El timo de las plusvalías

Me maravilla lo candorosos que somos a veces los ciudadanos de este país cuando toca pasar por alguna de las numerosas cajas públicas en las que pagar nuestros impuestos. Nos quejamos y criticamos que nos cobren por todo ayuntamientos, cabildos, gobiernos autónomos y gobierno central pero sacamos la cartera y ni siquiera nos preguntamos si todo lo que pagamos está sustentado en la lógica más elemental. Eso sí, en cuanto nos plantean hacer algo para que paguen más los que más tienen, para que se persiga el fraude y la evasión fiscal y para que los impuestos que pagamos respondan a criterios razonables enseguida se nos pasa el enfado.

Vaya por delante que no soy un enemigo de los impuestos, más bien al contrario. Como han demostrado durante décadas los países escandinavos, un sistema fiscal progresivo sin recovecos por los que escaquearse es la mejor manera de conseguir una redistribución lo más justa posible de la riqueza y de favorecer por tanto la igualdad social. De lo que estoy en contra es de que las administraciones públicas tomen a los ciudadanos por rehenes y les apliquen impuestos tan absurdos como el de las plusvalías por la compra venta de propiedades urbanas sin que importe ni poco ni mucho si ha habido ganancias o pérdidas en la operación.


“El impuesto sobre una plusvalía inexistente que han aplicado los ayuntamientos es  confiscador y falto de toda lógica”

Tuvo que ser un ayuntamiento vasco el que advirtiera por primera vez de la posible inconstitucinalidad en la que estaban incurriendo todos los ayuntamientos de este país al cobrar por una plusvalía que no se había producido. Ahora ha sido el propio Tribunal Constitucional el que ha venido a confirmar el despropósito y la sinrazón de ese impuesto que el legislador tendrá que reformar más pronto que tarde para adaptarlo a la doctrina del alto tribunal. 


Los ayuntamientos perderán un buen pico con este fallo constitucional que echa por tierra una importante fuente de ingresos para las arcas municipales. En cualquier caso, lo que no puede seguir ocurriendo, porque así lo establece la decisión del Constitucional, es que por la simple titularidad durante un cierto tiempo de una propiedad urbana el ayuntamiento de turno ya deduzca que se ha obtenido un beneficio en el momento de la venta y nos aplique el correspondiente impuesto revolucionario. Eso es sencillamente confiscador y contrario a toda lógica económica y de la otra como demuestra lo ocurrido con muchas de esas propiedades en cuanto estalló la burbuja inmobiliaria.


"Deben prepararse los ayuntamientos para hacer frente a las reclamaciones de los ciudadanos"

Deben además prepararse los ayuntamientos para hacer frente a una posible avalancha de ciudadanos que, ahora sí, reclamarán que se les devuelva el dinero pagado indebidamente en concepto de plusvalía. Animándoles a que lo hagan hay ya no pocos despachos de abogados que han visto en esta decisión del Constitucional otra buena oportunidad de negocio como ya ocurrió con las preferentes, las acciones de Bankia o las cláusulas suelo. 

Convendría que a quien le corresponda la responsabilidad se pusiera cuanto antes manos a la obra para adaptar la regulación de ese impuesto a lo que dice el Constitucional y el sentido común más elemental que, como demuestra este fallo, no es el más común de los sentidos si por medio hay dinero fresco.  Hay que empezar por dejar bien claro qué pruebas deben aportar particulares y empresas como las promotoras inmobiliarias para demostrar que no ha habido enriquecimiento y que por tanto no ha lugar a aplicar el impuesto. A ver si en esta ocasión estamos algo más atentos para que los ayuntamientos no vuelvan a tomarnos por simples paganinis obligados a apoquinar y a callar. 

Quevedo, solo ante el peligro

Tras horas han tardado hoy Pedro Quevedo y Cristóbal Montoro en no ponerse de acuerdo “prácticamente en nada”. Del meritorio récord del diputado de NC y del ministro de Hacienda han participado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro de Industria, Alberto Nadal. No conozco personalmente a Montoro pero sospecho que una reunión de tres horas con él es de esas experiencias que te marcan para toda la vida. Se lo preguntaría a Quevedo si respondiera a los whatsapp o a las llamadas pero últimamente está tan ocupado presidiendo peliagudas comisiones de investigación, negociando presupuestos del Estado y ordenando el tráfico de cruceros en el Puerto de La Luz que ni caso les hace a esos requerimientos.

El cotizado diputado 176 se personó esta mañana en La Moncloa revestido de hombre de estado con un grueso tocho de enmiendas presupuestarias bajo el brazo de las que quiere obtener todo el aceite posible. Sin embargo, a tenor de sus propias declaraciones tras el extenuante encuentro, tengo la sensación de que se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer. Pedir 450 millones de euros más en los presupuestos y de propina una reforma del sistema electoral canario es un órdago de los que hacen época y que nos ha traído a la memoria el poder que en ocasiones ha tenido en Canarias el diputado 31 del Parlamento autonómico.

“Tengo la sensación de que Quevedo se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer”.

Lo de los millones podría ser asumido sin grandes problemas por Montoro, quien no tuvo dificultades en cerrar un acuerdo con el PNV por un importe  de 5.000 millones de euros, una cifra mucho más abultada que la que piden NC y CC juntos y que sumaría unos 1.000 millones en el supuesto de que Quevedo consiguiera hacer saltar la caja fuerte de Hacienda. Ahora bien, lo de la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y los cambios en la ley electoral de las islas que pide Quevedo para apoyar los presupestos introduce una cuña entre el Gobierno central y CC, valedora de las cuentas de Montoro, que huele a cuerno quemado en la otra cosa nacionalista canaria.


Creo que pecan de excesivo optimismo quienes ya ven en el papel que están jugando los dos diputados nacionalistas canarios una suerte de reverdecimiento de los laureles de antaño cuando incluso se disfrutaba de grupo político propio en la cámara. La realidad es más bien otra y habla ante todo de una aritmética parlamentaria coyuntural que beneficia esas posiciones  y no del reforzamiento de un nacionalismo canario a día de hoy dividido y sin visos de unidad ni a corto ni a medio plazo.

“NC ha visto una oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener en mucho tiempo”.

No me cabe duda de que NC ha visto la oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener de aprovechar la privilegiada posición política del diputado 176 para subirse a la higuera de las exigencias a Montoro que tiempo de bajar de ella habrá. Dicho de otro modo, explotar hasta el final y más allá la atención mediática que esa posición recibe y presentarse ante los canarios como la fuerza política que fue capaz de arañar a los presupuestos del Estado unos cuantos millones más para las islas que los que logró la otra fuerza nacionalista y sin embargo rival político.   

Veremos hasta dónde ceden Montoro y Quevedo en este pulso aunque sospecho que ambos tendrán que dejarse algún pelo en la gatera para alcanzar un acuerdo y luego ya veremos cómo lo adobamos ante la opinión pública  para que nadie aparezca magullado. Lo que no creo es que Quevedo termine pulsando el botón de votar no cuando toque decidir en el Congreso sobre los presupuestos salvo que le apetezcan unas nuevas elecciones generales, que no creo, que animen el aburrido cotarro político de este país. No obstante, ahora que Quevedo ya ha pegado la hebra con Montoro debería llevarse a Román Rodríguez a la próxima reunión:  se equilibrarían las fuerzas estatalistas y nacionalistas y no se vería de nuevo tan sólo ante el peligro de ser abducido por los reconocidos poderes de Montoro de darte con una mano lo que te quita con la otra. 

Debate sin ambición

En su derecho están quienes deseen dedicar su tiempo a averiguar quién ganó el debate socialista de hoy. Es un asunto en el que nunca he creído mucho ya que el resultado sólo se basa en sensaciones y percepciones subjetivas de quien opina tan buenas y fiables como las de otro cualquiera. No es por zafarme y no dar un nombre pero si me preguntaran respondería que no hay ganador en el debate de hoy entre los aspirantes a dirigir el PSOE. No quiero decir que todos hayan perdido sino que ninguno ha estado a la altura de las circunstancias y del crítico momento histórico en el que se encuentra un partido con el bagaje y la historia del PSOE.

Creo que los tres han vuelto a perder una buena oportunidad para explicarles a los suyos y al resto de los ciudadanos cuáles son las ideas y proyectos concretos con los que aspiran a volver a hacer del PSOE “un partido ganador”, según la terminología al uso de los tres candidatos. Lo que se ha visto hoy ha sido una nueva riña – bien es verdad que muy educada - entre los dos aspirantes  con más posibilidades de quedarse con el santo y la limosna del PSOE frente a un tercero que ha intentado de nuevo hacer de Pepito Grillo sin conseguirlo.

