La censura, el cinismo y el descubridor de la pólvora

Con cierto fariseísmo se escandalizan hoy algunos comentaristas del cinismo político que ha presidido la fracasada moción de censura de Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy. Se necesita vivir mucho tiempo como un ermitaño en lo alto de una columna o en el desierto para rasgarse las vestiduras tras descubrir que el único objetivo ha sido cortocircuitar la leve mejoría de los socialistas tras meses en estado comatoso. Si sorprende que supuestos sagaces analistas se escandalicen ante las aviesas intenciones políticas de Podemos, no sorprende menos que el “nuevo PSOE” parezca a punto de caer otra vez en las redes embaucadoras de quien es, en gran medida, el responsable de sus calamidades actuales. La oferta del portavoz Ábalos a Iglesias para buscar una mayoría alternativa a Rajoy y los tuits que al parecer ya se han intercambiado Sánchez y el líder de Podemos para verse en cuanto pase el Congreso Federal del fin de semana vuelven a presagiar lo peor.

Y eso por varias razones. La primera porque, para la supuesta mayoría alternativa a Rajoy, los números son los mismos que había antes de que el presidente actual fuera investido gracias a la abstención del PSOE. Una vez que para Podemos el partido de Albert Rivera no pasa de ser una mera muletilla del PP y por tanto queda excluido de cualquier pacto, para llegar a los 176 votos imprescindibles para una investidura habría que juntar votos de mareas, confluencias y  nacionalistas de aquí y de allá e incluir en la suma a los independentistas catalanes. A la vista de cómo ha tratado un Iglesias peleado con el mundo a esos hipotéticos apoyos, tengo muchas dudas de que una  Oramas o un Quevedo o un PNV le dieran su respaldo. Del mismo modo, me gustaría ver cómo explicarían Sánchez e Iglesias a los españoles no catalanes que se apoyan para gobernar en quienes desprecian un día sí y al otro también  las normas comunes que obligan a todos.

“Será interesante ver a Sánchez explicando a los españoles no catalanes un eventual apoyo de los independentistas"
Cierto es que en una segunda votación bastaría con la mayoría simple pero eso sólo resuelve la parte menos complicada del problema: la gestión de gobierno. Soy completamente incapaz de imaginar cómo podría ocuparse de los asuntos de este país un gobierno cuya estabilidad parlamentaria dependiera de una constelación de votos con los más variados e incluso contradictorios intereses. A un Ejecutivo de esas características le faltarían manos, mangueras y agua para apagar los fuegos y conatos de incendio que se le declararían a cada paso que intentara dar. Eso por no hablar de la completa orfandad de ideas y de proyecto para este país que el propio Iglesias puso de manifiesto en el debate de su moción de censura, al final convertida en una cuestión de confianza que claramente perdió. Tampoco es que ande el PSOE y su nuevo líder Sánchez sobrados de ideas y proyecto de país, de modo que un eventual pacto de gobierno entre ambos sería algo así como juntar el hambre con las ganas de comer.
  

 Por lo demás, y después de lo ocurrido el año pasado, es cuando menos asombroso que Sánchez no parezca estar calibrando el riesgo político que representa ceder al abrazo de quien emplea toda clase de trucos políticos, incluso sucios, para arrebatarle la hegemonía de la izquierda. Esto es público y notorio para casi todo el mundo menos, al parecer, para Sánchez y para algún analista que ahora acaba de ver la luz  y el verdadero percal que se esconde detrás de los arrumacos y el tono conciliador de lobo con piel de cordero del líder de Podemos.

“Sánchez da muestras de estar encantado con la posibilidad de volver a cometer los mismos errores”.


Escribía el martes que Sánchez había aprendido la lección al rechazar la trampa saducea que le tendió Iglesias cuando le ofreció retirar la moción si el líder del PSOE le relevaba en la tarea de echar a Rajoy. Aunque no las tenía todas conmigo, pensaba que el reelegido secretario general tendría la paciencia suficiente para armar una buena dirección y prepararía al PSOE para convertirse en alternativa creíble al PP y verdadero referente de la izquierda frente al aventurerismo y las frases huecas. Me desdigo por completo: a la vista de lo dicho en las últimas horas y ante el escenario que se empieza a configurar, creo que Sánchez no sólo no ha aprendido absolutamente nada de sus errores sino que está encantado con la posibilidad de repetirlos más pronto que tarde. Y mientras, algunos descubriendo ahora la polvora y hasta la rueda de molino.     

Popular: el extraño caso del banco zombi

Una semana después del chollo bancario del año se acumulan las preguntas sin respuesta. ¿Cómo es posible que un banco que hace no mucho tiempo valía 19.000 millones de euros se vendiera al precio de la chuche de un chino?. Esa es la principal pero hay muhas más. El Popular arrastraba problemas de ladrillo que se han valorado en más de 36.000 millones de euros, de sobra para lastrar cualquier balance. Lo que no se ha aclarado es la razón por la que otros bancos que también sufrían indigestión inmobiliaria consiguieron superarla y el Popular no. Con las cuentas de este banco y con la operación que lo ha convertido en una nueva perla del collar bancario de Ana Patricia Botín, continúa habiendo más confusión que claridad. 

El ministro de Economía, Luis de Guindos, compareció este lunes en el Congreso con la supuesta intención de aclarar las dudas pero no aclaró prácticamente ninguna. El mismo ministro que a mediados de abril decía que el Popular era estable y solvente lo ha calificado ahora de banco zombi. Todo un récord para un banco que en apenas mes y medio haya conseguido pasar de ser una joya del sistema financiera a un detritus con un agujero del tamaño del triángulo de las Bermudas valorado  entre menos 2.000 y menos 8.000 millones de euros. Y eso después de haber aprobado los famosos test de estrés realizados el año pasado por la Autoridad Bancaria Europea que, a lo que se ve, ese día optó por el aprobado general.

“Luis de Guindos se cuida por todos los medios de que no se le sitúe en la escena del crimen”


El mismo de Guindos que en abril loaba al Popular – se supone que con conocimiento de causa de lo que decía -  se cuida ahora mucho de que no se le sitúe en la escena del crimen. Si le preguntan qué entidad financiera examinó al paciente la noche de la venta dice que no lo sabe; si la pregunta es por qué se le dio el visto bueno en los test de estrés recuerda que esos exámenes los organiza la Autoridad Bancaria Europea y para la falta de vigilancia y diligencia sobre la salud del Popular  remite al Banco de España, al Banco Central Europeo y a la Comisión del Mercado de Valores. Él se quita ahora de en medio y le pasa el mochuelo a organismos a los que, es verdad, cada día parece quedarles más grande el calificativo de supervisores.


El Banco de España sí que parece un banco zombi con buena parte de las competencias sobre el sistema financiero en manos del Banco Central Europeo con sede en Frankfort. Y en cuanto a la Comisión del Mercado de Valores, responsable último de las ampliaciones de capital del Popular, también hay que exigirle explicaciones por no suspender la cotización a pesar de que se hundía a ojos vista en la bolsa. Una pasividad que contrasta poderosamente con la agilidad con la que ha prohibido ahora durante un mes las operaciones especulativas sobre Liberbank. ¿Se estaba dejando caer al Popular para encontrarle comprador a precio de saldo? ¿Qué papel jugó en la tormenta perfecta que se desató en torno al banco en sus últimas semanas de vida su propia cúpula, encabezada por Emilio Saracho, un hombre vinculado durante años al Santander? ¿Por qué la auditora PwC cerró y abrió al poco tiempo las cuentas de 2016 para pedir más provisiones? Preguntas que, junto a otras muchas, requieren respuestas y una investigación a fondo, técnica y judicial, de las maniobras que han rodeado la operación.
  
“Las preguntas sobre los tejemanejes en el Popular requieren una investigación técnica y judicial”


Sólo una cosa aclaró de Guindos en su comparecencia en el Congreso: que ha habido varias comunidades autónomas – Canarias entre ellas, según se ha sabido después – ayuntamientos y empresas públicas que sacaron el dinero del Popular antes de que fuera demasiado tarde. Se supone, según la explicación del ministro, que debido a la rebaja de la nota que le daban las agencias de calificación al banco y no a ningún tipo de tráfico de información privilegiada interinstitucional. Las consecuencias de la operación que ha convertido a Ana Botín en la reina bancaria patria están aún por escribir. Empezando por la posibilidad, aún no descartada del todo, de que termine costando dinero al bolsillo público y continuando por la drástica contracción de la competencia bancaria, con sus perversos efectos sobre el crédito y los servicios financieros para familias y empresas.  

