividincativa fresca que ha conseguido poner a Maduro en estado de guardia. Con mucho tiento y el máximo respeto tendrá la gubernamental justicia venezolana que gestionar su arresto si quiere evitar caldear aún más los ánimos entre sus seguidores. 

Lo que vaya a dar de sí y hasta dónde llegará esta revuelta en las calles venezolanas nadie puede preverlo. Lo deseable y, sin duda, lo mejor para evitar una deriva de consecuencias imprevisibles en Venezuela, sería el diálogo y el acuerdo entre gobierno y oposición. Es en realidad lo que demanda el país: acuerdo y colaboración para hacer frente a problemas como el de la gravísima inseguridad pública, los precios astronómicos y el desabastecimiento. Desde luego, no es sacando militares a las calles como se resuelven esos problemas ni como se respeta la libertad de expresión y la imprescindible separación de poderes. Frente a las protestas, diálogo y soluciones, nunca fuerza bruta. 

Consejos para tener cuenta en Suiza

Ya me hubiera gustado, ya. Pero no, yo no tengo una cuenta en Suiza, se pueden quedar tranquilos Montoro y Rajoy. Nunca he sido alcalde ni tan siquiera de mi casa y mucho menos he tenido un banco de inversiones, aunque ya me advirtió mi madre de que con el periodismo nunca podría ser una persona de provecho. Tendría que haberle hecho caso, pero ya es tarde. Lo mínimo que se exige para abrir una cuenta en Suiza y acumular en ella uno, dos o veintidós millones de euros – para empezar - es ser alcalde de algún pueblo como Valdemoro que, como todos saben, cae por donde Pinto. Claro que si se es tesorero del PP las posibilidades de que la cuenta o cuentas crezcan y engorden con salud son infinitamente mayores.

El proceso para tener una cuenta en Suiza es muy sencillo siempre y cuando se cumpla el principal requisito, además del de ser alcalde, senador, tesorero o empresario: tener dinero que queramos ocultar de la codiciosa vista del fisco. Si esa condición indispensable se cumple, solo es necesario darse un salto cualquier fin de semana al país del chocolate con leche con la excusa del esquí y abrir una cuenta en alguno de los numerosos chiringuitos financieros que allí hay. Por los trámites en la frontera no hay motivo de preocupación, basta con poner cara de tener el hígado forrado para que nos dejen entrar sin ponernos restricción alguna sobre la sagrada libre circulación de euros. Hecho el trámite regresa uno a España con cara de satisfacción y alivio, como el que se ha quitado un peso de encima, y continúa con su ejemplar vida pública de probo adalid del interés general. 

Entre viaje y viaje a Suiza mueve uno algunos hilos políticos para ascender en la pirámide del poder y en pocos años se puede pasar de alcalde de Valdemoro a secretario del partido gobernante en la comunidad autónoma de uno y, de ahí a consejero autonómico de algo sustancioso y con presupuesto que gastar, no hay más que un paso. Hacemos otro viaje a Suiza, movemos unos cuantos hilos más y damos el salto al Senado. La cosa va muy bien pero, como en la cámara alta no hay mucho que hacer, podemos dedicar una buena parte de nuestro tiempo a despotricar en las tertulias del tea party castizo contra esa izquierda menesterosa que llevaba a España por el camino de la ruina, y menos mal que hemos llegado nosotros para salvarla y etc., etc.

Sin un día – Dios no quiera que llegue nunca ese momento – un juez aburrido descubre en una investigación de rutina nuestro secreto suizo y se lo comunica a las autoridades de nuestro país, lo primero y más importante es reaccionar con absoluta normalidad. Como la presión mediática y política para que nos expliquemos será insoportable durante mucho tiempo, habrá que tener algunas respuestas preparadas y ensayadas de antemano. Lo primero es tener redactado un comunicado en el que dejemos bien claro que todo es mentira, “salvo algunas cosas que están ahí”, sin más precisiones.

Ni por la cabeza debe pasarnos dimitir: además de poner en cuestión nuestra inocencia le haríamos un daño irreparable a la marca España que, como es sabido en todo el mundo, tiene entre sus principales atractivos que este es un país en el que la Constitución y las leyes prohíben dimitir a un político pillado con las manos en la masa. Al mismo tiempo, si nos atracan los periodistas responderemos que siempre hemos pagado nuestros impuestos religiosamente y que el dinero suizo es fruto de nuestro abnegado y honrado trabajo en el sector privado.

No debemos nunca olvidar este mantra elemental, nos pregunten lo que nos pregunten los periodistas, los adversarios políticos, el fiscal o el juez, llegado el caso. En definitiva, todo se reduce a aplicar a rajatabla aquella sabia máxima del jefe de filas: ser fuerte y resistir. Ya ven que no es tan complicado tener cuenta en Suiza. ¡Cómo me arrepiento de no haberle hecho caso a mi madre!

El lobby del cemento

Menos de una semana después de que el Gobierno de Canarias anunciara su intención de pedir autorización al Ejecutivo central para celebrar una consulta popular sobre el petróleo, el ministro José Manuel Soria anunció que la Ley de Turismo de Canarias tendrá que pasar por el filtro del Tribunal Constitucional. Resulta difícil no ver una relación directa entre los dos anuncios: el ministro, cogido a contrapié por la inesperada petición del Gobierno de Canarias, respondió de inmediato con un recurso de inconstitucionalidad contra una Ley que solo rechaza una parte del empresariado de Gran Canaria y su cabildo, gobernado casualmente por el PP, y que ha hecho lo imposible por presentar el asunto como un nuevo episodio del pleito insular. 

El anuncio del recurso se produce, además, cuando las negociaciones entre los dos gobiernos, el autonómico y el central, para evitar la judicialización de la norma aún no han concluido y cuando había indicios de que el acuerdo era posible. Soria ha preferido no darle una oportunidad a la negociación y ha optado por impulsar un recurso que puede abrir un escenario de máxima incertidumbre entre los inversores y congelar los cerca de 2.000 millones de euros que las principales entidades financieras del país se han comprometido a poner sobre la mesa para acometer la urgente rehabilitación de la planta alojativa canaria más obsoleta. 

De hecho, muchas de las inversiones ya en marcha pueden enfrentarse a una situación por completo imprevista si el Gobierno central, además de recurrir la ley, solicita también la suspensión cautelar de su aplicación. Por no hablar de la avalancha de peticiones de licencia para construir hoteles de cuatro estrellas que podrían presentarse al día siguiente de la suspensión. De modo que los argumentos esgrimidos por el ministro para justificar el recurso – facilitar la inversión que, a su juicio, la ley obstaculiza – pueden terminar volviéndose completamente en contra de ese objetivo. 

Afirma el ministro que la Ley de Turismo de Canarias es inconstitucional y vulnera la normativa comunitaria de liberalización de servicios. Ignora una vez más que la ley no impide construir nuevos hoteles de cuatro estrellas, como demandan los empresarios grancanarios y el cabildo de la Isla, siempre y cuando se vinculen a la renovación. Lo que sí prohíbe es consumir más suelo del que ya se ha destinado de manera desenfrenada a la construcción de  hoteles y apartamentos, como pretenden los empresarios bajo el argumento de que los establecimientos de cuatro estrellas tienen una fuerte demanda turística. 

Sin embargo, es precisamente ahora cuando descubren una relación entre las cuatro estrellas y el número de turistas – por lo demás discutible - y no cuando se volcaron en levantar complejos de apartamentos y bungalows, muchos de los cuales ofrecen una penosa imagen del destino turístico. La ley ni impide ni obstaculiza ni coarta la inversión, solo la orienta hacia un objetivo concreto y plausible: la rehabilitación de una planta hotelera que necesita remozarse desde hace años y que una vez tras otra se ha venido posponiendo. 

