La cara (muy dura)
El presidente del Consejo
General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, tiene por
costumbre pagarse con dinero de todos los contribuyentes largos fines de semana
en Marbella que suelen extenderse de jueves a martes. Se aloja en hoteles de cinco
estrellas, come en restaurantes de cinco tenedores en los que llega a ser el
único comensal y alega que son viajes propios de la responsabilidad inherente a
su alta magistratura (la cuarta del Estado, nada menos)
Conclusión: conciencia
absolutamente tranquila, nada que reprocharse y, por supuesto, ni pasársele por
la cabeza dimitir. Y lo puede hacer, porque tiene en el PP y en CiU grandes
valedores que le libran del desagradable trance de dar explicaciones ante los
representantes de la soberanía popular.
Añadan a esta cara (muy
dura) la de los banqueros que hunden a sus entidades y a sus accionistas y se
llevan millones de euros en indemnizaciones o pensiones sin que nadie les
reclame responsabilidades de ningún tipo. Ellos también se libran de
dar la cara (muy dura) para explicar su desastrosa gestión. Incluyan también a
los que han defraudado a Hacienda y ahora resultan premiados con un perdón
fiscal que es sonrojo y escarnio para los que cumplimos nuestras obligaciones y
que – ilusos – siempre pensamos que
Hacienda éramos todos.
La
cruz (muy pesada)

Dice también el CES que los recortes en sanidad, educación y políticas social puede llevar a convertir en crónicas la desigualdades y recuerda que en España uno de cada cuatro hogares ya está en riesgo de pobreza.
¿Exagera el CES? ¿Carga las tintas? En absoluto: simplemente constata que en esta crisis hay caras muy duras a las que los sufrimientos de quienes cargan con el peso de la cruz les es indiferente.
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