Puede haber también miles de puestos de trabajo afectados y hay 300.000 accionistas e inversores que no se van a quedar de brazos cruzados y a los que desde el primer momento se les repite sin cesar el mantra de que lo han perdido todo y que de nada servirá reclamar. Si así fuera dudo mucho de que el Santander les hubiera lanzado hoy mismo un cable al anunciar que estudiará de qué manera les compensará. Es muy probable que la entidad presidida por Ana Botín esté intentando parar a tiempo la avalancha de pleitos judiciales que se le puede venir encima, contribuyendo a deteriorar un poco más si cabe la merecida mala fama de los bancos españoles. Estas maniobras bancarias en la oscuridad, que tanto recuerdan a lo ocurrido con Bankia, son un baldón más sobre la credibilidad de un sistema financiero en el que, de nuevo, parece haber primado un cierto compadreo de capitalismo de amiguetes mezclado con una clara falta de diligencia y supervisión.   

Iglesias se dispara en el pie

Cuando Pablo Iglesias presentó su moción de censura dijo que iba contra la corrupción en el PP y la personificó en Mariano Rajoy. Sólo su parroquia, y no al completo, se lo creyó. La mayoría interpretó que a quien realmente le presentaba el líder de Podemos la moción era al PSOE, su gran escollo para convertirse en el único referente de la izquierda. Hoy, sin que siquiera haya concluido el debate en el Congreso y sin que se haya confirmado el anunciado fracaso, creo que Pablo Iglesias se ha dado un tiro en el pie con esta iniciativa y se lo ha dado a su partido y a sus confluencias. De rebote, le ha vuelto a dar oxígeno al PP y a Rajoy, algo que ya se va convirtiendo en una rutina del líder podemita aunque pueda parecer lo contrario.

En otras palabras, esta moción de censura va camino de convertirse en un boomerang contra Iglesias. Y no es necesario siquiera aludir al discurso interminable de la portavoz Montero al más recio estilo habanero o caraqueño y a su filípica interminable de casos de corrupción y disfunciones varias del sistema democrático perpetradas por un impasible y aburrido Rajoy y su bancada. Tampoco es imprescindible desentrañar las claves del discurso de Pablo Iglesias en su papel de “alternativa”, ni sus medidas contra la corrupción ni sus recetas para que los nacionalistas catalanes se acomoden en España. Todo eso lo tenemos muy oído los españoles, incluso con los mismos gestos agresivos y el mismo tono vociferante que hoy se ha escuchado en el Congreso.

“Esta moción de censura va camino de convertirse en un boomerang contra Iglesias”

A Iglesias y a Montero se los ha merendado Rajoy dialécticamente hablando en mucho menos tiempo que el empleado por la portavoz y con su habitual y viejuna socarronería gallega. Y no es que en lo que argumenta Unidos Podemos para desalojar al PP del Gobierno no haya razones de mucho peso y verdades insoslayables. Es sólo que a la pretendida alternativa le pierden las formas y las intenciones inconfesables aún asistiéndole una buena dosis de razón. Y las formas, en el ritual de la democracia, siguen siendo tan importantes como el fondo por más que Iglesias y los suyos tiendan a despreciarlas o a burlarse de ellas.


Esas formas, que sirven de cauces para hacer posible la convivencia pacífica y los acuerdos entre los partidos políticos, no remiten sólo a cómo se exponen y defienden los argumentos sino también a cuándo, cómo y con qué objetivos se toman determinadas decisiones políticas. Iglesias soñaba con el triunfo de Susana Díaz en las primarias socialistas porque estaba convencido de que eso le dejaría libre el campo de la izquierda y podría erigirse en la única oposición a Rajoy. Así que no dudó en registrar su moción de censura dos días antes de que se celebraran las primarias y de propina organizó una concentración en Madrid para el día siguiente con el fin de que quien resultara elegido secretario o secretaria general socialista sintiera en el cogote todo el peso podemita de la calle. Las fechas elegidas no fueron casuales sino intencionadas con el fin de interferir en el proceso socialista y cortocircuitar la posibilidad constitucional  de que otra fuerza política – es decir, el PSOE – presentara una moción de censura alternativa a la suya. 
“Rajoy podrá seguir sesteando mientras la única alternativa de gobierno sea Pablo Iglesias”

Pero ganó Pedro Sánchez contra todo pronóstico e Iglesias no tardó ni 24 horas en ofrecerle la manzana de la serpiente: estaba dispuesto a retirar la moción si Sánchez presentaba la suya. Afortunadamente el renacido líder socialista ya tenía la lección bien aprendida y no cayó de nuevo en la trampa saducea de Iglesias, que hoy ha tenido que batirse el cobre en solitario ante el resto de la cámara. Su soledad de esta mañana en el Congreso, fruto de su maniobrerismo y de su afán por quedarse con el santo y la limosna de la izquierda, escenifica mejor que ningún otro argumento que no es ni será en mucho tiempo verdadera alternativa de gobierno en este país por mucho que pretenda revestirse de hombre de estado.

No hay credibilidad alguna en Iglesias cuando desde la tribuna del Congreso invita al PSOE a desalojar al PP del Gobierno y no la hay porque esa posibilidad la tuvo al alcance de la mano en la anterior legislatura y la despreció olímpicamente. A Iglesias ni le ha interesado nunca ni le interesa ahora la unidad de acción de la izquierda y ni le ha interesado ni le interesa que haya un recambio en La Moncloa que no pase única y exclusivamente por él. Esa obsesión con el sorpasso le llevó a presentar la estéril e inútil moción de hoy que le desgasta mucho más a él y a su opción política que al presidente de Gobierno y al PP.  Más allá de algunos arañazos superficiales, Rajoy, el verdadero ganador de esta jornada, podrá seguir durmiendo la siesta a pierna suelta mientras no haya otra alternativa a su gobierno que la que representa Pablo Iglesias. 

Clavijo y Antona: pactar o no pactar

Puede que me equivoque y el pacto se firme pasado mañana. Sin embargo, en estos momentos, mi sensación es que Asier Antona tendrá que correr la Transvulcania si quiere que el PP entre en el Gobierno en minoría de Fernando Clavijo. Dicho de otra manera, CC quiere hacerle sudar la camiseta al PP antes de abrirle la puerta del recibidor si es que se la llega a abrir del todo y si es que a los populares les gusta el color de los sofás. A los hechos me atengo: el anuncio en tono más bien imperativo de Antona exigiendo entrar “ya” en el Gobierno para “coparticipar” en la gestión de los recursos que los presupuestos del Estado destinarán este año a Canarias, ha sido recibido en las filas nacionalistas como el que oye tocar a la puerta y desde el fondo de la cocina grita ¡ya vaaa! pero no termina de ir a abrir.

Que a las pocas horas de que Antona pidiera pacto algún medio ya hiciera pública la lista de consejeros nacionalistas defenestrados para hacerle hueco a los del PP, no debió ser visto con mucha simpatía en CC. Si encima Antona tilda a los que quiere convertir en sus socios de incapaces de gestionar por sí solos el dinero de los presupuestos del Estado, es más que comprensible que el entusiasmo en las filas nacionalistas no se haya desbordado. Un par de detalles aparentemente nimios ponen de evidencia que en CC parecen haber apostado por bajarle los humos al PP y a la urgencia con la que quiere entrar en el Gobierno.

“CC ha reaccionado como quien oye tocar a la puerta pero se demora todo lo que puede en abrir”

Pocas horas después de que la dirección popular hiciera oficial su intención de abrir las negociaciones, el secretario de CC, José Miguel Barragán, difundió unas declaraciones, no sobre ese posible acuerdo, sino sobre la necesidad de “diálogo y  consenso” para resolver el problema...¡de Cataluña!. Y por si no había quedado claro el mensaje, tras la reunión que la dirección de CC celebró el sábado no fue Barragán sino la número dos del partido, Guadalupe González Taño, la que atendió a los medios. Su respuesta ante las llamadas del PP al pacto se puede resumir en una sola frase: ni sí ni no ni qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas. En cuanto a plazos para alcanzar un hipotético acuerdo el límite es, como pronto, allá por las calendas griegas.