Seguramente, aquellos que si pudieran alicatarían las laderas y montañas de las islas con adefesios urbanísticos para atraer turistas estarán de enhorabuena con este recurso que, por otro lado, se veía venir desde hacía meses dado el entusiasmo con el que se han empleado contra la ley los empresarios amigos del cemento y el cabildo de Gran Canaria.

El propio Soria había amagado y presionado con el recurso desde el instante mismo en que ambos gobiernos se sentaron a una mesa para intentar salvar sus diferencias. El anuncio de que la ley irá al Constitucional demuestra que Soria nunca ha querido ni creído en ese acuerdo y que su objetivo ha sido siempre tumbar una norma que juega en contra de intereses económicos demasiado poderosos como para no ser tenidos en cuenta.

La culpa no es de los muertos

Con tantas versiones encontradas y modificadas sobre la marcha no es sencillo hacerse una idea cabal de las causas que acabaron con la vida de 15 inmigrantes que intentaban ganar a nado la ciudad de Ceuta. Sin embargo, la deplorable actuación del Ministerio del Interior y sus explicaciones contradictorias llevan a sospechar que oculta mucho más de lo que dice. Empezando por las grabaciones de las casi 40 cámaras de seguridad que recogieron el momento en el que los inmigrantes intentaron ganar la ciudad española nadando a través de la playa del Tarajal. A las peticiones de la oposición para que esas grabaciones se hagan públicas de manera íntegra ha respondido el Gobierno con una explicación cuanto menos pueril y poco creíble, que las cámaras no graban de forma permanente. 

Lo único que ha hecho público el Ministerio del Interior es una grabación editada en la que se muestra a los inmigrantes lanzando piedras contra los agentes de la Guardia Civil, excusa perfecta para intentar culparlos de todo lo ocurrido, incluidas las 15 muertes en el agua. Llama la atención que la fiscalía de Ceuta no moviera un dedo hasta ahora para solicitar unas grabaciones que pueden arrojar mucha luz sobre la actuación de las fuerzas de seguridad, sobre las causas de la muerte de estos inmigrantes y, en consecuencia, ayudar a depurar posibles responsabilidades en lo ocurrido. Con las cintas en manos de la fiscalía el Gobierno tendrá ahora una coartada perfecta para no entregárselas a la oposición alegando que el asunto está bajo investigación judicial.


Que el Gobierno no ha dicho toda la verdad y ha intentado desviar la atención hacia los inmigrantes lo corroboran las versiones diametralmente opuestas que dieron al respecto el delegado del Ejecutivo en Ceuta y el director de la Guardia Civil, ambos aún en sus respectivos puestos a pesar de haber mentido de forma palmaria a la opinión pública. En donde aquellos aseguraron que la Guardia Civil no empleo material antidisturbios en el agua mientras los inmigrantes nadaban hacia Ceuta, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, vino a decir justo todo lo contrario en el Congreso de los Diputados. Eso sí, aseguró que se puso mucho cuidado en que las pelotas de goma que los agentes disparaban sobre el agua – algo expresamente prohibido - cayeran a varios metros de los inmigrantes. La causa por la que 15 de ellos se ahogaron no la explica el ministro quien, sin embargo, también admite que se dispararon incluso cartuchos de fogueo para disuadirlos. 

Todo hace suponer que las órdenes eran impedir a toda costa – incluso saltándose la normativa – que los inmigrantes entraran en Ceuta y que ni siquiera pisaran territorio español. Socorrerlos si estaban en apuros, atenderlos adecuadamente y aplicarles en su caso la Ley de Extranjería parece que no formaba parte de esas instrucciones. Porque, aunque el ministro no lo diga, la hipótesis más plausible es que el uso irregular de pelotas de goma y balas de fogueo en el agua asustó a los inmigrantes y provocó el ahogamiento de los que no sabían nadar. A todo ello añádase la devolución “en caliente” a Marruecos de aquellos que consiguieron ganar territorio español, algo que vienen denunciando las ONGs desde hace años y que Interior también niega a pesar de la existencia de imágenes que demuestran lo contrario. 

Con la Unión Europea presionando para que se aclaren los hechos – aunque tampoco está la pasiva Bruselas para muchas exigencias ante el fenómeno de la inmigración – no puede el ministro del Interior despachar este asunto con una explicación a todas luces incompleta. La vida de estos 15 inmigrantes no era menos valiosa que la de cualquier otro ciudadano por el hecho de jugársela en busca de un futuro mejor en Europa. Lo ocurrido en Ceuta exige asunción de responsabilidades políticas inmediatas y una investigación judicial a fondo que aclare lo sucedido. Y si con sus medios no puede España hacer frente a la presión de la inmigración debe cuanto antes recabar el apoyo de la Unión Europea y de Marruecos para atacar las causas del problema: la pobreza extrema en los países de procedencia de la inmigración y las mafias que sacan tajada de la desesperación. Intentar culpar a los muertos de su propia desgracia es además de inútil, cínico. 

Revuelto a la italiana

Para preparar esta sabrosa, olorosa y creativa receta se necesitan unos cuantos políticos de diferentes tendencias y distintos niveles de madurez y ambición. Lo primero que nos hace falta es un político al dente, vagamente de izquierdas pero de color más bien gris marengo y con aire de profesor despistado; vamos, alguien que no se lo crea y que por sí mismo no tenga la suficiente presencia como para convertirse por mucho tiempo en el centro de atracción de esta creativa composición culinario-política o político-culinaria, que tanto monta, monta tanto. 

Con mucho cuidado, procurando no dañar el frágil producto, lo colocamos de primer ministro del país sin necesidad de pasarlo por el baño de las urnas. Este es un paso opcional que se puede dar si hay tiempo y ganas pero que no desmerece en nada el resultado final si nos lo saltamos alegremente. Para darle un poco de volumen al plato lo situamos de pie en posición precaria en el centro y lo apuntalamos con mucho cuidando con la ayuda de unos cuantos políticos que habremos tenido macerando durante años en una espesa solución de vinagre rancio y que pocharemos a conciencia en su propio jugo hasta conseguir una salsa oscura, untuosa y olorosa. El vinagre de la marca “Berlusconi” es ideal para darle a la receta todo su sabor y aroma peculiares. Una vez hayamos conseguido el milagro de plantar a nuestro político en el centro de esta inestable arquitectura política, lo rodeamos de un buen número de otros de su misma o similar tendencia de modo que parezca que aspiran a derribarlo para ocupar su lugar de honor en el plato. 

Entre ellos, uno debe de sobresalir frente a los demás para hacer suficiente contrapeso ante los que habíamos macerado en vinagre y que poco a poco se irán marchitando por los ácidos del adobo. Este es el que al final debe quedar en pie. Un ligero rebozado en las urnas sería también ideal para conseguir una textura crujiente que contraste con la reducción de vinagre, aunque si no se dispone de mucho tiempo se puede colocar en crudo sin mayores complicaciones. 

Una vez hayamos culminado el emplatado, preparamos una sabrosa salsa en la que mezclaremos a partes más o menos iguales un sistema electoral del año de Maquiavelo, un déficit galopante, una deuda púbica de caballo, un paro acercándose al de España y una pizca de prima de riesgo bien caliente. Salpimentamos y mezclamos los ingredientes de forma concienzuda y rociamos con la mezcla nuestra composición que, seguramente, amenazará con venirse abajo apenas la movamos de sitio. Tenemos que conseguir mantenerla erguida hasta que llegue a la mesa, en donde la serviremos acompañada de un tinto peleón y cabezón, a ser posible de las mismas bodegas del vinagre para conseguir de este modo un maridaje perfecto. 

