Que levanten la mano quienes respiraron aliviados porque con la designación a dedo de Quim Torra como presidente catalán nos íbamos a librar una temporada del monotema; que se manifiesten quienes pensaron que Torra traería por fin un poco de normalidad política, recuperaría las instituciones catalanas de autogobierno y conseguiría que acabara la aplicación del 155. Supongo que solo los ingenuos y los bienpensados supusieron una cosa así. Los tuits y otras excrecencias literarias del ungido presidente por Puigdemont alertaron desde primera hora de que el personaje no venía precisamente a normalizar nada sino a mantener la anormalidad y a exacerbarla cuanto más mejor.
En realidad no hace sino lo que le ordenó el Ausente, mantener el pulso con el Estado así perezca el mundo mientras los problemas de los catalanes siguen esperando que alguien tenga un día el detalle de acordarse de ellos. Y eso es lo que está haciendo el racista Torra a pedir de boca: primero fue su singular toma de posesión ignorando la Constitución y, a renglón seguido, nombrando consejeros de su gobierno a dos presos y a dos fugados. Rajoy, que en todo este interminable asunto ha actuado siempre a la defensiva y a rebufo de los independentistas, se ha visto obligado a frenar la publicación oficial de los nombramientos y mantener la aplicación del 155. La decisión es cuando menos discutible jurídicamente toda vez que los consejeros nombrados por Torra mantienen intactos sus derechos políticos. Cosa distinta es que se pueda dirigir una consejería de lo que sea desde Estremera o desde Bruselas. No sabemos cuál será ahora el siguiente movimiento de los independentistas pero pueden apostar lo que quieran a que tampoco será normal desde el punto de vista constitucional.
Foto: elEconomista.es |
Lo que como ciudadano de este país me pregunto desde hace meses es adónde nos lleva todo esto. Supongo que no soy el único que se hace esa pregunta y que millones más de españoles querrían saber también cuál es la salida a esta situación. El drama es que quien se supone que debería tener alguna estrategia u hoja de ruta no parece tener nada por el estilo. El Gobierno de Rajoy es un zombie político con respiración asistida: toda su estrategia pasa por sacar adelante los presupuestos y garantizarse la continuidad en el poder dos años más. Con respecto a Cataluña la única estrategia es continuar recurriendo a los jueces cada vez que los independentistas hacen de las suyas. No creo que fuera a eso a lo que se refirió Ortega y Gasset cuando dijo que la única solución al problema catalán era la "conllevanza". La "conllevanza" sería convivir y entenderse en un marco de normas aceptadas por todos a pesar de las diferencias, pero no mantener un pulso permanente en torno a la legalidad democrática como pretende una de las partes.
A la vulneración de la legalidad es evidente que se debe responder con la ley pero no solo con la ley. Sobre todo si tenemos en cuenta que la respuesta legal puede ser enmendada en Europa como ha ocurrido ya dos veces en Alemania y en Bélgica y puede ocurrir próximamente en Gran Bretaña. Sin iniciativa ni respuesta política en el interior y sin relato que contrarreste al de los independentistas en el exterior, en donde se pasean sin complejos por media Europa, el Gobierno de Rajoy se limita a hacer lo único que cree que sabe: acudir a los jueces y esperar a que el soufflé independentista se desinfle solo. La pregunta que inquieta y para la que no hay respuesta ni se le espera es cuánto tiempo tendrá que pasar para que Rajoy comprenda que solo con lo primero no basta y que lo segundo no va a ocurrir en ningún caso.
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