No hay cama pa tanta gente

Un mes sí y el siguiente también, Canarias sigue batiendo récords en la llegada de turistas extranjeros a tostarse en las playas de las islas. Volvió a ocurrir el pasado mes de agosto, cuando el número de visitantes llegados allende nuestras fronteras volvió a rondar el millón, un 12,7% más que en el mismo mes del año pasado. Sólo en lo que llevamos de 2014 ya han visitado Canarias más de 7,5 millones de turistas, más del 12% que en los ocho primeros meses de 2013. En paralelo aumenta el gasto global de los turistas que visitan Canaria, aunque más porque crece su número de manera que parece imparable que por que se rasquen más el bolsillo en el destino. Aunque en esto no se ponen muy de acuerdo los expertos, la mayoría coincide en que al menos la mitad del desembolso para pasar una semana de vacaciones en Canarias se hace en origen y no en el lugar elegido para descansar. Al mismo tiempo, son recurrentes las críticas de pequeños y medianos comerciantes y de dueños de restaurantes, cafeterías y otros negocios ligados al sector servicios ante el auge del “todo incluido” al que se apuntan muchos establecimientos hoteleros de las Islas. 

Con este sistema, el visitante se queda durante toda su estancia en el hotel y en él termina haciendo la mayor parte del gasto. Al hotelero le viene bien porque tiene ocupadas las habitaciones pero a los negocios relacionados con el turismo le causa un daño irreparable en ventas y, a la postre, repercute negativamente en el empleo. Claro que, para animar a los turistas a abandonar la piscina del hotel y darse un garbeo por las islas, es imprescindible ampliar y diversificar la oferta complementaria a la de sol y playa. 

Aunque mucho se ha avanzado en este terreno, parece evidente que aún queda bastante por hacer. El objetivo del turismo de calidad, un viejo mantra del que todos se olvidan cuando la situación económica viene mal dada y hay que presentar buenas cifras de ocupación hotelera, no debería abandonarse a las primeras de cambio y tendría que seguir constituyendo la meta de hoteleros y autoridades relacionadas con el sector. Porque, por mucho que nos deslumbren las cifras de visitantes, mejor sería tal vez que no vinieran tantos pero que gastaran más en las Islas. Y ya puestos, uno se pregunta por la incapacidad histórica del empresariado local para contar con touroperador y línea aérea de capital canario que puje por quedarse al menos con una parte del pastel que se llevan los grandes monstruos de un sector que mueve anualmente decenas de miles de millones de euros. 

Sin embargo, para críticas las que reciben casi a diario los hoteleros por no reflejar en los datos del empleo las excelentes cifras en la llegada de visitantes. Ellos se defienden alegando que contratan todo lo que pueden y que no es de recibo que se les exija que resuelvan por sí solos las altas tasas de paro que, a pesar de esas deslumbrantes estadísticas turísticas, sigue sufriendo Canarias. Uno, en cambio, sospecha que algo más podrían hacer. Hay abundantes testimonios que hablan de plantillas insuficientes para atender hoteles con ocupaciones cercanas al 100% y de largas jornadas laborales para paliar la falta de personal. Todo ello repercute en la calidad del servicio que reciben los visitantes y eso es algo que los hoteleros deberían de cuidar porque un cliente satisfecho es un cliente que repite. 

Los turistas son los protagonistas de uno de los negocios más grandes del mundo pero también de los más frágiles: basta un volcán que entra en erupción en Islandia, una revolución política en algún destino competidor, una crisis económica en Alemania o el hundimiento de la libra británica por la independencia de Escocia para que se queden en casa o elijan otro destino más barato. Por no hablar del riesgo de que reviente un pozo de petróleo – Dios y Soria no lo quieran – para que no volvamos a verlos por aquí en unos cuantos años y entonces ríete tu de las cifras de paro. Por tanto, es vital para lugares como Canarias atenderlos con esmero al menos mientras siga siendo nuestra principal industria y eso parece que no tiene visos de cambiar ni siquiera a largo plazo.

Esto incluye también el respeto al medio ambiente y al entorno natural, lo que supone no alicatar las laderas y montes de las islas con bungalows u hoteles de cuatro o cinco estrellas a mayor gloria de empresarios ávidos de hacer caja a toda prisa. No vayamos a acabar con la gallina de los huevos de oro de la economía canaria con la excusa de buscar cama pa tanta gente.

Alcaldada

Regenerar es el mantra elegido por el Gobierno del PP para darnos la brasa hasta las elecciones de mayo. La influencia de Podemos debe de ser ya que, si no, no se entiende la súbita caída del caballo de los populares que han tenido tres años para acometer una regeneración política amplia y consensuada y sólo la sacan a relucir cuando se acercan las elecciones. Bienvenida sería si se cumplieran varios requisitos previos, entre ellos, que de una vez por todas Mariano Rajoy dijera todo lo que sabe sobre el “caso Bárcenas”. Ya es llamativo que el partido cuyo ex tesorero se encuentra en la cárcel por ocultar dinero en Suiza se apunte ahora al carro de la regeneración. 

Al mismo tiempo, si de verdad quieren el PP y el Gobierno regenerar la vida política, deberían decir con claridad  lo que se proponen ofrecer al resto de las fuerzas políticas y acallar las dudas sobre la tentación de embarcarse en reformas de calado apoyándose sólo en la mayoría absoluta de la que usan y abusan en el Congreso. Y por último, para que la propuesta fuera creíble, debería abrirse a asuntos que de momento no aparecen en la agenda regeneradora ni de los populares ni del PSOE – dicho sea de paso -, caso de las listas electorales abiertas o la corrección del perverso sistema electoral español que, por ejemplo, castiga a los partidos que concurren en todo el país a favor de los que lo hacen en un solo territorio. Sólo un dato lo pone de manifiesto: en las elecciones generales de 2011 que llevaron al PP a La Moncloa y le dieron mayoría absoluta en el Congreso, IU obtuvo 600.000 votos más que CiU pero cinco diputados menos.

Sin embargo, la propuesta estrella del PP es la elección directa de los alcaldes por parte de los ciudadanos, una cuestión que no figura precisamente entre las principales reclamaciones sociales de regeneración política y a la que el PSOE se resiste por el momento alegando que no es el momento procesal oportuno, aunque ya veremos cuánto tiempo le dura la resistencia. La propuesta, cuya letra pequeña el PP sigue sin desvelar, llega a pocos meses de unas elecciones municipales en las que según las encuestas los populares podrían perder plazas locales muy importantes. En otras palabras, tiene trampa porque huele a apaño para salvar los muebles con un cambio de la ley electoral ad hoc.


El PP defiende que la elección directa de alcaldes regenera la vida política, acerca la administración a los ciudadanos y evita la corrupción. Suenan bien estos argumentos pero tienen poca consistencia: que un alcalde gobierne mediante pactos con otras fuerzas o con mayoría absoluta no implica necesariamente más o menos corrupción. De hecho, puede pensarse que los pactos son mejor cortafuego de la corrupción que las mayorías absolutas en tanto los socios de gobierno se vigilan y fiscalizan más entre ellos que cuando gobierna un solo partido. Lo de la regeneración y la cercanía a los ciudadanos son razones de poco peso ya que no es la composición de la mayoría de gobierno de un ayuntamiento sino las políticas municipales y hasta el talante del alcalde y de los concejales las que hacen más cercana o lejana la administración municipal al ciudadano. 

Lo poco que se sabe de la propuesta popular que parece guardada bajo siete llaves es que para ser alcalde bastaría con el 40% de los votos o una diferencia sobre el segundo más votado del 5%. Nada ha dicho en cambio el PP sobre cómo conseguiría ese alcalde gobernar un municipio si solo representa a la minoría mayoritaria. Tampoco ha dicho qué encaje constitucional tendría el hecho de que la mayoría de los ciudadanos haya votado por otras fuerzas políticas que sumadas sí representan a la mayor parte del cuerpo electoral. ¿Habrá una segunda vuelta para resolver esa situación? ¿Qué partidos de los que concurrieron a la primera podrían presentarse a la segunda? ¿Se permitirían alianzas electorales entre ellos en una segunda vuelta? ¿Se le adjudicarán al candidato más votado la mitad de los concejales para que tenga mayoría absoluta saltándose incluso el principio de representación proporcional? ¿Se mantendrá la moción de censura? 

A la espera de concreción sobre estos y otros interrogantes, lo más que se puede decir en estos momentos es que el PP, al igual que el resto de las fuerzas políticas, tampoco ha predicado hasta ahora con el ejemplo y cuando se le ha presentado la oportunidad no ha dudado en aliarse con el enemigo para desbancar al partido en el gobierno municipal aunque sea el más votado. Lo que no se entiende – o se entiende demasiado bien – es que ahora nos quiera regenerar de un plumazo dándole dos meses de plazo a la oposición para ponerse de acuerdo sobre la elección de alcaldes y no sobre un amplio y profundo cambio normativo que de verdad merezca el nombre de regeneración política. ¿Y qué hará si no hay consenso? ¿Retirará o cambiará la propuesta o seguirá adelante con los faroles por el bien de nuestra degenerada democracia? Lo veremos.   