Lo más probable es que, si el comensal es una persona entrada en años y más bien partidaria de la pasta con tomate y el tiramisú, el penetrante olor del plato le produzca alguna que otra arcada y aparte de sí el condumio con un gesto de asco profundo. En el caso de que eso ocurra y de que nuestra inspirada creación se venga abajo como un castillo de naipes no debemos desesperar. 

Sólo hay que tirar el revuelto al cubo de la basura y volver a montarlo con los mismos pero renovados ingredientes y salsas. Comprobaremos que después de dos o tres intentos terminará comiéndoselo aunque se tape la nariz con los dedos y ponga cara de quien traga aceite de ricino. No se construyó Roma en un día ni la cocina creativa entra por los ojos a las primeras de cambio. Todo es cuestión de perseverar.

Celia da dos veces

Bronca, por momentos irascible y casi siempre lenguaraz, Celia Villalobos es la protagonista política de la semana. La vicepresidenta del Congreso y diputada del PP por Málaga acaba de protagonizar dos espectaculares cortes de manga políticos, uno a su siniestra y el otro a su diestra. En ella y en otros, que aunque no lo digan opinan lo mismo que ella, pensaba seguramente el PSOE cuando forzó que su proposición no de ley en la que pedía la retirada de la reforma del aborto se votara en secreto. Craso error: consiguió todo lo contrario de lo que pretendía. Los diputados populares, incluida Villalobos, votaron prietas las filas, arroparon a Ruiz - Gallardón y rechazaron la iniciativa por amplia mayoría. 

El perpetrador de la reforma sacaba después pecho en los pasillos del Congreso y se permitía incluso una buena dosis de magnanimidad al referirse a la oposición como las “minorías” cuyos planteamientos “hay que respetar”. El tiro le había salido por la culata al PSOE, que seguramente confiaba en pescar unas cuantas fugas de votos populares en el río revuelto en el que se ha convertido el PP a propósito de la reforma de marras. Fue un error de principiantes, insólito en un partido de las tablas parlamentarias del PSOE. Se lo debería hacer mirar para próximas ocasiones y sacar la lección de que cuando te empeñas en poner a alguien contra las cuerdas se puede terminar revolviendo contra ti y asestándote un duro revés de derechas, como ha sido el caso. 

Eso es precisamente lo que ha hecho Celia Villalobos. Después de negarse a traicionar en secreto a su partido ahora lo acaba de traicionar pero a cara descubierta al votar a favor de una propuesta de Izquierda Plural que también pedía la retirada de la reforma. Ha sido su segundo corte de mangas político de la semana, dirigido en esta ocasión al ala derecha del PP que incluso ve timorata la reforma y, de rebote, al propio PSOE. Claro que Villalobos no pasa de ser lo que podríamos llamar un verso suelto en el PP y que pocos más en su partido han tenido la valentía y los arrestos políticos que ha tenido ella para llevar tan lejos su discrepancia en un asunto de la trascendencia del aborto. Lo que no quiere decir que no haya más diputadas y diputados de su partido que opinen lo mismo pero que, sin embargo, teman quedar desenfocados en la foto de la gran familia popular si se atreven a decirlo en público y, sobre todo, a expresarlo en una votación parlamentaria. 

Ese es justamente uno de los grandes déficits democráticos de un sistema en el que la disciplina y la estrategia de los partidos políticos terminan casi siempre imponiéndose sobre la conciencia individual de sus miembros y representantes. Votar en conciencia por aquello en lo que se cree no debería de requerir de votaciones secretas ni de maniobras políticas en la oscuridad como las que esta semana se han producido en el Congreso de los Diputados. 

Por desgracia para la democracia, esas prácticas están absolutamente asumidas y normalizadas no sólo por las cúpulas de las fuerzas políticas que las imponen y vigilan que se cumplan sino, lo que es más grave, por unos representantes públicos para los que la disciplina de partido está casi siempre por encima de su conciencia y, sobre todo y lo que es aún peor, del parecer de los ciudadanos a los que representan y de los que emana su legitimidad. Si bien es cierto que Celia Villalobos ha demostrado esta semana que puede pensar y decidir por sí misma, también lo es que su ejemplo no es más que la famosa excepción que confirma la regla.

Con China hemos topado

De prisa y corriendo, con alevosía y nocturnidad, el PP acaba de perpetrar una drástica restricción en la justicia universal de este país y la ha dejado reducida a su mínima expresión. Se acabó eso de que los jueces españoles metan las narices en crímenes de lesa humanidad como los del Tibet o que investiguen los vuelos de la CÍA, el asesinato del cámara español José Couso en Irak por disparos de las tropas estadounidenses, que se interesen por la violación de los derechos humanos en el Sahara Occidental de la que han sido víctima ciudadanos con pasaporte español o que investiguen los genocidios en Guatamala y Ruanda. La lista es mucho más larga pero estos ejemplos son más que elocuentes.

“Esa justicia promete mucho y sólo nos crea conflictos diplomáticos”, dijo hace poco en unas esclarecedoras manifestaciones de cuáles eran los motivos de la reforma el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso. Así que lo mejor es ponerle coto y obligar a los jueces a que se ciñan a los crímenes cometidos por españoles o por residentes en nuestro país. Todos los demás que se las arreglen como puedan e imploren si lo desean a la justicia divina en la que todavía, gracias a Dios, el PP no puede aplicar recortes.

La aprobación de la reforma ha coincidido en el tiempo con el malestar chino a raíz de que un juez español dictara orden internacional de captura contra algunos altos ex dirigentes chinos, entre ellos el ex presidente Jiang Zemin, por las matanzas en el Tibet. El Gobierno chino, amenazante, no escondió su malestar y raudo y veloz el PP aceleró los trámites para garantizar que las relaciones económicas con el gigante asiático o con Estados Unidos, sordo y mudo ante las peticiones de la Justicia española para que entregue a los responsables del asesinato de José Couso, no se vean afectadas.

Para evitar papeleo e informes preceptivos del Consejo de Estado no fue el Gobierno sino el propio PP el que presentó la Proposición de Ley en el Congreso sin debatirla ni consensuarla con nadie. No había tiempo que perder y, además, no es marca de la casa consensuar nada, que para eso los españoles le dieron carta blanca en las urnas. Ahora la acaba de aprobar en solitario en el Congreso – una más - y en medio de las críticas no sólo de toda la oposición, que ve en este hachazo a la justicia universal una clara reverencia oriental al Gobierno chino, sino de numerosas organizaciones no gubernamentales del prestigio de Amnistía Internacional.

Como quien oye llover, los populares han seguido adelante con una iniciativa que tiene claros visos de inconstitucionalidad por cuanto se pasa por el arco del triunfo los convenios internacionales de los que es signataria España y es además susceptible de recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Bien es cierto que no es este el primer recorte que sufre la justicia universal en España: en 2009, con el PSOE en el Gobierno y con el apoyo del PP, ambos partidos no tuvieron inconveniente alguno en ponerse de acuerdo para asestarle un duro golpe tras el que ahora llega la estocada final.

Bien merece esta reforma que figure en el BOE con una leyenda explicativa de su objetivo último: que una causa justa no te estropee un buen negocio.