“Si me preguntaran respondería que nadie ha ganado hoy el debate”

Resulta descorazonador que en un debate sobre el partido que quiere cada uno de los candidatos, la mayor parte del tiempo lo hayan empleado Díaz y Sánchez en cobrarse las facturas por el pasado reciente. El propio López, que ha hecho hoy loables esfuerzos por no enredarse en ese debate estéril que mantienen sus dos contrincantes desde hace meses, terminó también enredado y por momentos haciendo pinza con Díaz contra Sánchez. López se ha vuelto a parecer hoy al bombero que ha llegado demasiado tarde al incendio y al que no le queda más remedio que aceptar que la única manera de que se apaguen las llamas es dejándolas que sigan su camino hasta que se acabe el material combustible. Sólo que en este caso el material que está ardiendo no es otro que el que representan los 130 años de vida que atesora el PSOE.
  

Más allá de los lugares comunes y de los mantras sobre la abstención para que gobierne Rajoy, los cambios de rumbo de Sánchez o la presunta proximidad de Díaz al PP, casi nada se ha dicho hoy que no hubiéramos escuchado ya. Imagino que los afiliados del PSOE que el domingo elegirán al nuevo líder o lideresa del PSOE y que ya tenían su voto decidido no lo cambiarán en función de lo que han visto y escuchado esta mañana. Del mismo modo, a los que nadaban en un mar de dudas no creo que el debate les haya aclarado otra cosa que no sea que en el partido siguen faltando propuestas concretas y sobrando ganas de revancha.

“Ni siquiera quedó claro si Susana Díaz es una infiltrada del PP  y Sánchez un infiltrado de Podemos”

Por no aclararse ni siquiera se ha aclarado hoy  si Susana Díaz es una infiltrada del PP y Sánchez un infiltrado de Podemos, aunque por lo que ambos se dijeron mutuamente uno estaría dispuesto a creer que así es. No deja de ser sintómatico que los dos postulantes con más opciones a ocupar la secretaría general del PSOE apenas hayan esbozado sus líneas estratégicas principales dejando a propios y extraños con las mismas dudas previas al debate. Es evidente que detrás de esa calculada ambigüedad se esconde el indisimulado deseo de ambos de usar al PSOE como trampolín para llegar a La Moncloa. El problema es que ambos parecen haber olvidado la importancia de asegurar bien el trampolín para no dar saltos en el vacío.

No sé quién ganará las primarias del domingo aunque las quinielas apuestan con fuerza por Díaz y por Sánchez. Pero al margen del nombre del ganador o ganadora, el drama del PSOE es que ninguno de los tres aspirantes parece reunir las condiciones necesarias para encarnar el liderazgo renovador y de consenso que reclama el partido para no caer en la irrelevancia política. Un debate tan poco estimulante, tan trabado en viejas rencillas y tan escaso de ideas como el de hoy revela una vez más que la salida de la crisis socialista dista aún mucho de estar cerca. 

Comisiones de investigación: más ruido que nueces

Pocas cosas como una comisión parlamentaria de investigación para no sacar nada en claro o, si lo prefieren, para no sacar nada nuevo en claro. Después de meses de reuniones y comparecencias varias, los resultados que arrojan son más bien magros y poco novedosos con respecto a lo que ya se conoce del asunto investigado. A menudo, estas comisiones sólo sirven para reproducir en fórmato más reducido las diferencias y las afinidades que los partidos ya mantienen dentro y fuera de la cámara sobre la cuestión de la que se trate. La guerra que han protagonizado las principales fuerzas políticas para presidir las dos comisiones de investigación que se crearon ayer en el Congreso avalan lo que digo.

No tengo ninguna razón de peso para esperar que los resultados de esas dos nuevas comisiones vayan a ser distintos de los de las anteriores ni que vayan a aportar revelaciones espectaculares sobre los asuntos de los que se ocuparán. Obviamente, el hecho de que las presidan dos diputados nacionalistas canarios, – Ana Oramas y Pedro Quevedo -, aunque éste último a regañadientes,  no les otorga un plus de interés para los ciudadanos aunque para ellos supongan una indudable proyección política por el eco mediático que van a tener sus sesiones. Si, como se prevé, deben declarar ante la misma y hacerlo con la verdad por delante bajo pena de prisión o multa personajes como Mariano Rajoy, la expectación informativa está más que asegurada.

“No tengo ninguna razón de peso para esperar que los resultados de esas dos nuevas comisiones vayan a ser muy distintas de las anteriores”

De la comisión que se encargará de investigar el origen de la burbuja inmobiliaria y cómo la misma terminó costándonos 60.000 millones de euros a los españoles para rescatar a las cajas lastradas por el ladrillo, no hay casi nada nuevo que explicar.  Quien quiera ilustrarse tiene a su disposición una abundantísima bibliografía que narra el nacimiento del monstruo cuando José María Aznar liberalizó el suelo y cómo creció y se desarrolló cuando las cajas se dedicaron a conceder créditos como churros sin asegurarse su devolución. Luego vino la crisis y crecieron las sospechas de que las cajas, gobernadas por políticos y no por banqueros, estaban quebradas y no había más remedio que rescatarlas con el dinero de todos.

Es una historia demasiado conocida y sufrida por todos los españoles como para que quepa esperar revelaciones sorprendentes. Ni siquiera el inefable Miguel Ángel Fernández Ordóñez,  gobernador del Banco de España cuando la explosión del ladrillo y felizmente para él eximido ahora por el juez del desastre de la salida a bolsa de Bankia, dirá otra cosa que no sea exculparse una vez más de haber mirado para otro lado mientras el monstruo inmobiliario engordaba.

“Sólo si se acordaran medidas para que estos hechos no se repitan estarían justificadas”

De la comisión que investigará otra caja, aquella en la que presuntamente contabilizaba el PP el dinero que recaudaba para financiarse irregularmente, podría esperarse algo más si no fuera porque el asunto ya es también lo suficientemente conocido a través de no pocos libros y, lo que es aún más importante, de unos cuantos autos judiciales que no dejan lugar a muchas dudas sobre el asunto. Que en esa comisión tenga que comparecer probablemente Mariano Rajoy – suponemos que en vivo y de cuerpo presente – no significa que el presidente vaya a decir nada que no haya dicho ya y que en síntesis ha sido exactamente nada. Si para cuando Rajoy declare como testigo vía plasma ante el juez de la Gürtel ya ha dicho el PP que no tiene nada que aportar, sería ingenuo suponer que lo va a hacer en una comisión parlamentaria por muy seria y formal que sea.

Mi escepticismo y seguramente el de muchos otros ciudadanos ante los resultados de estas dos comisiones de investigación no significa que no crea que estos asuntos no deban analizarse a fondo en sede parlamentaria. Sólo digo que la experiencia ha demostrado que, en todo caso y como mucho, no van nunca más allá de lo que va la Justicia que los investiga. En cambio, generan un ruido mediático y una distorsión política en la que importa más sacar los colores del rival o autoprotegerse de las acusaciones que llegar al fondo de la verdad. Ni siquiera confío demasiado en que sirvan para acordar medidas consensuadas que impidan que los hechos investigados se repitan, aunque con eso sólo su constitución, sus trabajos y las retribuciones que van a cobrar sus integrantes estarían más que justificadas. 

El hombre que arengaba a las vacas

O Nicolás Maduro está muy sólo y no tiene a nadie más con quien hablar o tendría que hacérselo mirar con urgencia. Arengar como hizo hace poco a una manada de vacas (ver vídeo) para que apoyen su inconstitucional reforma de la Constitución bolivariana, evidencia no sólo la inestabilidad política de Venezuela sino la de su presidente, de la que hasta ahora no sospechábamos mucho. Es cierto que en su día vio pajaritos que asoció con el espíritu de su amado líder Hugo Chavez pero pensamos que había sido una alucinación pasajera que ya habría superado. El mitin vacuno de Maduro ya ha dado para unos cuanto memes y no pocos chistes que, poco más o menos, vienen a considerar que el presidente venezolano está como una cabra o de atar.

