Christine Lagarde nos quiere
gobernar – y lo está consiguiendo – desde las mullidas moquetas y los amplios
despachos del Fondo Monetario Internacional en Washington. Un día sí y al
siguiente también nos pone deberes y nos advierte severa y acerada de lo mal
que nos va a ir si no los hacemos a satisfacción suya.
La última tanda de
obligaciones consiste en que España suba el IVA "ya" – y acabe con el
escaso consumo de nuestra economía -, elimine la desgravación por la compra de
vivienda en un país con cerca de un millón de casas sin vender tras el
estallido de la burbuja inmobiliaria y le vuelva a rebajar el sueldo a los
funcionarios públicos, no se vayan a acostumbrar a vivir como banqueros.
Cumple así el FMI su función
de ventrílocuo de los mercados sin rostro que de este modo sacan partido del
miedo cerval que les tienen los gobiernos elegidos democráticamente y que le siguen la corriente para que no diga la
gente que María Cristina nos quiere gobernar. Un miedo que pagamos los
ciudadanos de a pie, los que votamos y pagamos impuestos, los que trabajamos en
condiciones de creciente precariedad y temor a perder el empleo y los que no
tienen empleo y buscan lo que sea y en la condiciones que sean. Ciudadanos cuyas quejas e
indignación por los cada vez más brutales recortes se ignoran y a los que se
intenta calmar con mensajes banales de tranquilidad, optimismo y confianza en
los que nadie cree porque a diario se dan de bruces con la realidad más cruda.
El Fondo Monetario
Internacional, guardián de las esencias del neoliberalismo económico y, como
tal, defensor a ultranza de los intereses de los mercados, tiene una larga
historia de desastres económicos en medio mundo con países hundidos gracias a
sus recetas económicas basadas en recortes y ajustes, fruto todo ello de una
enfermiza alergia a lo público. Sin ir más lejos, los
efectos de sus recomendaciones las podemos encontrar en Grecia, un país a punto
de saltar por la borda del euro y de la Unión Europea después de cuatro años de
sufrimientos con el único resultado de estar mucho peor que al principio. Portugal seguirá el mismo
camino, puede que Irlanda también, España está empezando a transitarlo e Italia
puede empezar pronto la cuenta atrás. ¿Cuál sería el siguiente?
Somos los españoles – toda
vez que del actual Gobierno sólo cabe esperar que le siga la corriente a Washington, Bruselas y Berlín – los que
debemos actuar como en la canción y decirles no a Christine Lagarde y a Ángela Merkel, otra que también nos
quiere gobernar y que, de hecho, lo está haciendo.
No cuentan nuestras
decisiones en las urnas, ni nuestra soberanía - ahora que tanto vociferan
algunos por el contencioso de Gibraltar. Lo que cuentan son los mercados y sus
diáfanos intereses ¿Por qué seguimos llamando democracia a lo que en realidad es plutocracia?
Rajoy está haciendo bueno a Zapatero, que ya es decir...
ResponderEliminarEmilio González Déniz
Rajoy está haciendo prácticamente lo mismo que Zapatero: negar la realidad y esperar a ver si otros le solucionan sus problemas......
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