Votar no hace daño

La propuesta del Gobierno de Canarias para promover una consulta en la que los ciudadanos de las Islas se pronuncien sobre los sondeos petrolíferos en aguas cercanas al Archipiélago admite al menos tres análisis: el político, el jurídico y el democrático. Desde el punto de vista político, el anuncio le permite al Gobierno de Canarias recuperar la iniciativa en un asunto en el que ya sólo cabía esperar por la previsible autorización definitiva de los sondeos por parte del Ministerio de Medio Ambiente y por la respuesta del Tribunal Supremo ante los recursos presentados por las instituciones canarias contra las autorizaciones concedidas por el ministro Soria nada más llegar al Ministerio de Industria. La petición al Gobierno del Estado para que permita que los ciudadanos se pronuncien sobre un asunto de “especial trascendencia” para el futuro de esta tierra coloca de nuevo la pelota en el tejado de La Moncloa. Como era de esperar, las primeras reacciones de los populares canarios han sido furibundas y, significativamente, mucho más ruidosas que las de algunos miembros del propio Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Bien es cierto que la noticia les cogió con el paso cambiado y les costó reaccionar, pero cuando lo han hecho han echado mano de la artillería pesada para acusar al presidente canario de “haber perdido el juicio” (María Australia Navarro, portavoz parlamentario), de estar cometiendo un “profundo error” (Juan José Cardona, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria) o de tratarse de “una tontería en la que Canarias no se puede gastar el dinero” (Miguel Cabrera Pérez Camacho, diputado regional del PP).

Sigue siendo una incógnita si piensan lo mismo sobre el presidente balear, el popular José Ramón Bauzá quien, por esa misma vara de medir, también debe de estar a punto de perder el juicio por su oposición a los sondeos petrolíferos en su comunidad autónoma. Mucho más moderada ha sido la reacción del propio ministro Soria, limitándose a indicar que respeta las iniciativas autonómicas que se planteen en el marco de sus competencias, la del ministro Arias Cañete, asegurando que la Constitución sólo regula los referéndums de ámbito nacional, o la de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría quién, aunque también le pone reparos constitucionales a la iniciativa, no ha cerrado sin embargo la puerta a que el Gobierno central al menos la estudie.

Es cierto que la propuesta tiene como mínimo un complejo encaje jurídico. La Constitución y la Ley Orgánica de Referéndum de 1980 reservan para el Estado la competencia de autorizar “consultas populares por vía de referéndum en cualquiera de sus modalidades”. Sin embargo, no excluye que comunidades autónomas o ayuntamientos puedan pedir permiso al Gobierno del Estado para someter a las urnas asuntos de “especial trascendencia”. Eso es precisamente lo que quiere hacer el Gobierno de Canarias, que no ha dudado en reconocer que la competencia sobre las prospecciones petrolíferas corresponde al Estado tal y como ha sentenciado el Tribunal Supremo. Por tanto, no se trata de dirimir de quién es la competencia, sino de si el Gobierno central puede autorizar o no a una comunidad autónoma a convocar una consulta sobre un asunto en el que no es competente pero que sí es de “especial trascendencia” para su territorio, y el de las prospecciones petrolíferas no cabe duda de que lo es.

Entra en juego aquí el análisis de lo que la iniciativa supone desde el punto de vista de la democracia. Si legalmente Canarias puede pedir una consulta para que los ciudadanos se pronuncien sobre un asunto que les afecta de manera especial aunque las Islas no ejerzan las competencias sobre él y si no hay nada en la Ley que le impida al Gobierno del Estado autorizarla, aceptar o no la petición de las autoridades canarias se reduciría a un acto de simple voluntad política por parte del Ejecutivo nacional. Por tanto, lo consecuente y democrático sería autorizar la celebración de una consulta sobre los sondeos, algo que, por cierto, llevan tiempo demandando otras fuerzas políticas y sociales, además de muchos ciudadanos a título particular.

En primer lugar, se conseguiría con ello conocer la opinión libremente expresada de los ciudadanos ante un asunto que les afecta de forma directa pero que se encuentra completamente enquistado en el ámbito político. En segundo lugar, supondría un ejercicio de democracia real y participativa en unos tiempos en los que el descrédito y la desconfianza en los políticos ha alcanzado cotas inimaginables entre una ciudadanía más que cansada de que sólo se la llame a las urnas cada cuatro años para luego ignorarla olímpicamente los cuatro siguientes. Nunca votar ha hecho daño salvo a quienes no creen en la democracia y en este caso lo haría menos que nunca.

Todo perfecto

Lo reconozco, todo salió el sábado a pedir de boca. Desde la sonrisa de circunstancias hasta los reiterados silencios y evasivas, las seis horas que la infanta Cristina pasó enclaustrada todo un sábado en un juzgado de Palma respondieron como un guante a un guión no escrito pero sí muy bien ensayado. Buenos maestros tuvo la infanta en sus abogados que, al término del largo interrogatorio, estaban exultantes y confiados en que la hija del Rey saldrá con bien de este mal trago para ella y para la familia real, a la que en realidad representan y defienden junto a la Fiscalía en todo este asunto.

Lo dejó patente ella en su declaración y lo reiteraron sus defensores a la puerta del juzgado: estamos ante una proba ama de casa que no sabe de números ni de leyes, que firmaba lo que le ponía delante su amado esposo en el que tanto confiaba -¿ya no confía? – y que ni por asomo se imaginaba que el dinero que gastaba en su palacete o en sus clases de salsa y merengue procedía de actividades presuntamente ilícitas. Sí sabía, no obstante, que su padre el Rey le había pedido a su yerno que abandonara las sospechosas actividades una vez empezaron a hacerse preguntas y a publicarse informaciones comprometedoras para la Casa Real. Eso ocurría hace tanto como casi ocho años pero ni por asomo se le pasó nunca por la cabeza que su esposo pudiese estar llevándoselo crudo amparado en el parentesco real y el título nobiliario. 

Seguro que tampoco se le ocurrió preguntarle a Urdangarín a qué venía la petición de su padre para que pusiera fin a aquellos negocios antes de que el nivel y el olor del lodo pusieran a la propia Corona contra las cuerdas, como al final ha terminado ocurriendo. En su declaración del sábado ante el juez Castro argumentó que fue por “estética” que, aunque suene algo parecido, nada tiene que ver con la ética, que es de lo que se trata. Tal vez fue solo un lapsus linguae.

El resto de esa declaración fue un largo rosario de “no sé”, “no me acuerdo”, “no me consta” a las reiteradas preguntas del juez y, de paso, un corte de mangas en toda regla al viejo principio jurídico de más de 2.000 años de antigüedad, según el cual, el desconocimiento de la Ley no exime de su cumplimiento. Y luego está ese enternecedor e impagable gesto de acudir rauda a La Zarzuela a contar en la casa paterna todo lo que preguntó el juez y lo que no contestó ella, antes de poner tierra de por medio y refugiarse de nuevo en Ginebra junto a su silencioso esposo y sus hijos a la espera de novedades judiciales.

Si el juez Castro se está planteando acusarla formalmente tendrá que hilar al menos tan fino como en el segundo auto de imputación para evitar que el caso muera en la Audiencia de Palma sepultado bajo una tonelada de recursos. Por eso parece que se tomará unos días con el fin de volver a escuchar con detenimiento el contenido de ese interrogatorio lleno de vacíos y evasivas.

Quien ha decidido no perder más tiempo es el fiscal, que al parecer ya tiene listo el borrador de acusación, aunque lo más probable es que lo tuviera redactado antes incluso de escuchar la declaración del sábado a la vista del fervor digno de mejor causa con el que se ha volcado en defender la inocencia de la infanta. Se propone, entre otras cosas, pedir 17 años de cárcel para Urdangarín y levantar la imputación de la infanta, a la que exige 600.000 euros por responsabilidad civil como partícipe a título lucrativo en la empresa pantalla Aizoon a la que cargaba sus gastos. Desde luego, para ser una simple ama de casa que no sabe de números ni sospecha nada de los negocios de su amantísimo esposo, se trata de una participación lucrativa más que respetable. Puede que el fiscal se avenga a que los pague en cómodos plazos si finalmente su marido se queda sin trabajo.