Nada de esto tiene gracia alguna en cuanto se recuerda que son ya 40 las víctimas mortales en Venezuela desde que a comienzos de abril se recrudecieron las protestas contra el chavismo. Se me ocurre que, para variar, Maduro podría dejar tranquilas a las vacas y sentarse a hablar con sus compatriotas y con los partidos de la oposición sobre cómo sacar a un país tan rico como Venezuela del pozo al que él mismo y el chavismo lo han conducido. Podría preguntarles si el salario les llega a fin de mes en el caso de que tengan alguno, si cuando van al supermercado o a la farmacia encuentran lo que necesitan y si cuando salen a la calle se sienten seguros. Si en lugar de aferrarse al poder como un náufrago a una tabla hubiera prestado atención a las demandas de su pueblo, al que tanto apela y con el que tanto se le llena la boca, no me cabe duda que habría cuarenta muertos menos y puede que hasta un país en vías de levantar cabeza. 

“Maduro podría preguntarles si  cuando van al supermercado o a la farmacia encuentran lo que necesitan”

Tras ganar las presidenciales por la mínima y perder las legislativas a manos de su denostada oposición, Maduro ha iniciado una deriva hacia la autocracia que ya tiene a su país inmerso en un clima político irrespirable y en una crisis económica y social que no parece tocar fondo. Desde el momento en el que perdió el control del legislativo su única obsesión ha sido ignorar la voluntad de los venezolanos y usar todos los resortes del poder para desembarazarse de la oposición. Ha retrasado sine die las elecciones regionales por miedo a perderlas también y su simulacro de diálogo con la oposición con la mediación de la Iglesia católica fue un frustrante paripé de cuyos acuerdos no ha cumplido ni uno.


En paralelo maniobró con el poder judicial fiel al chavismo para imposibilitar el revocatorio de su mandato por el que bregó una oposición que tampoco ha parado para sacarse a Maduro de encima. Para el presidente de Venezuela, la Asamblea Nacional es como una piedra en el zapato que hay que eliminar por todos los medios, por lo civil o por lo penal. Llamarla, como hace a menudo, “asamblea podrida” sólo porque no la controlan los suyos es señal más que elocuente de lo que significa la democracia para Maduro.

La penúltima arremetida fue enviarle al Tribunal Supremo a usurpar sus funciones alegando el incumplimiento las resoluciones de ese órgano integrado por probos chavistas. Y la última, para la que ha pedido hasta el apoyo de las vacas, convocar una asamblea constituyente formada mayoritariamente por su gente saltándose los pasos del manual de funcionamiento de cualquier sistema democrático. En él se establece que primero se convocan unas elecciones constituyentes y después los representantes elegidos por el pueblo elaboran una nueva constitución que someten a la consideración de los ciudadanos en un referéndum.

“La Asamblea Nacional es como una piedra en el zapato que hay que eliminar por todos los medios”

Todo esto son sólo milongas para un Maduro desatado que nunca ha tenido empacho alguno en saltarse todos los semáforos rojos aunque eso esté llevando al país a estrellarse. Entretanto, la comunidad internacional parece paralizada y temerosa de intervenir de algún modo en Venezuela ante una situación que se torna más crítica cada día que pasa. En España casi todos los partidos políticos y no pocas instituciones han expresado en los últimos días su preocupación por el clima de crispación y enfrentamiento en el que se está sumergiendo Venezuela. Desentona, como ya es habitual y conocido, Podemos que, tratándose de Nicolás Maduro y de su veloz carrera hacia la dictadura final, sigue sin decir ni mu. 

A Dios rogando y con Maza dando

José Manuel Maza no debería seguir un minuto más al frente de la Fiscalía General del Estado. Maza no reúne el principal requisito que debe cumplir quien ocupa un cargo de la responsabilidad del suyo en un Estado de derecho: máxima independencia del poder ejecutivo. Como ciudadano me siento abochornado por su nueva y forzada comparecencia de esta tarde en el Congreso, la segunda en dos meses y ambas relacionadas con casos de corrupción en el PP. En las dos – “caso Auditorio”  en Murcia y “caso Lezo” en Madrid - José Manuel Maza ha obviado las  evidencias y se ha aferrado a la ausencia de pruebas palpables de que sus actuaciones y las del fiscal anticorrupción Manuel Moix, nombrado por él, buscan ahorrarle al PP disgustos judiciales.

En Murcia se opuso a que el fiscal anticorrupción de aquella comunidad acusará al ex presidente autonómico Pedro Antonio Sánchez en el “caso Auditorio”. En Madrid, su hombre de confianza en Anticorrupción, Manuel Moix, hizo lo posible y lo imposible para detener los registros del “caso Lezo” que llevaron a la cárcel al ex presidente madrileño Ignacio González y a otros presuntos implicados en el saqueo de la empresa Canal de Isabel II. La rebelión de los fiscales madrileños le obligó a dar marcha atrás en una decisión a todas luces escandalosa. A los pocos días, no obstante, relevó de sus funciones a los fiscales que investigaban las comisiones del 3% en Cataluña y sin consultarles siquiera dio curso a la denuncia de un imputado contra ellos.

"Maza no reúne el principal requisito que se supone debe cumplir quien ocupa un cargo de la responsabilidad del suyo"

Moix ha llegado a la fiscalía anticorrupción gracias a lo serio que le parecía al mismísimo Ignacio González, como el propio Maza ha reconocido esta tarde en sede parlamentaria. No obstante ello, al actual Fiscal General no se le ocurrió ni por asomo pensar mal de esa preferencia por parte de un político como González que, mucho antes del “caso Lezo”, ya estaba siendo investigado por otros asuntos turbios como el ático de Marbella.  Moix ha sido también quien, raudo y veloz, ha salido a desautorizar de nuevo a los fiscales madrileños que sospechan de que Ignacio González y sus hermanos recibieron un oportuno chivatazo procedente de las altas esferas políticas o de la judicatura que les puso en aviso de que estaban siendo investigados.
  

Ninguna de estas actuaciones de Moix, que como poco pueden calificarse de irregulares, merecen reproche alguno para Maza. Además, no contento con guardar las espalda de su escudero en Anticorrupción, ha tenido también la ocurrencia de pedir que se castigue a los medios de comunicación que publiquen filtraciones judiciales. Cabe suponer que, para este señor, la libertad de expresión y el derecho a la información recogidos en la Constitución deben ser severamente limitados si suponen una amenaza de algún tipo para el Gobierno o para el PP. Al parecer, la Ley Mordaza no le parece suficiente despropósito y quiere reforzarla algo más.

Sólo por una ocurrencia como esa debería ser inmediatamente cesado por quien lo nombró para el cargo, el ministro de Justicia, sólo que éste también debería aprovechar e irse a casa con él ya que a este paso ya ha hecho bueno al nefasto Ruiz Gallardón. Por elevación debería hacer lo propio quien nombró a Catalá al frente de Justicia, un Mariano Rajoy a quien la corrupción en su partido no es extraño que le preocupe más bien poco mientras cuente con fieles escuderos en la fiscalía que se encarguen de echarle agua al fuego.

“Catalá ya está haciendo bueno al nefasto Alberto Ruiz Gallardón

La falta de pruebas tangibles a la que se aferran Maza, Catalá  y Rajoy sobre la proximidad de la Fiscalía General a los intereses del PP en los casos de corrupción no despeja el manto de sospecha sobre sus actuaciones. La persistencia de esa sombra de duda es incluso peor que las pruebas ya que contamina todo el sistema y hace que paguen justos por pecadores. La corrupción y la manifiestamente mejorable lucha contra ella ha dañado severamente la confianza de los ciudadanos en los políticos y en las instituciones. Sin embargo, las reiteradas  actuaciones de la Fiscalía General del Estado a favor de los intereses del partido en el Gobierno o de la Jefatura del Estado -  recuérdese lo ocurrido con el “caso Nóos” entre otros - ha arrojado una permanente sombra de duda que corroe una de las columnas maestras de la democracia, el sistema judicial.  

Asegurarla es de vital importancia y eso pasa por un acuerdo político – que por desgracia ni está ni se le espera -  que haga del Ministerio Público un verdadero poder al servicio del Estado de derecho y no del partido de turno en el Gobierno.

Calasparra como síntoma

El alcalde de la localidad murciana de Calasparra es del PSOE y se llama José Vélez.  A él no le va el vino griego sino cantar las que entiende que son las verdades verdaderas de su partido. En un mitín en su pueblo ha dicho que la gestora federal del PSOE ha actuado como “una mafia” beneficiando a Susana Díaz frente a Pedro Sánchez. Sobra decir que Vélez bebe los vientos por Sánchez en la confianza de que será el próximo secretario general y expulsará a los mercaderes del voto del templo socialista de Ferraz. 