Justicia a remolque

A los jueces españoles, a menudo tan vilipendiados, habría que levantarles un monumento en alguna plaza de este país. Por lo menos a aquellos que han tenido la valentía de cuestionarse algunas leyes manifiestamente injustas. De no haber sido por su negativa a aplicarlas sin ponerlas en duda las cosas hoy serían aún peores para muchas familias españolas. Estoy hablando de los desahucios y de los dos varapalos consecutivos que el Tribunal Europeo de Justicia le ha propinado a nuestro país por mantener una legislación hipotecaria obsoleta y pensada para satisfacer sólo a una de las dos partes de cualquier contrato, en este caso a los bancos. Todos tenemos en la memoria el fallo del alto tribunal Europeo a instancias de un juez español contra las leyes hipotecarias españolas que obligó al Gobierno de Rajoy a modificar la normativa. 

Por desgracia y a pesar de la propaganda con la que se vendió la medida, lo que salió de la modificación no ha servido para detener el drama de los desahucios en este país del que, a pesar de que ya no se habla tanto en los medios de comunicación, sigue siendo una realidad cotidiana para muchas familias que después de perder el trabajo han terminado también perdiendo sus casas. Para comprobarlo basta con echar un vistazo a las estadísticas que periódicamente publica el Consejo del Poder Judicial, según el cual, sólo en los tres primeros meses de esta año se han registrado en España casi 18.500 lanzamientos de viviendas y locales, un 7% más que en el trimestre anterior. 

Las peticiones de las plataformas antidesahucio para que se incluyera en la nueva normativa la dación en pago de la deuda, tal y como ocurre en otros países, fueron ignoradas por el Gobierno y los bancos siguieron desahuciando a pesar de que eso significara engordar aún más su volumen de pisos y lastrar sus balances. En Andalucía y Canarias se intentó poner coto al problema con una normativa de expropiación temporal del uso de la vivienda para que las familias en dificultades no fueran lanzadas a la calle por las entidades financieras. Apenas aprobada la suya por el gobierno de la Junta de Andalucía, La Moncloa la llevó al Tribunal Constitucional y pidió su suspensión automática. En Canarias, en donde se quiso copiar el modelo andaluz pero en donde no existe la posibilidad del decreto ley, los cambios se eternizaron al hacerse necesario modificar la ley autonómica de vivienda para incluir medidas que protegieran a las familias en apuros frente a los desahucios y lanzamientos judiciales. 

El Gobierno de Rajoy ha venido presumiendo de que con las medidas aprobadas tras la primera sentencia condenatoria del Tribunal Europeo de Justicia, la legislación hipotecaria se había adaptado a la realidad social y se había dado respuesta al drama de los desahucios. Ma non troppo. Otra sentencia del mismo tribunal, dictada también a instancias de otro juez español y ésta mucho más reciente, ha vuelto a dejar a nuestro país y a su gobierno con las vergüenzas al aire y ha puesto de manifiesto que la modificación anterior se había quedado corta por injusta para con los más débiles. 

Dice el fallo, conocido a mediados de julio, que la legislación sigue siendo injusta porque no se le permite al desahuciado recurrir a una segunda instancia judicial cuando se desestime su oposición a un lanzamiento. Por el contrario, si quien perdía el pleito en la primera instancia era el banco sí podía apelar a una segunda instancia, así de equitativa era la norma. Ahora, el Consejo de Ministros acaba de aprobar un nuevo cambio normativo, esta vez a través de la Ley Concursal y no de la Ley de Enjuiciamiento Civil como plantea el tribunal europeo, que pone en pie de igualdad a acreedores y deudores: ambos tendrán una segunda instancia si en la primera no ven satisfecha su posición. 

Y uno se pregunta: ¿no cayeron en la cuenta de ese trato injustamente desigual las lumbreras que elaboraron el primer cambio de la normativa? Seguramente lo sabían pero prefirieron hacer la vista gorda a mayor gloria de los bancos con la esperanza de que los jueces siguieran aplicando la ley como hasta ahora y ninguno elevara sus dudas al Tribunal Europeo de Justicia. Se equivocaron y volvieron a poner en evidencia cuál es la vara de medir que se usa en España cuando se trata de elegir entre los que tienen y los que no tienen, a quienes hay que rescatar y a quienes hay que dejar en la calle.

¿Qué hay de lo mío?

Va a tener Mariano Rajoy que invitar a Angela Merkel a otro paseo por el Camino de Santiago seguido de mariscada y albariño si quiere colocar a los suyos en algunos de los puestos clave que acaban de ponerse en almoneda en Bruselas tras las elecciones europeas de mayo. Se las prometía muy felices el presidente español después de conseguir el apoyo de la canciller para que su ministro de Economía, Luis de Guindos, se convirtiera en el nuevo presidente del Eurogrupo. La única pega es que el puesto está ocupado hasta el año que viene y su actual inquilino, el también ministro de economía holandés, no parece dispuesto a levantarse de él para cedérselo al hombre de Rajoy. 

Se llama Jeroen Dijsselbloem – prueben a pronunciarlo sin trabucarse – y ha dicho que no se apartará de su amado cargo antes del verano de 2015, cuando expira su mandato, ni con agua caliente. A los que esperan para moverle la silla, Guindos entre ellos, les ha dicho que será dentro de un año cuando decida si se vuelve a presentar o no, así que lo mejor es que vayan guardando la cola. No contento con dejar de momento al ministro español compuesto y sin cargo europeo de relumbrón, el tal Jeroen le ha mandado un recado que estaría cargado de mucha razón si no fuera porque debería de aplicárselo también a sí mismo:“deberíamos hablar menos del empleo de los políticos y más del empleo de los jóvenes”, ha dicho. 

Mirándolo por el lado positivo y conociendo a Rajoy, hay que admitir que al presidente español le viene muy bien que su ministro de economía no se le vaya antes del verano del año que viene a presidir el Eurogrupo, aunque siempre podría simultanear ambos cargos como hace el holandés sin cortarse un pelo. En caso contrario tendría que enfrentarse al tremendo esfuerzo que le supondría pensar en quién pone en su lugar. ¿Se acuerdan ustedes cuántas semanas estuvo Rajoy deshojando la margarita primero para nombrar candidato y luego para sustituir a Arias Cañete en Agricultura – el único miembro del gabinete que ha cambiado en tres años de legislatura - y cuánto tiempo pasó el entonces ministro simultaneando el cargo oficial con la candidatura al Parlamento Europeo hasta el punto de no saber cuándo actuaba como ministro y cuándo como candidato? 


El ex ministro de la manteca colorá que presumía de consumir yogures caducados también estaba hasta hoy en expectativa de destino en la Unión Europea. Nadie en sus cabales pensó en ningún momento que alguien como él, con su superioridad intelectual, iba a integrarse como uno más en la tropa de más de 700 europarlamentarios y someterse sin protestar a la torre de Babel de la eurocámara. Él y quien ordenó que se fuera a Bruselas con el dedo de designar, aspiraban a mucho más. Concretamente, a que se encargara de una cartera del área económica en la nueva Comisión Europea en la que, a pesar de contar con un montón de puestos vacantes, también hay largas colas para ocupar alguno de ellos. Ahora parece que Arias Cañete no da la talla, al menos en altura, para convertirse en comisario económico con toda la barba. 

El presidente electo de la Comisión, Jean Claude Junker, - otro que se agarró durante años a la presidencia del Eurogrupo gracias a la bendición de su mentora Merkel - parece que lo ve más ocupándose de la Investigación y la Innovación. De hecho, en ese puesto lo ha colocado Junker en un borrador con los miembros del nuevo gobierno comunitario que hoy ha revelado el Financial Times. ¿Arias Cañete de comisario de Investigación e Innovación mientras le dan la cartera de Agricultura a un irlandés, que seguramente ni siquiera sabe lo que es la manteca colorá? Pues sí, como lo han leído: esa será su responsabilidad, lo que pone de manifiesto la importancia que le da el presidente de la Comisión a esos dos asuntos que, en manos de Arias Cañete, sin duda convertirán a la UE en la primera potencial del mundo mundial en ambos terrenos muy por delante de EEUU o Japón. Será por la superioridad intelectual, suponemos. Ángela, por favor, arregla esto. 

La OCDE descubre la pólvora

No es verdad que fueran los chinos los inventores de la pólvora. Eso no es más que un mito que no se ajusta a la realidad histórica. La pólvora la acaba de inventar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el informe sobre perspectivas de empleo presentado hoy. Tan alta institución que, junto a otras de similar alcurnia como el Fondo Monetario Internacional guardan celosas el Santo Grial con las esencias del neoliberalismo, asegura que bajar demasiado los salarios retrasa la salida de la crisis económica. La razón es que hasta los que tienen trabajo pasan miserias y caen en la pobreza porque, además, han de pechar con la creciente presión fiscal, los recortes y los repagos varios. O dicho en otras palabras, que no les llega el salario para consumir con el entusiasmo al que están llamados para que la rueda del capitalismo pueda seguir girando hasta la siguiente crisis cíclica y vuelta a empezar. 