Llegó la hora

Estimada Cristina: en primer lugar permite que te apee del tratamiento que merece tu cuna pero, para lo que debo decirte, me siento mucho más cómodo en el trato de tú a tú. Al fin y al cabo dice tu padre que todos somos iguales ante la Justicia y de eso precisamente trata de lo que quiero hablarte hoy. Sé que no dormirás bien esta noche porque eres consciente de que mañana vas a escribir una nueva página imborrable en la larga historia de tu familia y ya van unas cuantas. 

Supongo que debes sentirte a esta hora como ese estudiante que se tiene que enfrentar al examen de su vida y, aunque se lo haya preparado con mucho tiempo y esfuerzo, no puede evitar sentir mariposas bailando en el estómago y sufrir palpitaciones. Tú tranquila, si todo sale como está previsto, mañana te llevarán en coche a los juzgados y te protegerán de la turbamulta de cámaras y micrófonos de todo el mundo más de 200 policías. 

Una vez ante ese juez con pinta de probo funcionario público y al que por ahora no han podido doblegar presidentes de gobierno, ministros de justicia, fiscales generales, abogados del Estado e inspectores de Hacienda sólo tendrás que repetir de carrerilla lo que tus abogados te han enseñado.

Simplemente di que siempre has bebido los vientos por tu esposo y jamás podías haber imaginado que se dedicara a tiempo completo a lo que ese juez dice que se ha dedicado, sacarle los cuartos públicos a unos cuantos políticos encantados de conocerle y hacer tratos con él por ser precisamente tu esposo, comer en la misma mesa que tu padre y salir en las fotos con él. 

Muéstrate serena, piensa que solo se grabará tu voz pero no tu imagen en el frío banquillo de un juzgado y que no habrá chismes electrónicos apuntándote en ese momento crucial de tu vida. Mantente en tus trece y responde que no tenías ni la más repajolera idea de que el dinero con el que se pagaban minucias como los arreglos y amueblamiento del pisito de Pedralbes, las clases de salsa y merengue o tus fiestas de cumpleaños en realidad provenía de las deportivas actividades sin ánimo de lucro de tu esposo. 

No podrás negar que la mitad de la empresa a la que tu consorte desviaba el dinero que les sacaba a los políticos era tuya, pero siempre podrás alegar que a ti el papeleo y la contabilidad, aparte de no dominarlos, te aburren soberanamente y dejabas que él hiciera y deshiciera a su antojo. Ya lo dijo uno de tus abogados: “Cuando una persona está enamorada de otra, confía, ha confiado y seguirá confiando contra viento y marea en esa persona: Amor, matrimonio y desconfianza son absolutamente incompatibles". ¡Gran reflexión jurídica digna por lo menos de Cicerón, vive Dios! 

Es probable que si hubieses acudido voluntaria y discretamente a hablar con el juez para explicarle todo esto que ahora, un poco tarde, la verdad, te aconsejan tus abogados oficiales y oficiosos, quizá no habría sido necesario el mal trago de mañana. Pero de nada sirve llorar sobre la leche derramada y ahora no hay más remedio que afrontar la situación por desagradable que sea. 

Tu objetivo mañana debe ser el de dar la imagen de una princesa de cuento de hadas que vive en la torre de marfil de un castillo encantado y peina sus largos y dorados cabellos mientras espera que vuelva a casa el príncipe azul con el botín de la jornada.

Admito que no es una imagen muy acorde con tu alta responsabilidad en un importante banco en estos enloquecidos tiempos, en los que las princesas ni siquiera tienen sangre azul como tú y los únicos caballeros andantes que quedan visten de Armani y conducen coches caros en lugar de ir a caballo con casco y coraza. Mas dime: ¿qué otra opción te queda para intentar salvarte y salvar algo del prestigio de lo que representas y de lo que formas parte? Así que ánimo y no nos defraudes mañana.

Elecciones: comienza el espectáculo

Había que hacer una llamada a mantener prietas las filas ahora que llega tiempo de urnas y lanzar la primera promesa electoral y eso hizo a pedir de boca este fin de semana la Convención Nacional del PP. Las sonoras ausencias de Aznar y Mayor Oreja se conjuraron a la voz de “el PP o nada” y hasta Esperanza Aguirre incordió esta vez mucho menos de lo que es habitual en ella. De hecho sólo se permitió contradecir al ministro del Interior al asegurar que “ETA no está derrotada”. Así, con la muchachada reunida en torno al proyecto ilusionador de “rescatar” a los ciudadanos después de haber evitado el “rescate” del país, pudo Mariano Rajoy anunciarnos la buena nueva: a partir de 2015 habrá “sucesivas bajadas de impuestos”.

Cuáles, cómo y cuánto queda pendiente de lo que diga Montoro quien, por supuesto, ha desligado tanta generosidad fiscal de las elecciones europeas, autonómicas y generales que tenemos por delante. Nada que ver, “lo hacemos porque ahora hay signos de recuperación económica”, ha venido a decir el amo de la caja pública después de sucesivas subidas fiscales que incumplían el programa electoral y cuya prometida rebaja siempre queda para el año siguiente hasta que, ¡oh casualidad!, llega uno en el que toca votar .

El teatrillo pues estaba listo para que Rajoy tocara a rebato y diera por iniciada la infinita campaña electoral de dos años que nos espera a partir de ahora. En una de esas frases pensadas para copar titulares, Rajoy se abalanzó sobre Pérez Rubalcaba al grito “o te callas o reconoces el mérito de la gente”. No le quedó muy bonito ni democrático, la verdad, mandar a callar al líder del principal partido de la oposición por no reconocer los supuestos “logros del Gobierno del PP” para hacer frente a la crisis.



Es sabido que a Rajoy no le gusta que le digan que su política ha sido muy eficaz para salvar a los bancos antes que a las personas y darles a los empresarios lo que pedían, aunque eso haya resultado nefasto para el empleo, el consumo y la cohesión social del país. Respecto al primero, ignora deliberadamente el presidente que desde su llegada a la Moncloa el paro ha aumentado en más de un millón de personas y que el poco empleo que se crea es cada vez de peor calidad; en paralelo, los salarios se han encogido un 10%, lo que unido al miedo a la pérdida del puesto de trabajo tiene al consumo tiritando de frío y a los bancos rescatados pero guardando el dinero del crédito bajo siete llaves.

Las escandalosas y alarmantes cifras de pobreza y exclusión social que atesora este país y que lo convierten en el segundo más desigual de toda la Unión Europea son, por último, el corolario del desempleo y los recortes inmisericordes en políticas sociales, sanidad y educación. Claro que de nada de esto habló Rajoy en su discurso de clausura de la Convención, tal vez porque la economía real de la calle, los sufrimientos de la gente sin empleo, sin vivienda o sin prestaciones de ningún tipo son cosas que le deben de parecer prosaicas y banales. Prefiere fiarse de las previsiones macroeconómicas aunque cuidándose siempre de escoger aquellos datos que validen su discurso injustificadamente optimista e ignorando los que cuestionan los efectos económicos y sociales de sus políticas.

No es que Rubalcaba no merezca el reproche político por su cuota de responsabilidad por acción y omisión durante y después de su paso por el Gobierno. Pero no es iniciando una nueva y agotadora serie de frases grandilocuentes sin ningún contenido real como van a conseguir el PP o el PSOE rebajar los altos índices de desconfianza que genera la política oficial con todas sus excrecencias de corrupción, asunto éste del que, por cierto, no se dijo una sola palabra en la convención popular.

Mucho menos es la manera de “rescatarnos”, signifique esa tontería lo que signifique, ahora que los bancos ya están a salvo gracias a nuestro dinero. Preparémonos por tanto para dos terribles años de promesas electorales que se olvidarán en cuanto cierren las urnas y frases supuestamente ingeniosas con el fin de copar espacio en los medios de comunicación con la esperanza de captar votos. Comienza el espectáculo.  

¿Por qué no voy a la Convención?