En otro contexto, lo que este alcalde arrocero dijera o dejara de decir no habría interesado a nadie más allá de su pueblo. Sin embargo, en el ambiente gerracivilista en el que se ha instalado el PSOE, lo dicho por Vélez ha sido como echar gasolina en un incendio. Lo de Calasparra es sólo el síntoma de que los candidatos socialistas con más posibilidades de liderar el partido – Sánchez y Díaz - están jugando peligrosamente con fuego sin pararse a pensar mucho en las nesfatas consecuencias que este incendio puede tener para el partido y para el país.

“Flota en el ambiente un olor a revancha y cobro de facturas atrasadas”

Flota en el ambiente un olor a revancha y cobro de facturas atrasadas que no era del todo descartable pero que uno confiaba en que los candidatos serían capaces de gestionar con algo más de cabeza y muchas menos tripas que las que están exhibiendo en esta carrera hacia las primarias del 21 de mayo. Ni Díaz ni Sánchez parecen estar para perder el tiempo con zarandajas sobre modelo de partido ni cómo hacer para conseguir que el PSOE no sea muletilla de nadie, ni del PP ni de Podemos.


El hundimiento, puede que para mucho tiempo, de sus correligionarios franceses en las recientes elecciones presidenciales de ese país no les mueve lo más mínimo a bajar el tono, buscar el entendimiento y ofrecer a los españoles una alternativa creíble a la derecha del PP y al populismo de Podemos. Todo se reduce a la conquista del poder de un partido que por este camino le costará volver a ser verdadera alternativa de poder.

Sonrío para mis adentros cuando  escucho a dirigentes y cargos públicos socialistas pontificar que una vez pasado el calor de las primarias y el congreso federal, todos olvidarán el pasado y volverán al amor y a llamarse compañeros y compañeras como si no hubiera pasado nada. No lo creo en absoluto aunque me gustaría equivocarme: de este proceso de primarias crispado, tan estridente en el tono como plano en el terreno de las ideas, va a salir un PSOE más dividido e incapacitado que el actual para ser la fuerza de izquierdas que este país necesita. 

“El enconamiento entre Díaz y Sánchez ha hecho naufragar la tercera vía representada por Patxi López”

El enconamiento y la polarización entre Díaz y Sánchez han hecho naufragar la tercera vía representada por Patxi López, el único que estaba en condiciones de cerrar, aunque fuera en falso, la profunda crisis de los socialistas españoles. Aunque el candidato vasco lleva apelando a la unidad del partido desde hace meses, el ruido y la furia con el que se emplean sus dos contrincantes han ahogado por completo su mensaje conciliador.

Decidan lo que decidan los afiliados el día 21, este PSOE va a necesitar mucho más tiempo del que dispone para superar el cainismo que lo domina y ante el que se frota las manos su rival político más directo que, contra lo que pudiera parecer, no es ni el PP ni Ciudadanos. Alguien seguro que ya está soñando con el sorpasso en 2019 y tal vez en celebrarlo con una paella de arroz de Calasparra.  

Macron o el nuevo Obélix

Ha llegado Enmanuel Macron al Elíseo y parece como si hubieran llegado Obélix con Astérix y el resto de los vecinos de la aldea gala. Y no lo digo por el aspecto físico, aunque sí puede que hasta lleven consigo la poción mágica y secreta del druida que los volverá invencibles ante las arremetidas de la ultraderecha. Leyendo hoy las valoraciones de los líderes europeos tras el triunfo de Macron en las presidenciales francesas, tengo la inquietante sensación de que la mayoría está vendiendo la piel del oso a destiempo. Por Marine Le Pen votó uno de cada tres franceses y esos son muchos franceses por más que por Macron votaran los otros dos. Sin embargo, pocos líderes europeos tienen en cuenta ese detalle nada menor a la hora de valorar los resultados electorales.

Falta mucho aún para dar por frenado y erradicado el populismo xenófobo del escenario político francés, por no hablar ahora de otros países europeos en los que también ha echado raíces. Sólo se ha ganado una batalla que tendrá continuidad cuando dentro de poco más de un mes los franceses sean convocados de nuevo a las urnas para elegir en doble vuelta a sus representantes en la Asamblea Nacional. A esas elecciones concurrirá Macron con un artefacto político llamado ¡En Marcha! creado ex profeso para las presidenciales y que, hay que reconocerlo, le ha dado un excelente resultado. Ahora tiene un mes por delante para convertir ese invento del marketing político en una fuerza con implantación en toda Francia capaz de darle una mayoría suficiente con la que aplicar, sólo o en compañía, las políticas que ha prometido en las presidenciales.

“Aún falta mucho para dar por frenado y erradicado el populismo xenófobo del escenario político francés”
  
Se las tendrá que arreglar sólo ante los conservadores, los socialistas y los de ultraizquierda. A los dos primeros tiene que agradecerles Macron el apoyo para llegar al Elíseo, no tanto a los terceros a los que no parece que les hubiera importado mucho que en su lugar fuera Le Pen la elegida y por la que seguramente no pocos votaron. Será precisamente ella, la lideresa ultraderechista derrotada ayer, la que irá a por todas en las legislativas procurando obtener fuerza suficiente para cortocircuitar las medidas de un político inexperto que probablemente se sienta hoy abrumado por la responsabilidad que se acaba de echar sobre los hombros.

Desde el punto de vista de la Unión Europea, el triunfo de Macron frente a Le Pen no puede ser una excusa para seguir actuando como si aquí no hubiera pasado nada. Bien está alegrarse de que la ultraderecha haya sido frenada momentáneamente pero se requiere mucho más que palmaditas en la espalda al nuevo presidente francés para reorientar en otra dirección el rumbo de esta vacilante Unión Europea. Estos líderes a los que se les llena la boca con la palabra Europa deberían por una vez hacer una reflexión profunda sobre las razones que han puesto a alguien como Le Pen a las puertas de la presidencia de un país como Francia, cofundador de la Unión Europea, cuna de los valores democráticos y segunda economía continental.

“El triunfo de Macron frente a Le Pen no puede ser una excusa para seguir actuando como si aquí no hubiera pasado nada”

Se verían obligados a admitir que parte de la responsabilidad la tienen las políticas económicas que ha venido dictando Angela Merkel y siguiendo dócilmente el resto en los último años. El gran problema de Macron, su gran contradicción – más allá de su condición de imberbe político  – es que sus medidas económicas para Francia son un calco de las que ha venido imponiendo Alemania durante la crisis con los resultados sociales y políticos conocidos,entre ellos el ascenso de la ultraderecha nacionalista en varios países europeos empezando por Francia. Persistir en ellas daría alas a Le Pen para asaltar el Elíseo dentro de cinco años con muchas más posibilidades de éxito.

Por tanto se autoengañan estos líderes que aplauden de cara a la galería el europeísmo de Macron pero no parecen tener intención de hacer nada significativo para que ese hermoso término vuelva a hacer referencia a un espacio común no sólo económico - financiero sino también social, de igualdad, de libertad y de tolerancia. Revertir las políticas que nos han llevado al actual estado de cosas debería ser su primer objetivo si de verdad hay preocupación por el avance de la ultraderecha  y no una mera pose de quienes parecen creer que con el nuevo Obélix en el Elíseo se han resuelto todos los problemas de Europa.

¿Siempre nos quedará París?

Parece que sí, que de esta saldrán algo más magulladas pero enteras Francia en particular y la Unión Europea en general. Los sondeos vaticinan que el socio liberal Enmanuel Macron – signifique esa definición lo que signifique -  ganará de calle a la ultraderechista Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales  francesas de este domingo. Claro que de los sondeos debe uno fiarse lo justo, es decir, más bien poco, no sea que ocurra que a las encuestas se las lleve el viento y veamos a Le Pen luciendo banda tricolor republicana al compás de La Marsellesa y anunciando el Frexit y la expulsión de los inmigrantes, todo en una misma tacada.

Puestos a elegir entre lo malo y lo peor no hay otra opción que inclinarse por lo primero. Lo segundo sería la puntilla de la doliente Unión Europea y una nueva pica populista – xenófoba – nacionalista en el mismo corazón del viejo continente después de la que los correligionarios británicos han clavado en el Reino Unido. Por eso y a pesar de que Macron no pueda con su pinta de niño bien salido de alguna de las elitistas escuelas en las que aprenden a mandar los altos funcionarios franceses, es inaudito que la ultraizquierda que lidera Jean Luc Melenchon haya decidido ponerse de perfil y decantarse por el voto en blanco o nulo.
  