De verdad, nunca se nos habría ocurrido llegar a una conclusión tan sagaz como la que hoy ha dado a conocer la OCDE. La única pega es que quien ahora descubre que los bajos salarios son un lastre para la salida de la crisis es la misma institución que lleva años exigiendo moderación salarial contra viento y marea. La receta ha sido asumida con fervor por los grandes empresarios y reflejada negro sobre blanco en la reforma laboral española con la que el Gobierno del PP tuvo a bien iniciar esta legislatura de nuestros recortes. 

Todo lo que sobre moderación salarial para ganar competitividad pedía la OCDE, el FMI o la Comisión Europea – los mercados, para entendernos – era inmediatamente asumido y aplicado sin miramientos ni análisis alguno de los efectos perversos que el recorte salarial terminaría generando más pronto que tarde, como está quedando de manifiesto con los afortunados asalariados que han pasado a engrosar las estadísticas de la pobreza y la exclusión social. 


Gracias a los recortes salariales por la vía de cortocircuitar la negociación colectiva, abaratar el despido y precarizar el empleo, ganó España competitividad pero, a la vista de los últimos datos sobre nuestras exportaciones, el efecto ha sido más bien pasajero y flor de un par de días en lugar de las raíces vigorosas de las que acaba de presumir Rajoy. Ningún país puede salir de un hoyo económico como en el que cayó España recortando a mansalva la participación de los trabajadores en la renta nacional mientras ha crecido sin parar la de las grandes empresas. Puede que durante algún tiempo le vendamos más tomates, berenjenas y pepinos que nuestros competidores a alemanes y franceses, pero a medio plazo si el consumo interno no carbura de nada nos vale exportar un poco más. 

Esta caída del caballo de la OCDE y su sorprendente descubrimiento de que salarios bajos equivalen a extender los efectos de la crisis incluso a aquellos que están llamados a tirar del consumo, ponen de manifiesto que empresarios y Gobierno se pasaron de frenada con sus políticas de ajuste salarial y precarizacion loboral a todo trapo. Es la pescadilla que se muerde la cola y eso es algo que no hace falta que nos lo diga ni la sapientísima OCDE ni la bruja Lola: si el consumo no tira las empresas no venden y si las empresas no venden echan más trabajadores a la calle y si hay más paro el consumo se enfría aún más y si el consumo se enfría aún más los bancos guardan el dinero bajo siete llaves. Es la lógica del capitalismo y no hay más vueltas que darle, salvo que el conjunto de la sociedad se decida algún día a apostar por un sistema económico que no fíe su estabilidad al consumo compulsivo y superfluo de bienes y servicios prescindibles y opte por preservar el medio ambiente y los recursos finitos del planeta para las futuras generaciones. 

Pero mientras eso no ocurra – y solo podría ocurrir a muy largo plazo -, una situación económica empantanada como la actual comporta que el Estado no recaude los suficientes impuestos y si el Estado no recauda los impuestos que necesita tiene que endeudarse aún más y hacer más recortes en servicios públicos para cumplir el sagrado déficit y si hay que hacer más recortes y endeudarse más…¿sigo? De todos modos estoy convencido de que este genial descubrimiento sobre la política de salarios que acaba de hacer la OCDE, por un oído le entrará y por otro le saldrá a la gran patronal y al Gobierno que hace tiempo ya han aprendido a escuchar solo lo que les interesa. Hasta puede que Montoro nos recuerde aquello de que los salarios en España “están subiendo moderadamente”. En cuanto a la OCDE, le alabo su perspicacia y genialidad y desde aquí apoyo entusiasmado su candidatura al próximo Premio Nobel de Economía. Es lo menos que se merece, además del agradecimiento eterno de los pobres asalariados españoles.       

Empezamos bien

Eso que, más por convencionalismo periodístico que por otra cosa, se ha dado en llamar nuevo curso político ha arrancado hoy en la práctica con traca de altura en el Congreso de los Diputados. Sin necesidad de ayudarse de su ya famoso Power Point, el ministro Montoro se ha despachado a gusto contra el ex molt honorable Pujol por habérselo llevado crudo durante más de treinta años a paraísos fiscales. No digo yo que no le asista la razón a Montoro cuando arremete como un astado contra el ex presidente catalán, sólo que no se le notó la misma bravura ni la misma preocupación ética y moral cuando le tocó hablar de las cuentas en Suiza de Bárcenas, algo al menos tan feo como lo que ha hecho el patriarca de los Pujol. 

Sin embargo, más allá de afear la conducta pujoliana, poco más de enjundia dijo el ministro. Que Pujol no se acogió a la graciosa amnistía fiscal que el propio Montoro organizó en 2012 a mayor gloria de los defraudadores patrios es algo que ya sabíamos de puño y letra del propio ex presidente catalán. Mientras, lo de que Hacienda llevaba mucho tiempo investigando de dónde sacaba para tanto como destacaba la honorable familia de Pujol, especialmente su hijo mayor con sus casas de 3,5 millones de euros en Pedralbes y su colección de coches de lujo comprados a precio de saldo, es algo que a estas alturas no parece fácil de creer. 

Más bien ha ocurrido que Hacienda – que seguimos sin ser todos – ha mirado durante décadas para otro lado no fuera a ocurrir que una de las estrellas de la añorada Transición se nos pusiera hosco como en el episodio aquel de Banca Catalana y señalara con el dedo de acusar al Madrid de todos los males catalanes, que es lo que precisamente acaba de hacer el Gobierno de la Generaliltat nada más digerir la filípica montoriana de esta mañana. Se ve que determinadas reacciones políticas no cambian con los años y mucho menos con las abrumadoras evidencias por él propio Pujol reconocidas de que durante años defraudó al fisco, a los catalanes y a los españoles en general. 

Ya metido en faena, no dejó pasar Montoro la ocasión de tirarle algunos mandobles al heredero político de Pujol, el muy honorable Artur Mas, y a la consulta soberanista catalana que se nos viene encima como un tren de mercancías salvo que a punto de la colisión frene el convoy aún a riesgo de que descarrile el gobierno de la Generalitat y tengan que saltar todos por la ventanilla de socorro. 

Un Montoro muy crecido también ha presumido hoy de lo bien que va la lucha contra el fraude fiscal en este país de nuestros pufos: 5.500 millones de euros en los primeros seis meses del año ha ingresado el fisco por ese concepto. La única pega – como se han apresurado a recordar los siempre incómodos técnicos de Hacienda – es que esa cantidad es prácticamente la misma que se recaudó en el primer semestre del año pasado y del anterior. Todo ello en un contexto en el que, debido a la crisis, la economía sumergida no ha hecho sino engordar. ¿De qué presume entonces Montoro si, además, el presupuesto destinado a la Agencia Tributaria se ha recortado, como casi todo lo que sea público, y si las grandes empresas, en donde se acumulan las grandes bolsas de fraude en este país, siguen pagando mucho menos impuestos de los que deberían? 

Aunque para presumidos ahí tenemos al mismísimo Rajoy, entregado en este nuevo curso político a las metáforas vegetales y viendo “raíces vigorosas” en la economía española aunque la mayoría de los españolas más bien perciba hojas secas. Entre ellas la del empleo, que hoy le ha dado un mal día al Gobierno después de subir en más de 8.000 personas en agosto y caer las afiliaciones a la Seguridad Social en más de 97.000. Y aún puede que confíe Rajoy en que acabará la legislatura con menos parados de los que había cuando la comenzó, va ya para tres años. Tres años de política económica culminados con la rendición completa y definitiva ante el austericidio merkeliano, escenificada por el propio Rajoy y la canciller alemana a los pies del patrón Santiago y cierra España. 

A la vista de que la economía ya tiene “raíces vigorosas” y de que las hojas del calendario caen cada vez rápido, me huelo que el Gobierno va a dejar de torturarnos todos los viernes con nuevas “reformas estructurales” y se va a pasar de inmediato al campo de la “regeneración democrática” de la que aspira a convertirse en campeón universal. Ya le ha dado un plazo de dos meses a la oposición para que acepte que un alcalde pueda gobernar en un ayuntamiento aunque sólo represente a la minoría mayoritaria de los electores. La incógnita es si aparcará la propuesta – cuya letra pequeña se resiste a explicar - o seguirá adelante con los faroles si la oposición le dice nones al apaño electoral y de casi imposible encaje constitucional con el que se quieren cambiar las reglas del juego democrático a menos de un año de las elecciones para salvar de la quema algunas plazas políticas de mucho relumbrón. Continuará…

Cerrado por vacaciones

Como indica el título de la entrada, esto no es un adiós sino un hasta pronto. Bajo la persiana del blog, en principio hasta septiembre, no sin antes agradecerles sinceramente el seguimiento y los comentarios a los posts que he ido publicando. Lamento muy de veras no quedarme para glosar mañana como se merece el balance que hará Rajoy de su Tercer Año Triunfal en La Moncloa o para comentar las andanzas y desventuras de Jordi Pujol, Luis Bárcenas o los Duques de Palma, entre otros especímenes de nuestra fauna política y judicial. 

