Entre las
muchas virtudes que adornan a Pedro Sánchez no figura la autocrítica. Llegó a
la secretaría general aupado por las primarias y cuando el PSOE perdía votos a
manos llenas. Algo más de dos años después, lejos de reducirse, la hemorragia
no ha hecho más que crecer como ponen de manifiesto los resultados del 20D y
del 26J y como habría vuelto a ocurrir si se hubieran celebrado unas terceras
elecciones en diciembre. Aunque los
deplorables resultados que el PSOE obtuvo en las recientes elecciones de
finales de septiembre en el País Vasco y Galicia merecían un análisis de las
causas del fracaso y de las medidas para reconducir la situación, la ejecutiva
socialista que entonces lideraba Sánchez se abstuvo de esa tarea imprescindible
en cualquier partido que se precie.
Su objetivo
fue siempre alcanzar un acuerdo de gobierno con Podemos y Ciudadanos que sólo
era posible en su imaginación, por más que no salieran ni las cuentas numéricas
ni las políticas. Esa irresponsable tozudez es en gran parte la culpable de que
su partido se encuentre ahora dividido, desnortado y desconcertado como hacía
décadas no ocurría. Renunciar el pasado sábado a su escaño para evitar
abstenerse en la investidura de Rajoy fue lo mejor que pudo hacer. Esa decisión
le honra por cuanto concuerda fielmente con sus planteamientos políticos; sin
embargo, su problema sigue radicando en que esos planteamientos y los datos de
la realidad política están reñidos entre sí.
Esto está
llevando a Sánchez a empezar a ver gigantes y enemigos en donde sólo hay
molinos de viento y ovejas. Sus declaraciones de anoche en televisión culpando
a las grandes empresas del IBEX y a determinados grupos editoriales de trabajar
para hacer imposible un gobierno del PSOE con Podemos, nos ofrecen la figura de
un político aferrado a cualquier argumento, por indemostrable que resulte, para
sostenella y no enmendalla. No obstante, la guinda de esa entrevista ha sido
considerar un error haber llamado “populista” a Podemos, lo que denota una absoluta
ingenuidad por su parte en el mejor de
los casos o, en el peor, una supina ignorancia política.
Sánchez, al
que los dirigentes, militantes y simpatizantes de Podemos y una parte
importante de los del PSOE parecen a punto de convertir en mártir irredento de
una causa imposible, se apresta ahora a subirse a su coche y a recorrer España
para “recuperar” el partido con el apoyo de los militantes. Si por él y por los
que piensan como él hubiera sido, a estas horas ya tendríamos convocadas nuevas
elecciones generales y ya podríamos ir descontando una nueva victoria más abultada
aún del PP, una nueva hecatombe del PSOE en las urnas y el ansiado “sorpasso”
por el que suspira Podemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario