Después de
muchos meses empujando, el Congreso de los Diputados ha puesto hoy un huevo
blanco y hermoso: ha creado una comisión de investigación. Como su propio
nombre sugiere, el asunto va de investigar, verbo de un inconfundible aroma a
misterio e incertidumbre sobre si el asesino fue el mayordomo o el ama de
llaves. De lo que se trata en este caso es de investigar los avatares y
sinsabores del sistema financiero de este país, que son sobre todo los de los
españoles. Pero no se hagan ilusiones, sus señorías no tienen previsto contar
con los servicios de Sherlock Holmes, Philip Marlowe y el inspector Gadget para
que los españoles averigüemos quiénes se lo han llevado crudo y se han ido de
rositas.
Eso es algo
que los ciudadanos de este país ya
sabemos y sufrimos hace tiempo, así que no termino de entender la necesidad de
la comisión de marras. Puede que sean ciertas ansias de protagonismo y, sobre todo, la mala conciencia política por la
promiscuidad y la connivencia con la que se han relacionado políticos y
banqueros durante estos últimos años, pero es sólo una sospecha seguramente sin
fundamento. Los partidos también se han puesto hoy de acuerdo para que la
investigación arranque allá por el año 2000, cuando Rodrigo Rato hacía milagros
económicos en España y hasta Aznar se permitía sonreír mientras inauguraba
autopistas de peaje.
Lo que me
pregunto es por qué no remontar el periodo investigado a la época de Luis
Candelas y José María “El Tempranillo” si al fin y al cabo, salvando los
trabucos, sus métodos y los de los banqueros actuales tampoco se diferencian
tanto. Seis meses como mínimo dedicarán sus señorías y sus invitados a
investigar las causas y consecuencias de la burbuja inmobiliaria, quién la
infló y quién y por qué no la desinfló
cuando debía antes de que el estallido nos alcanzara a todos. Se detendrán
también los suyo en la rocambolesca fusión de las cajas de ahorro y en aquel
rumboso rescate bancario que España nunca pidió pero que nos ha costado un Potosí
a pesar de sus “ventajosas condiciones” – Rajoy dixit.
Al tocomocho
de las preferentes, a las cláusulas abusivas de las hipotecas y a la salida de
Bankia a Bolsa es seguro que dedicarán también unas cuantas semanas los
investigadores, con Rato convertido ahora en villano pero con tarjeta black en
el bolsillo. Después, redactarán unas conclusiones al gusto de los partidos que
tengan mayoría en la comisión, las guardarán en un cajón y se dedicarán a otra
cosa.
Que no se me
entienda mal: no estoy menospreciando la labor del parlamento pero la
experiencia ha demostrado sobradamente que estas comisiones carecen de utilidad y que las responsabilidades políticas que pretenden depurar nunca se
llegan a sustanciar. Sería una sorpresa que no espero que esta nueva comisión
sobre la banca y el sistema financiero no se convierta, como las anteriores, en
un nuevo escenario para la disputa política y el “y tú más”.
Con todas sus
deficiencias, que no son pocas, confío mucho más en las investigaciones judiciales
que en las políticas, aunque ambas no sean excluyentes. Los jueces han sentado
a banqueros en el banquillo de los acusados y alguno incluso purga sus culpas
entre rejas, lo nunca visto antes. De las responsabilidades políticas deberíamos
ocuparnos los ciudadanos en las urnas y confiar mucho menos en quienes, después
de años de dejar hacer y dejar pasar todas las tropelías de la banca, pretenden
ahora redimirse de su propia pasividad cuando no de su connivencia.Los
culpables que ahora nos pretenden revelar ya los conocemos hace tiempo, así que
harían mejor sus señorías en dedicar sus esfuerzos a otros menesteres como, por
ejemplo, legislar para que no vuelva a pasar.
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