En todo caso, me atrevo a adelantarme al balance de Rajoy convencido de que lo que diga no afectará a los cimientos del país ni acaparará grandes titulares durante mucho tiempo. O mucho me equivoco o de su balance de mañana sólo cabe esperar grandes dosis de triunfalismo económico y ni un solo gramo de autocrítica. Hablará seguramente de que “hoy España es un país serio”, de que “gracias a este Gobierno se evitó el rescate” o de que “la economía española ya crece y crea empleo”. Desistan de que aluda ni por asomo a la pobreza y la exclusión social, a las iniciativas retrógradas como la de la reforma del aborto y la LOMCE, a los recortes en los servicios públicos, a lo que nos está costando salvar a los bancos o a la calidad más bien mísera de los puestos de trabajo que se están creando en España a mayor gloria de la competitividad y los beneficios de las grandes empresas. 

No me cabe la más mínima duda de que sacará pecho con la reforma fiscal que le ha preparado Montoro y que mañana prevé aprobar el último Consejo de Ministros de este curso político. Dejará caer la falacia de que beneficia a los que menos tienen y a las clases medias, pero no dirá una palabra de que grandes empresas y grandes fortunas siguen defraudando anualmente miles de millones de euros a Hacienda mientras Montoro juega con el Power Point. Asegurará también que, a pesar de que la previsión de crecimiento económico no pasa de ser un desiderátum y si no se produce no habrá objetivo de déficit que valga, España cumplirá con sus compromisos porque – ya saben – “España es un país serio”. Cómo lo cumplirá llegado el caso si las cosas se tuercen, no hace falta decirlo: con nuevos recortes en servicios y en salarios de empleados públicos, para empezar. 

Ante el tsunami catalán de noviembre se mantendrá en sus casillas de que la consulta es ilegal y de ahí no se moverá un milímetro ni para encontrar una salida ni para decir cómo lo evitará por más que se acerque la hora de la verdad. Será el discurso de quien seguramente se prepara para iniciar con esta comparecencia la campaña electoral para las autonómicas y generales del año que viene. Una comparecencia que se va a producir, miren ustedes por dónde, casi un año después de que  Rajoy fuera arrastrado al Congreso de los Diputados para hablar del caso Bárcenas, un asunto que le perseguirá per secula seculorum por mucho que pretenda escapar por el garaje o esconderse tras un plasma. 

Un año después de aquella comparecencia para autoexculparse y reconocer al mismo tiempo que fue un error confiar en él, el juez Ruz ha concluido la instrucción del “caso Gurtel” y ha imputado a Bárcenas, al Bigotes, a Correa y otros cuarenta y pico bandoleros más de la cueva de Alí Baba y los millones en Suiza. No esperen que de esto diga una palabra mañana Rajoy y si alguien le pregunta responderá lo de siempre. Aquí pueden elegir la respuesta que más les guste entre estas tres opciones: “todo es falso salvo algunas cosas que están ahí”, “sobre lo que usted me pregunta tengo que decirle que no tengo nada que decirle” y “eso no toca en esta rueda de prensa”. 

Pero les prometo una cosa: si mañana Rajoy desmiente lo que he escrito hoy volveré y rectificaré. Si no es así, ¡buen verano y hasta septiembre!

De Mas a menos

Lo sé, reconozco que es un juego de palabras algo facilón pero ya me explicarán ustedes que más se puede decir de una reunión que, a pesar de durar dos horas y media, no sirvió absolutamente para nada. Hablo del encuentro que, anunciado a bombo y platillo desde hace semanas, mantuvieron esta mañana en La Moncloa Mariano Rajoy y Artur Mas. El primero ni siquiera habla catalán en la intimidad y el segundo cada vez habla menos español. Así las cosas, a nadie le puede extrañar que el resultado haya sido literalmente cero. Mariano Rajoy fue a la reunión a hablar de sus cosas y Artur Mas hizo exactamente lo mismo. 

El primero, después de pedir la colaboración de Mas en asuntos económicos, le volvió a espetar que la consulta soberanista es inconstitucional y no se va a celebrar. Mas hizo como que no oyó e insistió una vez más en lo de la consulta no sin antes presentarle a Rajoy un plan de infraestructuras que el Estado debe financiar en Cataluña. ¿Alguien entiende algo? Yo desde luego no: ¿si Mas quiere separar a Cataluña de España dónde encaja que le pida dinero a Rajoy para hacer carreteras? De manera que, acabado el “cordial” encuentro Mas se fue por su lado a hacer sus valoraciones en la sede que la Generalitat tiene en la metrópoli madrileña. La Moncloa, por su parte, despachó el esperado encuentro con una nota en la que, por más que uno la lee y la relee, no encuentra nada que no supiéramos hasta esta mañana. Ah, eso sí: han quedado en seguir dialogando, de lo cual nos alegramos sobremanera. 

A renglón seguido de hablar Mas para explicar que después de ciento cincuenta minutos de diálogo de sordos las cosas seguían exactamente igual que antes, hablaron una tras otra las fuerzas políticas catalanas. Tampoco aquí se esperaba cambio alguno de posición sino más bien lo contrario: cada uno repitió como si de una grabación rayada se tratara sus respectivos argumentos a favor y en contra de que los catalanes voten a favor o en contra de la independencia el próximo 9 de noviembre. ¿Qué ha cambiado pues desde esta mañana en este cansino asunto del soberanismo catalán que acapara esfuerzos, tiempo y energías en un país con prioridades mucho más perentorias? Tentado estoy de decir que absolutamente nada, que el diálogo de sordos sigue siendo la norma y que a este paso tenemos servido un espectacular choque de trenes a la vuelta del verano. 

Mientras Rajoy no salga de sus casillas y Mas de las suyas, mientras no se encuentre la manera de evitar el descarrilamiento sea por esa reforma de la Constitución que el PSOE propone pero que no define con claridad, sea por otra vía, que sigan hablando Rajoy y el presidente catalán sólo nos conducirá a la melancolía y al encontronazo inevitable. Algo sí ha cambiado, no obstante: la fortaleza y la autoridad moral que pudiera tener el nacionalismo de Artur Mas para reclamar la independencia se ha esfumado en buena parte entre los millones de euros ocultos por el ex muy honorable Pujol en paraísos fiscales durante más de tres décadas. 

Poner al factótum del nacionalismo catalán en la calle, dejarlo sin oficina, sin pensión, sin secretarias, sin coche oficial y hasta sin tratamiento de “muy honorable”, difícilmente servirá para apagar el incendio que su desvergonzado comportamiento fiscal ha provocado. Por más que intente Mas alejarse de las llamas y por más “compasión y dolor” que sienta por su “padre político”, el escándalo del dinero de Pujol no declarado a Hacienda no es ni de lejos un asunto privado y familiar. Con ese argumento no va Mas a ninguna parte ni convence a nadie y lo peor es que, todo lo que es en política el actual presidente catalán se lo debe, por mucho que ahora le pese reconocerlo, al que probablemente sea uno de los mayores delincuentes fiscales habidos en la historia reciente de España y de Cataluña. 

¿Cómo cree Mas que puede desligarse de esa herencia indeleble ? Puede hacer todas las frases retóricas que quiera, puede decir que su fuerza no proviene de Pujol sino de los catalanes pero nada de esto le servirá para librarse de la mancha que hoy contamina su proyecto soberanista. Hoy, con la alargada sombra de un corrupto confeso como Pujol oscureciendo el panorama político catalán, por no hablar de los vástagos pujolistas y sus trapisondas con el dinero público, Mas empieza a oler a producto político caducado y averiado, el mismo olor que desprende desde hace unos días su mentor y guía. 

Tiempos reales

Desconozco si es casual o causal pero lo cierto es que al rey Felipe VI no le podía venir mejor que Jordi Pujol confesara sus cuentas ocultas en el extranjero para entregarse a una suerte de catarsis de transparencia en la Zarzuela y aledaños. A más abundamiento, el mismo día del real anuncio entra en la cárcel por corrupción Jaume Matas, otro ex ministro y ex presidente autonómico, y un día después el juez Ruz cierra la instrucción del “caso Gürtel” y pone negro sobre blanco el nombre de los ilustres cuarenta y cinco imputados que se sentarán en el banquillo y entre los que figuran personajes patrios tan respetables como Luis Bárcenas o el Bigotes. 

En medio, como digo, Felipe VI anuncia que prohibirá a los miembros de la familia real trabajar para empresas privadas y encargará una auditoría externa sobre las cuentas de La Zarzuela. Saca pecho el Jefe del Estado y pone tierra de por medio ante la corrupción que anega el mundo de la política y de la que no escapa ni un ex honorable sinvergüenza fiscal como Jordi Pujol. Con su decisión de prohibir a los miembros de la familia real trabajar para la empresa privada le saca los colores a su egregio padre, al que siempre se tuvo como el mejor embajador de las empresas españolas por esos mundos de Dios. 

Si había que negociar un contrato multimillonario para una empresa española con un jeque saudí el encargado de realizar los contactos pertinentes no solían ser el presidente del Gobierno o el ministro del ramo o las empresas interesadas, sino el rey conseguidor, quien realizaba estas gestiones de alto nivel por puro y desinteresado amor a sus súbditos. Y estos eran los “negocios” de los que teníamos conocimiento los españoles, ya que de los otros nada o casi nada hemos sabido nunca y no parece que lo sepamos pronto salvo que a Felipe VI le de otro ataque de transparencia un día de estos. Lo que cabe preguntarse es si piensa seguir los pasos de su padre o se aplicará su propia prohibición y se limitará a la representación institucional más allá de nuestras fronteras, dejando que el Gobierno y las empresas hagan el trabajo que les corresponde.

