Ese es exactamente el tiempo que durará la entrevista entre Mariano Rajoy y Obama hoy en la Casa Blanca. Es la entrevista soñada por Rajoy desde que hace dos años y pico llegó a La Moncloa, aunque el presidente norteamericano ha tardado algo más en recibirle que lo que tardó en recibir a Zapatero, que también se pasó sus buenos meses suspirando por una foto junto al líder que tantas expectativas hoy defraudadas había levantado en el mundo.
Y eso que Rajoy, que ya se ha apresurado a cumplir con el sacrosanto deber de rendir honores a los soldados norteamericanos en el cementerio de Arlington, no tendría problemas en ponerse en primer tiempo de saludo al paso de la enseña de las barras y estrellas, no como su antecesor, que se quedó calentando la silla. Por no mencionar la flexión de cerviz ante Estados Unidos cuando se sospechó que el “traidor” Snowden viajaba de matute debajo del asiento del avión del boliviano Evo Morales o su desdén por aquella tontería de la Alianza de Civilizaciones que patrocinó Zapatero.
Una hora pues tendrá Rajoy para explicarle a Obama que España es “un país serio en el que se puede confiar” y tal vez venderle unos cuantos de esos brotes verdes que por aquí nos resistimos a comprarle. Seguramente espera Rajoy que su encuentro con Obama y las declaraciones que con ansiedad esperamos que haga después en la Casa Blanca merezcan mañana gordos titulares en los medios de comunicación de medio mundo, incluida España, y favorecedoras fotos junto a al primer presidente negro de Estados Unidos. Si de paso acalla por unas horas ese perjudicial debate en su partido sobre la reforma del aborto que tanto daño le está haciendo a sus reiterados mensajes de recuperación económica, el objetivo de la visita se habrá alcanzado con creces y no cabe pedir más.
En cualquier caso, seguro que le basta y sobra tempo a Rajoy para decirle a Obama que en España el paro está descendiendo a marchas forzadas, que los jóvenes que se habían ido fuera están volviendo en avalancha ante las fantásticas expectativas de trabajo y las apetecibles condiciones laborales en nuestro país, que la educación, la sanidad y los servicios sociales son la envidia de medio mundo y que los pensionistas llegan desahogados a fin de mes y hasta se van de vacaciones al Caribe con lo que les sobra de la pensión. A Obama, que ha sido incapaz de sacar adelante su reforma sanitaria y que acumula 50 millones de pobres en su país, se le va a caer la baba escuchando a Rajoy hablar de los éxitos de las “reformas estructurales” en España.
Es menos probable que en la hora de reunión tenga tiempo el presidente español para explicarle a su interlocutor algunos detalles sobre su propia relación con el “caso Bárcenas”, el “caso Noos”, el desprestigio de instituciones como la monarquía, el desafecto político creciente en España, la “progresista” reforma del aborto, la nueva versión de la ley de la “patada en la puerta”, las tensiones territoriales con Cataluña o ese nuevo frente que se le acaba de abrir en canal en el País Vasco con la política penitenciaria.
Así que, en resumen, Rajoy le contará a Obama una realidad económica que nada tiene que ver con la que perciben los españoles día a día y guardará silencio sobre la realidad social y política que ya preocupa casi tanto como la otra. Pero qué importa eso si en la foto sale bien.
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