“Es inaudito que la ultraizquierda que lidera Jean Luc Melenchon haya decidido ponerse de perfil”

Esa irresponsable decisión demuestra lo acertado del viejo dicho de que los extremos se tocan y si como consecuencia de ella accediera a la presidencia de un país como Francia alguien con el pedigrí rancio - carca de Le Pen no iban a encontrar Melenchon y los que dentro y fuera de Francia le aplauden la gracia – véase Podemos en España -  trincheras en las que protegerse. Macron tiene el perfil de ser el producto genuino de la casta económica y política francesa y seguramente intentará aplicar un programa político que prima los ajustes presupuestarios y el adelgazamiento de la administración con la supresión de miles de empleos públicos.
  

Es evidente que son medidas de corte conservador o neoliberal o como se las quiera llamar, pero ni populistas ni xenófobas y, desde luego, no muy diferentes de las que se han aplicado en otros países como España. No quiere decir que sean deseables sino preferibles a las que propone Le Pen por cuanto éstas representan la negación de los más elementales principios y valores sobre los que se asienta la cultura política francesa y europea. Sacar a Francia de la UE como promete la candidata ultraderechista significaría el definitivo golpe de gracia de este tambaleante edificio que algunos, en un alarde de optimismo, siguen llamando proyecto de integración europeo pero al que necesitamos seguir aferrados como un náufrago a una tabla.

Le Pen promete la salida de Francia de la UE y la expulsión inmediata de los inmigrantes irregulares

Pero con ser grave algo así, no lo sería menos que llevará a la práctica otras promesas suyas como la expulsión inmediata de los inmigrantes en situación irregular, la discriminación de los extranjeros frente a los nacionales en el acceso al empleo, la vivienda o la salud, incrementar el número de policías y de plazas en las prisiones y el establecimiento de impuestos disuasorios a las importaciones. Son muchas más las medidas del mismo corte proteccionista – nacionalista – populista – xenófobo que Le Pen lleva en su programa electoral y que no parecen provocar en los seguidores de Melenchon excesiva inquietud hasta el punto de inhibirse de lo que pueda pasar el domingo en el país de la liberté, la égalité y la fraternité.

Ocurra lo que ocurra – y confiemos en que los sondeos estén tan atinados como en la primera vuelta y Le Pen se quede a las puertas del Elíseo - lo que resulta innegable es la división política francesa con 4 de cada 10 ciudadanos votando por la extrema izquierda o por la extrema derecha. Una situación que merece una profunda reflexión en los partidos tradicionales, sobre todo en el socialista, que fue barrido en la primera vuelta de las presidenciales. Reunir de nuevo al pueblo francés en torno a los valores republicanos será también el primer reto de Macron si el domingo se convierte en el nuevo presidente de la República Francesa. De él y sobre todo de la sensatez política de la mayoría del pueblo francés depende que siga quedándonos París y todo lo que eso significa. 

Susana gana sin convencer

Si el proceso para elegir nuevo líder o lideresa del PSOE fuera un partido de fútbol, podríamos decir que Susana Díaz ha ganado por la mínima en la recogida de avales pero no ha convencido a la mitad de la parroquia socialista. Díaz ha jugado en casa, con las bendiciones del aparato del partido, las de los viejos rokeros y el indisimulado apoyo de potentes medios de comunicación que no han parado de jalearla y acompañarla con las palmas. Aún así, sólo ha conseguido sacarle una exigua diferencia de 5.000 avales a Pedro Sánchez, su más directo competidor en la carrera hacia Ferraz, y al que el aparato y la mayoría de los medios han dado descaradamente la espalda.

La primera conclusión que cabe extraer del número de avales cosechados por los tres candidatos a la secretaría general es que el PSOE es un partido dividido casi por la mitad entre sanchistas y susanistas en el que no queda espacio para una tercera vía, la que en esta pugna representa Patxi López. Los poco más de 12.000 avales que ha conseguido el candidato vasco en este primer asalto a la secretaría general le obligan casi a renunciar a su candidatura y a pedir el apoyo en las primarias del 21 de mayo para  Sánchez o para Díaz.

“El PSOE es un partido dividido casi por la mitad entre sanchistas y susanistas"

Las reiteradas apelaciones de López a la unidad de los socialistas apenas han tenido un eco retórico en los otros dos contendientes que, desde el primer minuto, han convertido esta carrera por la secretaría general en un ajuste personal de cuentas entre barones y afiliados. Lejos de calmarlas, la campaña para la recogida de avales no ha contribuido lo más mínimo  a serenar las aguas en un partido que sigue sin superar el traumático comité federal del 1 de octubre del año pasado en el que se aprobó la abstención ante la investidura de Rajoy y Pedro Sánchez renunció a la secretaría general. Sánchez prometió entonces que lucharía por recuperarla y hoy ha dado un golpe de autoridad sobre la mesa que desmiente a quienes casi lo había dado por muerto y enterrado políticamente.


Los avales conseguidos por los candidatos no prefiguran el resultado de las primarias y pudiera ocurrir que esa pequeña ventaja de la que hoy disfruta Susana Díaz frente a Pedro Sánchez se recorte aún más o incluso se evapore. Este cuasi empate técnico en el número de avales aboca a una campaña de primarias en la que ambos candidatos van a tener que luchar puerta a puerta para recabar el apoyo de los afiliados. Seguramente escucharemos a algunos socialistas diciendo cosas poco edificantes de otros socialistas y ello hará que esa brecha que divide al PSOE desde octubre del año pasado se ensanche un poco más todavía. 

Que no se convierta en abismo insalvable después de las primarias y del congreso federal de mediados de junio dependerá de que el ganador o ganadora muestre generosidad y voluntad de integración y entendimiento con el perdedor. Es mucho lo que el PSOE se juega en este envite como para que quien se haga con la secretaría general caiga en la tentación de cobrar facturas políticas atrasadas. Y no es menos importante también lo que se juega este país en términos de estabilidad política si el socialismo democrático opta por inmolarse y dejar el campo de la izquierda a merced de la veleta de los vientos.   

Una censura con truco

Tiene demasiados trucos y todos demasiado visibles para que se pueda confiar en la sinceridad política de la moción de censura con la que Pablo Iglesias quiere desalojar a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno. Ni por las formas ni por el fondo supera esta nueva iniciativa mediática del líder de Podemos un mínimo análisis sobre los verdaderos intereses que se esconden tras la misma. Como en casi todos los ámbitos de la vida, las formas en política no son algo secundario sino la expresión del mutuo respeto debido entre organizaciones que no comparten la misma visión de la realidad.

Tal y como ocurrió en la pasada legislatura cuando no tuvo empacho en formarle el gobierno a Pedro Sánchez y postularse a sí mismo como vicepresidente, Pablo Iglesias ha vuelto a despreciar las más elementales formas de cortesía política y ha anunciado una moción de censura contra Rajoy para la que no se ha molestado en buscar previamente los apoyos necesarios, no ha presentado un programa de gobierno y ni siquiera ha propuesto un candidato alternativo como establece la Constitución. Tanta ambigüedad está muy lejos de deberse a la democrática voluntad de Iglesias de negociar esos aspectos con los otros partidos, como dicen sus corífeos.
  
“Pablo Iglesias ha vuelto despreciar las más elementales formas de cortesía política”

El objetivo nada disimulado es colocar una nueva bomba lapa en la línea de flotación de un PSOE que lo menos que necesita en estos momentos es abrir un debate interno sobre la conveniencia de censurar a Rajoy cuando ni siquiera se ha cerrado el que provocó su abstención en la sesión de investidura. Sobra decir que Iglesias, obsesionado como está con el sorpasso con el que sigue soñando, intenta explotar  a conciencia la debilidad del PSOE si bien en esta ocasión parece haber pinchado en hueso porque tanto los candidatos a las primarias – incluido Pedro Sánchez - como la gestora del partido han reaccionado de forma unánime ante las cartas marcadas con las que quiere jugar el líder de Podemos.
Y si por las formas la manera en la que Iglesias ha vuelto a acaparar la atracción mediática deja mucho que desear, por el fondo es aún menos creíble si cabe. De buenas a primeras, el líder de la coleta ha caído en la cuenta de que la corrupción en general y la que en particular afecta al PP es una cosa gravísima a la que conviene poner fin con la moción de censura contra Rajoy. Incluso se lamenta del deterioro de las instituciones democráticas que, como en el caso del Congreso de los Diputados, él y los suyos no han dudado en más de una ocasión en convertir en un circo mediático. Para Iglesias pareciera como si el de la corrupción fuera un problema de la semana pasada y no una grave falla política que por desgracia arrastra este país desde hace muchos años pero ante al que el líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo. 