No menos llamativa es la evidencia en la que el anuncio del rey deja al PP, que se opuso hasta el final con uñas y dientes a incluir a la Casa Real en su timorata Ley de Transparencia que al final tuvo que sacar adelante en solitario, como tantas otras en esta legislatura. Sólo la presión de todos los grupos de la oposición y de la opinión pública, alarmada por los casos de corrupción que afectaban al entorno familiar del titular de la Corona, le hizo entrar en razón pero sólo un poquito, lo justo para no molestar y la institución monárquica también se incluyó en la ley. Las decisiones ahora anunciadas por el nuevo rey van más allá de lo que la propia ley establece para la Casa Real y ponen de manifiesto que hay partidos políticos a los que la luz del día les molesta en los ojos y prefieren vivir con las ventanas y las puertas bien cerradas aunque huela a podrido a miles de kilómetros. 

Por lo demás, el ejercicio de transparencia que ahora anuncia Felipe VI con el claro propósito de intentar recuperar parte del prestigio y el respeto perdidos por la monarquía española debido a la mala cabeza de su padre y a los negocios sucios de su hermana Cristina y su cuñado Urdangarín, también tiene un evidente fin preventivo. Además de sacar a orear en qué se gasta la Corona el dinero que año tras año le entregamos los españoles, el rey quiere evitar que, cuando sus hijas crezcan, se echen novio y se casen, vuelvan a asistir los españoles a la deplorable imagen de yernos practicando los cien metros libres para huir de la prensa e infantas haciéndose pasar por tontas del bote ante un juez. 

Ahora bien: ya que tanta transparencia quiere imprimirle a su reinado, también podría el nuevo rey aclararnos qué sabía de los negocios del duque que corría y de la implicación en ellos de la hermana infanta que no sabía nada de nada de las causas por la que corría aquel. Ya puestos, que nos diga también si en su condición de príncipe heredero pudo hacer algo para evitar el trinque que se había organizado ante sus mismísimas barbas o prefirió dejar pasar y dejar hacer, tal y como hizo su padre. Para una declaración de ese tipo no es necesario que espere a que cualquier día de estos nos volvamos a despertar los ciudadanos con la noticia de que otro político español atesoraba un potosí en algún paraíso fiscal. Hoy mismo es buena ocasión.

Traca (casi) final

Estaba yo a punto de agenciarme la toalla y las gafas de sol para tomarme un pequeño respiro en esto de glosar la actualidad patria, cuando han vuelto a saltar todas las alarmas. Está visto que a algunos no se les puede dejar solos porque a las primeras de cambio hacen de su capa un sayo y de su herencia una cuenta corriente en alguno de esos numerosos paraísos fiscales que quedan por el mundo a la espera de que un Sarkozy futurista reinvente el capitalismo. Hablo – ya lo habrán captado – del honorable Jordi Pujol que, compungido y arrepentido, acaba de confesar que en más de treinta años no ha tenido ni un momento de sosiego para regularizar ante Hacienda el dinero que – según él - le dejó su padre en uno de esos paraísos al que sólo van los que tienen dinero que poner a salvo. 

Es normal que esto le ocurra a un hombre con una agenda tan cargada como la de Pujol, que lo mismo tenía que negociar acuerdos de gobierno con Aznar para garantizar la estabilidad política del país que llevar las riendas catalanas hacia el soberanismo final. En esas condiciones de estrés y corre que te corre, cómo iba a sacar tiempo para presentarse en la oficina de Hacienda más cercana y explicarle al funcionario de turno que él también tenía una cuenta en Suiza o en Andorra sin ir más lejos, como cualquier hijo de vecino que se precie. Así que no hagamos leña del árbol caído y perdonemos su involuntario olvido, seguro que no lo hizo con ánimo de defraudar al fisco ni cosa parecida. 


Eso es impensable en alguien que siempre se ha caracterizado por exigir ejemplaridad ciudadana, que reclamó una agencia tributaria para Cataluña y que puso de modo aquello de “España nos roba” mientras él ocultaba su dinero al fisco común tal vez porque el origen no era precisamente inmaculado. Pero insisto: si sus propias lecciones de moralidad no se las aplicó a sí mismo sólo fue por falta de tiempo y no de voluntad. Sospecho que con las prisas tampoco se acordó Pujol de explicar en su explosiva nota del pasado viernes cuánto dinero le legó su padre que en paz descanse y en gloria esté o quiénes de su familia han regularizado su situación con Hacienda gracias a la comprensiva amnistía fiscal de Montoro. Y no es la menor de las lagunas de su nota la que hace referencia al origen real del dinero oculto. Una despechada ex nuera de Pujol ha dicho hoy que de herencia paterna nada de nada, que el dinero procede de las comisiones amasadas por adjudicaciones públicas durante los más de 20 años que el honorable presidió la Generalitat. 

A todas esas dudas deberán contestar él, su esposa y sus vástagos, algunos de los cuales también se han caracterizado en los últimos tiempos por ser unos hábiles gestores del dinero de los demás en su propio beneficio como es notorio en los casos judiciales que tienen abiertos. Y aquí todo apunta a que han sido esas investigaciones judiciales las que estaban cerca de destapar que el patriarca tenía dinero en algún paraíso fiscal que no había sido detectado por Hacienda – el día que Hacienda detecte uno de estos fraudes millonarios me hago monje budista - y Pujol no ha tenido más remedio que tirar de su propia manta y quedarse con todas sus vergüenzas fiscales al aire para proteger a la familia. 

En su vertiente política, el mea culpa del ya poco honorable Pujol echa por tierra otro de los mitos de la Transición y la imagen de político de estado de la que se hacían lenguas sus admiradores y hasta sus detractores. Pero lo que de verdad queda contra las cuerdas es el proceso soberanista catalán del que Pujol era el buque insignia y la inspiración hasta el día mismo de su confesión. Los partidos que apoyan el referéndum se apresuran ahora para establecer un amplio cortafuego que aleje de ellos y de sus planes las llamas provocadas por el descarado y vergonzoso comportamiento de Pujol, al que quieren expulsar del partido que fundó y retirarle los privilegios y emolumentos de los que aún disfruta. Empeño vano, me temo, cuando quien se presentó ante los ciudadanos como el adalid de la honradez y la virtud y casi como el padre de la moderna Cataluña resultó ser sólo un sivergüenza, eso sí, muy honorable.

PSOE:¿cambiando o continuando?

No soy muy amante del gerundio, esa forma verbal del español de la que con frecuencia se abusa o emplea de modo incorrecto. Los socialistas, en cambio, no le tienen miedo y han elegido precisamente, no un gerundio sino tres, como lema de su congreso extraordinario de este fin de semana: “Cambiando…cambiando el PSOE…cambiando España”. Se me ocurre que en lugar de elegir “cambiando” como lema y leit motiv del cónclave también pudieron haber optado por algo menos progresivo y más contundente y definitivo, por ejemplo, “cambiamos” o “hemos cambiado”. Mas no le metamos prisa a Pedro Sánchez y los suyos: aún tienen por delante una dura tarea antes de encontrar el oasis en el que saciar su sed de votos y en el que también quieren beber hasta dejarlo seco otras fuerzas como Podemos. 

Sin duda, el congreso será un punto de inflexión en ese camino y de su éxito o fracaso dependerá que el oasis se acerque o se aleje como un espejismo en el horizonte. Lo primero que tendrá que conseguir Sánchez es una ejecutiva integradora y que cuente con amplio respaldo de los delegados. El primero de los nombres lo anunció hoy mismo el propio Sánchez al designar a César Luena como nuevo secretario de organización, que a todos los efectos será su número dos en la dirección. Luena es un desconocido dirigente riojano del que en principio sólo cabe decir que se le reconoce el valor, como a los soldados en la mili. Es probable que Carmen Chacón, derrotada en Sevilla, y Patxi López, dimisionario del PSOE vasco, pasen a formar parte también del núcleo duro de este PSOE en cambio progresivo. 

Sea cual sea la composición, los nombres y el perfil de esa ejecutiva, una de sus primeras tareas será determinar qué ocurrirá con las primarias abiertas para elegir al candidato socialista a La Moncloa previstas para noviembre. Si bien los barones no ven con malos ojos retrasarlas, tal y como ha sugerido con claridad el nuevo secretario general, no todo el mundo en el partido opina lo mismo y exige que se celebren en la fecha acordada y comprometida. Desde luego, mal empezaría este PSOE cambiante si lo primero que hace es cambiar sus propios compromisos por un mero cálculo electoral. Que Sánchez recibirá parabienes y felicitaciones de los barones tras ser aclamado nuevo secretario general sobra decirlo. Mucho más interés tendrá saber si aprovechará el congreso para iniciar la carrera rumbo a La Moncloa o si llegado el caso opta por la temida bicefalia de ingrato recuerdo para el PSOE y le cede el paso a Susana Díaz, con la que parece consultar todas sus decisiones importantes a pesar de haber pedido autonomía para dirigir el partido. 

