El debate de
la nacionalidad que se acaba de perpetrar en el Parlamento de Canarias ha
cumplido con creces las expectativas puestas en él: ha dejado las cosas
prácticamente como estaban antes de que empezara. No hablemos de que este debate
tampoco haya supuesto un antes y un después en la vida de los canarios porque
ni era eso lo que se pretendía ni era eso lo que se podía esperar. Tampoco es
cuestión de pedirle higos a las tuneras ni tunos a la higuera.
Lo que hemos
visto y ya sabíamos es que Fernando Clavijo está en minoría aunque, si no llevé
mal las cuentas, esa palabra no la pronunció ni una sola vez durante el debate.
Lo que sí hizo fue subirse a la máquina del tiempo para prometernos que dentro
de 15 años los canarios más jóvenes serán capaces de chamullar en canario y en
inglés. Es la fórmula con la que el presidente quiere rebajar las cifras de
paro y exclusión social que padecemos los indígenas por ser tan negados para la
lengua de Chespir.
Sabíamos y
hemos corroborado que el PSOE tiene un intenso picor por todo el cuerpo desde
que salió del gobierno. Tan mal anda la sanidad por la mala cabeza del PSOE –
Clavijo dixit – que Patricia Hernández, ayer vicepresidenta del Gobierno y hoy
disfónica portavoz socialista, no pudo conseguir hora en su centro de salud
antes de comparecer en la cámara para, con voz cañaveral, cantarle las cuarenta
en bastos de la sanidad a Clavijo. Su encendida defensa de la gestión del ex
consejero Morera puso de manifiesto lo mucho que escuece en el PSOE este asunto
y la poca capacidad de autocrítica de la que es capaz la ahora furiosa portavoz
socialista.
Del popular
Antona los antonólogos esperaban un indicio o una señal o una pista que les
permitiera averiguar si sube o si baja, si viene o si va. Se han quedado con un
palmo de narices: nadie lo sabe y empiezo a sospechar que Antona tampoco o si
lo sabe no le dejan hacer lo que le pide el cuerpo. Su ambigüedad sobre si
quiere ser parte contratante del gobierno minoritario de Clavijo o sólo bastón
de apoyo parlamentario empieza a ser tan cansina que hasta el poco rutilante
portavoz nacionalista, José Miguel Ruano, le ha tenido que pedir que diga de
una vez cómo piensa convertir en hechos sus campanudas frases sobre la
estabilidad, la gobernabilidad y otras hierbas con las que el búlgaro líder del
PP nos lleva meses mareando.
¿Había alguien
que no esperara que el primer premio a la mejor oratoria parlamentaria se lo llevaría una vez
más Román Rodríguez? Seguro que no porque tiene aprobados con nota alta los exámenes de cómo
ser incisivo en los debates cuerpo a cuerpo, sobre todo cuando el
rival es Fernando Clavijo, al que incluso es capaz de sacar de su natural
aletargamiento oratorio. El problema del “señor Román” es que sólo tiene 5
diputados y que le suele pasar como a esos futbolistas que se gustan tanto a sí
mismos que siempre hacen un regate de
más y se les olvida tirar a puerta.
Tampoco ha
sorprendido a nadie la portavoz de Podemos, Noemi Santana, quien da a
veces la sensación de jugar en otra liga en la que con echar mano del manual de
tópicos del día se despacha cualquier cuestión que se ponga sobre la mesa. Y
por último, de Casimiro Curbelo sólo cabe decir que se ha convertido en un
escudero tan fiel de Clavijo que CC en La Gomera - si es que existe - debería integrarse sin
condiciones y sin tardanza en la Agrupación Socialista Gomera.
Y como traca
final de debate tan apasionante, el primer resbalón serio de la era Antona en
el PP con la propuesta firmada a tres manos con CC y Curbelo para que las
Cortes no osaran tocarle una coma a la reforma del sistema electoral canario. Escenificando
un pacto de gobierno de facto, el PP, que hace dos años incluso se había puesto al
frente de las manifestaciones que pidieron un cambio del sistema electoral, se
plegó ayer encantando a los intereses de CC y de la ASG para que cualquier modificación
se haga en Canarias, lo que puede ocurrir perfectamente cuando las ranas críen
pelo. Hoy ha tenido que recular ante las críticas y lo propio han tenido que
hacer, para no quedar retratados una vez más, CC y Curbelo. Ahora sólo se trata
de que la reforma se haga en Canarias con criterios de proporcionalidad y con
el objetivo de que se aplique en las elecciones de 2019, cosa que creeré cuando
vea.
En cuento a
las razones del segundo cambio de opinión de Antona en menos de 24 horas todo
apunta más bien a la necesidad que tiene su partido de contar con el voto en Madrid
del diputado de NC, Pedro Quevedo, que a la rectificación de un patinazo que
cogió con el pie cambiado a sus propios compañeros del PP. Quevedo ha puesto
como condición para apoyarle las cuentas estatales a Rajoy que el PP no bloquee
el cambio del sistema electoral canario y puede que alguien, desde Génova, le
haya tenido que pedir a Antona que procure no gobernarse solo ya que hay otros
intereses en juego además de los suyos propios. Rocambolesco florilegio
político para poner punto y final a un debate prescindible y que, por fortuna, no tardaremos
en olvidar.