Estimado Mariano, si no fuera causa de fuerza mayor, ni por todo el vino de la Ribera faltaría a la convención que el partido celebra este fin de semana en Valladolid. Siento de veras no poder acompañarte y ofrecerte mi colaboración leal y mis más sinceros consejos para que España vuelva a ir bien. He suplicado a mis patrones un cambio de agenda para no perderme este fin de semana que, sin duda, será memorable para ti y para el partido. Sólo he recibido incomprensión y amenazas de despido con 20 días de indemnización como no fiche. Dicen que es lo que establece la reforma laboral que tú aprobaste para casos como el mío. Compréndelo, tengo mujer e hijos que atender y a mi edad ya no me puedo arriesgar a perder el puesto de trabajo

Te escribo estas líneas desde el aeropuerto a punto de tomar el vuelo rumbo a Papúa Nueva Guinea para desde allí volar a Las Malvinas y luego a Alaska. No imaginas cómo me incomoda estar lejos de ti y de los nuestros en una cita a la que hasta ahora no había faltado nunca. Antes de partir quiero transmitirte todo mi apoyo y confianza y advertirte de que andes ojo avisor con gente como Esperanza, cuyos prontos conoces bien. 


He visto con tristeza que tampoco se dejará caer por Valladolid el bueno de Jaime. Todos sabemos que él es más de vino consagrado que profano y es comprensible que esté hasta el bigote de Bruselas, pero aún así no me lo explico y me preocupa un poco que no esté contigo. Pero no adelantemos acontecimiento, igual tenía hora en la peluquería para hacerse la barba y le venía mal bajarse a Valladolid. Sabrás que Alejo Vidal Cuadras se ha ido a Vox previo paso por YouTube como un rapero cualquiera. Por este no me preocuparía mucho, la verdad, aunque yo que tú echaba un vistazo al fondo a la derecha del partido por si hay más goteras ocultas y fuera necesario llamar a algún fontanero para sellarlas. 

Si este fin de semana tienes la mala suerte de ponerte al alcance de los periodistas y te preguntan por la economía, el paro, la reforma fiscal, la política antiterrorista, el desafío soberanista catalán o Bárcenas contesta a todo como sólo tú sabes hacerlo y di que hay que seguir con las reformas estructurales para crecer y crear empleo. No dices nada pero se aburren y no preguntan más. Ya me gustaría estar yo ahí para responderles como es debido, pero como no puede ser, mejor ponte de perfil, sonríe y espera que pase el chaparrón. Ni sé te ocurra entrar al trapo si te preguntan si has tenido algo que ver en lo de Pedro J. y su salida de EL MUNDO aunque, entre nosotros, te diré que el asunto me tiene un poco molesto porque este hombre nos ha hecho grandes favores en el pasado y ahora habrá que recolocarlo de algún modo. Ya pensaré en algo.

Pero no quiero arruinarte un fin de semana tan especial para ti con mis consejos. Admito que en ocasiones se me ha soltado la lengua y he dicho cosas duras sobre tu Gobierno y tus políticas. Me conoces desde hace muchos años y sabes que soy de natural así, un poco castellano recio y enseguida se sabe si subo o si bajo, si entro o si salgo, si vengo o si voy. Tú sí que tienes una habilidad endiablada para no decir nada cuando te hacen preguntas incómodas, aunque me gustó mucho la contundencia con la que dijiste aquello sobre la inocencia de la Infanta. 

Yo, por mi parte, soy incapaz a veces de controlarme y digo cosas de las que después me arrepiento en la intimidad. Aunque, créeme, lo hago siempre con la mejor voluntad de echarte una mano para que saques a España de la crisis en la que la metió Zapatero y no porque te eligiera a dedo como mi sucesor, que también un poquito, no lo voy a negar. Te tengo que dejar, me llaman para embarcar. Disfruta del fin de semana y no abusen del Viña Pesquera, no vaya a aparecerse Jorge con el alcoholímetro y nos chafe la salida de la crisis.

Recibe un estrecho y vigilante abrazo de tu presidente que te estima.

Es el clima, estúpido

Al director del Servicio Canario de Empleo le ha declarado el hombre del tiempo un huracán de fuerza 5 con diluvio mediático - político y rayos y truenos en su despacho: los teléfonos dan calambre, las sillas se mueven solas sin persona humana que las empuje y los papeles han salido volando por la ventana. Todo a cuenta de que fue Alejandro Martín, que así se llama el afectado, y dijo en una radio que Canarias puede soportar más parados que los que ya tiene. Sospecho que se le fue el baifo por algún risco muy escarpado. Decir que aquí podemos soportar más parados cuando ya rondamos los 400.000 para una población total de poco más de dos millones es como poco para hacérselo mirar por el médico chino o, al menos, por Fátima Báñez. 


La clave de esta sesuda tesis sociometeorológica de Martín hay que buscarla en el clima: como las Islas disfrutan de un clima primaveral todo el año, hay muchos parados que se vienen aquí a buscar empleo sin riesgo de que se le congelen hasta las ideas, como a él, dicho sea de paso. Esa y no otra es la causa – según Martín – de que en Canarias haya aumentado la población activa a tenor de la última EPA que Dios guarde muchos años. 

Razona nuestro hombre que no todo en la vida es dinero y matarse a producir de la madrugada a la noche; también influyen en la felicidad humana cosas como un clima templado que te permita ir en cholas y bermudas todo el día y la posibilidad de echarse unas cervecitas con los colegas de fatigas a la vera de las olas mientras se hace un análisis concienzudo del último golpe en los ñoños de Messi o Ronaldo. Ahora se comprende también que haya tanta gente potando a las seis de la mañana del 1 de enero en la playa de las Canteras sin convertirse en carámbanos o que masas amorfas se suban a una caravana de fotingos rumbo a la cumbre a las diez de la mañana de un martes laboral para ver cuatro granizos mal caídos. 

La fuerza de la rociada ha sido de tal magnitud que Martín no ha tenido más remedio que plegar velas y refugiarse en puerto seguro hasta que pase la borrasca. Desde allí ha puesto en práctica el arte cinegético preferido por el 99,9% de los políticos del mundo mundial: matar al mensajero. “Mis palabras han sido tergiversadas y sacadas de contexto”, ha dicho. Me quedo más tranquilo, la verdad. Porque su tesis climática tenía un fallo en el que este hombre, en su buena voluntad de intentar explicar cómo es posible que con 400.000 parados sigamos yendo al supermercado sin una recortable al hombro, no reparó. 

Y es que, como el tiempo no empeore a marchas forzadas y nos alcance una glaciación, no iba a haber disco de ordenador ni papel de reciclar o del otro para apuntar tanto parado tostándose al sol en estas islas. Así que para luchar con éxito contra las tremendas cifras de paro de esta tierra se haría imprescindible y urgente que empezara a nevar ya mismo y sin pausa en La Graciosa, Corralejo y Papagayo y que las temperaturas máximas no superaran los 40 grados bajo cero en Maspalomas. 

Con todo, la innovadora teoría climática de Martín sobre las causas del desempleo en Canarias tiene su lado positivo. Si el clima viene a influir de manera tan directa en el empleo como aseguró, bien podemos ahorrarnos su sueldo y preguntarle al hombre del tiempo cómo irá el paro en los próximos días. Eso que saldríamos ganando y las posibilidades de acertar serían aproximadamente las mismas.

¡Reflexione, Sr. Bauzá!

Sr. José Ramón Bauzá, presidente del Gobierno de las Islas Baleares por el tercio popular: tiene usted que reflexionar sobre los beneficios sin cuento que el petróleo supondrá para esa comunidad autónoma hermana en la insularidad de Canarias. No es usted sensato al afirmar que el “petróleo de Baleares es su turismo”. Mire a Canarias: aquí también nos visitaron el año pasado casi 12 millones de turistas y estamos encantados de que nuestro paisano el ministro Soria esté haciendo lo imposible para que Repsol nos plante unas cuantas plataformas petrolíferas a escasos kilómetros de las playas en las que se tuestan nuestros visitantes.