Por lo demás, este congreso carece de contenidos programáticos dignos de mención, salvo algunas ponencias de relleno para pasar la tarde del sábado charlando entre camaradas. Y es ahí en donde, en mi profana opinión, flaquea con claridad un encuentro que, visto desde fuera, parece pensado más para elevar a Sánchez a los altares que para lanzar dos mensajes claros y contundentes a militantes y ciudadanos. A los primeros tendría que explicarles Sánchez cómo va a renovar el partido, cómo se va a canalizar la participación desde las bases a la cúpula y cómo va a hacer para que las ventanas y las puertas no vuelvan a cerrarse después de este fin de semana y del ejemplar proceso de primarias que lo han llevado a la máxima responsabilidad en el PSOE.

A los ciudadanos tendría que decirles que el PSOE renacerá de sus cenizas con una propuesta política que se diferenciará con claridad del neoliberalismo rampante y que será capaz de hacer viable el magullado estado del bienestar, santo y seña de identidad de la hoy alicaída socialdemocracia que purga sus propios errores. El gesto de ordenar a los eurodiputados socialistas españoles que votaran en contra de Junker como presidente de la Comisión Europea, no suple ni de lejos la alarmante falta de ideas políticas alternativas que exhibe Sánchez por mucho que se esté en contra de todo lo que representa el político luxemburgués. Dado que Sánchez apenas ha dicho nada hasta el momento sobre el futuro del partido o sobre el futuro de la socialdemocracia en España, cabe plantearse esta pregunta: ¿cambiando o continuando?

Hacer el ridículo es gratis

Alberto Ruiz-Gallardón debería de estar a esta hora firmando su renuncia como Notario Mayor del Reino después del varapalo que acaba de propinarle el Tribunal Supremo a la reforma express de la Justicia Universal. Por unanimidad, los jueces de la Sala de lo Penal del Supremo acaban de enmendarle la plana con todas las de la ley a la Audiencia Nacional y de rebote al ministro de Justicia, al Gobierno del que forma parte y al partido al que pertenece. Los magistrados respaldan por unanimidad el parecer de la fiscalía contra la excarcelación de más de medio centenar de presuntos narcotraficantes pescados in franganti en alta mar. Esto obligará ahora a la Audiencia Nacional a ordenar su detención después de haber permitido que salieran en libertad según su sabia interpretación de la renovada Justicia Universal aprobada de prisa y corriendo en las Cortes. 

Alegaba la fiscalía y comparten sus puntos de vista los magistrados del Supremo, que los convenios internacionales de los que España es signataria le impiden mirar para otro lado en la lucha contra el narcotráfico por más que los presuntos responsables sean detenidos en aguas internacionales, que el barco no tenga bandera española o que la droga no tenga como destino nuestro país. Nada nuevo por otro lado: ese mismo argumento lo habían sostenido, por ejemplo, los sindicatos policiales y las organizaciones de atención a la drogadicción, además de numerosos jueces de todo el mundo. Todos se llevaron las manos a la cabeza alarmados ante la alegría con la que el Gobierno español hacia dejación de sus obligaciones internacionales de perseguir el tráfico de drogas. De manera que también los jueces de la Audiencia que dieron carta de naturaleza a tamaña chapuza jurídica deberían de plantearse la posibilidad de dedicarse a otra cosa. Ridículo no, lo siguiente: bochorno nacional e internacional. 

Todo este sainete trae causa de la celeridad con la que se afrontó la cuasi extirpación de la Justicia Universal en España por parte del PP. Al Gobierno español se le metió el susto en el cuerpo cuando los chinos se pusieron como tales y le reprocharon que un juez español hubiera dictado orden de detención contra varios dirigentes de Pekín por el genocidio en el Tíbet. Sin pensárselo dos veces encargó al PP una reforma urgente de la Justicia Universal que dejara a los jueces españoles atados de pies y manos para perseguir ese tipo de crímenes. De esta manera, la reforma se pudo hacer por la vía de la proposición de ley y no del proyecto de ley, lo que acortó los plazos al evitarse trámites como el informe del Consejo de Estado y otras innecesarias pérdidas de tiempo: había que cambiar la ley cuanto antes para calmar a los chinos. 

En la operación “reforma legal de la Justicia Universal a mayor gloria de las relaciones comerciales con China y Estados Unidos”, cayeron las violaciones de derechos humanos en el Sahara o en Guatemala y la investigación sobre el asesinato a manos estadounidenses del cámara José Couso, entre otras causas. Pronunció entonces el portavoz popular, Alfonso Alonso, una frase que pasará a la posteridad como ejemplo de lo que le preocupan a este señor y a su partido los derechos humanos y su defensa: “La Justicia Universal despierta falsas expectativas y sólo crea quebraderos diplomáticos”. El Gobierno chino no tardó en agradecer el gesto a España y aseguró que ahora sí podemos hacer negocios sin que ningún juez nos esté tocando las narices. 

Claro que, de paso, también se beneficiaron de este disparate los narcotraficantes que, de la noche a la mañana, vieron abiertas las puertas de las prisiones en donde esperaban juicio. Teniendo en cuenta que muchos de ellos son extranjeros y probablemente ya hayan puesto pies en polvorosa, tengo un gran interés por saber cuántos podrá detener de nuevo la policía para ponerlos otra vez a buen recaudo.

Mas no debería limitarse el Supremo a tumbar la excarcelación de narcotraficantes sino dar un paso más: tumbar toda la reforma en su conjunto por cuanto también vulnera convenios internacionales sobre derechos humanos suscritos por España. A ver si así el Notario Mayor del Reino, que con tanta abnegación defiende valores como el de la vida, recibe por fin el mensaje de que jugar y hacer el ridículo en todo el mundo con algo tan sagrado como la Justicia y los derechos humanos no le puede salir gratis.

Ser banquero en España

No se dejen engañar: ser banquero en España tiene menos riesgo que tumbarse en el sofá a hacer la siesta mientras en La 2 ponen un documental de leones. Salvo que uno se escape del plasma y nos dé un bocado, nada hay que temer. Banquero puede ser cualquiera y a las pruebas judiciales me remito. Ni siquiera es necesario parecer honrado, basta con decir que lo es. Cualquiera puede abrir un banco y darle la forma que más le guste: piramidal y tonto el último o porticado con columnas de mármol y escudos heráldicos en el frontis. De puertas adentro apenas ninguno se diferencia del resto, todos se dedican a lo mismo, a barrer para casa. 

Un suponer: uno abre una caja de ahorros y de buenas a primeras se le hacen los ojos chiribitas ante las grúas y las altas torres de hormigón que empiezan a nublar los despejados cielos del país. Rápidamente concluye: aquí hay negocio. Sin pensárselo dos veces se lanza a dar créditos a tontas y a locas, sin exigir garantías de devolución y con propinas para los muebles, la tele y el coche. De paso engoa a unos cuantos miles de jubilados y niños de pecho con unas irresistibles participaciones preferentes y a fin de año presenta unos resultados que son la envidia del rey Midas. 

Un día cualquiera empieza a soplar un viento amenazador que en poco tiempo se convierte en huracán y las grúas y andamios empiezan a venirse abajo en cascada. Las altas torres se quedan a medio construir y el banco o la caja del cuento empiezan a acumular créditos impagados y pisos que nadie quiere o puede comprar. Se reúne entonces el consejo de administración y pide calma al tiempo que aprueba una subida del sueldo y las pensiones de los directivos por si la cosa se pone muy fea y hay que salir de naja. En el peor de los casos – calculan con mucha perspicacia – siempre nos quedará el comprensivo gobierno de turno para sacarnos del lío si en lugar de un banco nos quedamos con un queso lleno de agujeros. 


Dicho y hecho: las cosas empeoraron de tal manera y los números rojos alcanzaron un rojo tan intenso que el caritativo gobierno salió en defensa del sagrado sistema financiero y echó sobre la espalda de los españoles un “generoso” préstamo de 100.000 millones de euros de la “troika” para limpiar la porquería acumulada bajo las alfombras de los lujosos salones en los que se reunía el consejo de administración. Luego, cuando ya los había apuntalado con dinero público, los puso en venta al mejor postor y alardeó de lo bien que lo estaba haciendo y de la confianza que volvía a tener el mundo mundial en el sistema financiero del país. 

Apliquen este cuento a la realidad más actual y verán que coincide casi punto por punto. Los españoles acabamos de perder la nada despreciable cifra de 11.000 millones de euros – casi lo mismo que nos cercenó el año pasado el Gobierno en educación y sanidad - para salvar a Catalunya Bank del batacazo que merecía por la mala gestión de sus directivos. Entre ellos figuraba el que fuera vicepresidente del gobierno y ministro de Defensa, Narcis Serra, y cuarenta más - ¿a qué me suena lo de los cuarenta? - que con los rojos números ya sobre la mesa se subió el sueldo por encima de los 800.000 euros anuales. 