En este momento procesal es necesario hacerse un par de preguntas. La primera es lo que gana y lo que pierde CC accediendo a las arremetidas de Antona.  Ganaría en estabilidad política pero perdería autonomía y tendría que  verse obligada a presindir de algunos consejeros clave para la gestión del Ejecutivo y para los planes políticos de los nacionalistas. No es riesgo menor tampoco compartir gobierno con tu principal rival político en Tenerife, tu granero de votos más importante. Por tanto, la situación ideal para CC es que el PP continúe en la oposición apoyando al Gobierno en asuntos como la ley del Suelo o los próximos presupuestos autonómicos. Y para hacer valer esa posición dispone de una carta muy valiosa: el voto de Ana Oramas, clave para que Rajoy pueda presumir de haber aprobado dos presupuestos generales en un año, los de este y los del que viene. Ese voto es ahora más decisivo si cabe toda vez que nada o poco puede esperar Rajoy de un PSOE liderado por Pedro Sánchez.

Esa circunstancia maniata las alternativas de Antona en la oposición si CC se enroca y no cede a sus condiciones para entrar en el Gobierno. Y es aquí en donde toca preguntarse lo que gana y lo que pierde el PP. Sin duda gana proyección política y da satisfacción a quienes en el partido consideran que el dinero fresco de los presupuestos estatales les toca gestionarlo a ellos, por más que fueron los votos de dos diputados nacionalistas canarios los que lo consiguieron. El riesgo político que corren, y no es un riesgo nada desdeñable, es que se hacen corresponsables del eventual fracaso de la gestión de esos recursos y de apuntalar a un gobierno en minoría a cambio de unos cuantos cargos públicos. 

“A los ciudadanos no les interesa tanto quién gestiona sino cómo se gestiona el dinero público”


La tercera pregunta a responder es la más importante y tiene que ver con las ventajas y desventajas para los ciudadanos. En mi opinión, lo que interesa a los canarios no es tanto quién gestiona sino cómo se gestionan la sanidad, la educación o los servicios sociales. El PP está en su derecho de considerarse mejor gestor que CC pero la experiencia en otras instituciones y en otros ámbitos no siempre avala esa presunción que con tanta seguridad usan los populares para justificar que deben entrar en el Gobierno. Por lo demás, es cuando menos dudoso que poner el Ejecutivo patas arriba por segunda vez en seis meses para que el PP encuentre acomodo y satisfaga sus deseos de tocar las mieles del poder, sea algo que estén dispuestos a asumir de buen grado unos ciudadanos cansados de que el interés general sea una mera excusa para hacer valer determinadas estrategias políticas. Eso, por no mencionar la pereza que da sólo pensar en volver a decorar tanto despacho de consejería después de las mudanzas a las que obligó la expulsión del PSOE a las tinieblas exteriores.    

Ganar perdiendo y perder ganando

La política tiene a veces caprichosas maneras de hacer sus cálculos. Lo acabamos de ver en las elecciones generales de ayer en el Reino Unido en donde la primera ministra y candidata a seguir en el cargo, la muy conservadora Theresa May, ha ganado las elecciones pero ha perdido la mayoría absoluta. Su rival, el desahuciado líder laborista Jeremy Corbyn, ha resucitado de sus cenizas y ha conseguido un resultado que, aunque muy lejos de la mayoría absoluta, supone un triunfo incontestable para él y para su partido si nos atenemos a las previsiones. Ahora se abre en el Reino Unido un periodo de incertidumbre política que, salvando todas las distancias, recuerda mucho al que se vivió el año pasado en España.

Eso incluye, por supuesto, la posibilidad de nuevas elecciones si laboristas y conservadores no logran nuclear en torno a sus respectivos partidos los apoyos suficientes para formar gobierno. Los resultados electorales han arrojado lo que los británicos llaman un “parlamento colgado” en el que ningún partido político dispone de mayoría absoluta para gobernar en solitario. Así que sólo hay dos opciones, o pactar  para conseguirla o atreverse a gobernar en minoría. Por cierto que, sobre esto, podrían May y Corbyn preguntar a algunos políticos españoles sobre las ventajas y los inconvenientes de una u otra fórmula.

“May y Corbyn podrían preguntar en España cómo gobernar con un parlamento colgado”

El asunto no es menor porque este inesperado resultado se produce a menos de dos semanas de que quien quiera que represente entonces al gobierno de su graciosa majestad se siente en Bruselas con la Unión Europea para comenzar a darle forma al brexit. May se las prometía muy felices pero ha metido bien la pata política. Cuando en abril adelantó unas elecciones que no debían celebrarse hasta 2020, lo hizo con la idea de aprovecharse de la extrema debilidad laborista para ganar por goleada y  ampliar su ajustada mayoría absoluta. Pensaba, probablemente con razón, que eso le serviría de aval y respaldo para mantener a raya a Bruselas. En su arrogancia llegó a amenazar con abandonar las negociaciones si le parecía inaceptable lo que le exigiera la UE, como si no hubiera sido ella y sobre todo su antecesor, David Cameron, los que apostaron por el brexit.


En realidad, el problema de la arrogancia conservadora y las meteduras de pata no son privativas de May. Su antecesor Cameron ya la pifió bien a fondo cuando se sacó de la manga el famoso referéndum sobre el brexit para chantajear a la UE y terminó estrellándose contra su propia irresponsabilidad. De aquellos polvos proceden estos lodos que abocan ahora al Reino Unido a la inestabilidad y a la insignificancia política en el contexto europeo e incluso internacional. Pero como, además, las desgracias nunca llegan solas, a la incertidumbre sobre el brexit se unió  un invitado en cierta medida inesperado o que al menos se pensaba controlado. Los ataques terroristas de las tres últimas semanas pusieron patas arriba la campaña e inevitablemente salieron a relucir los recortes presupuestarios de la aspirante conservadora durante sus más de siete años como ministra de Interior.

“May se las prometía muy felices y ha metido bien la pata política”

La derechización de su discurso antiterrorista y la promesa incluso de derogar leyes sobre derechos humanos han terminado volviéndose contra ella como un boomerang. Todo esto, añadido al descontento de una buena parte de la sociedad británica ante el aislamiento hacia el que se dirige el país como consecuencia del brexit que los conservadores han convertido en su bandera, han puesto ahora a May contra las cuerdas y a las puertas de la dimisión. Tal vez la ganadora y perdedora al mismo tiempo de estas elecciones podría aplicarse a sí misma una de las tantas frases atribuidas a su correligionario político Winston Churchill: “A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que es una dieta equilibrada”.    

Amnistía fiscal: un fallo fallido

Cuando la mayoría ya ni nos acordábamos de la cacicada de la amnistía fiscal perpetrada en 2012 por Montoro, hoy nos la ha recordado el Tribunal Constitucional.  En un fallo conocido esta tarde la declara inconstitucional y le afea con dureza a Montoro que eligiera un vulgar real decreto ley para implantar  una medida que afecta a una pieza clave de la Constitución, el artículo 31 en el que se dice textualmente que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. Esa es la parte teórica del fallo constitucional, la práctica es que deja las cosas exactamente como están. El alto tribunal dice que obligar ahora a quienes se acogieron a la amnistía a pagar lo mismo que pagaron los que no se lo llevaron crudo al extranjero, crearía “inseguridad jurídica”.

Para los magistrados no parece que existiera inseguridad jurídica en el hecho de que quien sacó dinero del país para no pagar impuestos pudiera “regularizar” – la palabra preferida de Montoro – su situación de defraudador pagando un módico 10% de lo defraudado. Los que continuamos contribuyendo sin rechistar pudimos ver a personajes de la reconocida reputación de Bárcenas, Rato, Francisco Granados o los Pujol “regularizando” su situación pero eso, para el Constitucional, no supuso ni una burla, ni un escarnio ni por supuesto inseguridad jurídica de ningún tipo. Todo se reduce, según el Constitucional, a un error de Montoro en la elección de la norma jurídica para ofrendar a los que escondían el dinero en Suiza y en otros paraísos fiscales la posibilidad de pasar por caja para dejar un pequeño donativo a la Hacienda Pública.