¿No es una preciosidad?
Estamos tan ansiosos que no vemos llegar el día en el que empiece a salir oro negro del mar. Menos mal que el ministro Soria nos informará con puntualidad de cuándo ocurrirá el feliz acontecimiento y podremos preparar con tiempo los timples para festejarlo con unas isas y unas papas arrugadas. Le comunico que ya es un clamor por estas latitudes ultramarinas la petición para declarar ese venturoso día como el más grande en la Historia de este Archipiélago hasta ahora dejado de la mano de Madrid, algo que gracias a nuestro paisano el ministro acabará muy pronto.

Vamos a ser la envidia del mundo. Se lo digo sin ánimo de molestar, sólo para invitarle a la reflexión y a la sensatez: no desoiga la voz de la razón y el sentido común y no desprecie una industria tan limpia e inocua como la petrolífera sólo por el miedo a que un día pueda aparecer algo de piche en una playa. Con esos temores injustificados se está usted jugando el futuro de su tierra y el de sus paisanos. No siga los pasos de su colega autonómico el Sr. Rivero y no insista con el “no” a las prospecciones. Ni ande aventando la protesta en los consejos insulares de su tierra como ha hecho Rivero con los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura. Sepa que eso no conduce a nada, sea razonable.

Por cierto, en Canarias no hay ningún debate sobre si las prospecciones son en aguas españolas o marroquíes, como ha dicho Usted, seguramente mal asesorado. Aquí son sobre todo las proyectadas en aguas próximas a las Islas Canarias las que nos tienen saltando de emoción y esperanza en un futuro dichoso; de las de Marruecos sólo cabe esperar y desear que beneficien a los marroquíes tanto como nos beneficiarán a nosotros las nuestras.

Recapacite y si por un casual aparecen por ahí unos altos ejecutivos de alguna petrolera cargados de ensaimadas y sobrasadas a decirle a los naturales que el mundo “mira atónito” su rechazo a los sondeos y a ofrecer alguna base logística, déles la bienvenida con los brazos abiertos y llévelos de marcha a Ibiza. Se merecen eso y mucho más porque ellos sí piensan en el beneficio que para su tierra tendrían unos estilizados pozos de petróleo y gas a 40 kilómetros de sus costas.

Aprenda Sr. Bauzá de sus correligionarios en el tercio popular canario, serios y enconados defensores de la energía del futuro, el petróleo, y no de esas chorradas de las energías limpias y alternativas que nos encarecen sin parar el recibo de la luz. Pregúnteles a sus compañeros del PP canario por las decenas de miles de puestos de trabajo que se van a crear en Canarias y el dineral que va a dejar aquí en inversiones o subcontratas esa filantrópica y providencial empresa llamada Repsol. Ni se preocupe por el impacto ambiental de los sondeos:  el ministro Soria se encargará de todo que él sabe cómo solucionar ese engorroso papeleo para cubrir las apariencias.

Creo por eso que hace mal firmando manifiestos y proclamas ecologistas llenos de argumentos demagógicos, cuando debería de estar pensando en todo lo que podría hacer con el dinero del petróleo que le llovería a Baleares y que inexplicablemente usted parece empeñado en despreciar. Y permítame que le diga por último que comete un grave error al asegurar que por encima de su militancia en el PP están los intereses de su tierra. Aprenda de sus compañeros de Canarias y reflexione, Sr. Bauzá.

Madrid: ni una a derechas

Dice la sabiduría popular – la del pueblo, no la del partido – que cuando alguien es mirado por un tuerto todo se le tuerce. Si creyésemos en esa superstición podríamos pensar que la comunidad de Madrid y la Villa y Corte están bajo los efectos de una suerte de maleficio que hace que ninguno de los grandes proyectos ultraliberales de sus gobernantes termine en bien. 

El último ha sido la marcha atrás en la privatización de seis hospitales públicos con la que el presidente Ignacio González estaba a punto de proveer de actividad y negocio fácil a unas cuantas empresas sanitarias privadas a costa de la salud y el bolsillo de los madrileños. Éste es sólo el último tropiezo serio del PP en uno de sus graneros de votos y seguramente no será el último. Y es serio porque cierra una puerta que se cuidarán ahora de intentar abrir en otras autonomías en las que también es notable la querencia por lo privado frente a lo público. 

La olímpica Ana Botella se quedó sin saborear a “relaxing cup of café y leche” en la Plaza Mayor y el trilero Sheldon Adelson se fue por donde vino con su Eurovegas y sus promesas de convertir a Madrid en el gran garito de Europa. Lástima, porque a lo mejor las olimpiadas, las tragaperras y las mesas de black jack habrían contribuido a maquillar algo las malas cifras de empleo de la comunidad autónoma en la última EPA o la caída del turismo, con un gigantesco y caro aeropuerto de Barajas que empieza a criar telarañas. 


Después de las sonoras bofetadas del Comité Olímpico Internacional y del magnate del juego, han venido los jueces a amargarle a González otra de sus medidas estrella, heredada de Esperanza “Thatcher”Aguirre, su mentora: privatizar los hospitales públicos y hacerlo a las bravas, sin atender a los trabajadores ni a los ciudadanos y, lo que es peor, a la Ley. La negativa judicial a levantar la suspensión cautelar de la medida ha llevado a la liberal Aguirre a quejarse amargamente y a decir que no hay derecho a que unos jueces se inmiscuyan en las decisiones políticas de un gobierno legítimo. Que la “externalización”, como eufemísticamente llaman estos defensores de lo privado a la privatización, se pretendiera hacer ignorando las leyes y el clamor de los profesionales de la sanidad es para la lideresa asunto menor. 

El coscorrón sanitario de González lo ha pagado su consejero de Sanidad con la dimisión. Javier Fernández-Lasquetty queda ahora en expectativa de destino a la espera tal vez de que se le abra alguna de esas famosas puertas giratorias por las que los cargos públicos pasan a la empresa privada sin solución de continuidad. Sin duda, después de su fracaso privatizador lo va a tener mucho más difícil que sus antecesores en el cargo Lamela y Güemes quienes, con el sillón de la consejería aún caliente, ya empollaban los sillones de los altos despachos de algunas empresas de la sanidad privada agradecidas por los servicios prestados en la administración pública. 

Pero no es probable que acaben aquí las desgracias de González que, a cada día que pasa, parece tener más lejos la posibilidad de repetir como candidato popular a la presidencia de la comunidad autónoma. A la vuelta de la esquina tiene un serio conflicto con los trabajadores de Telemadrid como al Tribunal Supremo – otra vez los dichosos jueces – se le ocurra declarar improcedente el ERE que les afecta. Y para rematar pueda que también tenga que explicarle con todo lujo de detalles a un juez de dónde salió el dinero para al fastuoso ático que tiene en Marbella. Aunque de momento es sólo su esposa la imputada, el juzgado que lleva el caso no descarta aplicarle el mismo tratamiento. 

No es desde luego la mirada de un tuerto la que ha llevado a la comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital de tropiezo en tropiezo en los últimos tiempos. Es el convencimiento traducido en medidas concretas de que la razón de ser de las instituciones públicas es beneficiar el interés privado y no el bien público. Por lo que a Ignacio González se refiere, aún le esperan algunas curvas antes de las elecciones, todas peligrosas y todas a la derecha.