El Gobierno se la ha vendido ahora al BBVA por apenas 1.000 millones de euros no sin antes haberla apuntalado con 12.000 millones de todos nosotros. Y esto es solo una pequeña parte del dinero público que ha utilizado el Gobierno para tapar los agujeros bancarios en este país, unos 60.000 millones de euros según algunos cálculos sin contar los avales del Estado para que los pobrecitos pudieran emitir deuda. De esa cantidad apenas hemos recuperado el 4% y gracias: de los más de 22.000 millones de euros que pusimos a escote para que no cayera Bankia no veremos un euro y de los bancos nacionalizados que aún quedan por sacar a subasta es posible que tampoco veamos nada. Todos ellos, por cierto, han seguido desahuciando a familias sin recursos para pagar la hipoteca y nadie desde el Gobierno les ha dicho nunca zape. 

Dicen algunos que el capitalismo no puede funcionar sin un sistema financiero saneado y puede que no les falte algo de razón. No dicen, sin embargo, que el saneamiento del banco o la caja en cuestión tengamos que pagarlo los contribuyentes con nuestro dinero para luego regalárselo envuelto en papel de colores al que haga la oferta más generosa, que siempre estará muy por debajo de lo que nos ha costado el estropicio y las alegrías de otros. Sí estoy seguro de una cosa: son los bancos los que no podrían vivir sin un sistema económico y político como el de España, en donde ser mal banquero y llevárselo crudo no sólo no se castiga sino que tiene premio y reintegro.

Operación infernal en Gaza

El calificativo no es mío, sino del responsable de la diplomacia estadounidense, John Kerry, para referirse a la masacre de niños y civiles inocentes que el ejército israelí viene perpetrando desde hace dos semanas en la franja palestina de Gaza. A Kerry le traicionó el subconsciente y poco antes de ser entrevistado por la Fox fue pillado con el micrófono abierto hablando con un asesor ante el que reconocía que había que hacer algo cuanto antes para detener esta locura. Claro que no es eso lo que el secretario de Estado estadounidense dice en público cuando se le pregunta por el nuevo e inmisericorde ataque israelí sobre Gaza. Entonces, tanto él como esa entelequia que por convencionalismo llamamos la “comunidad internacional” y en la que se incluyen, además de Estados Unidos, la ONU y la UE, se ponen de perfil y sólo saben pedir una tregua o un alto el fuego para negociar. 

Mientras el político más viajado del mundo baja y sube de los aviones que lo llevan El Cairo o a Tel Aviv y dice negociar una tregua que nunca llega y cuando lo hace apenas sirve para gran cosa, los aviones militares y los tanques israelíes continúan imparables con su patriótica misión de tierra quemada. Los muertos como consecuencia del ataque aéreo y terrestre en la hacinada franja de Gaza, en donde residen dos millones de palestinos, superan ya los 500 y de ellos una quinta parte son niños. Tal vez Israel tema que si crecen acaben convertidos en peligrosos terroristas de Hamas y lancen cohetes de fabricación casera sobre territorio israelí. 

Con tregua o sin ella, lo cierto es que Israel ha convertido a Gaza en un gueto y a su población en prisionera de su política expansionista. Cuesta creer que medio millón de personas, en su mayoría civiles inocentes, hayan muerto a raíz del secuestro y muerte de tres jóvenes israelíes. En un país medianamente civilizado estos hechos se habrían dirimido poniendo a los responsables ante la Justicia y no mediante la aplicación indiscriminada del principio bíblico de “ojo por ojo y diente por diente”. Por este castigo ejemplar y terrible es por el que ha optado una vez más Israel con un brutal y desproporcionado ataque aéreo y terrestre en el que, como siempre, han vuelto a pagar justos por pecadores. 

Que las fanáticas milicias de Hamas no son ni mucho menos inocentes en todo lo que viene pasando en esa zona del mundo es algo que a nadie se le oculta ya a estas alturas. Con sus continuos actos de hostigamiento al vecino Israel no hacen sino servirle en bandeja a los halcones de Tel Aviv el argumento ideal para desencadenar una ofensiva cuyo objetivo último no es otro que el de anexionarse nuevos territorios y condenar a la población palestina al exilio camino de los campos de refugiados. Aquellos que se resistan saben de antemano que sus vidas no valdrán nada y sus casas y propiedades serán arrasadas hasta los cimientos para escarmiento eterno. 

Sin embargo, de ahí a equiparar las  fuerzas de los radicales de Hamas con las de uno de los ejércitos mejor equipados del mundo y un gobierno como el israelí, al que siempre le cubre las espaldas el fiel aliado estadounidense, va un trecho insalvable. El espectáculo del presidente Obama o del secretario de Estado norteamericano de turno viajando continuamente a la zona del conflicto para mendigar una tregua que Israel utiliza en función de sus intereses es ya nauseabundo. No menos lamentable es el papel de la ONU y sus melifluos llamamientos a la paz y a la negociación después de que Israel haya incumplido una tras otras todas las resoluciones sobre el conflicto, sabedor de que el gran hermano americano siempre estará ahí para salvarle la cara, librarle de las sanciones y defender su posición. 

En Palestina no habrá paz duradera mientras Estados Unidos, la ONU y la comunidad internacional no obliguen a Israel a devolver los territorios palestinos que se ha anexionado y colonizado ilegalmente y por la fuerza en las últimas décadas y acepte la existencia de un estado palestino contiguo a sus fronteras. Eso es precisamente lo que Israel siempre ha evitado por todos los medios, principalmente los militares, y hay que reconocer que hasta hoy el éxito de su estrategia es total. De ello pueden dar buena fe el medio millar de muertos palestinos de la nueva ofensiva militar y los miles que murieron en ofensivas anteriores o tuvieron que irse con lo puesto rumbo a los campos de refugiados, mientras los Kerry y Ban Ki-moon de turno pedían una tregua. 

Terror en el aire

Dudo que algún día lleguemos a saber con certeza quién o quiénes lanzaron el misil que derribó un avión de Malasia al este de Ucrania y provocó la muerte de sus 298 ocupantes. Estados Unidos ya se ha adelantado a culpar a los rebeldes prorrusos de la autoproclamada república independiente de Donetsk y, desde luego, son los principales sospechosos. Mas conviene no adelantar acontecimientos ni señalar tan pronto a los responsables de la masacre. En una guerra, y lo que sucede desde hace meses en el este de Ucrania es una guerra con todas las letras y consecuencias, la primera baja es la verdad. Antes de hacer acusaciones conviene esperar a que se realice una investigación rigurosa e independiente para determinar de dónde partió el misil terrorista y quién lo lanzó contra un avión comercial con pasajeros pacíficos a bordo. 

Está claro que hay responsables directos e indirectos, por acción y por omisión. Desde luego, entre los primeros están quienes lanzaron el misil. Para señalarlos se precisa conocer si la zona desde la que se disparó estaba bajo control separatista o ucranio y a partir de ahí determinar cuál de las dos partes en conflicto causó la masacre y por qué. Cabe la posibilidad de que el misil partiera de territorio ruso, lanzado con el fin de apoyar las acciones de los independentistas contra el ejército ucranio y tras confundir la aeronave malasia con un avión espía. Parece menos probable pero no debería descartarse aunque Putin se haya apresurado a eximirse de toda responsabilidad. Estas son las responsabilidades directas que deberá dirimir la investigación si quien la realiza puede gozar de la independencia necesaria para hacer su trabajo con rigor. 

Pasemos a los responsables indirectos, a los que pudieron haber hecho mucho más para evitar esta escabechina humana. Está en primer lugar la Agencia Europea de Seguridad Aérea, que aún no ha explicado por qué no había advertido a las compañías de la peligrosidad de la ruta por la que volaba el avión malasio. El conflicto en Ucrania data del otoño pasado pero a la agencia en cuestión – se pregunta uno a qué se dedica realmente - no se le debe de haber pasado por la cabeza que convenía dar un rodeo. Tampoco hicieron lo propio las compañías aéreas que, ahora, después de la tragedia de ayer, han anunciado que evitaran sobrevolar el área del conflicto aunque eso suponga gastar un poco más en combustible o escalas. Una vez más ha vuelto a primar el ahorro de costes y los beneficios sobre la seguridad de los pasajeros. 

Y en tercer término de responsabilidad, pero no menor, están quienes han atizado este estúpido conflicto en el centro de Europa y quienes no han sido capaces – empezando por los Estados Unidos y continuando por la mortecina Unión Europea – de hacer nada significativo para detenerlo. En este grupo de responsabilidades, sin duda la más grave recae sobre Putin y su manía megalómana y expansionista. Él dio alas al separatismo anexionándose Crimea con la fuerza militar enmascarada en una farsa de referéndum y, a partir de ahí, la mecha prendió en toda la región con un conflicto de final impredecible pero en el que los independentistas cuentan con el apoyo y la comprensión de Moscú. Kiev, por su parte, abandonado a su suerte por una inoperante diplomacia internacional norteamericana y europea, se ha embarcado en una guerra para salvar la honra nacional que a todas luces tiene perdida ante el gigante ruso. 

Ese es, a grandes rasgos, el telón de fondo del terrible acto terrorista de ayer. Serán los gobiernos de Holanda – de dónde eran nacionales la mayor parte de las víctimas- y Malasia los que deban exigir y vigilar para que la investigación aclare lo sucedido y señale a los responsables directos para que sean juzgados y paguen por el incalificable acto de ayer. Y aunque sea tarde ya para las víctimas inocentes y sus familias, los responsables indirectos de esta masacre – Rusia, EEUU, la UE y la ONU - no pueden seguir aplicando o consintiendo la política de hechos consumados desarrollada en Ucrania en los últimos meses y permitiendo que se consolide un status quo que vulnera los principios más elementales del Derecho Internacional. Porque esa y no otra ha sido precisamente la causa original y primera de lo ocurrido ayer y por la que han pagado con sus vidas 298 inocentes.  