“Para el TC no hay inseguridad jurídica en que unos paguemos hasta el último céntimo y otros sólo el 10%”

Como si eso no se le hubiera advertido en su momento al ministro por parte de la oposición y como si Montoro no hubieran ignorado las críticas y las advertencias y se hubiera venido arriba esparciendo basura y sospechas fiscales sobre determinados colectivos, todo ello con el respaldo indesmayable de la hinchada popular parapetada en su mayoría absoluta. Es más, poco después de que el Gobierno hiciera de la Constitución un sayo y se cubriera con él, el propio Montoro modificó su Real Decreto Ley de amnistía fiscal mediante una orden ministerial para “introducir mejoras”, es decir, más facilidades para los defraudadores. Hasta un alumno de primer amiguito de Derecho sabe que una norma de rango inferior no puede modificar otra de rango superior. Es, salvando las distancias, como si el alcalde de mi pueblo publicara un bando cambiando la Constitución.

Pues Montoro lo hizo y se quedó tan ancho, impávido ante el escándalo y ante la decisión de medio centenar de diputados del PSOE que llevaron el asunto ante el Constitucional que ahora les acaba de dar la razón, eso sí, cinco años después y para dejar las cosas como están. En ayuda del ministro salió incluso un afortunadamente olvidado Alberto Ruiz – Gallardón que, en una de aquellas modificaciones del Código Penal a la que era tan aficionado, introdujo un cambio urgente para que quienes se hubieran acogido a la amnistía pudieran dormir tranquilos per saecula saeculorum.

“Y todo aquel escándalo de la amnistía fiscal para recaudar menos de la mitad de lo que anunciaba Montoro”.

Y todo este escándalo para que al final la recaudación obtenida no llegara ni a la mitad de la prevista por Montoro. En una comparecencia en el Congreso, el sin par titular de Hacienda admitió que sólo se recaudaron 1.200 millones cuando el objetivo eran 2.500. Es más, reconoció que el dinero aflorado fue de 40.000 millones de euros y, por tanto, la recaudación debió haber sido de 4.000 millones si todo los que se acogieron a la ganga hubieran pagado el 10%. Lo que ocurrió fue, simple y llanamente, que Montoro aún les facilitó más las cosas a los defraudadores no fuera a ser que no repatriaran el dinero que tenían escondido en Suiza.

El fallo conocido hoy es un nuevo borrón en el expediente político de Montoro, por no hablar de su expediente como catedrático de Hacienda Pública. Sin embargo, el problema no es tanto el ministro, a cuyas salidas de pata de banco ya deberíamos estar acostumbrados y al que resulta ya inútil pedirle que dimita. Como ciudadano que paga puntualmente sus impuestos sin esperar amnistía fiscal de ningún tipo me pregunto por la utilidad y la necesidad de un órgano como el Tribunal Constitucional que funciona como el español. ¿De qué modo se puede garantizar de manera efectiva y real que el Gobierno no se pasa la Carta Magna por el arco del triunfo sin mayores consecuencias y no se vulneran derechos y deberes fundamentales fallando tan tarde y haciéndolo a medias?

Un botín por un euro

Una señora llamada Ana y apellidada Botín ha hecho hoy honor a su apellido y se ha quedado con un banco por un euro. La señora Botín ya tiene otro banco que le había dejado en herencia su padre, también banquero, un gremio en el que siempre es mejor  tener dos que uno, aunque el segundo esté pachucho y esmirriado. Si su padre no hubiera muerto, esta noche se iría a cenar con ella en Maxim’s de París y se rascaría el bolsillo para comprarle otro banco que se pusiera a tiro como el que se le puso a ella esta mañana al clarear el día. Qué menos para agradecerle que siga haciendo honor al apellido y ampliando el imperio bancario familiar.

Ahora bien, que un banco de los de guardar dinero o invertir en él cueste un euro mientras se racanean los presupuestos públicos para la sanidad y la educación, es un ejemplo elocuente del sistema de valores y de prioridades de nuestra sociedad. Eso sí, lo que nadie podrá negar es que España merece ser considerada por derecho propio el país de las oportunidades, sobre todo para los que se las pueden permitir. Me dirán algunos que aquí no hay otra cosa que la sabia e invisible mano del mercado que ha dejado hacer y pasar. 
“Que un banco cueste un euro mientras se racanean los presupuestos en sanidad y educación habla con elocuencia de nuestro sistema de prioridades” 
Y tanto que ha pasado: mientras el banco se desangraba en la bolsa y se escuchaban rumores de todos los colores sobre su delicada salud financiera, la Comisión del Mercado de Valores y el Gobierno miraban al tendido; cuando buena parte de los clientes y accionistas  ponían pies en polvorosa, la Comisión de marras se negaba a suspender la cotización y el Gobierno nos contaba la milonga de que el banco en cuestión era sólido y solvente. Hasta que anoche dejó de serlo y, de valer 19.000 millones de euros hace unos años, pasó a valer lo que un café en un bar de segunda.
  

¿Buscaban con su pasividad que el banco se pusiera al alcance de un cazador o cazadora de gangas? Si no era eso lo que pretendían lo han disimulado muy bien. Y lo mismo han hecho los propios dirigentes del banco, un coladero de filtraciones interesadas que desataron la tormenta perfecta y colocaron el valor de las acciones a perra chica. Es la misma cúpula a la que ahora la señora Botín le agradecerá los servicios prestados con 80 millones de euros en pensiones e indemnizaciones. Entre ellos figura Ángel Ron, el presidente hasta febrero, que se fue de la entidad sin indemnización pero con una sabrosa pensión de 23 millones. Aunque suene trillado, la historia se repite: Ron metió al banco en el negocio del ladrillo cuando otros se iban y luego fue incapaz de digerir tanto piso y tanta promoción fallida.

 “La cúpula saliente se llevará 80 millones y los 300.000 accionistas lo perderán todo”

La indigestión lastró los balances hasta el punto que el valor de los activos tóxicos se ha calculado en 35.000 millones de euros. Las sucesivas ampliaciones de capital no consiguieron mejorar la situación y Ron se fue con la pensión en el bolsillo y le pasó el marrón a Emilio Saracho. Éste, que también cobrará un pico tras entregar el banco por un euro, apenas ha podido hacer nada para enderezar el rumbo de una entidad alrededor de la que ya merodeaban los lobos desde hacía meses. Los que no verán ni un euro serán los 305.000  accionistas más lentos de reflejos, los que no las vieron venir a tiempo y confiaron hasta el final en su banco. Ahora tendrán que recurrir a la vía judicial aunque las esperanzas son cuando menos remotas.   

Tampoco deben estar viviendo su día más feliz los trabajadores de un banco que a finales del año pasado puso en la calle a casi 2.600 empleados. La incertidumbre sobre su futuro laboral es absoluta a la espera de lo que decida hacer la señora Botín. Aunque no creo que nada de eso le quite el sueño: después de desembolsar el euro, anunció una ampliación de capital de 7.000 millones para hacer la digestión de la compra y cumplir los estándares de solvencia. En esa cantidad seguramente están incluidas las merecidas indemnizaciones y pensiones de la cúpula saliente, el coste de las posibles demandas de los inversores que se han quedado con lo puesto y quién sabe si un nuevo ajuste de plantilla. Puede que la señora Botín no cene esta noche en Maxim`s de París pero eso no le impedirá tener sueños dorados al módico precio de un euro.   

La corrupción preocupa un montón

Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), conocida hoy, a los españoles la corrupción nos preocupa un montón. Tal es así que desde la  encuesta anterior hasta la fecha casi son incontables las horas de sueño que hemos perdido por esa causa. Contadas en puntos son doce puntos más, que ya son puntos. Sólo el paro que, a pesar de los esfuerzos de Rajoy sigue por las nubes, nos preocupa más que el trinque de lo público. Por desgracia me temo que ese subidón no tiene nada que ver con la espontánea aparición de una inesperada conciencia cívica entre los ciudadanos. No creo que nos hayamos  vuelto todos virtuosos de la noche a la mañana y hayamos decidido que esto no puede continuar así. La causa de ese repunte no es otra que la coincidencia de la encuesta con un nuevo caso de corrupción que añadir a la larga lista de mamandurrias que se han ido acumulando a lo largo de los años.

En esta ocasión fue bautizado como “Lezo” y ha llevado a la cárcel a todo un ex presidente autonómico madrileño y hasta ha contribuido en parte a mandar a su casa a un fiscal jefe Anticorrupción y a poner contra las cuerdas a un Fiscal General del Estado y a un ministro de Justicia. Con ingredientes  de esa categoría lo extraño hubiera sido que el asunto no nos quitara al menos unas horas de sueño. Ahora bien, no tengo dudas de que si antes de la próxima  encuesta este país se libra de nuevos registros policiales, detenciones y encarcelamientos, los españoles recuperaremos rápidamente las horas de sueño pérdidas y todo volverá a ser como siempre. Incluso, si hubiera elecciones dentro de unos meses sin que mientras tanto saltaran a los medios nuevos casos de corrupción, volveríamos a votar mayoritariamente lo mismo que la vez anterior y que la anterior y que la anterior a la anterior. 
“Si antes de la próxima encuesta del CIS no aparecen nuevos casos de corrupción, los españoles recuperaremos el sueño perdido” 
Debe ser nuestro carácter voluble e inconstante que hace que la indignación por el saqueo de lo público nos dure lo que dura un telediario. En realidad, aunque muchas veces pensemos lo contrario, no nos diferenciamos gran cosa de muchos de aquellos a los que votamos para que nos representen o de los que controlan los hilos de los partidos políticos. La clase política de un país suele reflejar la realidad social y por eso somos los ciudadanos los que, con nuestros votos y con nuestra actitud ante lo público, decidimos a qué altura colocamos el listón de la honradez y la decencia que estamos dispuestos a exigirles a nuestros representantes.


Un ejemplo muy claro de que una cosa es decir que se está preocupado por la corrupción y otra muy distinta actuar en consecuencia lo encontramos en el PP. A los populares les ha entrado el pánico ante la comisión de investigación sobre la financiación de los partidos creada en el Congreso de los Diputados. Para evitar verse sometidos a una causa inquisitorial de carácter general por parte de los otros partidos han empezado a maniobrar para acotar al máximo el contenido de la investigación, los comparecientes y el periodo a investigar. Dicho de otra manera, nada de retrotraernos a los tiempos de Aznar  y Rato y a “su milagro económico”; por lo que al PP se refiere con los cuatro años de Rajoy en mayoría absoluta debería ir el asunto servido, y advierten con quejarse al juez para que mande a parar si hay quien quiera ir más allá.
“¿Qué preocupa de esa comisión de investigación al PP si la corrupción en sus filas sólo son casos aislados?” 
Ya comenté en su día que lo de las comisiones parlamentarias de investigación suelen generar más ruido que nueces y, después de meses de reproches y acusaciones cruzadas, cerrarse sin conclusiones novedosas con respecto a la investigación judicial y sin medidas concretas para evitar que lo investigado se repita. De todo modos me llama mucho la atención que al PP le preocupa esa comisión siendo como es la corrupción en sus filas un asunto de simples “casos aislados” cometidos presuntamente por “esa persona que usted dice” y “que ya no pertenece al Partido Popular”. Y menos lo entiendo siendo como es el PP “el partido que más medidas de lucha contra la corrupción ha aprobado” desde la época de Luis Candelas y el Tempranillo. Creo que está tardando el CIS en hacer una encuesta para aclararnos si también entre los dirigentes del PP la corrupción preocupa un montón.       

May a por el voto del miedo

Con los cuerpos de las víctimas de los últimos atentados terroristas aún calientes, la primera ministra británica Theresa May no ha dudado en apelar al voto del miedo en las elecciones generales del jueves. Apenas unas horas después de que tres terroristas acabaran con la vida de siete personas e hirieran a casi media docena en tres lugares distintos de Londres, May compareció ante los medios para abroncar a los británicos por su supuesta tolerancia para con el terrorismo radical y para prometer mano dura legal con los que cometen atentados como los del sábado por la noche. En su discurso, May  olvidó mencionar el detalle nada secundario de que, durante su paso por el ministerio del Interior, las fuerzas de seguridad británicas perdieron a 20.000 agentes víctimas de los recortes en su ministerio.
“Durante su paso por el Ministerio del Interior se suprimieron 20.000 agentes policiales en el Reino Unido”
Hoy se lo ha recordado su contrincante laborista Jeremy Corbyn, quien incluso ha pedido su dimisión. La promesa de May no sólo es obscenamente electoralista por el momento elegido para hacerla, sino también ineficaz y demagógica tomada aisladamente. No me puedo imaginar cómo puede disuadir a un terrorista que está dispuesto a morir para acabar con la vida de cuantos más inocentes mejor, saber que si es detenido por la policía pasará más años en la cárcel. Del terrorismo y de su amenaza, cualquier ciudadano medianamente informado sabe que se trata de un problema complejo y multicausal. Hacerle frente con alguna garantía de éxito requiere desplegar medidas y acciones coordinadas en varios frentes.

La colaboración y el intercambio de información policial y de inteligencia es sólo uno de esos frentes pero no puede ser el único. En el Reino Unido hay más de 24.000 personas bajo la lupa policial por su posible peligrosidad para la seguridad pública y aún así el país ya ha sufrido tres ataques terroristas en menos de tres meses. El endurecimiento de las condenas contra los terroristas y contra quienes sean encontrados responsables de su radicalización asesina debe formar parte también del conjunto de herramientas con las que un estado de derecho está legitimado para hacer frente al odio y a la intolerancia de quienes pretenden ponerlo de rodillas.
  

Sin embargo, con ser imprescindibles la acción policial y la dureza penal, no son suficientes por sí solas para garantizar hasta donde ello sea posible la seguridad pública. Gobiernos como el de May o el que acaba de abandonar el poder en Francia, país también golpeado con dureza por el terrorismo, siguen aferrados a la dinámica de la acción – reacción  sin hacer la imprescindible reflexión sobre las razones por las que jóvenes nacidos y criados en su suelo han rechazado hacer suyos los valores de la tolerancia y el respeto hacia las creencias de los demás de las sociedades occidentales y han optado por la vía del fanatismo y la inmolación.
“Buscar las causas del fanatismo terrorista no es darles coartadas a los terroristas”
Tampoco hay en estos líderes una sola brizna de reconocimiento de la responsabilidad de Occidente en las injusticias históricas cometidas en las zonas de las que proceden las familias de estos jóvenes radicalizados y fanatizados. No estoy de acuerdo con que hacer esa reflexión en voz alta, buscar soluciones justas y duraderas y reparar hasta donde sea posible los errores cometidos, sea facilitarles coartadas a los asesinatos terroristas. La mano dura que promete May y la intensificación de la vigilancia policial y de inteligencia no pueden estar reñidas con el análisis profundo de las causas del terrorismo porque sin conocerlas y reconocerlas será muy difícil obtener resultados satisfactorios en este pulso a vida o muerte entre la libertad y la barbarie.

Uno podría incluso comprender que May esté nerviosa al ver que la ventaja sobre los laboristas que le daban las encuestas cuando convocó las elecciones del jueves se ha reducido a la mitad. No ganar con contundencia a sus rivales para poder imponer a Bruselas una negociación del brexit a cara de perro trastoca sus planes políticos ahora amenazados además por la caída de su popularidad y el terrorismo. Lo que es mucho menos comprensible es que a May no le haya temblado el pulso para usar a las víctimas de los últimos atentados como excusa para alentar el voto del miedo. Escuchándola y viéndola este domingo a las puertas del 10 de Downing Street era imposible saber si hablaba la primera ministra británica o la candidata a seguir siéndolo. Y hay diferencias entre lo uno y lo otro.        

Los malos humos de Trump

No deberíamos llamarnos a engaño ni rasgarnos las vestiduras. De hecho, el repelente personaje aún está por debajo de las peores expectativas que teníamos sobre él cuando se sentó en el trono del país más poderoso del mundo. De momento lo están frenando los contrapoderes y algunas de sus promesas estrella han quedado empantanadas. Ahí está la negativa del Congreso a poner el dinero que pedía para continuar la construcción del muro entre su país y México y que, según este personaje de opereta, pagarían los mexicanos. Ahí está también, frenada por un simple y mortal juez, la primera gran medida que tomó nada más pisotear la moqueta del Despacho Oval: impedir que los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana pisaran el sagrado suelo estadounidense.