“El líder de Podemos se acaba ahora de caer del caballo camino de la carrera de San Jerónimo”.
  
Una caída que tocaba en el momento procesal oportuno, es decir, cuando en lugar de aprovechar la oportunidad que las urnas del 20 de diciembre de 2015 le brindaron para conformar un gobierno alternativo al de Rajoy, prefirió parapetarse tras sus líneas rojas y buscar a toda costa una nueva convocatoria electoral para continuar debilitando al PSOE. Entonces, su estrategia del sorpasso y la mala cabeza de Pedro Sánchez hicieron de nuevo presidente a Rajoy sin que a Pablo Iglesias le enfriaran ni mucho ni poco los casos de corrupción en el PP.

Ahora, que el PP vuelve a estar hasta el cuello de lodo corrupto, el líder de Podemos echa mano del decálogo del buen populista e impulsa una iniciativa que sabe de antemano condenada al fracaso pero que ya le está granjeando importantes réditos mediáticos. Y no es que Rajoy no merezca ser censurado por la negligencia con la que ha actuado ante la corrupción en su partido, sino que la propagandística iniciativa de Podemos lo que busca no es regenerar la vida política sino protagonismo mediático y debilitar al PSOE. La consecuencia política de la irresponsable iniciativa es reforzar a Rajoy al frente del Gobierno y del PP, aunque eso a Iglesias no parece preocuparle en absoluto. El presidente y el partido con más casos de corrupción de este país nunca le podrán estar suficientemente agradecidos. 

Y la oposición ausente

Los escandalosos detalles que siguen aflorando sobre la corrupción en el PP no parecen alterar demasiado el pulso de la oposición política de este país. Que el PP fuera advertido hasta en tres ocasiones de que Ignacio González tenía dinero en Suiza y no hiciera nada al respecto o que el fiscal jefe Anticorrupción siga intentando cortocircuitar la investigación no ha cambiado gran cosa los tópicos discursos al uso. Mucha exigencia de explicaciones políticas, mucha acusación gruesa pero cero iniciativas. La oposición dispone de votos suficientes para forzar la convocatoria de un pleno extraordinario y monográfico sobre corrupción que obligue a Rajoy a dar la cara ante los españoles. Esos votos dan y sobran también para una moción de censura que mande al PP a la oposición y le obligue a una verdadera regeneración de sus filas . 

"Mucha exigencia de explicaciones políticas, mucha acusación gruesa pero cero iniciativas"

Lo que digo no sería pura utopía si los partidos de la oposición antepusieran la necesidad urgente de poner coto a la corrupción y sanear las instituciones democráticas a sus cortoplacistas intereses. Es significativo y llamativo el espeso silencio que sobre este nuevo escándalo de corrupción en el PP guardan los candidatos a la secretaría general del PSOE, enfrascados en la contemplación de su propio ombligo y en la disyuntiva de ser cola de ratón o cabeza de león. Más allá de los lugares comunes habituales del portavoz Antonio Hernando, nada significativo hemos escuchado decir a López, Sánchez o Díaz sobre lo que piensan hacer contra la corrupción cuando uno de ellos asuma el liderazgo del todavía principal partido de la oposición. O se les han secado las ideas o temen arrinconar a Rajoy y provocar un adelanto electoral que les cogería en uno de los peores momentos de su historia. No tengo muchas dudas de que es lo segundo con unas cuantas gotas de lo primero. 
El ciudadano Albert Rivera, muchas veces innecesariamente parlanchín, ha desaparecido de la escena política desde que estalló este último caso de corrupción. Él, que en campaña prometió que su partido jamas apoyaría a Rajoy debido a la corrupción en el PP, prefiere ahora guardar silencio y  preservar los acuerdos políticos y presupuestarios con el presidente que poner los votos de Ciudadanos al servicio de la decencia y la honradez políticas. Podemos,  la tercera fuerza en número de votos del Parlamento y de quien se podía esperar incluso que alquilara una flota de guaguas y la paseara por toda España con los rostros de los “casos aislados” de la corrupción popular, ni siquiera ha reaccionado con algún espectáculo mediático al que tan aficionados son Pablo Iglesias y los suyos y ha vuelto a dejar constancia de su inconsistencia política. 

"Con una oposición como esta no parece que Rajoy tenga mucho de lo que preocuparse"

Con una oposición como esta no parece que Rajoy tenga mucho de lo que preocuparse a pesar de lo mal que huele su partido. O mucho me equivoco o los presupuestos generales terminarán saliendo adelante porque hay fuerzas políticas dispuestas a apoyarlas aunque sea con la nariz tapada. Es el caso de CC,  para la que las perras son las perras y allá se las compongan el PP y los españoles con la rampante corrupción, hipótesis perfectamente aplicable también al PNV. Nueva Canarias, cuyo único voto también puede ser decisivo para la aprobación de las cuentas, sigue deshojando la margarita del apoyo aunque no sé si por repugnancia ante la corrupción en el PP o por inyectarle más suspense al culebrón. Va siendo hora de que se decida y explique con claridad la opción elegida. 
  
Con un partido podrido de corrupción en el gobierno y una oposición pendiente sólo de sus cuitas e intereses coyunturales, resultan cuando menos sarcásticas las apelaciones a los ciudadanos para que confíen en las instituciones democráticas por parte de los mismos que apenas mueven un dedo para defenderlas y adecentarlas. 

Dimite otra vez, Espe

Me pregunto qué sería de este país si Esperanza Aguirre no dimitiera de vez en cuando. Sin esas renuncias periódicas de la lideresa no encontrarían consuelo las almas simples y crédulas que aceptan a pies juntillas que en el PP se asumen responsabilidades políticas por la corrupción. Las dimisiones de Aguirre son el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, la pócima mágica que le ayuda al PP a pasar el enésimo mal trago, la tila política que calma la indignación por la mamandurria que corroe los cimientos del partido en el gobierno. Esta Juana de Arco de la honradez y la decencia, esta heroína de la dimisión y la lágrima fácil ya merece una estatua o dos, el nombre en una céntrica avenida madrileña y que la empresa pública Canal de Isabel II pase a llamarse Canal de Esperanza Aguirre. Que vayan tomando nota Carmena y los suyos, porque la petición se va a convertir en un clamor popular.

El PP nunca podrá agradecer lo suficiente todo lo que Esperanza Aguirre ha hecho por el partido, las veces que ha dado la cara por él mientras otros corrían a esconderse como está ocurriendo ahora de nuevo. Esperanza Aguirre siempre ha estado ahí para anunciar, con voz entrecortada, que presentaba su dimisión, cuantas veces fueran necesarias y todas por el bien de España, de los españoles y del PP, por supuesto. Así ocurrió en 2012 cuando dejó la presidencia de la comunidad de Madrid alegando motivos personales. Cuatro años después la lideresa volvió a dimitir, esta vez como presidenta del PP de Madrid, un cargo que se había cuidado mucho de retener por las vueltas que el mundo de la política pudiera dar.

 “Las dimisiones de Aguirre son el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, el ungüento milagroso que sana las heridas”
  
En esta ocasión sí fue la sinvergonzonería de su estrecho colaborador Francisco Granados en la trama Púnica la que la llevó a renunciar a ese cargo orgánico en el partido. Y como nunca hay  dos sin tres, Esperanza Aguirre ha vuelto a dimitir, ahora como portavoz del PP en el ayuntamiento de Madrid, por la detención y encarcelamiento de su delfín Ignacio González, al que dejó al frente de la comunidad madrileña después de su primera dimisión y que, como Granados, también le ha salido rana.


Seguramente es una suerte de maldición o maleficio pero algo tiene Esperanza Aguirre para que todos aquellos en los que deposita su confianza sin más ambición de que algún día la lleven a la verbena de San Isidro, le salgan rana. Así, la carrera política de Aguirre en la comunidad madrileña ha dejado un charco repleto de ranas corruptas a las que su varita mágica y su supuesta habilidad como cazatalentos no logró convertir en príncipes azules y encantadores.