Otra de piche

Cerca de dos centenares de personas luchan desde ayer a brazo partido contra una mancha de fuel en la costa sureste de la isla de Gran Canaria. La materia negruzca y viscosa llegó a alcanzar un kilómetro de largo por unos 20 metros de ancho y tocó la costa del municipio de Agüimes arrastrada por las corrientes marinas. La Guardia Civil ha tomado muestras para averiguar el origen del vertido, aunque no hace falta ser un Sherlock Holmes para sospechar que detrás está alguno de los numerosos barcos que transitan por la zona. El área afectada es una reserva de gran riqueza marina que, según los expertos, se verá seriamente dañada y uno de los lugares predilectos de los buceadores de la isla. De hecho, ellos fueron los primeros en dar la voz de alarma y en ponerse a recoger la porquería que llegaba flotando a la orilla.

La limpieza del litoral afectado llevará al menos unos diez días, según las previsiones de los especialistas, que achacan el problema a una deficiente vigilancia de los barcos que surcan esas aguas y a una total descoordinación entre las administraciones públicas. Se corre incluso el peligro de que la mancha de piche se desplace hacia el sur y afecte a la zona turística por excelencia de Gran Canaria, dibujando una estampa que a buen seguro inmortalizarán los turistas con sus cámaras. 

Lo de hoy es piche sobre piche: el pasado mes de abril dos playas del sur de la isla, El Águila y Castillo del Romeral, sufrieron también la visita del fuel obligando a cerrarlas al baño y a trabajar durante días para limpiarlas. De las investigaciones abiertas para esclarecer el origen y castigar a los culpables aún no se sabe una palabra y cabe suponer que con el vertido de ayer tarde pasará otro tanto. La Capitanía Marítima de Las Palmas, dependiente del Ministerio de Fomento y de la que a su vez depende la seguridad del tráfico de barcos por las aguas de esta zona, tampoco ha dado aún ningún tipo de explicación sobre lo qué está haciendo o piensa hacer para dar con el responsable de lo ocurrido. 

Por su parte, la Delegación del Gobierno en Canarias, muda una vez más, se ha limitado a decir que la investigación es responsabilidad de la Guardia Civil y con eso se ha dado por satisfecha. Mientras, al Gobierno de Canarias se le ha reprochado la pachorra con la que activó el plan de contingencias por contaminación marina y éste se defiende diciendo dos cosas claramente contradictorias entre sí: por un lado, que el asunto es competencia del Gobierno central ya que se trata de un caso de contaminación marina que corresponde afrontar a la Demarcación de Costas y, por otro, que debía ser el ayuntamiento de Agüimes el que combatiera el vertido al no ser este de la suficiente gravedad como para que se ocupara de él la comunidad autónoma. 

Dicho en otras palabras, unos por otros y el piche sin limpiar, salvo en el caso del ayuntamiento afectado que con su personal y con los voluntarios que enseguida se sumaron se pusieron inmediatamente manos a la obra arriesgando incluso su seguridad al trabajar sin mascarillas para evitar las emanaciones del pegajoso piche ya solidificado. Si esto ocurre con una mancha relativamente pequeña de fuel y esta es la respuesta de las administraciones públicas supuestamente competentes, no quiere uno ni imaginarse el tamaño del desastre tras un vertido grave en las prospecciones y eventual extracción de petróleo que Repsol se propone realizar en los próximos meses en aguas de Lanzarote y Fuerteventura.

Lo de hoy pone de manifiesto que los protocolos de actuación, los planes de contingencia y los sacrosantos informes de impacto ambiental son pura filfa cuando hay que afrontar la oscura y maloliente realidad del piche flotando en el agua, matando la vida y embadurnando las costas. Debería de servir de lección para todos, pero sobre todo para quienes alaban las ventajas del petróleo y sus riquezas infinitas y menosprecian alegremente sus riesgos.       

Deferencias petroleras

El Ministerio de Industria, Energía y ( sin embargo) Turismo acaba de trasladar a las instituciones canarias el borrador de la resolución que dará luz verde definitiva a Repsol para que inicie las prospecciones petrolíferas en aguas las islas. No obstante, hablar de “borrador” es un mero eufemismo: la resolución definitiva que en los próximos días publicará el BOE firmada de puño y letra por el ministro José Manuel Soria no tendrá una coma de más o de menos con respecto al tal borrador. El propio Ministerio, que en un primer momento habló de un plazo de alegaciones “de al menos diez días” al susodicho borrador, ya ha aclarado las cosas para quienes todavía creen que queda alguna posibilidad de parar este asunto por la vía administrativa. No se aceptarán alegaciones que supongan paralizar o retrasar los sondeos, ha subrayado el Ministerio. 

Dicho en cristiano, se pongan como se pongan las instituciones canarias y presenten las alegaciones que presenten, las prospecciones seguirán su agitado e imparable curso a mayor gloria de Repsol. A más abundamiento en la idea de que el traslado del documento a las instituciones canarias es más un escarnio que una muestra de respeto y colaboración institucional, desde las filas del PP canario se ha aportado hoy una esclarecedora interpretación más: lo que ha hecho el Ministerio es tener “una deferencia” con Canarias para que sus representantes públicos salgan de la ceguera en la que están sumidas y conozcan de primera mano el texto de la resolución y – podemos añadir – la enmarquen y la coloquen en lugar bien visible en despachos oficiales y plazas públicas. 

Se ha sabido también que la predicha resolución valora exactamente en 20 millones de euros el sector turístico canario, la biodiversidad del archipiélago y el riesgo de que islas enteras puedan quedarse sin abastecimiento de agua potable si ocurre lo innombrable. Esa es la fianza que Repsol deberá depositar para cubrir daños ambientales más una póliza de responsabilidad civil subsidiaria de 40 millones de euros. Sabido es que ni el sector turístico de las islas, que representa más de un tercio del PIB canario y da trabajo a un tercio de la población activa, y mucho menos su biodiversidad o las necesidades de agua potable de la población valen eso ni de lejos. Si tenemos en cuentas que los daños del Prestige superaron los 2.000 millones de euros y que los del Golfo de México fueron más de 8.000, tengo para mí que el ministerio ha sido algo duro con la pobre Repsol imponiéndole garantías económicas tan elevadas. A ver si por exigirle tanto quiebra y nos quedamos los canarios sin el deseado oro negro. 


En paralelo a esta deferencia para con la tierra que lo vio nacer y para con sus instituciones, el ministro se ha vuelto a convertir en el más informado portavoz de la petrolera y ya ha dado una fecha cierta para el inicio de los sondeos, un dato que en Canarias aguardábamos con mal disimulada ansiedad habida cuenta la riqueza que nos espera en el fondo del mar, como las llaves aquellas. La fecha mágica será a finales de octubre – ha dicho Soria – y tal vez no por casualidad es la misma que está barajando el Gobierno de Canarias para convocar a los ciudadanos a pronunciarse en una consulta popular sobre los sondeos. 


En el capítulo de las deferencias debe incluirse también que el ministro habla ahora de que las islas recibirán “una parte” de los impuestos que cobre el Estado a Repsol por su negocio petrolero en Canarias. El tamaño de “la parte” es lo que no ha precisado pero no cabe la menor duda de que no bajará del 99,99%. Mientras tanto, en Repsol nadie ha vuelto a abrir la boca desde que su presidente Brufau nos felicitó la última Navidad anunciándonos El Dorado en una inolvidable rueda de prensa en Canarias que pasará a los anales de la comunicación empresarial. Él solito hizo más contra las prospecciones en una hora que el Gobierno de Canarias y los grupos ecologistas en dos años y medio. 

Sin embargo, y coincidiendo con los movimientos administrativos en la oscuridad que de forma tan virtuosa interpreta el ministerio de Industria, la petrolera multinacional lleva días alegrándonos la vista con una lujosa campaña publicitaria en varios medios de comunicación. En ella salen niños rubios correteando por arenas igualmente doradas y se compara la riqueza de los noruegos y su industria petrolífera con la cerrazón de los inconscientes ciudadanos de estas islas que no somos capaces de ver las ventajas sin límite de tener hermosos pozos petrolíferos a unos pocos kilómetros de nuestras costas. 

Lástima que el dinero no le haya alcanzado para explicar también en esos vistosos anuncios que en Noruega la industria petrolera está en manos públicas y que la riqueza que promete a los canarios no es más que un desesperado intento por convencernos de que su negocio privado también es el nuestro. Creo que, como le pasó a Brufau en Navidad, la campaña está consiguiendo lo contrario de lo que pretende, aunque ese es su problema. En cualquier caso, no me digan que no es una deferencia de las de verdad que Soria, un ferviente defensor de las energías renovables, y Repsol, más que una petrolera una ONG sin ánimo de lucro, se desvivan tanto por nuestro bienestar presente y futuro. Es como para llorar de emoción.