Por no hablar de lo tiesas que se las está teniendo con los poderosos medios de comunicación norteamericanos a propósito de sus peligrosas amistades y conchabeos rusos que, aunque muy difícil, no es imposible que terminen en un impeachment si se llegara a probar que ha obstaculizado la acción de la justicia. En otras palabras, el sistema norteamericano de contrapoderes está funcionando hasta el momento e impidiendo que este energúmeno se maneje como realmente le gustaría, a empellones y de la manera más grosera como puso de manifiesto la semana pasada en la cumbre del G7.
“El sistema de contrapoderes está impidiendo que este energúmeno se maneje a empellones”
Lo que esos contrapoderes no pueden evitar es que, usando sus amplias atribuciones presidenciales, el vociferante magnate de los Estados Unidos haya decidido hacerle un soberano corte de mangas a un problema global que no sólo atañe a su país, sino a todo el planeta: el cambio climático. Su abandono de los acuerdos de París contra el calentamiento global y sus gravísimas consecuencias para millones de personas es la manifestación más genuina de la taruguez mental e intelectual y del egoísmo sin límites de este tipo. Pareciera como si Estados Unidos estuviera en la Galaxia de Andrómeda y los estadounidenses no fueran terrícolas como el resto y no estuvieran igual que el resto expuestos en mayor o menor medida a las consecuencias del cambio climático


Es cierto que los compromisos adquiridos a finales de 2015 en la capital francesa después de arduas negociaciones y que han sido ya ratificados por cerca de 150 países, no son la panacea y en muchos aspectos resultan incluso insuficientes. Son, sin embargo, la única herramienta de la que disponemos en estos momentos para cuando menos frenar el avance del problema y paliar sus efectos apostando por las energías limpias. Tengo la sensación de que esa herramienta se va a ir a hacer puñetas más pronto que tarde por cuanto, si la desprecia la que es al mismo tiempo la primera potencia y el segundo país más contaminante del mundo, lo que cabe esperar es que otros países mucho menos ricos que Estados Unidos sigan sus pasos o se relajen en el cumplimiento de los acuerdos.
“El Acuerdo de París se irá a hacer puñetas si hay efecto dominó y se van otros países”
El efecto dominó parece servido por más que chinos, alemanes o franceses hayan salido a coro a recriminarle al yanqui su falta de solidaridad y de sentido de la responsabilidad para con el presente y el futuro del planeta. Bien es verdad que no están muchos de estos países que afean la marcha de Estados Unidos para presumir demasiados de sus esfuerzos contra el cambio climático, aunque al menos mantienen los compromisos y dicen querer cumplirlos. No obstante, no hay que descartar que en parte esta malhumorada aunque justa reacción esté relacionada con la profunda decepción que ha dejado el presidente norteamericano a su reciente paso por Europa y sus filípicas a tumba abierta sobre el gasto en defensa de los europeos.

Por cierto que el presidente español también acaba de reaccionar con un tuit a la salida de Estados Unidos de los acuerdos de París. En su ya conocido estilo minimalista y muchas horas después de que se pronunciaran otros líderes europeos como Merkel o Macron, Rajoy dice textualmente que “España mantiene su compromiso con el Acuerdo de Parías. EU (Unión Europea) seguirá liderando la lucha contra el cambio climático en la dirección correcta”. Lo cual equivale exactamente a sortear el marrón sin mojarte ni un pelo de la barba y sin romper de verdad una lanza a favor de una lucha que debería estar por encima de cálculos políticos. Se desconoce si esta es la opinión de Rajoy o la de su famoso primo aunque, dicho lo cual, descansó de tanto esfuerzo intelectual.  

Antona da el paso

Puede que sea mi torpeza natural pero no termino de tener claro si el PP quiere entrar en el Gobierno de Canarias o sólo quiere entrar en el Gobierno de Canarias. De lo que no tengo duda es de que una de las dos opciones es la correcta, al menos para un sector importante del partido. Su líder, Asier Antona, quiere ser “copartícipe” de la gestión que el ejecutivo en minoría del nacionalista Fernando Clavijo tendrá que hacer de la millonada rajoyana que llegará a las islas vía nuevos Presupuestos del Estado. La forma y el fondo elegidos por Antona para hacer el anuncio urbi et orbi pueden marcar tendencia a partir de ahora por su originalidad. El esperado anuncio no ha llegado después de una larga y provechosa reunión entre los futuros esposos políticos ni tras un cónclave de tres días y medio de la dirección del PP en pleno, con los periodistas pernoctando a las puertas de la sede.

Ha sido un miércoles como a las cinco y a través de una agencia madrileña de noticias cuyo nombre no consigo recordar. Ahí es en donde ha planteado la necesidad de “coparticipar” ya en el Gobierno de Clavijo, un término cuidadosamente elegido para restarle connotaciones imperativas e invasivas. A Antona, que llevaba meses deshojando la margarita sobre su entrada en el Gobierno y al que los periodistas canarios sólo habían conseguido arrancarle ambigüedades, le han entrado ahora unas urgencias tremendas y exige que Clavijo responda a sus requerimientos en el plazo máximo de un mes. Pasado ese tiempo - dice - ya no le interesa el acuerdo. 

“¿Este es el mismo PP cuyo único objetivo era darle estabilidad al Gobierno?”

¿Es éste el mismo PP que ha repetido como un mantra que su único objetivo es darle estabilidad al Gobierno? ¿Lo desestabilizará aliándose con el resto de la oposición si la respuesta de Clavijo es negativa? ¿Y en dónde ha quedado, de la noche a la mañana, aquello que decía Antona  de que “en lo único que pensamos en estos momentos en el PP es en ganar las elecciones de 2019? ¿Qué ha pasado para que el objetivo ahora sea “coparticipar” en el Gobierno?


Por lo demás, es llamativa la poca confianza de Antona en la capacidad de CC para gastarse las perras que Rajoy, en otro alarde de generosidad al que tan acostumbrados tiene a los canarios, destinará a las islas en los nuevos presupuestos. Además de olvidar que si hay cuentas públicas nuevas es porque dos diputados nacionalistas canarios han votado a favor, no parece que la mejor manera de iniciar una larga amistad sea llamar torpe e ineficaz a aquellos que quieres que sean tus socios políticos. Puestos a hablar de gestión, se podría hacer una larga lista de los aeropuertos para las personas, los auditorios para los pájaros y las autopistas de peaje para las cabras construidos con dinero tan público como el que recibirá Canarias en estos presupuestos. No habría siquiera necesidad de consultar la amplia bibliografía judicial al respecto para tener una idea exacta de la manera en la que el  PP ha venido manejando desde hace años el dinero de los contribuyentes.

 “Llamar torpes a tus futuros socios no parece la mejor manera de iniciar una larga amistad”

Lo que Antona no ha dicho de manera explícita es qué áreas de gobierno necesita el PP para "coparticipar" en la gestión eficaz y eficiente de esos recursos públicos. Otros lo han hecho por él y leyendo la lista uno se pregunta por qué no se ha pedido también la presidencia del Gobierno y hasta la jefatura del cuerpo de bedeles autonómicos. Pensando con un poco de espíritu maquiavélico, puede que lo que en el fondo busque el líder del PP sea poner el listón tan alto que ni un corredor de fondo como Clavijo lo podría saltar.

Esto le serviría para acallar a los que en el partido esperan que su líder aproveche la riada de millones para matar el gusanillo de poder que produce llevar casi siete años calentando bancos en la oposición. Además, la negativa del presidente tranquilizaría al sector que ve un grave riesgo político en embarcarse en el Gobierno cuando la legislatura empieza ya a declinar y cuando la estrategia más inteligente sería la de mantener la oposición firme pero responsable.  Puede que detrás del órdago de Antona esté la necesidad de satisfacer a esos dos sectores del PP, aunque eso no implica necesariamente que Antona sea una especie de Maquiavelo macaronésico ya que ni siquiera tiene aires florentinos. Eso sí, un acusado ramalazo soriano es claramente identificable. 