Y eso, se mire cómo se mire, es una injusticia histórica para una mujer que presume de haber destapado nada menos que la trama Gürtel y que a punto ha estado de averiguar quién mató a Kennedy. ¡Qué mala suerte ha tenido la lideresa con sus colaboradores, cómo han traicionado la confianza depositada en ellos, qué daño le han hecho a esta mujer a la que no cabe atribuirle ni la más mínima sombra de sospecha sobre su gestión!

“La carrera política de Aguirre ha dejado un charco repleto de ranas corruptas"

Espero que después de esta nueva dimisión de Aguirre los académicos de la lengua no se apresuren mucho en suprimir del diccionario el verbo dimitir por  falta de uso. A la vista de que quien tendría que haber dimitido hace tiempo de una vez y para siempre lo que ha hecho ha sido poner mar de por medio para irse a Brasil a hablar de lo mal que está Venezuela, me temo que la lideresa no puede marcharse  a su casa sin prestar aún un nuevo servicio a su país.

¿Quién dimitirá cuando estalle un nuevo caso de corrupción en el PP y el presidente del partido y del Gobierno desaparezca de sobre la faz de la tierra sin dar explicaciones de ningún tipo ni asumir ninguna responsabilidad? ¿Quién convocará a los medios a las dos de la tarde para anunciar  que abandona la presidencia del club de bridge o de la comunidad de vecinos o del club de damas paracaidistas?  Por España y por el PP, dimite otra vez, Espe.  

Francia vota, Europa tiembla.

Pasó la época en la que las elecciones en la mayoría de los países apenas importaban fuera de sus fronteras nacionales. Aparte del lógico interés que siempre han despertado las urnas en Estados Unidos por su condición de primera potencia mundial, en la inmensa mayoría del resto éste siempre ha sido un asunto de interés principalmente  doméstico y sin eco apreciable en medios de comunicación de otros países. Sin embargo, en la actualidad, unos comicios legislativos en un país pequeño y sin peso significativo en el concierto internacional como los que tuvieron lugar hace poco en Holanda, adquieren una dimensión de ámbito continental.

La dura y larga crisis económica, tan pésimamente gestionada por la Unión Europea, además del flagrante fracaso de la política migratoria y los atentados del terrorismo yihadista, han abonado la aparición y el avance de fuerzas populistas y xenófobas que se han extendido y crecido con rapidez y han puesto contra las cuerdas un renqueante proyecto de integración que muchos irresponsablemente consideraron consolidado. Sólo hay que remitirse a lo ocurrido con el brexit y a sus motivaciones para comprobar que lo que actualmente deciden en un referéndum o en unas elecciones los ciudadanos de un país determinado puede tener consecuencias de todo tipo para los ciudadanos de otros países además de para los que las adoptan.

"En la actualidad, unos comicios legislativos en un país pequeño como Holanda adquieren una dimensión de ámbito continental".

Si eso ha pasado con el Reino Unido o con los Países Bajos, y volverá a pasar con las elecciones alemanas de septiembre, mucha más razón hay para que la expectación política europea vuelva a desbordarse ante la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas del próximo domingo. Francia no es precisamente un socio menor de una Unión Europea que vive una de sus peores crisis y, además, el país también experimenta en su propio seno una profunda transformación política que está afectando a los mismísmos cimientos de la V República. El presidente francés no es un convidado político de piedra, sus opiniones y sus decisiones tienen mucho peso fuero y dentro de Francia y ocupar los salones del Elíseo, la sede de la presidencia, es el premio gordo al que aspiran todas las fuerzas políticas.


De hecho, once son los aspirantes que se disputarán el domingo su pase a la segunda vuelta aunque sólo dos lo podrán lograr. Cuatro son los candidatos mejor colocados según las encuestas, aunque de éstas conviene fiarse sólo lo justo debido al alto porcentaje de electores aún indecisos y a una probable baja participación que podría no superar el 66%, algo nunca antes visto. De los cuatro con más posibilidades, todas las miradas están centradas, por un lado, en el emergente Enmanuel Macron y su partido En Marcha, una suerte de Ciudadanos a la francesa; y cómo no, en la heredera de la ultraderecha francesa, la lideresa del Frente Nacional Marine Le Pen, que es quien preocupa de veras fuera de Francia por sus mensajes intensamente xenófobos, racistas y nacionalistas y su compromiso de sacar a Francia de la UE. A escasa distancia se sitúa el atribulado Fillon, candidato conservador metido en líos judiciales, y el ultraizquierdista Mélenchon, encabezando el Parti de Gauche que muestra bastantes similitudes con Podemos.

"¿A cuál de los dos candidatos apoyaría el resto de los partidos si los que pasan a la segunda vuelta son la ultraderechista Le Pen y el ultraizquierdista Mélenchon?"     

Las del domingo son las elecciones presidenciales francesas en primera vuelta más abiertas de la historia de la V República y tendrán lugar, además, en medio de un histórico declive del Partido Socialista, inquilino actual del Elíseo con Francois Hollande además de pata histórica del bipartidismo francés también en horas bajas, que apenas cosecha un escuálido 10% en intención de voto. Se llega, además, a esta cita con las urnas después del nuevo atentado terrorista registrado el jueves que se suma a la larga lista de ataques perpetrados en Francia en los últimos meses y años. Sin duda, esos ataques, la inmigración y las consecuencias de la crisis económica serán factores determinantes en la elección que hagan los franceses en esta reñida primera vuelta electoral del domingo. La gran incógnita y el gran temor es qué ocurrirá el 7 de mayo, fecha de la segunda vuelta, si Le Pen y Mélenchon, los extremos opuestos del arco político francés, triunfan y se sitúan ambos a las puertas mismas del Elíseo. ¿A cuál de los dos apoyarían los partidos que no superen la prueba del domingo? Europa aguarda con la respiración contenida y el corazón en un puño. 

Lo que no hay es vergüenza

A pesar de su notable habilidad para esfumarse cuando caen chuzos de punta, Mariano Rajoy no ha podido evitar esta mañana a los periodistas. Armados de cámaras y micrófonos esperaban por él a las puertas de la patronal, mas no crean que les interesaba lo que tuviera que decir sobre la economía y sus avatares. Conociendo a Rajoy y su ideario económico, noticias como esas son de las que se escriben en la redacción y antes incluso de que se produzcan.  No vale la pena el desplazamiento y el atasco para volver a escuchar lo mismo de siempre.

Ahora bien, si de lo que se trata es de recoger las primeras declaraciones urbi et orbi del presidente a propósito de su nueva condición de testigo de la corrupción en su partido, la cosa cambia sustancialmente. O al menos debería cambiar si no fuera porque a Rajoy no le sacan los periodistas algo que él no quiera decir ni con unas tenazas de barbero. Así que, en este caso, el viaje y los atascos de los periodistas también han sido en vano. Todo lo que ha dicho el presidente es que “está encantado” de ir a declarar en la Audiencia Nacional sobre la caja b del PP que, por supuesto, jamás ha existido. Se me ocurre que si tanto le apetece la experiencia judicial que se le avecina, también podría haber acudido voluntariamente hace mucho a declarar ante un juez y aclarar lo que dice que ahora está encantado de explicar.
  
“Todo lo que ha dicho el presidente es que “está encantado” de ir a declarar en la Audiencia Nacional sobre la caja b del PP”

Sobre todo, a raíz de que empezó a ser evidente que, o no se enteraba de cómo financiaba el PP sus campañas, aún siendo el responsable de las mismas, o se enteraba de todo y hacía la vista gorda por la razón que fuera. Si ocurrió lo primero sería tonto y estaría completamente inhabilitado para dirigir un partido y presidir un Gobierno sin riesgo para el interés público. Si ocurrió lo segundo sería cómplice ante la Justicia y tendría que sentarse no precisamente en el banquillo de los testigos sino en el de los acusados. Y no hay más opciones por mucho que se empeñe el partido en disparar tinta de calamar contra los jueces y la acusación particular tildándola de partidista.


 En este contexto, el presidente dice asumir su nueva condición de flamante testigo de la madre de las tramas de la corrupción que acosan al PP con “absoluta normalidad” y hasta se lanza por los caminos de la pedagogía para decir que “hacer caso de la ley es algo obligado para todos, también para los gobernantes”.  Lástima que los periodistas no le preguntaran también por el color del caballo blanco de Santiago porque se habrían llevado a sus redacciones una buena ración de tópicos y lugares comunes a cual más vacuo e insustancial.

