Hago esfuerzos para contenerme y no ensartar aquí una ristra de adjetivos descalificativos de la irresponsable actitud de los representantes del Ministerio de Fomento y de AENA – tanto de los actuales como de los anteriores - para con los vecinos de un humilde barrio grancanario llamado Ojos de Garza. Si echara mano del diccionario seguro que me faltarían palabras para describir el proceder de estos señores y señoras. Entre vergonzoso y miserable incluyan ustedes todos los que se les ocurran.
La historia es tan vieja ya que es necesario recordar sus orígenes. Todo comenzó en 2001 cuando a alguien se le metió en la cabeza que el aeropuerto de Gran Canaria necesitaba una segunda pista operativa a pesar de contar ya con dos, la civil y la de uso militar pero que habitualmente también utilizan aviones comerciales. Supuestamente el aeropuerto se iba a quedar pequeño muy pronto y no iba a ser capaz de acoger a los millones de turistas que iban a llegar en tropel a la isla. De hecho han pasado casi 14 años y aún no ha petado ni da indicios de que eso vaya a ocurrir muy pronto.
En cualquier caso, tanto se batalló para que el Gobierno del Estado financiara el proyecto que al final se incluyó el Plan Director del aeropuerto. Ahí empezaron los problemas para los vecinos del humilde barrio de Ojos de Garza, cuyas viviendas tendrían que ser desalojadas por la vía de la expropiación forzosa para la proyectada ampliación. Después de años de innumerables reuniones, de protestas vecinales y de tiras y aflojas entre las más de mil familias afectadas con Fomento y con AENA, se llegó a un acuerdo formal para encontrar una nueva ubicación a los vecinos. Pusieron de su parte todas las instituciones canarias: el ayuntamiento de Telde, el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno de Canarias. Quienes único no cumplieron – y siguen sin cumplir – lo acordado y firmado han sido Fomento y AENA.
Hace unos meses estuvo a punto de firmarse el convenio para el realojo, pero un día antes de la fecha señalada para la firma los abogados del Estado se sacaron un par de sentencias de la manga que no venían al caso y paralizaron el acuerdo. Alegaron además que como no hay previsión de ejecutar el proyecto antes de 2025 debido a la crisis, hasta entonces al menos tendrían que esperar los vecinos. Después se han barajado varias fechas para firmar pero ninguna se ha cumplido. Por medio se ha cruzado la privatización parcial de AENA por la que el Estado se va a desprender del 49% de la empresa pública para ponerlo en manos privadas. Más allá de las implicaciones que esa medida puede tener para el carácter estratégico de los aeropuertos en un territorio como el canario, todo hace indicar que la aceleración del proceso privatizador ha vuelto a aparcar sine díe el cumplimiento de los acuerdos alcanzados con los vecinos de Ojos de Garza.
Es más, se malician estos y sus representantes que AENA trabaja en una modificación para peor de las condiciones del realojo que están – hay que recordarlo una vez más – firmadas y selladas por el Estado pero que este incumple con todo el descaro del mundo. A la vista de la tomadura de pelo de la que se sienten víctimas, la portavoz de los afectados, Margarita Alonso, lleva ya más de una semana en huelga de hambre en las instalaciones del aeropuerto. Tres veces ha tenido ya que ser trasladada al hospital para recibir atención médica y, mientras, ni desde Fomento ni desde AENA se da la más mínima explicación de las causas del retraso ni se apunta una posible fecha para la firma del convenio de realojo en los términos acordados en su día con las familias y las instituciones canarias.
Esta larga batalla ha supuesto, entre otras muchas cosas, que los afectados hayan desistido de hacer reformas en sus viviendas y de que estas no valgan hoy literalmente nada ante la certeza de que más tarde o más temprano serán derribadas para ampliar el aeropuerto. Los responsables anteriores y actuales de Fomento y AENA han faltado gravemente al respeto de los vecinos de Ojos de Garza y por extensión de todos los ciudadanos. Son culpables de estar alargando de forma miserable la agonía de unas familias trabajadoras que si se tienen que ir de sus casas no será por gusto, sino por una imposición de quienes llevan cerca de 14 años burlándose de sus propios compromisos por escrito.
Llegados a este punto de desesperación, cabe preguntarse si AENA y Fomento hubieran actuado con tanta falta de respecto, responsabilidad y diligencia como lo están haciendo si en lugar de un barrio obrero tuvieran que reubicar a los habitantes de una urbanización de chalets de lujo.