Del estado del bienestar a la ley de la selva


Del muy imperfecto estado del bienestar del que hemos disfrutado después de muchos esfuerzos en España estamos pasando a marchas forzadas a la ley de la selva en donde prevalecen los más fuertes, léase los más ricos.

Amparado en su mayoría absoluta y en su completa falta de sensibilidad, el Gobierno ha cargado sobre los hombros de los empobrecidos pensionistas de este país el pago de los medicamentos y hasta de las prótesis y el transporte sanitario que necesitan, por ejemplo, para acudir a rehabilitación o a recibir quimioterapia.

No contento con tamaña injusticia, que extiende al resto de la población que tenga la desgracia de ponerse enferma, el Ministerio de Sanidad excluye también de la asistencia sanitaria pública a los inmigrantes irregulares sin detenerse a pensar en los riesgos que representa la medida para la salud pública general y, por supuesto, sin un ápice de piedad para aquellos ciudadanos de otros países extracomunitarios que se han quedado sin trabajo debido a la crisis.

Nada importa, no hay valores ni principios humanitarios ni de equidad social en una derecha ultraliberal que sólo ve en el estado del bienestar un despilfarro de dinero público y no una manera – la única posible -  de redistribución de la riqueza.

Vamos a ritmo imparable hacia esa ley de la jungla en la que los más débiles, los más pobres, los enfermos y los inmigrantes tienen todas las de perder. Sólo importa tranquilizar a los mercados – los reyes de esta selva -, echar números para ahorrar y hablar del déficit y del peligro de ser intervenidos, como si no lo estuviésemos ya de hecho.

Las personas ya no importamos, nuestros proyectos vitales estorban a la hora de hacer la resta y nuestra opinión como ciudadanos importa aún menos. Sálvese quien pueda.    

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