“El presidente dice asumir su nueva condición de flamante testigo de la madre de las tramas de la corrupción que acosan al PP con absoluta normalidad”

Mientras Rajoy dejaba estas lapidarias frases para la posteridad de la historia patria, la Guardia Civil seguía registrando empresas en busca de presuntas comisiones en Suiza – dónde sí no – al ex presidente madrileño Ignacio González, el penúltimo mártir de la causa corrupta popular. Y todo ello en medio de las sospechas de que un miembro del mismísimo Gobierno le había chivado a González que tenía el teléfono pinchado y, por si aún fuera poco, las evidencias de que el nuevo jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix, intentó parar los registros policiales.

Y ya, rizando el rizo y casi al mismo tiempo que ocurría todo lo anterior, la lideresa Aguirre declaraba también como testigo de la Gürtel en la Audiencia Nacional. Allí dijo que de  Francisco Correa nunca había oído hablar y que del dinero para pagar los actos de su partido no tenía ni idea. Pero su minuto de oro fue cuando, ante los periodistas, se compadeció de Ignacio González y hasta se permitió soltar unas lagrimitas por el compañero de fatigas caído en la batalla del trinque de lo público. En fin, para qué seguir ante la evidencia manifiesta de que, además de otras muchas carencia, en este país lo que hay es una inmensa falta de vergüenza política.

Corrupción: nunca pasa nada

A la vista de la tormenta judicial que se abate desde ayer sobre el 13 de la calle Génova, se me ha puesto el día preguntón. Más que nada porque pasan cosas muy graves pero en realidad aquí nunca pasa nada. Vean si no: Mariano Rajoy se convierte en el primer presidente en plenitud de funciones de un gobierno de la democracia en ser llamado a declarar como testigo en un grave caso de corrupción que afecta a su partido y aquí no pasa nada. Le imputan a Ignacio González, la mano derecha de la lideresa de la derecha del país, Esperanza Aguirre, una ristra de presuntos delitos más larga que un día sin pan, y aquí no pasa nada. Y no rebobino porque estaría enumerando casos de corrupción hasta año nuevo, casos que después de conocidos e incluso enjuiciados apenas han tenido otras consecuencias que las judiciales y éstas tampoco muy duras.

"Pasan cosas muy graves pero en realidad aquí nunca pasa nada"

Lo que voy a decir a continuación no pretende exonerar a nadie de sus responsabilidades judiciales o políticas, sólo poner el foco en la primera parte de la ecuación en la que deberíamos fijarnos mucho más: los ciudadanos, que con nuestros votos seguimos renovando la confianza en quien la tendría que haber perdido para siempre si no fuéramos tan condescendientes y tolerantes con la peor lacra de una democracia. Y es en ese contexto en el que me entra la vena preguntona y me pregunto cuánta sinceridad hay en quienes responden en las encuestas que la corrupción les preocupa muchísimo.
 En su última encuesta, el Centro de Investigaciones Sociológicas detectó que la preocupación de los ciudadanos por la corrupción se había disparado.  Ignoro las causas aunque lo más probable es que se debiera a que la encuesta vino a coincidir con una tormenta de corrupción como la que ahora alcanza de lleno al PP. Es seguro que si los encuestadores salieran hoy a la calle y volvieran a preguntar por este asunto a los ciudadanos, reventaría el corruptómetro. Ahora bien, si la encuesta la hicieran dentro de unas pocas semanas seguramente el índice de preocupación se vería sensiblemente aliviado. 

"¿Por qué se nos pasa tan pronto una preocupación que debería ser permanente?"

¿Qué nos pasa? ¿Cómo es posible que seamos tan olvidadizos? ¿Por qué se nos pasa tan pronto una preocupación que debería ser permanente hasta conseguir que los corruptos rindan cuentas de sus actos ante la Justicia y ante los ciudadanos?  Será la Justicia la que determine si Mariano Rajoy es un santo varón desde el punto de vista judicial pero desde el punto de vista político es cuando menos responsable de haber estado en Babia mientras sus más estrechos colaboradores se llenaban los bolsillos. Si es tan corto como para no haberse enterado de la trama que se urdió ante sus mismas barbas es que nunca debió haber sido dirigente del PP y, por supuesto, mucho menos presidente del Gobierno.

Ahora bien, lo grave de verdad es que una mayoría de ciudadanos de este país confiara de nuevo en alguien que ya no merecía confianza ciudadana alguna.  Obviamente, lo que digo vale tanto para Rajoy y el PP como para cualquier otro partido con corruptos en sus filas a los que los ciudadanos siguen renovando la confianza por mucho que lo hagan con la nariz tapada y mirando hacia otro lado. No veo cómo se puede mejorar la calidad del sistema democrático mientras los ciudadanos de este país no asumamos que la solución contra el latrocinio de lo público está en nuestras manos y que de nosotros y de nadie más depende que de una vez empiece a pasar algo.

Guineo presupuestario

Por los Clavos de Cristo y el Señor de la Burrita imploro humildemente al Gobierno y a los partidos políticos que cesen cuanto antes el bombardeo presupuestario al que nos están sometiendo desde hace una semana. No sé ya dónde meterme para esquivar el diluvio de millones que como una plaga bíblica nos ha caído encima desde que Montoro se personó en el Congreso de los Diputados con un pen drive y un power point infectado de cifras y porcentajes. Ni siquiera se han aprobado aún las cuentas y tampoco es tan seguro que se aprueben y ya estamos repicando las campanas y vendiendo pieles de oso un día sí y otro también. Cuando era joven e indocumentado pensaba que los números eran el no va más de la objetividad y que dos más dos nunca podría ser cinco o tres. A estas alturas a las que ya no soy joven y sólo soy un poco menos indocumentado no me sorprende demasiado que a los políticos la suma les de cero, catorce y hasta veinticinco.

Por ceñirnos a Canarias, si uno escucha al Gobierno descubrirá que el trato que reciben las islas en los Presupuestos del Estado de este año es supercalifragilístico y si escucha al PP verá que es, además, espialidoso. Ahora bien, si quien habla es la oposición que no ha estado en el Gobierno o la que estuvo hasta el otro día lo que escuchará es que esas cuentas son la peste negra, el cólera y la malaria, todo a la vez ¿No estará la verdad en el justo medio como dicen que dijo el filósofo? Que desde un punto de vista general y desde un punto de vista territorial canario estos presupuestos son mejores que los anteriores parece evidente; que no son todo lo mejores que deberían para paliar casi siete años de recortes y ajustes en aras del déficit, también es evidente.

Es muy probable, por no decir seguro, que había margen para otros presupuestos con otras prioridades más atentas a las secuelas sociales de la crisis por lo que al marco general se refiere. Por lo que hace a Canarias, la mejora es notable en varios aspectos pero no borra ni compensa suficientemente los sucesivos años de olvido deliberado y trato injusto para con las islas por parte del Gobierno central de Rajoy. En resumen, un presupuesto público no es otra cosa que el reflejo de una determinada situación política en una coyuntura económica concreta.Con Rajoy en minoría y necesitado de amarrar, entre otros, los votos de los nacionalistas canarios para sacar adelante las cuentas, lo lógico es que por fin se cayera de un guindo y viera la luz.

Si, además de eso, hay una cierta mejoría de la situación económica que le permite ser algo más rumboso con quien hasta ahora sido tan tacaño, a nadie le puede  extrañar su nuevo disfraz de rey mago. No hay más misterio en ese cambio de actitud ni responde a una conversión repentina del presidente  a la ultraperifericidad de Canarias que hasta ahora le había importado exactamente un comino. Respecto a los críticos con las cuentas de Montoro, hay dos motivaciones básicas. Podemos las rechaza porque no hacerlo sería portada hasta en el New York Times y el PSOE hace lo propio porque no está el horno socialista como para apoyar  las cuentas de Rajoy después de la que se ha armado en el partido por haberse abstenido para que fuera presidente. 

Una cosa más quiero pedir: que cesen también de una vez, por respeto a la inteligencia de los ciudadanos, las interpelaciones del Gobierno y del PP a lo parlamentarios canarios de otros partidos para que apoyen estas cuentas so pena casi de excomunión y destierro. Quienes hacen tal petición deberían preguntarse en voz alta por qué apoyaron en su día los presupuestos estatales anteriores si eran tan malos para Canarias. Demegogias, las justas.