Moix y lo que nos queda por ver

A la larga y conspicua lista de políticos y empresarios españoles con intereses en paraísos fiscales se acaba de incorporar nada menos que Manuel Moix, el fiscal jefe Anticorrupción. Diría que lo último que nos faltaba por ver era que el responsable público de perseguir los delitos de cuello blanco cayera bajo la sospecha de cometerlos. Prefiero la cautela y esperar acontecimientos porque me temo que lo último por ver aún no lo hemos visto. A Moix le ha descubierto www.infolibre.es una participación del 25% en una empresa radicada en Panamá, ese país que no localizaríamos en el mapa si no fuera por su opacidad fiscal y por sus ventajas para quienes pueden y desean burlar a la hacienda de sus países. El mismo país del que aún hay ingenuos que creen que el dinero y los bienes de las empresas que en él se ubican son para luchar contra el hambre en el mundo.

Cual si fuera un Messi de la fiscalía, Moix alega en su defensa que todo fue cosa de su papá y que la Agencia Tributaria conoce de la existencia del chiringuito panameño y él está al corriente de sus obligaciones fiscales. Su padre fue el que creó la empresa en Panamá y después se la dejó en herencia a él y a sus hermanos. Afirma que no tiene actividad y que su única propiedad es un chalé en Madrid valorado en más de medio millón de euros. Moix desconoce las razones por las que su progenitor – catedrático e inspector de trabajo – abrió una empresa en Panamá y nos recomienda que  se las preguntemos a él. Lo haríamos con sumo placer si no fuera por el pequeño inconveniente de que murió en 2011, aunque eso ahora es lo de menos.

“¿Lo último que nos quede por ver es al fiscal Anticorrupción bajo la sospecha de evadir impuestos?”

Lo que empieza a chirriar como los ejes de mi carreta es la razón por la que Moix no ha liquidado la empresa panameña en la que figura como participe. Él asegura que se debe a que los hermanos herederos no se ponen de acuerdo sobre los gastos fiscales pero parece una explicación algo forzada. En cualquier caso, es sólo su palabra y no por ser fiscal jefe Anticoprrupción tene Moix un plus de credibilidad con respecto al resto de los ciudadanos. Lo que se impone es una investigación de oficio por parte de la Agencia Tributaria que aclare si lo que dice Moix es cierto y si efectivamente la empresa no ha tenido actividad.


Convendría también que la propia Fiscalía investigara a su responsable Anticorrupción porque, a fecha de hoy, no hay constancia de que Moix informara a la inspección del Ministerio Público de sus intereses panameños. Hay que recordar que el Estatuto de la Fiscalía es muy restrictivo con las incompatibilidades de los miembros de la carrera fiscal y ser administrador, accionista, socio o gestor de una empresa – sea española, panameña a de Papúa Nueva Guinea -  está expresamente prohibido. Mientras se sustancian esas investigaciones, Moix tiene que irse a casa inmediatamente y dejar abiertas de par en par las ventanas de la fiscalía Anticorrupción para que corra el aire fresco y limpio.

“Moix tiene que irse ya a su casa y dejar abiertas las ventanas para que circule el aire fresco”

El sólo hecho de haber mantenido en secreto su participación en una empresa ubicada en un paraíso fiscal le inhabilita ética y estéticamente para seguir al frente de la institución pública encargada de perseguir a los corruptos y llevarlos ante el juez.  Recordemos que Moix, su jefe directo el Fiscal General del Estado y el jefe político de ambos, el ministro de Justicia, fueron reprobados hace sólo dos semanas por el Congreso de los Diputados a propósito de su actuación en el “caso Lezo”. Es el mismo Moix al que el ex presidente madrileño Ignacio González, en la cárcel por ese caso de presunta corrupción, consideró el candidato ideal para dirigir la fiscalía Anticorrupción.

Los tres, sin embargo, siguen hoy en sus cargos mientras se desploma la confianza de los ciudadanos en la Justicia. Y encima y para mayor escarnio hemos de soportar las jeremiadas del PP después de que la Audiencia Nacional le haya ordenado a Rajoy que dé la cara y deje de parapetarse detrás del plasma en el caso Gurtel, la madre y el padre de la corrupción en el PP. ¿Nos falta algo por ver? ¿Qué será lo siguiente? Hagan sus apuestas.     

Lo que diga mi papá

Usted y yo necesitaríamos siete vidas como los gatos para ganar lo que gana una estrella del fútbol en un año. Corremos todos los días de un lado para otro absortos en nuestras obligaciones pero cuando llega el fin de semana se para el mundo y triunfa el fútbol. El domingo por la noche zapeamos en la radio y en la televisión para escuchar comentarios y ver goles. El lunes por la mañana, con el primer café de la semana, comienza un ritual que dura hasta el miércoles. Incluye críticas al totorota del entrenador si hemos perdido y alabanzas sin cuento si hemos ganado; no olvidamos repasar en profundidad la actuación de nuestras estrellas y las del rival y, si se nos dio mal, recordamos la familia del árbitro hasta el tercer grado de consanguinidad. El resto de la semana hasta el sábado lo empleamos en preparar la alineación, espiar al rival y hacer cálculos matemáticos sobre quiénes jugarán la Champions aunque para eso falte aún vuelta y media de competición.

No creo que lleguen a una o dos las tertulias futbolísticas de bar en las que los aficionados hablen del dineral que los adorados ases del balompié y algunos de sus directivos defraudan o evaden a Hacienda. Se me escapa la razón de tanta tolerancia social para con el escaqueo fiscal de estos señores. Sólo se me ocurre como causa que la inmensa mayoría de los aficionados está tan ofuscada que no cae en la cuenta de que, mientras ellos trabajan a destajo y cumplen con Hacienda, sus ídolos se lo están llevando crudo antes sus propias narices.

“No llegan a una dos las tertulias de fútbol en las que se hable del fraude fiscal de los futbolistas”

Ni usted ni yo, cuyos ingresos conoce la Agencia Tributaria hasta el tercer decimal, podríamos defraudar un euro a Hacienda. Los futbolistas, sin embargo, tienen derechos de imagen, el maravilloso truco del almendruco para pagar menos al fisco. Empresas ubicadas en paraísos fiscales que habitualmente son propiedad del jugador y que tributan por el Impuesto de Sociedades, gestionan esos derechos y pagan al futbolista. Este, a su vez, está obligado reflejar esos ingresos en su declaración de la renta.


La pregunta se cae de madura: ¿lo que los jugadores declaran como ingresos por derechos de imagen es todo lo que realmente ingresan a través de sus propias empresas? La respuesta, según Hacienda, es que hay sensibles diferencias y esto en la práctica quiere decir que los futbolistas pagan por Impuesto de Sociedades parte de lo que deberían pagar como IRPF, cuyos tipos son sensiblemente superiores. Aproximadamente ese suele ser el modus operandi de todos los que han sido condenados o investigados por la Hacienda pública. Y no hablamos de casos aislados y excepcionales sino de una larga lista que va desde Cristiano Ronaldo a Leo Messi pasando por Iker Casillas, Mascherano, Samuel Eto’o, Xabi Alonso, Neymar, Adriano, Piqué, Ramos o Alexis. En otras palabras, que se podría conformar un gran equipo con muchas posibilidades de ganar la Champions sólo con aquellos  sobre los que Hacienda ha puesto su atención. 

“Con los jugadores investigados por Hacienda se podría conformar un equipo ganador de la Champions”

Al ministro Montoro se le tiraron al cuello por quejarse en el Congreso de la tolerancia de los españoles con el fraude fiscal de los futbolistas. Es cierto que Montoro no es el más indicado para hablar de estas cosas después de su amnistía fiscal para que los que escondieron el dinero en Suiza lo pudieran repatriar cómodamente. Sin embargo, no le falta un punto de razón. Si usted pregunta, la mayoría de los ciudadanos echara pestes del excesivo número de políticos que hay en este país, de lo mucho que cobran y del dineral que algunos ocultaban en Suiza. Pero ni una palabra sobre lo que cobran los futbolistas ni sobre lo que dejan de pagar a Hacienda, por más que lo que ellos no pagan lo tengamos que pagar los demás.

No quiero ponerme moralista pero me pregunto cómo encaja esta orgía de millones, coches deportivos y mansiones espectaculares que exhiben los futbolistas a través de los medios con la cultura del esfuerzo y el trabajo que supuestamente deberían los padres inculcar en sus hijos. Los chicos ven en estas galácticas estrellas y en sus comportamientos y estilo de vida regalada modelos a imitar. Y no es precisamente el mejor de los ejemplos que, además, sus iconos también defrauden a toda la sociedad no cumpliendo con sus obligaciones fiscales como hace el resto de los ciudadanos, incluidos sus padres. “Lo que diga mi papá”, aquella lapidaria frase de Messi para eludir su responsabilidad por fraude fiscal, no puede ser ejemplo a seguir por los chavales ni tolerar por los padres.  

