Corrupción: la familia crece

El último vástago ha nacido en La Rioja. Sospecha el juez Pablo Ruz que la sede del PP de allí se pagó con dinero negro o por lo menos granate intenso con ribetes violáceos. El juez quiere investigar una entrega de 200.000 euros que el extesorero del PP Luis Bárcenas anotó el 26 de mayo de 2008 en sus manuscritos en papel cuadriculado bajo el concepto 'entrega de La Rioja'. Según declaró el propio Bárcenas, los 200.000 euros sirvieron para financiar la compra de la nueva sede del PP en esa comunidad autónoma. El 5 de febrero irán a declarar ante su señoría los apoderados del PP riojano que ya han dicho que acudirán encantados de la vida porque las cuentas del partido son limpias como el vino y transparentes como el agua. 

Otrosí: se llama Juan Roig y es el jefe de Mercadona, el simpático supermercado de la esquina en donde sólo hay productos Hacendado. También irá a declarar en los próximos días como testigo ante el juez Ruz. Este hombre – el juez – debería haber sido periodista. Ahora quiere saber de Roig a cuento de qué le entregó a Bárcenas 150.000 euros en febrero de 2008. Han dicho en Mercadona que desde que se supo que también el jefe aparecía entre los donantes del PP se pusieron inmediatamente a disposición del mundo mundial para aclararlo todo y hasta para incrementar las ofertas de 3x1 si fuera menester. Y, por supuesto, la anotación en los papeles de Bárcenas “no es cierta”. 


Otrosí: un señor llamado Sandro Rosell, presidente de un equipo de fútbol llamado Barça – dicen muchos que es “más que un club” – acaba de hacer las maletas. La culpa la tiene el mismo juez Ruz - ¡qué hombre, Dios mío – que ha admitido una querella de un socio de ese equipo de fútbol. Se malicia el socio que en el contrato de un chaval brasileño de pelo crespo llamado Neymar y que según los que saben mete goles hasta con el flequillo, hay gato encerrado o butifarra escondida. La querella es por “apropiación indebida por distracción”. Parece que las cuentas no cuadran y el coste del fichaje del garoto brasileiro no fue de 57 millones de euros de los que habla Rosell – que ya tira para atrás el dineral por darle patadas en calzoncillos a una pelota – sino de 95. ¿Dónde están los 38 restantes? ¿Distraídos por ahí?


Otrosí: otro señor llamado José María del Nido, abogado de renombre por tierras andaluzas, salió malparado de sus andanzas por el ayuntamiento de Marbella y en el caso “Minutas” fue condenado a siete años de prisión. A la sazón, del Nido era también hasta diciembre el presidente de otro equipo de fútbol, el Sevilla. Ahora anda pidiendo apoyos para que el Gobierno le conceda el indulto y parece que la campaña está teniendo un éxito arrollador: sólo cuatro presidentes no han suscrito la petición para que el bueno de Ruiz – Gallardón le perdone a Del Nido haber sido un chico malo. Entre sus solidarios colegas debe de estar el presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, recientemente indultado también a mayor gloria del Notario Mayor del Reino, popularmente conocido como Ruiz – Gallardón. De las deudas que tienen con Hacienda y con la Seguridad Social los equipos de fútbol hablamos otro día con tranquilidad, si no les importa. 

Otrosí: también tenemos por Canarias algunos retoños dignos de mención y elogio en el gran cuadro de la corrupción patria. En Las Palmas, la Fiscalía acaba de denunciar al director general de INFECAR, una empresa pública contra la que se emitió una factura por los gastos de un congreso del Centro Canario Nacionalista celebrado en sus instalaciones. Por pura chiripa se da la casualidad de que el político del que dependía la gestión de esa empresa pública militaba ¡en el Centro Canario Nacionalista!

Otrosí: a un concejal de Arrecife (Lanzarote) llamado Pedro de Armas le atribuye la policía un “potosí” en fincas, barcos, coches y cuentas corrientes. La Audiencia de Las Palmas ha ordenado que sea investigado porque, a pesar de las subidas anuales de los sueldos de los concejales en muchos ayuntamientos no fueron tan elevadas como para amasar una fortuna digna de un Bill Gates con barba y sombrero. Él ya ha dicho que tuvo suerte al vender un hotelito que le dejo unos buenos ingresos y después se dedicó a la política por amor al servicio público mientras continuaba con sus negocios, todos perfectamente legales, por supuesto. Ahora ha puesto sus cargos a disposición del partido, ya que él – suponemos – no vino a lucrarse con algo tan sagrado como la política. 

Podría seguir presentándoles a los innumerables miembros de esta gran familia nacional de amplio tronco y frondosas ramas que forman la corrupción patria, pero mejor lo dejo por hoy. Voy a ver si con la ayuda de Santa Teresa y la intermediación de Jorge Fernández Díaz soy capaz de sobrevivir a estos “recios tiempos”.

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