Ruiz - Gallardón, ministro de Economía

Sin ánimo de adelantar acontecimientos, todo hace indicar que en una próxima y tal vez cercana remodelación del Gobierno, Mariano Rajoy colocará a Alberto Ruiz – Gallardón como nuevo ministro de Economía. Desde luego, sus posibilidades para desbancar al ininteligible y tecnocrático Luis de Guindos se han disparado a raíz del informe conocido hoy en el que el todavía titular de Justicia asegura sin despeinarse que su trentina contrarreforma de la ley del aborto tendrá “efectos positivos netos sobre la economía” porque hará que aumente la natalidad. 

Admito que me pellizqué varias veces, me tiré de los pelos y me restregué los ojos cuando leí la información intentando comprobar si era una pesadilla, una tomadura de pelo o el colmo del cinismo más descarnado. Lo cierto es que me resultaba imposible dar crédito a lo que leía y contrasté la noticia en varios medios de comunicación. Y sí, así era: dice Ruiz Gallardón que volver a los tiempos en los que abortar con seguridad estaba reservado solo a las mujeres que se lo podían pagar en Londres es positivo para la alicaída tasa de natalidad nacional y por ende para la economía.

El informe en cuestión es un dechado de carencias y falsedades, entre ellas, los datos relativos al número de abortos practicados en España. Contradiciendo las cifras del Ministerio de Sanidad, Ruiz Gallardón asegura que han aumentado. Del mismo modo indica que se han incrementado los abortos entre las menores de edad cuando el propio Ministerio de Sanidad asegura todo lo contrario. O dicho de otra manera, que una estadística inoportuna no te fastidie un buen argumento al modo en el que algunos medios de comunicación retuercen los datos y los hechos para no estropear un buen titular. 


No es seguro pero tampoco descartable que sea a este positivo efecto neto sobre la economía del que habla Ruiz – Gallardón a lo que se refiere mañana, tarde y noche Rajoy cuando insiste en que hay que seguir por la senda de las reformas estructurales para recuperar el crecimiento y la creación de empleo. Como el presidente es un hombre de pocas palabras y las pocas que pronuncia casi siempre aparecen envueltas entre las nieblas de su tierra natal – salvo si se trata de dejar claro su convencimiento de la inocencia de Cristina de Borbón – no conviene tampoco adelantar acontecimientos y concluir que el Gobierno está pensando en restaurar el trabajo infantil en las minas de carbón, pongamos por caso. 

Lo único que cabe concluir de momento es que Rajoy está ante un importante dilema: o le da a Ruiz – Gallardón la alta responsabilidad económica que merecen sus profundos conocimientos en la materia o le para los pies a la reforma del aborto que amenaza con ponerle el partido patas arriba y hasta a la ultraderecha europea en contra, por no mencionar al grueso de la sociedad española y buena parte de la europea a cuatro meses de unas elecciones. Claro que si elige la segunda opción corre el riesgo de que Ruiz – Gallardón se enfade y se afilie a Vox y entonces ya no tendrá a nadie para sacarnos de la crisis. Pero no adelantemos acontecimientos.

Corrupción: la familia crece

El último vástago ha nacido en La Rioja. Sospecha el juez Pablo Ruz que la sede del PP de allí se pagó con dinero negro o por lo menos granate intenso con ribetes violáceos. El juez quiere investigar una entrega de 200.000 euros que el extesorero del PP Luis Bárcenas anotó el 26 de mayo de 2008 en sus manuscritos en papel cuadriculado bajo el concepto 'entrega de La Rioja'. Según declaró el propio Bárcenas, los 200.000 euros sirvieron para financiar la compra de la nueva sede del PP en esa comunidad autónoma. El 5 de febrero irán a declarar ante su señoría los apoderados del PP riojano que ya han dicho que acudirán encantados de la vida porque las cuentas del partido son limpias como el vino y transparentes como el agua. 

Otrosí: se llama Juan Roig y es el jefe de Mercadona, el simpático supermercado de la esquina en donde sólo hay productos Hacendado. También irá a declarar en los próximos días como testigo ante el juez Ruz. Este hombre – el juez – debería haber sido periodista. Ahora quiere saber de Roig a cuento de qué le entregó a Bárcenas 150.000 euros en febrero de 2008. Han dicho en Mercadona que desde que se supo que también el jefe aparecía entre los donantes del PP se pusieron inmediatamente a disposición del mundo mundial para aclararlo todo y hasta para incrementar las ofertas de 3x1 si fuera menester. Y, por supuesto, la anotación en los papeles de Bárcenas “no es cierta”. 


Otrosí: un señor llamado Sandro Rosell, presidente de un equipo de fútbol llamado Barça – dicen muchos que es “más que un club” – acaba de hacer las maletas. La culpa la tiene el mismo juez Ruz - ¡qué hombre, Dios mío – que ha admitido una querella de un socio de ese equipo de fútbol. Se malicia el socio que en el contrato de un chaval brasileño de pelo crespo llamado Neymar y que según los que saben mete goles hasta con el flequillo, hay gato encerrado o butifarra escondida. La querella es por “apropiación indebida por distracción”. Parece que las cuentas no cuadran y el coste del fichaje del garoto brasileiro no fue de 57 millones de euros de los que habla Rosell – que ya tira para atrás el dineral por darle patadas en calzoncillos a una pelota – sino de 95. ¿Dónde están los 38 restantes? ¿Distraídos por ahí?


Otrosí: otro señor llamado José María del Nido, abogado de renombre por tierras andaluzas, salió malparado de sus andanzas por el ayuntamiento de Marbella y en el caso “Minutas” fue condenado a siete años de prisión. A la sazón, del Nido era también hasta diciembre el presidente de otro equipo de fútbol, el Sevilla. Ahora anda pidiendo apoyos para que el Gobierno le conceda el indulto y parece que la campaña está teniendo un éxito arrollador: sólo cuatro presidentes no han suscrito la petición para que el bueno de Ruiz – Gallardón le perdone a Del Nido haber sido un chico malo. Entre sus solidarios colegas debe de estar el presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, recientemente indultado también a mayor gloria del Notario Mayor del Reino, popularmente conocido como Ruiz – Gallardón. De las deudas que tienen con Hacienda y con la Seguridad Social los equipos de fútbol hablamos otro día con tranquilidad, si no les importa. 

Otrosí: también tenemos por Canarias algunos retoños dignos de mención y elogio en el gran cuadro de la corrupción patria. En Las Palmas, la Fiscalía acaba de denunciar al director general de INFECAR, una empresa pública contra la que se emitió una factura por los gastos de un congreso del Centro Canario Nacionalista celebrado en sus instalaciones. Por pura chiripa se da la casualidad de que el político del que dependía la gestión de esa empresa pública militaba ¡en el Centro Canario Nacionalista!

Otrosí: a un concejal de Arrecife (Lanzarote) llamado Pedro de Armas le atribuye la policía un “potosí” en fincas, barcos, coches y cuentas corrientes. La Audiencia de Las Palmas ha ordenado que sea investigado porque, a pesar de las subidas anuales de los sueldos de los concejales en muchos ayuntamientos no fueron tan elevadas como para amasar una fortuna digna de un Bill Gates con barba y sombrero. Él ya ha dicho que tuvo suerte al vender un hotelito que le dejo unos buenos ingresos y después se dedicó a la política por amor al servicio público mientras continuaba con sus negocios, todos perfectamente legales, por supuesto. Ahora ha puesto sus cargos a disposición del partido, ya que él – suponemos – no vino a lucrarse con algo tan sagrado como la política. 

Podría seguir presentándoles a los innumerables miembros de esta gran familia nacional de amplio tronco y frondosas ramas que forman la corrupción patria, pero mejor lo dejo por hoy. Voy a ver si con la ayuda de Santa Teresa y la intermediación de Jorge Fernández Díaz soy capaz de sobrevivir a estos “recios tiempos”.