Las primarias
socialistas nos han dejado algunos hechos ciertos y unas cuantas incógnitas que
el tiempo irá despejando. Es un hecho
cierto que la victoria de Sánchez sobre
Susana Díaz es inapelable. Cuando se gana por diez puntos de diferencia no
caben dudas ni medias tintas sobre las preferencias de los votantes, sólo
aceptar el resultado y punto. Sánchez ha renacido de sus cenizas políticas
llevado en volandas por unas bases que parecen haber olvidado que es la misma persona que ha conducido al partido a los peores resultados electorales de su historia. Imagino, no obstante, que darán por hecho que los electores no
militantes harán lo mismo que los militantes y se decantarán mayoritariamente
por Sánchez cuando el nuevo líder del PSOE se vuelva a enfrentar a unas
elecciones generales.
La preferencia
de la mitad de los afiliados por un líder político perdedor como Sánchez se
explica por un hecho no menos cierto: el peso sumado del aparato, de los barones y de la vieja guardia ha terminado aplastando a la perdedora de estas
primarias. Como se suele decir de forma coloquial, Susana Díaz se ha caído con todo el equipo. Ella ha sido la receptora por
méritos propios y ajenos de la sonora bofetada política que apenas ha sabido
encajar y con la que la mayoría de los
afiliados ha castigado la abstención del partido en la investidura de Rajoy y
la defenestración de Sánchez. Así como Sánchez, al que todo daban por acabado
políticamente, ha renacido de sus cenizas, con la lideresa andaluza puede haber pasado justo todo lo contrario de
modo que este haya sido el final de su carrera política al menos al norte de
Despeñaperros.
“El peso del aparato, los varones y la vieja guardia ha aplastado a Susana Díaz”
Esa es una de
las muchas incógnitas derivadas de estas
primarias y que, en su mayor parte, tienen que ver con Sánchez. Su primera
tarea será llevar a la práctica lo que quiera que signifique lo que dijo anoche
cuando anunció “un nuevo PSOE”. Salvo que su objetivo sea refundar el partido,
que no creo, su dilema es cómo integrar a los perdedores sin decepcionar a los
afiliados que lo han aupado a la secretaría general. Después de lo de ayer, barones y aparato no están vencidos, sólo derrotados temporalmente. Eso
significa que si Sánchez cae en la tentación de purgarlos va a seguir
teniéndolos en frente y la brecha de la división se ensanchará aún más. Por el
contrario, si les otorga demasiado peso correrá el riesgo de disgustar a los
militantes que ven en él a un mártir político irredento que se basta y sobra con los de su cuerda.
“Sánchez se
envolvió en la bandera de los militantes contra los dirigentes y ahora necesita
de ambos para recomponer el partido”
Es lo que
tiene de malo envolverte en la bandera de los militantes y ponerlos en contra de la
dirección del partido como si fueran enemigos. Luego los necesitas a ambos para recomponer el partido y no
sabes bien cómo arreglártelas. Su vuelta a Ferraz también va a poner patas
arriba a la organización autonómica y local del partido que tendrá que afrontar
su renovación en los correspondientes congresos. Como es natural Sánchez
buscará un amplio respaldo territorial y esto hará que primarias y
cónclaves autonómicos y locales del PSOE
se celebren a cara de perro entre sanchistas
y susanistas, generando más división.
Sus relaciones
a partir de ahora con Podemos es otra de esas incógnitas que el tiempo no
tardará en aclarar. Si la experiencia sirve para algo en política es de suponer
que Sánchez habrá aprendido de sus errores y evitará volver
a convertirse en el juguete político preferido de Pablo Iglesias. De hecho, la
formación morada persiste en la injerencia y ya ha interpretado por su cuenta y
riesgo que los afiliados del PSOE que
han apoyado a Sánchez lo que quieren es que este respalde la moción contra Rajoy.
Menos dudas hay sobre el tono mucho más duro que adoptará a partir de ahora la
oposición del PSOE a un Rajoy que, a fecha de hoy, todavía no ha corregido la grosería política
de no felicitar al nuevo líder del principal partido de la oposición y sí ha
tenido tiempo en cambio para felicitar al Real Madrid por ganar la Liga. El riesgo para Sánchez de llevar las cosas demasiado lejos en la oposición al PP es la convocatoria anticipada de elecciones que podrían poner al PSOE ante su ser o no ser definitivo.
“Es de suponer
que Sánchez habrá aprendido de su experiencia y evitará volver a ser el juguete
político de Pablo Iglesias”.
Con ser de
calado estas incógnitas, no lo es menos la relativa a la posición de Sánchez
ante el desafío soberanista catalán que toma impulso estos días como el
principal problema político de este país, incluso por encima de la corrupción.
Los planes de los nacionalistas catalanes para proclamar unilateralmente la
independencia son lo suficientemente graves como para que el reelegido líder
del PSOE aparque sus ambigüedades y sus bandazos sobre “la nación de naciones” y diga con
claridad qué modelo territorial tiene en mente si es que tiene alguno concreto.
En este caso y en muchos otros en los que el concurso del PSOE es fundamental para la gobernabilidad son todos
los españoles, votantes o no del PSOE, y no solo los afiliados los que quisieran conocer las ideas de Sánchez.
La mayoría de
los afiliados ya ha visto en Sánchez al mejor líder posible del PSOE y hay que
respetarlo. Ello no quita para que resulte inevitable concluir que han sido más
los deseos de revancha sobre barones y aparato que las virtudes políticas que adornan al renacido líder socialista los que han inclinado la
balanza a su favor en una muy arriesgada elección para el partido y para el
país.