Cinismo y desvergüenza. No
hay otros términos para calificar la recomendación del Fondo
Monetario Internacional al Gobierno de España para que inyecte más dinero
público en la atragantada de ladrillo banca española. Hay que ser muy caraduras y
muy insensibles ante la situación del país y ante los brutales recortes del
Gobierno del PP para hacer una propuesta de ese tipo.
Aunque tal vez no debería
sorprendernos demasiado: El FMI es el fiel guardián de los intereses del capitalismo
y sus mercados y, quien quiera saber más de las desastrosas consecuencias que
han tenido sus recomendaciones a lo largo de la historia, tiene a su
disposición un buen arsenal bibliográfico. Sin ir más lejos, el último y
magnífico libro de Josep Fontana "Por
el bien del imperio" (Ed. Pasado y Presente).
El FMI es el organismo que
permaneció ciego cuando el castillo de naipes del sistema financiero se vino
abajo conduciéndonos a la situación actual después de años de desregulación
bancaria que, por supuesto, aplaudió sin reservas.
El ministro Luis de Guindos
ya ha dicho que tendrán que ser los bancos los que se las arreglen solitos para
digerir su atracón de ladrillo y lo ha dicho con la misma contundencia con la
que Mariano Rajoy anunció que no subiría los impuestos, no abarataría el
despido y no implantaría el copago, y ya ven cómo estamos.
Con esa "recomendación"
del FMI tiene el Gobierno una buena excusa para echarle una nueva manita a los
sufridos banqueros de este país que, llegado el caso, ya sabrá justificar por
la vía de que eso "abrirá el grifo del crédito" y "fortalecerá
nuestro sistema financiero", monsergas para ingenuos ya imposibles de
creer, como casi todo lo que dice este Gobierno mientras hace justo lo
contrario.
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