Mánchester y la razón

Tras los atentados de Mánchester alguien ha escrito  – no recuerdo quién ni dónde – que los occidentales empezamos a acusar fatiga de compasión. Tiene toda la razón. Los actos de barbarie terrorista de los últimos tiempos nos están dejando sin palabras y hasta sin argumentos. Admiro a esas personas que son capaces de hilvanar un discurso coherente después de saber que 22 inocentes, la mayoría niños y adolescentes, han volado por los aires sólo porque un fanático decidió que debía acabar con cuantas más vidas mejor, incluida la suya. Yo ya empiezo a ser incapaz de encontrar palabras para expresar las sensaciones que me producen estas masacres y creo que no soy el único. Se nos está agotando el repertorio de actos, minutos de silencio  y frases de condena, asco y repulsa y el catálogo de soluciones también acusa signos de agotamiento. 

Repetir las mismas expresiones cada vez que un descerabrado se lleva por delante unas cuantas decenas de vidas que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora errónea apenas nos sirve para tranquilizarnos temporalmente. En nuestro fuero interno no podemos sentirnos satisfechos porque somos conscientes de que sólo hemos aplicado un placebo para una grave enfermedad, la del fanatismo religioso, el peor de todos los fanatismos. Pero que se nos agoten las condenas o que la razón ya no nos alcance para comprender estos actos salvajes, no puede llevarnos a bajar los brazos y empezar a normalizar estas tragedias.

“No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror”

No nos podemos permitir caer en la impotencia y en el derrotismo ante el terror. Ese es precisamente el objetivo de los terroristas, derrotar nuestra moral y allanar nuestras razones. Y la razón es no sólo la mejor sino la única arma para luchar contra la sinrazón y nuestra frontera más firme para la defensa de los valores de la tolerancia y el respeto. Necesitamos apoyarnos en la razón para no hacerles el juego a quienes ven en atentados como el de Mánchester la excusa perfecta para arañar votos cabalgando sobre la xenofobia y el racismo. La coincidencia del atentado en esa ciudad inglesa con la campaña para las elecciones del 8 de junio en el Reino Unido no puede haber sido casual. Su objetivo, además de cegar cuantas más vidas mejor, ha sido poner contra las cuerdas el sistema democrático y sus elementos constitutivos. A esas fuerzas políticas que braman contra los refugiados y los inmigrantes, hechos como el del lunes les sirven para alimentar sus discursos de odio al extranjero, especialmente si profesa la fe de Alá.


La razón es también la única herramienta que nos servirá para comprender por qué los estados europeos han fracasado de manera tan flagrante a la hora de integrar en la cultura occidental y en el respeto a las creencias de los demás a jóvenes nacidos y criados en nuestros países y de religión musulmana. Es tambíen la única vía para encontrar las soluciones que ayuden a reparar los graves errores y las injusticias históricas cometidos por Occidente en los países de donde proceden las familias de estos jóvenes radicalizados.

“Responder a la acción con la reacción es una salida pasajera de dudosa eficacia”

Responder a la acción con la reacción sólo es una salida pasajera y de dudosa eficacia. Sacar el ejército a las calles como ha hecho el gobierno conservador británico o como hizo también en Francia el socialista Hollande sólo sirve para transmitir una sensación de seguridad más artificial que real. Además, ningún país democrático se puede permitir luchar contra el terrorismo suspendiendo indefinidamente libertades y derechos porque estaría abdicando ante quienes se han propuesto acabar con los rasgos más característicos de la democracia.

Vigilancia y prevención policial son medidas imprescindibles pero insuficientes como ha vuelto a quedar de manifiesto en Mánchester. La acción coordinada de los países amenazados por el terrorismo sobre las causas últimas que lo alimentan y la implicación de los gobiernos para integrar en los valores democráticos a los inmigrantes de segunda o tercera generación susceptibles de caer en las redes del radicalismo, son también ineludibles. Es lo que aconsejan la razón y el sentido común frente a quienes desearían con todas sus fuerzas arrastrarnos a la ley del Talión sin importarles que todos acabemos ciegos.   

Sánchez y Cataluña: algo en lo que pensar

El independentismo catalán protagoniza un nuevo pulso con el Estado y, si bien el desafío no es nuevo, cualitativamente sí parece más grave. Puigdemont y quienes le siguen se muestran dispuestos a declarar unilateralmente  y de inmediato la independencia haya o no haya referéndum. Si lo hay miel sobre hojuelas pero si el  antidemocrático gobierno de Madrid no lo autoriza, se declara la república catalana y aquí paz y después cava. Resulta sarcástico que para justificar decisiones antidemocráticas e inconstitucionales se apele precisamente a la democracia. Por lo que se ve, para los soberanistas catalanes esa palabra y el significado que encierra vale tanto para una cosa como para la contraria.

Los planes para la desconexión catalana del resto de España ya están negro sobre blanco en un borrador de ley en el que se recogen medidas tan democráticas como poner los jueces al servicio de la Generalitat, quedarse con los funcionarios del Estado, controlar  los medios de comunicación privados y hacer del catalán la única lengua oficial de la república catalana.  El texto parece inspirado en alguna república bananera de medio pelo aunque quienes lo respaldan aseguran ser demócratas de toda la vida que se indignan si los demás no apreciamos su fino concepto de la democracia.

“Los planes para la desconexión catalana ya están negro sobre blanco”
  
Este texto, digno de los anales del constitucionalismo, lo dio a conocer EL PAÍS el mismo día en el que el renacido Pedro Sánchez se convertía en el hombre del momento: redes sociales, radios, televisiones y casi todos los periódicos le dedicaban sus mejores minutos y espacios salvo precisamente el periódico de PRISA. En este caso, su primera página la presidía un titular de los que se reserva para las grandes ocasiones con los planes del soberanismo catalán para la secesión. Y no creo que fuera por casualidad que la noticia se colocara exactamente encima de la foto de Sánchez saludando a su hinchada desde el balcón de Ferraz. Parecía como si el periódico de Cebrián, nada sospechoso de sanchista como es público y notorio, le estuviera advirtiendo al flamante líder del PSOE de que debe buscar un rato libre para pensar en la que se avecina si los soberanistas catalanes no van de farol.


 Si esa hubiera sido la intención no le faltaría algo de razón. De Rajoy ya sabemos lo que piensa sobre la independencia de Cataluña: primero la ley y si ésta no da resultados aplicamos  la ley  y, si aún así, no se resuelve el problema aplicamos otra vez la ley. Eso sí, a estas alturas de este docudrama no parece que haya otra alternativa porque la opción del diálogo hace tiempo que quedó atrás y porque dos no dialogan cuando uno no quiere. Es lo que demuestra el desdén con el que Puigdemont ha rechazado la tardía oferta de Soraya Sáenz de Santamaría para que el presidente catalán se explaye en el Congreso sobre sus planes.

Respecto a Ciudadanos no hay dudas de que se pondrá del lado del Gobierno y respecto a Podemos hay más probabilidades de que apoye a los independentistas catalanes que a la Constitución, como ponen de manifiesto los reiterados guiños de Iglesias al soberanismo catalán y su defensa del llamado “derecho a decidir”. La gran incógnita es Pedro Sánchez y el PSOE porque, como quedó de manifiesto en la campaña para las primarias, el líder socialista elegido el domingo no parece tener una idea muy clara de lo que hacer ante este órdago.

 ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?

¿Sigue defendiendo Sánchez la solución federal aprobada por su propio partido en la Declaración de Granada? ¿Es partidario o contrario a que los catalanes y sólo los catalanes voten sobre la independencia de su comunidad en un referéndum sin amparo constitucional? ¿Piensa lo mismo sobre este asunto Pedro Sánchez que el primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes, Mikel Iceta? Ante un eventual escenario de hechos consumados interesa saber también si el PSOE apoyaría la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. En él se establece que “si una Comunidad Autónoma no cumpliere con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

Y lo más importante de todo: ¿Tú sabes lo que es una nación, Pedro?